21 octubre 1992

Una de las principales fundadoras del partido Alianza 90/Los Verdes.

La líder ecosocialista de Alemania Petra Karin Kelly es asesinada por su marido, el ex General Gerst Bastian, antes de suicidarse

Hechos

  • En el año 1992 Petra Kelly moría asesinada en Bonn por un disparo cuando dormía, aparentemente por su pareja, el exgeneral y político del partido verde Gert Bastian (nacido en 1923), que después se suicidó.

21 Octubre 1992

Una luchadora

EL PAÍS (Director: Joaquín Estefanía)

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TRAZAR EL perfil de Petra Kelly es, en aIguna medida, recordar un prototipo generacional próximo y, al mismo tiempo, distante. La extraña muerte de la dirigente ecologista y su compañero, el general pacifista Gerd Batian, devuelven bruscamente a la memoria un tiempo y un concepto del mundo que quedó relegado por la fuerza y la velocidad con que se han desarrollado los acontecimientos políticos y económicos de los últimos años. Petra Kelly fue, sin duda, una de las voces más constantes y críticas en favor de la conservación del planeta y de la no violencia. Su lucha ecológica -cofundadora de Los Verdes, una de las primeras formaciones que con tal bandera consiguió representación y peso parlamentarios en Alemania- quedó sobradamente justificada. La incorporación masiva, militante o no, en favor del conservacionismo de la naturaleza alcanzó tal entidad que provocó la convocatoria de la Cumbre de Río sobre el futuro de la Tierra.Pero, al mismo tiempo, la paulatina degradación política de Los Verdes, su salida de los foros parlamentarios por no alcanzar el porcentaje mínimo exigido, las cíclicas subdivisiones autodestructivas, corrían parejas con la asunción de sus reivindicaciones esenciales por los demás. Cara y cruz de un movimiento que surgió como alternativa a las formaciones políticas tradicionales, que les suministró savia nueva en el ámbito de las preocupaciones sociales y que fue incapaz -quizá coherentemente- de sobrevivir en un mundo en continua transformación.

21 Octubre 1992

La monja del ecologismo

Alfonso Rojo

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Petra Kelly no logró totalmente su propósito, pero fue una especie de «monja alférez pacifista», que contribuyó a modificar bastantes cosas tanto en el escenario político de su Alemania natal, como en el resto de Europa. Petra, hija de una alemana y de un norteamericano de origen irlandés, nació en Guenzburg, en Baviera, el 29 de noviembre de 1947. Era una niña enfermiza, que estuvo a punto de quedar permanentemente inválida y permaneció internada en un hospital casi tres años. Su infancia transcurrió bajo la tutela de su abuela materna y en un convento de monjas católicas. Apenas cumplidos los 12 años, su familia emigró a Estados Unidos. Petra estudió allí el bachillerato y se graduó en Filosofía por la Universidad Americana de Washington. Antes de retornar a Europa, hizo sus pinitos políticos con el Partido Demócrata, colaborando en el equipo del senador Hubert Humphrey y con el de Robert Kennedy. Posteriormente hizo un postgrado en la Universidad de Amsterdam, se afilió al Partido Socialdemócrata alemán y trabajó una temporada como asesora en una de las muchas oficinas que la Comunidad Europea tiene en Bruselas. Tenía aspecto frágil y nunca gozó de buena salud, pero desarrollaba una actividad incansable. A finales de la década del «70», cuando empezó a hacerse notar en la campaña contra el despliegue de misiles nucleares y en favor de la ecología, la revista alemana Der Spiegel la definió como «una vela que arde por los dos extremos y siempre en favor de otros». La revista pidió que definiera su filosofía política y Petra puntualizó: «Soy una persona preocupada por la cuestiones que afectan a la supervivencia global, como la amenaza de la guerra, la explotación de las materias primas, el crecimiento de la población o la miseria del género humano». Animada por estas ideas, Petra se lanzó decididamente a crear un movimiento que las articulara y fundó, junto a otros dos líderes «alternativos», el partido de los «Verdes». Estaba convencida de que era imprescindible dar una estructura política al variopinto movimiento pacifista surgido en Alemania al rebufo de «Mayo del 68» y de la oposición a la Guerra de Vietnam. Una vez metamorfoseada la informal coalición de pacifistas, feministas y ecologistas en un partido, Petra decidió, que había llegado el momento de entrar en el Parlamento y proyectarse como alternativa por la izquierda a la moderada socialdemocracia. La primera intentona, en 1980, se saldó con un rotundo fracaso, pero tres años después cabalgando sobre la ola de la protesta antinuclear, los «Verdes» sumaron el 5,6% de los votos y lograron su propósito. Con anterioridad, Petra había cosechado un éxito personal resonante: fichar para los «Verdes» a Gert Bastian, un general retirado que había formado parte del grupo de planificación nuclear de la OTAN. El fichaje dio pie a un apasionado romance y, si se confirman las últimas noticias, acabó con el suicido del ex general y el asesinato de la activista. Petra Kelly había pregonado las virtudes de «un partido antipartido» y fiel a su doctrina abandonó el liderazgo formal de la organización en cuanto resultó elegida diferencia de otros diputados «verdes», que a mitad de su periodo parlamentario cedían el escaño a un compañero de organización, Petra se negó tozuda lente a «rotar», argumentando que la permanencia en el puesto era imprescindible para tener «efectividad».

Petra fomentó con todas sus fuerzas el nacimiento de partidos «alternativos» en otros países europeos. En 1986 viajó a Madrid para participar en la campaña contra la entrada de de España en la OTAN. En 1987 volvió a ser elegida diputada, pero a partir de esa fecha comienza su declive, el de su compañero Gerd Bastian y el de los «Verdes», debilitados por su incontrolable proclividad a las disputas interna, el fraccionalismo y las descalificaciones mutuas. En las elecciones de 1990, ya reunificada Alemania, los «Verdes» s frieron un aparatoso descalabro. No lograron ni siquiera alcanzar el preceptivo 5% de votos y por tanto perdieron la posibilidad de gozar de representación parlamentaria. La actividad de Petra Kelly desde entonces decreció notablemente. Pasaba largas temporadas sin salir de casa, encerrada en el apartamento de Bonn con el taciturno Gerd Bastian. Todo parece indicar que el ex general, que tenía 69 años, mató de un tiro a Petra y después se suicidó, pero nadie sabe todavía la razón.

23 Octubre 1992

Petra Kelly

Francisco Umbral

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Poco se puede añadir sobre la muerte de Petra Kelly tras el magistral artículo de Cándido en este mismo periódico, pero vamos a ver. La muerte de esta mujer (las circunstancias de su muerte, quiero decir) es emblemática por cuanto ella se había convertido en la alegoría femenina (tiene uno escrito que la mujer es muy alegórica, pero siempre conviene repetirlo) del pensamiento del 68, o sea una izquierda sin fanatismo, un socialismo con libertad, una vuelta a la naturaleza, pero sin el pesado de Rousseau, una revolución con buenos modales y una acracia más poética que política. Una recuperaciión del Marx literario y juvenil. Otra vez la Utopía, en fin. Ese fue nuestro parvulario ideológico y hemos tenido la gloria y ventaja de haber vivido los mejores y más fecundos años de nuestra vida laborando por la Utopía, a la que nunca se llega, pero que brinda muy luminosos hallazgos por el camino. Ayer se lo decía yo a tres bellas periodistas que vinieron a entrevistarme: el verdadero ecologismo empieza por el hombre y la mujer, es decir, la espalda rota del minero Gerardo Iglesias, esas obreras españolas muertas estos días por unas tinturas en las que trabajaban, la silicosis o los enfermos de las centrales nucleares. Después vienen los buitres leonados y las ballenas de Melville, que también son muy hermosos. Pero el anteponer las ballenas a los obreros no es sino un aventurerismo de derechas que incluso en España, por desgracia, ha tenido y tiene apayasados protagonistas. Petra Kelly había comprendido esto y por eso su ecologismo era ya un socialismo, pero cometió el error de abandonar la política profesional, quedándose sólo con las taifas nómadas y folklóricas de los peatones de laberintos, los ecologistas de zoo y los tarzanes de monos reaccionarios (el mono es un animal de derechas, y de ahí le viene al hombre). La atomización de su movimiento, más la marcha de la Historia, que más. bien no marcha, han llevado a esta mujer y a su amante a un suicidio par y romántico, lo que prueba que el ecologismo es un pensamiento débil, tipo Vattimo, si no se incardina en una concepción ideológica de la Historia. Muerta Petra Kelly, al ecologismo sólo le queda Brigitte Bardot, que se ha casado ahora con un fascista de Le Pen. No vamos a ir muy lejos, o sea. Alguien dijo que sólo dos animales ignoran la tristeza post/coito: el gallo y la mujer. Los gallos no amenazan peligro de extinción, pero las mujeres nos parecen una especie a proteger, amenazadas como están por el feminismo, doña Matilde Fernández, la pronografía y la vuelta del matrimonio de tul desilusión en Los Jerónimos. Otra especie a proteger son los parados, que ahora dice Solchaga que el Estado debe desentenderse de ellos y pasárselos al patrono. Es como si la Justicia se desentiende del acusado y se lo pasa al verdugo de Burgos. De modo que la muerte de esta bella y fuerte mujer, Petra Kelly, explica lo que ya sabíamos: que el ecologismo es un socialismo, un humanismo nuevo que llega a los gatos y los magnolios, pero sin olvidarse de los metalúrgicos. La Kelly sabía muy bien esto, pero no acertó a llevarlo hasta sus últimas consecuencias, y en parte es culpable de que se haya disipado el sueño del 68, nuestro sueño. A Petra Kelly la han asesinado entre Bush, Yeltsin, Kohl y los ecologistas de fin de semana. Los capitanes adolescentes del 68 son hoy venerables autores de Gallimard y Emma Cohen, que estuvo en las barricadas de París, cultiva sus tomates con primor, aunque sigue siendo la misma. La generación del 68 estamos fondones y embarnecidos por el éxito o el fracaso personal, pero en cuanto a la épica generacional, hace mucho que se ha disipado, y ahora Petra Kelly le pone un final atroz con un disparo que es como un punto y aparte. Los buitres leonados están de luto.