24 enero 2002

El programa estará dirigido por Juan Andrés García 'Bropi' y producido por José Miguel Contreras (Globomedia)

LA CORRIENTE ALTERNA.COM salta de Internet a la televisión con un programa de zapping para TELECINCO dirigido por ‘Bropi’

Hechos

El 24.01.2002 se estrenó en TELECINCO ‘La Corriente Alterna’.

Lecturas

JUAN ANDRÉS GARCÍA ‘BROPI’ SERÁ EL DIRECTOR DEL PROGRAMA.

‘Si Caiga quien caiga ve la actualidad a través de unas gafas de sol, La corriente alterna lo hace a través de la tele’, afirma D. Juan Andrés García, director del programa de zapping que estrena TELECINCO este 24 de enero de 2002.

Antes de convertirse en programa de televisión, La corriente alterna arrancó como portal de Internet -apadrinado por 170 profesionales del mundo cultural y social del sector progresista vinculados a la productora Globomedia (que es quien produce el programa bajo la batuta de D. José Miguel Contreras).

Entre los socios destacan D. Pedro Almódóvar, D. Emilio Aragón y D. Alejandro Amenábar, entre ellos-, como un diario digital con una visión diferente de la noticia. El director de la web es D. Javier Pérez de Albéniz.

Con las dudas de si el digital logrará consolidarse ahora busca su consolidación en la pequeña pantalla, ‘una mirada irónica de la actualidad audiovisual’, según asegura a EL PAÍS D. Álvaro Augustín, subdirector general de antena de TELECINCO, en la presentación del programa.

En su versión catódica, siete presentadores introducen en clave de ‘humor ácido’ otras tantas secciones, defendiendo su particular tesis sobre un tema de actualidad y apoyando ésta con imágenes obtenidas de diferentes cadenas de más de 20 países. Son siete presentadores, entrenados casi todos ellos en la escuela de El club de la comedia, que los domingos por la noche emite Canal +.

Así, Elia Galera (100% cine) se ocupa de la actualidad nacional (política, deportes…); Llum Barrera (Nada personal) repite con el mundo del corazón; Alexis Valdés (5hombres.com) selecciona imágenes de la televisión internacional; Carles Flaviá (colaborador de Crónicas marcianas) se detiene en las informaciones sorprendentes de sociedad; Héctor de Miguel, Quequé (El club de la comedia), bucea en los espacios de entretenimiento; Nuria González (Esta noche… cruzamos el Mississippi) desmonta el espectáculo televisivo de los programas testimonio, y Luis Piedrahíta (colaborador de La noche con… Fuentes y Cía) navega por la red de redes y presenta sus conclusiones. Todo ello dirigido por Javier Pérez de Albéniz y Juan Andrés García.

En el estreno del programa -que se graba esta misma tarde con público en el plató y que utiliza en su sintonía un tema del dúo Estopa-, El Gran Wyoming (Caiga quien caiga), Florentino Fernández (El informal), Fernando Guillén Cuervo (Javier ya no vive solo) y Belinda Washington han sido invitados a intervenir en diferentes parodias.

11 Febrero 2002

Corriente alterna

José María Guelbenzu

Leer

¿Existe vida inteligente en la televisión?, se pregunta El Gran Wyoming en un anuncio que anda por ahí suelto. Era uno más de los misterios del universo que quedaban por desvelarse hasta que llegó el CQC del propio Wyoming o empezó a coger cuerpo El Club de la Comedia. Ahora que sabemos que sí hay vida inteligente en el planeta Tele, podemos soportar Confianza ciegaGran HermanoOperación Triunfo o los diversos formatos del corazón sin tener que pensar aún en el apocalipsis.

Parafraseando más o menos a Lampedusa, se diría que era necesario que las masas llegaran al protagonismo histórico para que pudieran seguir siendo perfectamente controladas y manipuladas. El manejo al que están sometidos esos chicos de Operación Triunfo y de los ovacionadores de sala que deliran miméticamente ante ellos es un meticuloso ejercicio de anulación de la personalidad de los protagonistas y de hipnosis colectiva a un público que se aplaude a sí mismo al llevarlos al triunfo en volandas. Los que hacen esta televisión, que se encuentran ideales, supongo, se jactan de saber dar al público lo que quiere. Así que primero deciden qué es lo que quiere el público, luego deciden vendérselo y, finalmente, se lo venden aduciendo que es lo que el público quiere. Y el público tan contento, con la sola condición de que la oferta sea tan cutre como sus momentos de felicidad.

Yo utilizaba la televisión para relajarme después de cualquier esfuerzo intelectual, porque, como el lector sabe, da imagen plana en el cerebro. Media hora de ver cualquier cosa y ya puedes volver a enfrascarte en una partida de ajedrez, fresco como una rosa, o en la lectura de un libro sobre la esencial heterogeneidad del ser. Qué cierto es eso de que todo tiene su utilidad: sólo hay que encontrársela.

Así que no quiero explicar mi sobresalto cuando el otro día me puse ante el aparato para despejarme antes de empezar a preparar una cena tardía. Acababa de escribir la reseña de una de esas novelas que hacen que el hombre común odie mortalmente a los intelectuales; me había llevado toda la tarde tratar de explicarme y explicarlo y necesitaba pasarme el paño televisivo por el cerebro. Y ¿qué apareció ante mis ojos incrédulos?: vida inteligente. Y lo más asombroso fue que también me relajé. Vida inteligente y relajante. Eso es como lo del chiste del que disfrutaba tanto jugando al fútbol que cuando le apremiaron ante un partido para que se mentalizase a ganar contestó: ‘Ah, ¿pero es que además se puede ganar?’. Era un programa que se estrenaba esa noche; su título, La corriente alterna. No se lo pierdan, porque, a lo mejor, además de ser inteligente y divertido, dura. Y si no, por lo contrario: disfrutadlo antes de que se acabe.

El asunto, sin embargo, no tiene arreglo, porque hay un equívoco inexcusable. La pregunta que se hace Wyoming y nos hacemos muchos no es correcta. La correcta es ésta: ‘¿Existe vida inteligente en las televisiones generalistas?’. ‘No’, diremos, pero sólo entonces podremos aceptar que haya excepciones como La corriente alterna. Los expertos mundiales dicen que las cadenas generalistas tienden a no sobrepasar una cuota de público de más allá del 50%; ya llegará eso a España, pero alegra pensar que algún día un 50% de españoles se decidirá por los canales temáticos. Audiencia versus contenidos.

Las televisiones generalistas se ven obligadas a repartirse una cuota que cada vez será más zafia y la competencia degenera en una lucha a muerte por el sector de público menos exigente: no resulta difícil imaginar hasta dónde están dispuestas a descender, a qué bajezas están dispuestas a plegarse para hacerse con el negocio. Lo que vuelve a hacernos diferentes es que sea la televisión patrimonial española la que lucha más denodadamente y con más éxito por conseguir el primer puesto con la ayuda de todos los contribuyentes. La verdadera pregunta es, pues, ésta: ‘¿Existe vida inteligente en TVE?’.