2 octubre 1982

Al debate tampoco asistió el Duque de Suárez (CDS), pero sí los candidatos de UCD y PCE

‘La Clave’ organiza el primer debate electoral de candidatos a elecciones sin Felipe González, que rechazó debatir con Fraga

Hechos

El 1.10.1982 el programa ‘La Clave’ de TVE estuvo dedicado a las elecciones generales del 28.10.1982. A él acudieron los representantes de UCD, PSOE, AP, PCE, CDS, CiU y PNV.

Lecturas

BALBÍN: «UN DIARIO NO DA NI UNA EN LO QUE DICE DE LA CLAVE»

zap_8BalbinD16_GuerraClave D. José Luis Balbín presentador y director de ‘La Clave’ hizo una introducción para replicar a un periódico que había informado de que el programa no sería capaz de reunir a representantes de todos los partidos. El Sr. Balbín, que no citó el nombre del periódico, dejó claro que ‘no acierta nunca’ en lo referido a su programa. El aludido, con toda probabilidad era el periódico DIARIO16 de D. Pedro J. Ramírez, que mantenía una campaña contra ‘La Clave’ desde hacía un año y que había asegurado que si iba al debate D. Alfonso Guerra en vez de D. Felipe González, el resto de líderes empezando por D. Manuel Fraga (AP) o D. Landelino Lavilla (UCD), también rechazarían ir. No fue así.

PARTICIPANTES EN EL ‘DEBATE’ SOBRE LAS ELECCIONES DE 1982

zap82_Fraga D. Manuel Fraga Iribarne, candidato a la Presidencia del Gobierno por Alianza Popular – Partido Demócrata Popular (la ‘Coalición Popular’), consiguió ser el gran protagonista del debate, gracias a la ausencia de los Sres. Felipe González y Suárez.

zap82_Guerra D. Alfonso Guerra, Vicesecretario General del PSOE y cabeza de lista del PSOE por Sevilla fue el representnate del PSOE en el debate ante la sorprendente ausencia de D. Felipe González, aunque el nivel de popularidad del Sr. Guerra era perfectamente equivalente al del propio Sr. González.

zap82_Lavilla D. Landelino Lavilla, candidato a la Presidencia del Gobierno por UCD, el partido gubernamental, logró asistir al debate a pesar de tener apenas unos minutos antes otra entrevista en la propia RTVE.

zap82_Carrillo D. Santiago Carrillo, candidato a la presidencia del Gobierno por PCE era un colaborador habitual del programa ‘La Clave’ (al igual que el Sr. Guerra).

zap82_sahagun D. Agustín Rodríguez Sahagún fue el representante del CDS ante aquel debate en TVE ante la ausencia del Duque de Suárez que alegó ‘cansancio’. El Sr. Rodríguez Sahagún era amigo personal del Duque y cabeza de lista del CDS por Ávila (la provincia donde los ‘suaristas’ tenían más apoyo)

zap82_Roca D. Miquel Roca, Secretario General adjunto de Convergencia Democrática de Catalunya, era cabeza de lista por Barcelona de la coalición Convergencia i Unió (CiU).

zap82_arzallus D. Xavier Arzallus, presidente de la ejecutiva (EBB) del Partido Nacionalista Vasco (PNV-EAJ).

zap82_uruñuela D. Luis Uruñuela, Secretario General del Partido Socialista Andaluz (PSA), alcalde de Sevilla y cabeza de lista del PSA en Sevilla.

01 Octubre 1982

Ausente

Editorial (Director: Guillermo Luca de Tena)

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...Podría pensarse también en la suficiencia de quien ya se cree investido del Poder, pero eso es impropio de un andaluz perspicaz...

Muchos españoles habrán recibido con sorpresa el anuncio de la ausencia de don Felipe González en el debate televisivo de hoy. Un político que cree, con fe religiosa, en su próximo acceso al Gobierno; un parlamentario que ha dirigido la oposición durante un quinquenio; un hombre forjado en la clandestinidad y en la polémica interna no puede rechazar la confrontación ante el país en vísperas del as elecciones.

Don Felipe González no puede ignorar los usos democráticos de las naciones occidentales, en las que los hombres públicos aceptan el debate abierto cuando las circunstancias lo demandan. No puede olvidar los precedentes próximos de Giscard enfrentado a Mitterrand, de Reagan frente a Carter, ni los más lejanos de Kennedy y Nixon o de Churchil y Atlee. En éstos como en otros casos los hombres de Gobierno podrían haberse negado al debate, so pretexto de que su condición ejecutiva les restaba el recurso o determinados argumentos frente a sus oponentes. Por eso es incomprensible que don Felipe González, después de haberse negado a comparecer en un debate público con don Manuel Fraga, tampoco quiera aceptar una discusión multilateral con los seis líderes de partidos programado para esta noche. Se da pie así a los argumentos de los adversarios del líder socialistas: don Felipe González no afrontará nunca un combate entre iguales, acostumbrado a una elección por sorpresa, como fue la de Suresnes; acostumbrado al paraguas de la socialdemocracia alemana; acostumbrado a liquidar expeditivamente la contestación interna de los críticos del partido. Sin embargo, más que los argumentos de los adversarios sistemáticos habrá que considerar, desde las alturas del partido, la extrañeza del español medio, incapaz de encontrar explicación a la ausencia. Podrá pensarse en un sentimiento invencible sobre la propia capacidad dialéctica, pero ese sentimiento, que atenazó a la figura política más representativa de la transición, no puede, creemos, paralizar al señor González. Podría pensarse también en la suficiencia de quien ya se cree investido del Poder, pero eso es impropio de un andaluz perspicaz, buen conocedor de los dichos nacionales sobre la piel del oso. Por eso habría que deshacer hoy el interrogante que queda en el aire: no es pensable que un político como don Felipe González haga un gesto despectivo hacia los electores.

26 Octubre 1982

El debate frustrado

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián Echarri)

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LA CAMPAÑA electoral no va a ser cerrada por ese debate televisivo entre líderes que la Junta Electoral Central, tal vez arrogándose atribuciones que correspondían al Consejo de Administración y al director general de Televisión Española, había programado para hoy por la noche. A nuestro juicio, los socialistas cometieron un desafuero al tratar de imponer un moderador del debate -exigencia finalmente aceptada, sin embargo, por los representantes de los restantes partidos- pero disponían, en cambio, de convincentes argumentos para mantener que el coloquio se desarrollase sin un corsé de temario cerrado y sin un estricto cronometraje que concediera a cada uno de los cinco líderes exactamente los mismos minutos y segundos para cada una de sus sucesivas intervenciones.El presentador de La Clave es un buen profesional y su candidatura para desempeñar el papel de moderador del frustrado debate se apoyaba en sólidos argumentos. Ahora bien, la postura socialista de considerar la designación de Balbín como una condición innegociable para la celebración del coloquio era absurda, ya que hay otros periodistas, tanto dentro como fuera de Televisión, capaces de: realizar el trabajo de ordenación y sosegamiento de las discusiones con igual corrección y eficacia. Resulta, sin embargo, sorprendente que los representantes de AP, UCD, CDS y PCE terminaran por doblegarse ante esa exigencia, que perjudica innecesariamente a la propia y bien ganada reputación de independencia de Balbín. De otro lado, el decepcionante desarrollo del programa preclectoral de La Clave celebrado hace tres semanas, en el que intervinieron Fraga, Carrillo, Lavilla, Guerra, Rodríguez Sahagún, Arzallus, Roca y Uruñuela, mostró que a este veterano moderador también se le puede escapar de las manos un debate, hasta hundirse en la confusión y el aburrimiento.

Pero todavía se comprende menos que los representantes de AP, UCD, CDS y PCE se pusieran de acuerdo entre ellos para tratar de transformar un debate vivo en un rosario de intervenciones estancas mediante las que los líderes, protegidos de réplicas y de discusiones tras la barrera de un orden del día y de un minutaje estrictos, repitieran las promesas y diagnósticos expuestos a lo largo de su campaña y sobradamente conocidas ya por los ciudadanos. Posiblemente las iniciales vacilaciones de los socialistas ante el programa televisivo, claramente perceptibles en el desarrollo de las negociaciones, provinieran no sólo de sus recelos ante las consecuencias electorales de un coloquio que concluyera con el minuto último de la campaña, haciendo imposible cualquier rectificación ulterior, sino también del acto organizado para la noche de hoy en la Ciudad Universitaria por el PSOE. El mitin que cierra en Madrid la larga campaña socialista hubiera quedado vaciado de contenido con la ausencia de Felipe González, obligado a acudir a Prado del Rey a las mismas horas. En cualquier caso, han sido los restantes partidos, con su obstinación en transformar un debate abierto en una sucesión de intervenciones temporalmente milimetradas, los que han perdido la razón en la polémica, tras haber renunciado a la que les hubiera pertenecido de mantener su rechazo a la imposición de moderador.

El incidente encaja a la perfección en el conocido episodio del diálogo entre un cazo y una sartén a propósito de sus respectivas capacidades para tiznar blancuras ajenas. Suárez nunca aceptó debates en directo con sus adversarios mientras ocupó la jefatura del Ejecutivo y Lavilla, presidente de las Cortes durante la segunda legislatura, inventó, en marzo de 1979, la extraña teoría de que la investidura del presidente del Gobierno no tenía que ser precedida de un debate previo ni debía ser televisada en directo. Carrillo ha yugulado, en las columnas de la Prensa que controla, no sólo cualquier debate con otras fuerzas políticas, sino también los espacios solicitados por las corrientes discrepantes dentro de su propio partido para exponer, sin desfiguraciones, sus propios puntos de vista. En cuanto a Fraga los antecedentes son hasta risueños. Durante sus dos estancias en el poder silenció -a veces brutalmente- a sus adversarios, calumnió a sus opositores y convirtió a Televisión en una caja de resonancias para sus monólogos. Tanto estos cuatro líderes como el propio Felipe González se han aferrado codiciosamente a sus espacios gratuitos en Televisión sin mostrar la menor solidaridad con los representantes de otras opciones que -como los nacionalistas catalanes y vascos- contaron con grupo parlamentario en la anterior legislatura y disponen de buenas expectativas ante los próximos comicios. En definitiva que aquí lo de la primera piedra y quién la tiró es difícil de averiguar. No hay que sentirse ofendidos porque el debate-coloquío no se celebre. Hay que sentirse ofendidos, en cambio, por tanta manipulación en torno.

14 Septiembre 1982

BALBÍN

José Luis Gutiérrez Suárez

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Hoy, lectores, voy a abrir ligeramente la caja de las galletas y a repartir un poco de repostería, porque esto de escribir siempre de la UCD es harto tedioso. Y les voy a contar la última gansada de este ínclito anfibio de aguas turbulentas y todo-terreno que es José Luis Balbín, responsable del programa ‘La Clave’.

Ustedes, lectores, que ya me conocen, saben bien que en esta buhardilla se ha instalado desde que la inauguré hace ya dos años, el imperio del pan y el vino, mucho más allá de las cínicas y oportunistas maniobras que los numerosos camaleones que tenemos la desdicha de padecer.

El franquista José Luis Balbín es casualmente poseedor de una de las biografías más tenebrosas del país. Responsable de asuntos de prensa e imagen de aquel Fraga tremebundo de Vitoria y Montejurra que reclama para sí la propiedad de las calles de la patria, Balbín plagió vergonzosa y zafiamente el programa de la televisión francesa ‘Los dossiers de la pantalla’ para, posteriormente, hacer alarde de uno de los rostros más pétreos de Occidente, registrándolo a su nombre. Después, en Televisión, ha protagonizado asuntos de auténtica aurora boreal, como han sido los suntuosos pesebres – preparados amorosamente con fondos públicos que pagamos usted y yo, querido lector y contribuyente – para sus barraganas. Etcétera.

Pues bien: el caballero Balbín, con la democracia, se dedicó a ocultar en el archivo de Televisión los espectros que habitan en su biografía y con hábiles y premeditados martirologios, arrimarse a la sombra del PCE en las áreas televisivas.

Pero, hete aquí, ay, que las escasas expectativas electorales de los comunistas amenazaban con arruinar sus planes y, para ello, Balbín, muy hábilmente, ha dado el giro hacia el PSOE, preparándole algunos programas a medida. El último de ellos fue el famoso cebo tendido a Nasarre, con la intervención involuntaria del socialista Ciriaco de Vicente. Realmente, no alcanzo a comprender cómo mi viejísimo amigo Ciriaco, compañero de aquellos años ilusionados de lucha democrática recién nacida CAMBIO16 – los mismos años en los que Balbín sobrenadaba en las oscuras cloacas franquistas – ha podido caer en semejante trampa, construida por ese viscoso personaje para su exclusivo medro personal.

Pero les voy a contar los hechos. Balbín monta el programa con cinco médicos y Ciriaco de Vicente; es decir para lucimiento exclusivo de Ciri. Cinco médicos con su futuro ministro de Sanidad. EL consejo de administración, elegido democráticamente, y con representación de los cuatro partidos mayoritarios, presididos por Kindelán (PCE) exige que, puesto que estamos en periodo preelectoral, se aplique la norma general para estos casos; es decir, que si concurre un socialista – Ciriaco – lo hagan también un centrista, un comunista y aliancistas.

Kindelán llega a exigir la ‘presencia de un comunista en el programa’. Y le transmite las instrucciones correspondientes al director general, Nasarre. Este se entrevista con Balbín y se lo dice. Y Balbín responde que no está dispuesto a consentirlo, que en su programa nunca se ha variado la participación de los personajes, etcétera. Que si persiste Nasarre en su actitud, es mejor que el programa no se emita. Y Nasarre, cumpliendo el mandato del consejo, le dice que el programa es de TVE. El consejo lo intenta a través de Calviño, el consejero socialista, pero también fracasa.

A mis viejos amigos del PSOE – ya sabéis lo que os quiero – les recordaría un axioma que me acabo de inventar: Para llevar a cabo una política de honradez, que es de lo que se trata, lo primero que necesitamos son, aunque parezca obvio, hombres honrados.

Yo espero que, a base de buen sentido, firmeza y espíritu limpio, logremos entre todos deshacernos de toda esa morralla que enfanga el panorama político español. Porque si no, queridos, tendremos que recurrir al lamento lastimero de Los Sirex: “Si yo tuviera una escoba”. Puag.

José Luis Gutiérrez