Juan Roldán Ros es elegido nuevo Presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid derrotando a Carlos Luis Álvarez ‘Cándido’

Un amplio grupo de periodistas, entre los que se encuentran directores, firmas de prestigio y profesionales de los distintos medios, han pedido a Carlos Luis Álvarez ‘Cándido’, que presente su candidatura a la presidencia de la Asociación de la Prensa de Madrid en las elecciones convocadas para el próximo 6 de mayo, tras la reciente dimisión de Luis Apostua. Los periodistas aludidos entienden que la crisis padecida por la Asociación requiere llevar a su presidencia a un periodista ‘de la calidad profesional, peso intelectual e independencia acreditados por ‘Cándido’ en su dilatada trayectoria profesional’.

El periodista Carlos Luis Alvarez, Cándido, tiene, entre otras muchas virtudes profesionales, la de la ubicuidad, no sólo en el espacio, pero en el tiempo, de modo que yo le leía de chico en Valladolid y ahora somos de la misma generación. El síntoma es significativo de la cualidad plural, sinuosa, diversa, capaz y alacre del personaje, de modo que, aparte el calado intelectual de su prosa (bordada siempre de repentinas y delgadísimas boutades), me parece el candidato más adecuado para presidir la Asociación de la Prensa de Madrid, que es una cosa que ha perdido vitalidad virtualidad en los últimos años, sin que se sepa por qué, y que con Cándido podría beneficiarse de la múltiple iniciativa intelectual, social, cultural, vital, de este hombre de letras que lo hace todo y que, en la gestión como en la conversación, siempre eleva la anécdota a categoría. El periodismo es y ha sido siempre en Carlos Luis Alvarez un ejercicio celérico y agónico, un espectáculo para iniciados, una cosa entre el relámpago y la última voluntad, con una sonrisa amarga y buena de por medio, sonrisa en la que antes brillaba un diente de oro. Me consta personalmente que Cándido se arranca los artículos como si se arrancase vísceras, pero luego nos sirve esas vísceras con la profilaxis y la dignidad socrática de un showman meramente entregado a la diversión de pensar. Pero es que en estos últimos años el numeroso Cándido ha sacado de sí un hombre nuevo, una segunda juventud aristotélica llena de dinamismo, gestión, plurinformación, velocidad, actualidades, iniciativas, cosmopolitismo, política y urgencias. Todo esto sin dejar de leer a su Bertand Russell y de escribir como un hegeliano de urgencia. De ahí que Carlos Luis Alvarez sea el intelectual/gestor, el hombre dúplice (y me quedo corto) que puede inducir toda esa segunda juventud, todo ese aristotelismo mondain, en la vieja Asociación de la Prensa, corrigiendo y mejorando los servicios y la intendencia, por supuesto, pero mayormente haciendo vivir y latir la vieja Casa de los periodistas con su propio latido, ya que tiene siempre puesto el corazón a la hora del mundo y el reloj a la cita con un ministro. El periodismo nadie de entre nosotros lo siente de manera tan agónica y elegante, tan fundamental y bien vestida como Cándido, que acaba de darnos otra prueba de su intuición y oportunidad de animador literario concediendo el premio «Franciso Cerecedo», ayer mismo, a Eduardo Haro Tecglen, como antes a Raúl del Pozo y gente así. El periodismo es para Cándido una visión del mundo y una manera de estar en sí mismo. Existe en cuanto periodista y ya me lo imagino vocado y volcado en la Asociación, haciendo todos los días el milagro con su capacidad dialéctica de gestión y haciendo todos los días la justicia con su intuición gnóstica de decisión. No se recordará que el viejo y noble garito de los periodistas haya tenido nunca presidente más representativo, con mi respeto a los anteriores y a los actuales competidores para el cargo. En el acierto de esta elección está el futuro de un periodismo corporativo en el mejor sentido de la palabra, el porvenir de nuestra profesión como fe (que eso es etimológicamente), y no como improvisación, oportunismo o corrala de folklóricas y patrones castizos y sinvergüenzas. Carlos Luis Alvarez sabe llevar los cargos y descargos con un dulciamargo entusiasmo, con un entrañable fervor que le brilla en las gafas, el coñac y la madrugada, naciendo de nuevo periodista cada día, tras haber sido filósofo toda la noche. Uno diría que ya cuando Cándido tenía quince años y escribía en la Prensa nacional, junto a Pérez de Ayala y González-Ruano, iba para presidente de la Asociación de la Prensa.

En diciembre descubrimos fundamentalmente dos situaciones anómalas en la gestión de Luis Apostua: por un lado que Apostua se había adjudicado un sueldo mensual de un millón de pesetas como director del Centro de Prensa, y por otro el traslado de Prensa, y por otro el traslado de fondos durante los años 1990 y 1991 entre la Asociación y la Federación. Calculamos que se transfirió una cantidad próxima a los 40 millones, aunque Apostua sólo reconoce algo más de veinte.

Quiero que salga a la luz todo. Y aún hay más, la Asociación viene acumulando una deuda con Hacienda desde los tiempos de ANson de unos 200 millones.

Además de descubrir lo que estaba pasando mi obligación era dar el siguiente paso, intentar sacar a la Asociación del atolladero, no desaparecer simplemente como si huyéramos de algo.

Tras la candidatura de Cándido se encuentran los intereses de Luis María Anson, EL MUNDO y el Grupo Zeta y que los asociados deben elegir entre una candidatura oficialistas y la suya a la que califica simplemente de profesional.

Mis oponentes aspiran a hacer tabla rasa de lo que hay ahora mismo incluso los conciertos con la Sanidad pública. Preferirán intentar la alternativa de los seguros privados. Pretenden que la Asociación se convierta en un colegio corporativo que podría contar con el patrocinio de empresa privadas.

Me resisto a enjuiciar la gestión de Apostua, mi visión es indirecta, sólo por lo que he oído y leído sobre el tema. Así que pospongo mi juicio hasta el momento en qeu tenga mejor conocimiento de causa, sobre todo si es que resulto elegido. Entonces sí, entonces se depurarán las responsabilidades a que haya lugar, que en mi opinión no parece que sean exclusivas del presidente. No creo que la conducta de Apostua fuese digna de reprensión y sólo la suya.

La candidatura de Juan Roldán me parece superficial porque es superficial montar una campaña para 3.000 personas y montarla a la americana con ofensas contra el oponente que, en este caso van más contra él que contra mí. Yo no estoy unido a ninguna empresa, soy un trabajador a sueldo. Y nunca he militado en ningún partido. Por cierto que Roldán ha estado en tres y además en la embajada norteamericana.

Dice Roldán que queremos destruir ¿pero qué es lo que quiero destruir yo? Yo, lo único que quiero es que la Asociación sólida y prestigiosa que conocí vuelva a serlo, que los periodistas jóvenes puedan unirse para tratar de solucionar sus problemas frente a las empresas y que se vuelva a oír la voz de los jubilados. Sobre todo quiero poner orden y limpieza en la casa.

Hoy se celebran los comicios para elegir presidente y vocal de la Asociación de la Prensa de Madrid, a los que concurren, como candidatos a la presidencia, Carlos Luis Alvarez «Cándido» y Juan Roldán. Sin demérito para la candidatura que encabeza Roldán, un profesional de reconocido prestigio y manifiesta capacidad, nos parece tan solvente como sugestiva la de «Cándido», en razón tanto de sus méritos personales (dilatada experiencia y brillante trayectoria en diversos medios de comunicación, talante independiente, dotes de organización) como de su voluntad por revitalizar el organismo. Acompaña a «Cándido», en calidad de vocal, Alfonso Rojo, adjunto al director de este periódico. EL MUNDO presta su apoyo a esta candidatura, por la que no oculta su predilección