25 abril 2023

La familia de José Antonio Primo de Rivera saca sus restos del Valle de los Caídos antes de que lo haga el Gobierno de Pedro Sánchez en incumplimiento de la ley de Memoria Democrática

Hechos

El 24 de abril de 2023 la prensa informó del traslado de los restos de D. José Antonio Primo de Rivera, ejecutado el 20 de noviembre de 1936 durante la Guerra Civil española.

24 Abril 2023

Los muertos no se tocan, nenes

Santiago González

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Si Pedro Sánchez fuese un poco más ilustrado habría oído hablar de la novela del genial Rafael Azcona sobre la que Luis García Sánchez hizo una película en 2011. Los muertos no se tocan, nene se titulaba y era el broche de la trilogía cinematográfica que había comenzado a dirigir Marco Ferreri con El pisito y El cochecito. En tal caso nos habríamos ahorrado el penoso espectáculo de la exhumación de Franco el 24 de octubre de 2019 y hoy, tres años y medio después, de la de José Antonio Primo de Rivera, cuya tumba hacía compañía a la del dictador ante el altar de la basílica del Valle de los Caídos.

En realidad, el título de Azcona lo han hecho suyo los familiares de José Antonio, que han dispuesto su inhumación, es de esperar que definitiva, para impedir otro manoseo de sus restos por parte del régimen sanchista. Este será su quinto traslado después de que fuera enterrado en una fosa común del cementerio de Alicante, de donde fue trasladado a un nicho del mismo recinto funerario.

En noviembre de 1939 Franco ordenó su traslado al Escorial. Uno de los más caracterizados representantes de la izquierda que escribe, Eduardo Haro Tecglen, hombre de cambiante ideología siempre hacia la izquierda, conmemoró aquel traslado en su quinto aniversario (20/11/44) con un artículo épico en Informaciones titulado «Dies Irae», en el que confesaba oír voces: «A nosotros nos parecía oír la clara palabra de José Antonio elevarse de allí donde el mármol vela su cuerpo».

«Se nos murió un Capitán, pero el Dios Misericordioso nos dejó otro. Y hoy, ante la tumba de José Antonio, hemos visto la figura egregia del Caudillo Franco. (…) Una alegría tenemos; la de ver que a José Antonio sucede un hombre tan firme y sereno como el que lleva a España por los senderos que él marcó».

Es preciso reconocer que sabía escribir, aunque fue, debió de ser, una muy mala persona. Era, además, un mentiroso contumaz. Ya muy cerca de su muerte sostuvo una polémica de la que salió muy mal parado con Esperanza Aguirre, a la que había llamado «cristianofascista» en la penúltima de El País. La respuesta de Aguirre fue monumental: «Yo siempre he sido liberal», mientras este señor «en su juventud fue falangista y estuvo a favor del fascismo y del franquismo, y en su larga madurez fue defensor del estalinismo y del comunismo». «Las afirmaciones de Esperanza Aguirre sobre mí son todas falsas», escribió Haro en un intento fallido de enmendar su hemeroteca.

Su vida política estaba entre el Dies Irae joseantoniano y el «Gracias, Stalin», que publicó en el diario de Prisa el 2 de enero de 1999. Debió de pensar que sus argumentos cojeaban y en enero de 2005, nueve meses antes de su muerte, escribió: «Quién me hubiera dicho que los fascistas que me obligaban a escribir un artículo iban a ser los que, pasado medio siglo, me acusaran de fascista por haberlo escrito: o sus herederos». Hoy sacan los restos de José Antonio del Valle de los Caídos. La última legislatura de Pedro Sánchez apenas ha servido para alterar el sueño de dos muertos.

25 Abril 2023

La exhumación del ‘Ausente’

EL PAÍS (Directora: Pepa Bueno)

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El traslado de los restos mortales de Primo de Rivera al cementerio de San Isidro da cumplimiento a la ley de memoria

La exhumación el lunes de los restos mortales de José Antonio Primo de Rivera, tras el rechazo de la familia a trasladarlos de lugar en el interior de la misma basílica, da cumplimiento a lo dispuesto en la Ley de Memoria Democrática, 120 años después de su nacimiento un 24 de abril. España sigue así la senda recomendada por la conciencia democrática y por los expertos en gestión del pasado y memoria colectiva con el objetivo —como en el resto de países europeos— de excluir de la vida pública la exaltación de quienes fueron ideólogos del fascismo y verdugos de un sistema democrático imperfecto y débil, como lo fue la Segunda República entre 1931 y 1936. Esa hija frágil del progresismo liberal y democrático español vivió entre dos pesadillas: la dictadura del general Miguel Primo de Rivera tras su golpe de Estado de 1923 (este año se cumple un siglo) y la conspiración para terminar con ella empezada con otro golpe de Estado, el del 17 y 18 de julio de 1936, alentado por gran parte de los poderes financieros, la inmensa mayoría de la jerarquía eclesiástica, una buena parte del ejército… y un pequeño partido fascista fundado apenas tres años atrás por el hijo mayor del dictador, José Antonio. Como inspirador de Falange Española dotó de discurso y parafernalia ideológica al Movimiento encabezado por Franco tras la victoria en la Guerra Civil, cuando José Antonio Primo de Rivera había sido ya fusilado en la cárcel de Alicante en noviembre de 1936.

El derecho a la nostalgia individual no está perseguido por la Ley de Memoria Democrática: está perseguida la exaltación de valores políticos e instituciones que alentaron y legitimaron un golpe de Estado y la dictadura franquista que José Antonio ya no conoció. Su idealizada mitificación durante los 40 años del régimen puede explicar la pervivencia en sectores residuales de la ultraderecha española de una lealtad emocional que es parte de sus vidas, la inmensa mayor parte de ellas transcurridas sin él (el Ausente por antonomasia en la propaganda franquista), pero sí con su omnipresencia simbólica e icónica. Hoy esas escuadrillas familiares de nostálgicos son exiguos y solo pueden corear eslóganes predemocráticos o exhibir su indignación por el cumplimiento ordinario de una ley aprobada en el Congreso de los Diputados.

La reciente despolitización y desfranquistización del Valle de los Caídos —concebido por Franco al filo de la misma guerra, construido por presos republicanos como mano de obra esclavizada e inaugurado en 1959— empezó por su cambio de nombre. Hoy Valle de Cuelgamuros es su denominación oficial, y el proceso ha seguido con las exhumaciones de Franco y el fundador de Falange. Cuando se trasladaron los restos mortales de José Antonio Primo de Rivera desde Alicante a El Escorial, en 1939, se hizo con una espectacular escenografía de inspiración nazi —con antorchas y relevos del féretro a hombros de falangistas—. De aquella remota vocación totalitaria ya no queda más que el rastro de coches fúnebres discretamente encaminados hacia el cementerio de San Isidro. No hay razón alguna para lamentar que descansen por fin sus restos donde su familia haya decidido.