16 agosto 2004

Calvo acompañaría al ex banquero durante la presentación de su libro sobre su estancia en prisión

La directora de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo, destituye al director de la cárcel de Alcalá-Meco, Jesús Calvo, por dar un trato de favor a Mario Conde

Hechos

El 18.08.2004 el director de la prisión de Alcalá-Meco, D. Jesús Calvo, fue destituido por dar un supuesto trato de favor a D. Mario Conde, prisionero desde el año 2000, por el ‘caso Banesto’.

21 Agosto 2004

El privilegiado

Eduardo Haro Tecglen

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No sé por qué se destituye al director de la prisión de Alcalá por dar privilegios a Mario Conde: en realidad es un privilegiado. Fue doctor honoris causa por la Complutense, y estaban allí los Reyes de España; fue ejemplo para la juventud masculina que se vestía como él y se peinaba con su gomina; y bailaban sus sevillanas, que son tan difíciles para un hombre. No, no es cualquiera. Hizo algo mucho peor que la desaparición del dinero que custodiaba: convirtió el capitalismo neoliberal en agradable, en algo que realmente merecía la pena. Prometían entonces, los espíritus económicos, el «estado de bienestar» y la «civilización del ocio». Chicos y chicas se matriculaban en Empresariales y afines. Claro que esto pasaba cuando Conde estaba delinquiendo, y lo de ahora es cuando ya ha sido largamente condenado y encarcelado.

Una juez fue expedientada por privilegiarle; ahora tiene el favor en la cárcel. La actual juez no tiene la menor sospecha de que los privilegios concedidos hayan sido por sobornos. No, no: es porque es excepcional en la vida. Yo no deseo que haya cárceles, y mi utopía se basa en la de que nadie tuviera motivos para delinquir, ni siquiera los ricos. En todo caso, no acepto las cárceles como lugares de tortura por sí mismas, en centros de castigo y venganza, de mafias y drogas, en infierno donde los condenados se trinchan unos a otros. No se trata de destruir personas, y menos con la palabrería de la «regeneración» y la «reeducación» que se suele usar en los manuales morales antiguos y modernos. Por eso creo que el problema real que presenta este asunto de Mario Conde es el de que los otros presos no tengan el trato que tuvo él: que tengan las mismas visitas, incluso más, y más tiempo.

El trabajo os hará libres, «Arbeit macht frei», decía el letrero en el frontispicio del campo de concentración de Auschwitz: donde los mataban. Hay quien cree que la única libertad del hombre es la muerte, y Camus apuntaba que el suicidio es realmente el solo acto libertario de la persona: por esto está castigado y prohibido, y día a día truenan los clérigos, a partir del que viste las más elegantes casullas del mundo, contra la eutanasia. Pero la sociedad se ha hecho más punitiva en tiempos de Aznar: ha aumentado la población penal, el hacinamiento está más allá de lo humano, el código penal se engalana con penas más duras que hay que cumplir íntegras. A la sociedad mayoritaria le gusta eso.

07 Octubre 2004

Tabla rasa

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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De una cosa no se le podrá acusar a Mercedes Gallizo, directora general de Instituciones Penitenciarias: de indecisión a la hora de tomar medidas expeditivas. Destituyó fulminantemente el pasado agosto al director de Alcalá-Meco por presunto trato de favor a Mario Conde y ahora acaba de despedir a 21 de los 66 responsables de centros penitenciarios y trasladar a otros diez en un gesto cuya magnitud no tiene precedentes. Los destituidos han sido reemplazados por gente de su confianza con el fin de emprender una nueva filosofía de rehabilitación de los presos, que rebasan ya la cifra de 59.000. Es una decisión atrevida por el malestar que ha podido causar en los afectados e incluso susceptible de suscitar críticas de sectarismo y precipitación. Gallizo sostiene que es fruto de un laborioso examen tras haber visitado más de la mitad de las cárceles desde que llegó al cargo hace cinco meses y conocer el problema cuando estaba en la oposición.

La directora general, con un espíritu tal vez demasiado idealista que no siempre casa con la prudencia política, se lo quiere jugar todo a una carta al aplicar una filosofía destinada a humanizar las prisiones y convertirlas sobre todo en lugares de rehabilitación frente al rigorismo actual, consecuencia del endurecimiento de las leyes penales promovidas por el Gobierno del PP y la aplicación de la prisión preventiva a delincuentes menores que han provocado en tres años un aumento del 31,5% de la población carcelaria.

Es cierto que en ese aumento ha influido la llegada de inmigrantes y la delincuencia organizada extranjera. Hay hacinamiento, tensiones, edificios vetustos, y sobre todo necesidad de crear nuevos centros. El Gobierno se ha comprometido a construir siete más en los próximos cuatro años. El número de presos supera al menos en un tercio el de celdas disponibles, lo que hace impensable cumplir con el principio «un preso, una celda». Con esa radiografía en la mano es coherente que se pretendan medidas como la del bienestar del interno o la flexibilización del tercer grado. Si Gallizo cree que para ello necesita antes que nada una revolución de mandos debe saber que será mayor la exigencia de resultados. Si fracasa, le llegará antes la hoguera política.