19 junio 1984

Ramón Mendoza, Jesús de la Serna y el Duque de Alba entran en el Consejo mientras se suprime la Junta de Fundadores

Junta de Accionistas de PRISA 1984 – Jesús Polanco Gutiérrez logra hacerse con la Presidencia del Grupo PRISA sellando el fin de la guerra accionarial

Hechos

El 19.06.1984 D. Jesús Polanco fue elegido nuevo Presidente del Grupo PRISA en la Junta de Accionistas reemplazando a D. José Ortega Spottorno.

Lecturas

La Junta General de Accionistas de PRISA del 19 de junio de 1984 designa a D. Jesús Polanco Gutiérrez presidente de la Compañía cuando ya ha adquirido el 70% del capital de la empresa a través de la sociedad PROPUSA iniciando un periodo de estabilidad. D. José Ortega Spottorno pasa a ser ‘Presidente de Honor’.

La Junta de Fundadores es disuelta y el Sindicato de Accionistas desaparece siendo apartado del Consejo su representante D. Jaime García de Vinuesa Toll. También abandonan el Consejo de Administración D. Óscar Alzaga Villaamil, D. Antonio Gullón y D. José María de Prada. Entrando para reemplazarles el Duque del Alba D. Jesús Aguirre Órtiz de Zárate, D. Ramón Mendoza Fontela, D. Jesús de la Serna Gutiérrez Repide y D. José María Aranaz Cortezo.

El cargo de ‘consejero delegado’ queda vacante pero Polanco Gutiérrez crea el 22 de septiembre dos ‘Direcciones Generales’ de PRISA que ocupan D. Juan Luis Cebrián Echarri y D. Javier Baviano Hernández que serán los dos lugartenientes del presidente de PRISA. Habrá un Subdirector General que será D. Lorenzo Ruiz Pascual, estrecho colaborador de Baviano Hernández.

Decisiones de la Junta de Accionistass del Grupo PRISA de junio de 1984:

–          Disolución de la Junta de Fundadores (formada por los Sres. Ortega Spottorno, Polanco, Ramón Jordán de Urríes y Juan José de Carlos)

–          Nombramiento de D. Jesús Aguirre, duque del Alba (reemplazando a D. Óscar Alzaga), D. Ramón Mendoza y D. Jesús de la Serna como consejeros del Grupo PRISA.

–          Elección del nuevo presidente de PRISA: D. Jesús Polanco

–          Elección del nuevo presidente de honor: D. José Ortega Spottorno

–          Elección del nuevo secretario  D. José María Aranaz (reemplazando a D. Jaime García de Vinuesa, representante del derrotado ‘Sindicato de Accionistas’)

–          Abandona el consejo D. José María de Prada.

mendoza_duque D. Ramón Mendoza, D. Jesús Aguirre Duque de Alba y D. Jesús de la Serna, nuevos consejeros del Grupo PRISA.

aranaz_prisa D. José María Aranaz , nuevo secretario del Consejo del Grupo PRISA.

Un año después de aquella victoria accionarial, en junio de 1984, el Sr. Polanco pudo  coronarse  como  presidente  del  Grupo PRISA reemplazando  a  don José Ortega, que pasaba a ocupar un cargo de honor. El Sr

Polanco oficializába así su condición de primer magnate de la comunicación de nuestro país, sumándolo a su condición de magnate del mundo editorial, al ser también presidente del grupo Timón (que agrupaba las editoriales Santillana, Alfaguara, Taurus, Altea entre otras). Aquellos dos grupos acabarían siendo fusionados años después. En esa misma junta en la que culminó el “ascenso” del Sr. Polanco, se procedió a la liquidación definitiva de la Junta de Fundadores, en la que, a parte del Sr. Polanco y Sr. Ortega sólo quedaban los “segundas fila” (don Ramón Jordán de Urríes y don Juan José de Carlos), la Junta desaparece penosamente siendo señalada despectivamente por EL PAÍS como “una secuela de la Ley Fraga”. Por tanto la batalla había finalizado definitivamente. Y el resultado era claramente favorable para el Gobierno del PSOE, pues a partir de ese momento todas las opiniones y artículos tendrán una actitud, al menos amistosa hacia don Felipe González. “En el momento en que Polanco se hizo con el control de la empresa el poder pasó de la redacción a los despachos” – me dice don Pablo Sebastián, que rompió sus vínculos con EL PAÍS por aquella época – “Los periodistas pasaron a ser más funcionarios. El dominio de Polanco en EL PAÍS acabó deribando en un giro del periódico ligándolo al PSOE, dejando de ser un periódico independiente para ser la cocina ideológica del régimen felipista. En esos años PRISA sacó muchos beneficios del Gobierno”.

Memorias

Rafael Pérez Escolar

Leer

EL PAÍS, con el consejo de accionistas de PRISA ya constituido desde mucho antes no saldría hasta 1976, mientras que en su seno seguían librándose luchas enconadas para encabezar la presidencia, especialmente entre José María de Areilza, apoyado por Dario Valcárcel y Félix Pastor Ridruejo, con ayuda de sus amigos de la derecha. Ramón Tamames había manifestado en el consejo de PRISA que lo que hacía falta no era un político sino un hombre de negocios y a tal efecto propuso a Jesús Polanco. Que en aquella época no pareció mostrar muchas ganas de entrar de lleno en el mundo mediático, lo que se tradujo en la presidencia irrelevantemente adjudicada a título de ensayo a José Ortega Spottorno. Para Polanco EL PAÍS fue tan sólo un juguete más o menos divertido; él, de donde sacaba dinero, bajo el generoso patrocinio dispensado por los gobernantes franquistas, era de Santillana y su grupo editorial.

A la hora de comprar el paquete de PRISA que había aglutinado Dario Valcárcel a trancas y barrancas con fondos que le anticipó Antonio García-Trevijano, Polanco no tenía dinero suficiente para cubrir la totalidad del precio, aunque la cantidad a desembolsar no llegaba a los 400 millones de pesetas, por lo que compartió la adquisición de las acciones con Ramón Mendoza. Aquel paquete accionarial tan representativo había contado con otros presuntos adquirientes distintos a Polanco, al que, por cierto, en el hotel Ritz le hice personalmente una oferta para comprarle sus propias acciones.

Los hipotéticos adquirientes que aparecieron en la lontananza fueron los de la UCD, representados por Juan José Rosón, ministro del Interiro, con el que a su instancia me reuní en casa de Jaime Campmany. Pero los medrosos políticos centristas, después de mostrar un decidido interés por la compra, desistieron finalmente para no enemistarse con la gente del periódico, según me dijo textualmente Juan José. Luego apareció en escena José Antonio Segurado, libando como siempre de flor en flor, quien me hizo una oferta, en firme según me dijo, en nmbre de los March y los Botín, con el inevitable acompañamiento de Juan Abelló, hasta el punto que me enseñó un cheque bancario por el importe total de la operación. Pero luego, probablemente por la misma razón que había invocado el ministro, tampoco se convino el negocio, lo que acentuó las prisas de García Trevijano, dispuesto a vender las acciones al mismísimo diablo con tal de hacer plusvalías.