Jesús Neira concede su primera entrevista (pagada) a Gloria Lomana en ANTENA 3 Noticias para insultar a Antonio Puerta Ramón: ‘¡Cucaracha!’

Señores, el profesor Neira ha muerto. No le ha matado Antonio Puerta, el maltratador que le golpeó en la cabeza cuando se interpuso en una agresión. Ni un error médico. Ni la tristeza producida por su grave enfermedad. Le ha matado la televisión. Es decir, los focos, la vanidad, la fama, el dinero. El profesor Neira ha muerto, pero no se preocupen lo más mínimo: ¡ha nacido el tertuliano profesor Neira!

César Millán, protagonista de ‘El encantador de perros’ (Cuatro), hizo un cameo en el último capítulo de ‘Bones’ (La Sexta). Y en conversación con la doctora Temperance Brennan, mi admirada antropóloga forense, ofreció a los telespectadores una de las claves de la actual miseria social y televisiva…

— Dra. Brennan: Le conozco de la televisión…

— César Millán: ¡Gracias!

— Dra. Brennan: No, no hay nada inherentemente positivo en salir en la tele.

Ver día tras día a Jesús Neira en televisión, como antes habíamos visto a su esposa y a Violeta Santander, la mujer maltratada y también convertida en personaje mediático, no es nada inherentemente positivo. No mejora en nada ni a Neira, ni a su mujer, ni a Violeta Santander. Ni a los telespectadores. Su presencia en la televisión es sólo eso: salir en televisión. Es decir, famoseo. Popularidad. Espectáculo. Banalización de la realidad. Y por supuesto, dinero fácil.

«Antena 3 no ha pagado a Jesús Neira», aseguró con mirada torva Gloria Lomana, directora de informativos de Antena 3. Y dentro de su vomitiva hipocresía, tenía razón: no le han pagado por la entrevista… ¡porque le han metido en nómina! Y es que, queridos lectores, cuando Neira tenga el alta médica pasará a ser tertuliano de ‘Espejo público’ (Antena 3).

«Algunos medios de comunicación le ofrecían mucho dinero», explicó Lomana en un programa matinal. «Neira ya había estado en tertulias antes del suceso. Y necesita el dinero, pero no querían aprovechar el dinero de un programa del corazón. Querían la seriedad de un programa informativo. Quería volver, quería hacer algo serio en televisión». ¿Y qué mejor lugar para hacer algo serio que Antena 3? La cadena que emite ‘Dónde estás corazón’, ‘Sexo, mentiras y algunas exclusivas’… y ‘Espejo público’.

Lomana en particular, y Antena 3 en general, insultan a los telespectadores con estos cambalaches. Deben pensar que somos un rebaño de cretinos sin criterio que nos creemos todas sus palabras. Escuchen a la directora de informativos hablar sobre su propio trabajo: «la entrevista es… te deja pegada. Es muy seria, muy humana, con un gran interés informativo. No pierde tensión en ningún momento».

Les confesaré que, después de conocer los detalles de este circo, la entrevista dejó de interesarme. Porque realmente la entrevista era lo de menos. Conocíamos toda la información del suceso, y los nuevos detalles sólo servirían para actualizarlo y hacerlo más amarillo, más comercial, más televisivo. Así fue. Una entrevista mala, como todas las de Lomana: ¿acaso le interesa a alguien la opinión de Neira sobre Obama? ¿O que se considere «iluminado»? ¿O que sueñe con comerse un bocadillo de chorizo? Era sólo cuestión de morbo. Telebasura.

Neira ha podido ser un ciudadano ejemplar y discreto, pero ha elegido vender su drama a la televisión, y ya no es «el héroe social, el icono» que nos vende Lomana. Ni siquiera «el héroe civil, la viva imagen de la dignidad humana» de que habla Matías Prats. Se ha convertido en una pieza más de esa máquina insaciable de deglutir personas normales para, una vez convertidas en fosfatina mediática, defecarlas en prime time. Y será bueno en este negocio. Tiene madera, aprende rápido: «sólo me arrepiento de haberle dado la espalda a una cucaracha», aseguró rotundo el recién nacido tertuliano Neira.

Hay sucesos que atraen a la audiencia como la sangre a los tiburones. El caso Neira es uno de ellos. Sinopsis: viendo que una mujer es agredida por su novio (un toxicómano con antecedentes penales), el profesor Jesús Neira intercede y es brutalmente agredido. El argumento engancha. Hay un verdugo y una víctima y, además, un tercer personaje, la novia agredida del agresor – Violeta Santander – que protagoniza espectaculares sesiones de egopsicodrama en ‘La Noria’ (TELECINCO) en las que, defendiendo rabiosamente a su novio y acusando a Neira de meterse donde no le llaman, dispara la curiosidad, la incredulidad y el morbo.

Ahora, parcialmente recuperado de un traumático coma de 68 días, el héroe también recurre a la televisión para contar su experiencia y definir – con una insistencia tan obsesiva como la del realizador en enfocar sus pupilas a su agresor de ‘cucaracha’. Lo hizo el jueves en ANTENA 3. Recibió trato de jefe de Estado en un marco informativo (la biblioteca del hospital en el que se recupera) premeditadamente distante del bullicio de los parques de atracciones. Lo entrevistó Gloria Lomana y, como es lógico, fue más benévola con él que Zapatero y Rajoy. El geénero de los sucesos siempre es más agradecido que la política (aunque en España ambos géneros se confunden con alarmante frecuencia) y permite populismos rentables.

El sensacionalismo que tanto se explotó en las entrevistas con Santander (y su desquiciado y amenazante padre) también estuvo presente en la entrevista a Neira, aunque envuelto en una superioridad moral que abusó del exceso de empatía snetimentaloide por parte de la entrevistadora. Lomana renunció a parte de sus deberes periodísticos para subrayar la condición de ‘héroe civil’ de Neira. Para el espectador, fue un documento revelador. Completa una parte de la hisotira que, hasta entonces, se había mantenido prudente alejada de la televisión. ¿Dónde acaba el documento y empieza la explotación de la herida? Es difícil saberlo. Pero, al final, el espectador tiene que encontrar el modo de distinguir, tanto en las entrevistas de la temible Santander como en esta intervención del iluminado Neira, entre lo relevante y lo accesorio, entre lo que constituye una posible aportación informativa a la historia y la enfática – a veces grotesca, otras descaradamente ideologizada – patraña destinada a cebar el insaciable apetito de los audímetros.