14 abril 1992

Tras demostrarse la falsedad, EL MUNDO se pitorrea del 'disparate' de su competidor

El diario EL MUNDO acusado de ser «mensajero de ETA» por Antonio Rubio y Manuel Cerdán en la revista CAMBIO16 de Juan T. de Salas

Hechos

  • El 20.04.1992 la revista CAMBIO16 denunció que EL MUNDO, era utilizado como ‘mensajero’ por los terroristas de ETA. En su siguiente número reconoció que las pruebas presentadas eran falsas, aunque reiteró la acusación.

Lecturas

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LOS FIRMANTES DE LA PIFIA

cerdan_rubio Los periodistas de investigación de CAMBIO16, D. Manuel Cerdán y D. Antonio Rubio, eran quienes firmaban aquella investigación que vinculaba a EL MUNDO con ETA. Curiosamente, ambos periodistas pasarían a trabajar poco después para el diario EL MUNDO. En su libro ‘Amarga Victoria’ el Sr. Ramírez quita responsabilidad en aquel incidente a aquellos periodistas y se la, casi en exclusiva, al editor, D. Juan Tomás de Salas.

14 Abril 1992

El día en que CAMBIO16 entró en el Guiness del disparate

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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¡Hubiera bastado tan poco! Simplemente, con que los reporteros de CAMBIO16 hubieran decidido contrastar sus datos, poniéndose en contacto con EL MUNDO. Se habrían enterado de que los mensajes de «Leire» a «Txantxangorri», publicados en la sección Dazibao, de nuestro suplemento Campus, no podían ser misivas camufladas de Urrusolo a Pakito, por la sencilla razón de que «Leire» es una estudiante madrileña de 2° de Derecho, y «Txantxangorri», su esquivo novio. Sin más. Ciudadanos identificados, ahora sorprendidos -asustados, más bien- por el montaje que se ha hecho a costa de sus amores difíciles. CAMBIO16 alega que su reportaje corresponde a «una investigación abierta por la Policía». Pero la Policía dice que apenas si había considerado esa posibilidad: de lo contrario, se habría puesto en contacto con EL MUNDO para recabar información sobre los mensajes en cuestión. Era de lógica: ¿para qué iba a recurrir ETA a una sección de anuncios gratuitos, que se publican aleatoriamente y cuando les llega el turno, si es que les llega? ¿Tan mal están los terroristas de fondos que no pueden pagar un anuncio por palabras, que sale a gusto del anunciante? Resulta cómico el esfuerzo que CAMBIO16 ha hecho por dar una versión en clave de terrorismo a lo que no era, en realidad, sino un testimonio de angustiado amor juvenil. En cualquier otra publicación, una pifia tan apabullante haría que el empresario destituyera al director. Pero éste no puede. Y no por falta de costumbre: es que es él mismo [Juan Tomás de Salas].

19 Abril 1992

Un país de Txantxangorris

Pedro J. Ramírez

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QUERIDA «Leire»; es decir, querida Mercedes L.Y. (19 años, 22 de Derecho, barrio de Extremadura, Madrid): comprendo como debes sentirte. Comprendo que seas la única a la que toda esta historia de la confusión de tus mensajes de amor con los supuestos recados del «comando itinerante» no te haya hecho la menor gracia. Cuando se tiene tu edad y se escribe tan bien como tú lo haces, lo peor que le puede pasar a una, no es que un Txantxangorri de tres al cuarto te deje plantada y ni siquiera se inmute ante unos textos tan hermosos como los que cada semana colgabas de nuestro Dazibao, sino que toda España se entere y pueda asomarse a la balustrada de tu corazón herido. Entiendo que debió de ser todo un trago tener que explicarle a la policía la sencilla verdad de este estúpido asunto: que tú le habías puesto a tu novio el mismo nombre cariñoso que, por lo que has sabido ahora, resultó tener uno de los chalets en los que se reunía la cúpula de ETA: «Txantxangorri», «Petirrojo». Los amigos de Radio Euskadi me han enviado la traducción de una bella canción del grupo Itoiz que debes conocer. Se llama «Volando» («Egal Egiten») y cuenta la historia de un muchacho que primero veía «petirrojos en el techo de la habitación» y «ahora ya tiene un pequeño corazón y dos alas mojadas por la lluvia», porque «anda volando como los petirrojos». Si los dos colegas que dieron rienda suelta a su imaginación hasta desembocar en el disparate hubieran leído a Neruda, se habrían dado cuenta enseguida de que si recurrías a la línea clave de la «Canción desesperada» («Txantxangorri, todo en tí fue naufragio») era porque en realidad habías recorrido ya, desde tu «cuerpo de mujer», los veinte poemas de amor que le preceden y estabas decidida, al final, a «escribir los versos más tristes esta noche». Claro que había habido «huida y cobardía», claro que después de esa «traición» no podía haber «tregua», claro que era preciso «aprender a volar otro vuelo», pero no era el de Urrusolo Sistiaga al otro lado de la muga, sino el de tu primavera más allá del bosque de los paseos y los besos. No sé si te consolará demasiado, pero lo que te ha pasado esta vez a ti, niña Mercedes, se parece bastante a lo que de un tiempo a esta parte viene pasándonos a muchos. Cuando se ponen tantas ilusiones y esperanzas en una relación, en un proyecto común, en una idea, y la persona que la encama resulta ser un txantxangorri de plumaje seductor pero escasa consistencia, es lógico, como tú dices, que el fracaso vaya acompañado de una amarga sensación de «indiferencia y menosprecio». Debíamos haber sido más cautos. Las principales guías ornitológicas explican que el txantxangorri, esto es el petirrojo, esto es el erithacus rubecula -semejante nombre ya tendría que habernos puesto en guardia- es un pájaro en el que todo es pura fachada. Resulta que su color es muy hermoso, porque es lo suficientemente rojo como para recordar el color del amor, el color de la libertad y el color de la justicia, pero es a la vez un rojo endulzado, anaranjado, lo bastante desvaído como para no asustar a nadie. El txantxangorri camina siempre erguido, pisando fuerte, sacando pecho y chasqueando a la vez las alas y la cola. Nunca pasa inadvertido. ¿Cómo no caer en sus redes? ¿Cómo no prendarse de él? ¿Cómo no votarle una, dos, tres veces? El mito se desmorona cuando se le observa más de cerca. El txantxangorri parece un ave muy agresiva, pero sólo se muestra así frente a los débiles: cuando debe encarar un problema de verdad se vuelve hosco y asustadizo. Parece un animal elegante, pero luego resulta que es capaz de anidar en cualquier sitio: «hasta en latas arrojadas a la basura o en camas sin hacer», dice una de mis enciclopedias. O sea, que una cosa es predicar y otra dar trigo. No sé si tú te habrás dado ya cuenta, pero a la hora de la verdad, el txantxangorri resulta ser un bicho bastante chapucero y con un insufrible punto gilipollas. Un chico encantador, un gran comunicador, lo que tú quieras. Al final, un pájaro de cuenta. A estas alturas de mi carta debes de pensar que lo que trato de decirte es que lo nuestro ha sido un problema de mala suerte. Que tanto tú como los españoles que en el 82 aún llevábamos el equipaje cargado del idealismo del 77, tuvimos la desgracia de ir a toparnos con el txantxangorri más txantxangorri de todos los txantxangorris. Pero no, no es eso. O al menos no es solamente eso. Tú sabes que nunca nos enamoramos sino de aquello que ya existe previamente en nosotros y que todo acto de fe, política o sentimental, no es sino la proyección de nuestras propias fantasías sobre los demás. Lo que intento explicarte, y para llegar a ti, niña Mercedes, me gustaría, tomando prestado a tu poeta, que «mis palabras se adelgazaran como las huellas de las gaviotas en las playas»; lo que pretendo aclararte es que éste siempre ha sido un país de txantxangorris, en el que ha contado más el decorado que la propia función. Un país de fanfarrones, con mucha más pluma que sustancia. Un país, lo verás el lunes, en el que a nuestra propia Disneylandia le llamamos Exposición Universal, mientras se nos vuelcan los barcos al botarlos, se nos queman los pabellones antes de inaugurarlos y ponemos un tren bala para viajar a una ciudad a la que sólo se debe llegar despacio. Lo que ha pasado contigo esta semana demuestra que seguimos instalados en el Celtiberia Show. Aquí mucho hablar de la convergencia con Europa, pero hay reporterosestrella que no hacen las más elementales comprobaciones antes de publicar una historia; editores farsantes que circulan como si tal cosa con la viga ensartada en el ojo propio, para, después de embarcar a los demás, rematar la última versión de «coge el dinero y corre»; y policías alucinados con el suficiente cuelgue, con el imprescindible trip anfetamínico como para confundiros a ti con el «comando itinerante» y a tu «ex» con todo el «Biltzar Txipia» de ETA. Nunca terminamos de aprender de la experiencia, pero al menos sí debe servimos para entender lo que nos pasa. De esta pequeña opereta yo he sacado, por ejemplo, en limpio lo de los txantxangorris. La primera vez cuesta pronunciar esa palabra, pero después te sale casi sola, tan musical y falsa como lo que representa. De ahí que empiece ya a ver txantxangorris por todas partes. Por ejemplo, en lo de Ibercorp: imenuda banda de petirrojos nos han estado metiendo a todos en la habitación por la ventana del Banco de España! O en lo del recorte del subsidio de desempleo: hace falta ser erithacus rubecula para decir como ha dicho el socialista Hernández Moltó que hay que quitarles el «confort» a los parados. Pero hay que mirar hacia adelante. Tú misma dices que «el olvido es dictadura obligada». Si yo fuera un sagaz sabueso de esos que han dado la nota esta semana, te diría que tu mensaje del 1 de abril advirtiéndonos a todos de que «el maldito pájaro revolotea, picotea e impone su insoportable cantar» es un oportuno llamamiento a la huelga general, la insumisión y la desobediencia civil frente al rampante despotismo. Me parece que el cupo de quienes han hecho el ridículo a costa de esta historia está ya, sin embargo, suficientemente colmado. De ahí, mi querida «Leire», tan próxima y tan lejana niña Mercedes, que mi única conclusión sea la de que, cuando se escribe como tú lo haces, cuando la libertad no se tiene fuera sino dentro, está por nacer el txantxangorri que de verdad pueda amargarle a uno la vida.

27 Abril 1992

NOTA DE LA DIRECCIÓN

Juan Tomás de Salas

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Después de un mes de investigación, después de contrastar nuestra información con fuentes de Interior y con fuentes muy informadas cercanas a la cúpula de ETA, publicamos la semana pasada la noticia  de que la organización terrorista utilizaba el diario EL MUNDO como mensajero involutario con el comando itinerante. Al parecer, según fuentes policiales que aún no hemos podido contrastar, los mensaje concretos identificados como Txantxangorri, no eran de ETA. Aunque hubiéramos cometido ese error en el mensaje concreto, nos ratificamos en que, según nuestras dos fuentes, ETA ha estado utilizado a EL MUNDO como mensajero. Y nuestros dos grandes periodistas Manuel Cerdán y Antonio Rubio continuarán la investigación hasta aclararla totalmente.

Juan Tomás de Salas