21 diciembre 1970

42 obreros fueron asesinados y más de 1.000 heridos por la orden del Gobierno de abrir fuego contra los manifestantes desatando la indignación popular

La matanza de obreros en Gdansk derriba al dictador comunista de Polonia, Vlaseslav Gomulka

Hechos

El 21.12.1970 el Partido Obrero de Unificación Polaca anunció el relevo de Vlaseslav Gomulka por Edward Gierek.

Lecturas

Entre el 14 y el 19 de diciembre de 1970 la policía comunista controlada por Gomulka utilizó la represión para poner fin a las manifestaciones de obreros contra las políticas de la dictadura de Polonia asesinando a 42 personas e hiriendo a más de 1.000.

El día 21.12.1970 y, ante el descontento popular, el Partido Obrero de Unificación Polaca, el partido único del régimen comunista, anunció que Gomulka era reemplazado de su cargo ‘por motivos de salud’.

EL NUEVO DICTADOR GIEREK

Gierek_Pol Edward Gierek será el nuevo Secretario General del Partido Obrero de Unificación Polaca.

El ‘chiste’ sobre Gomulka

Durante aquellos días había circulado un chiste en occidente de una conversación ficticia entre el dictador de Polonia y el dictador de China en la que Mao Zedong decía «Tengo 33 millones de enemigos dentro del país», a lo que Gomulka le respondía «Igual que yo» (la población de Polonia es 33 millones).

22 Diciembre 1970

Gomulka, un reformista a medio camino

Antonio Alferez

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El 20 de octubre de 1956, Ladislao Gomulka, al reaparecer en la escena política polaca, pronunció un emotivo discurso en la octava reunión plenaria del Comité Central del Partido Unido de los Trabajadores Polacos (partido comunista), celebrada en condiciones dramáticas y con la presencia inesperada de una importantísima Delegación del partido comunista soviético.

-Es imposible- dijo – huir de la verdad. Aunque se quiera ocultarla, la verdad surge en forma de fantasma espectro que obsesiona, inquieta, perturba y enloquece.

Los dirigentes del partido acabaron sintiendo ese temor. Gomulka había salido de la cárcel para, casi de inmediato, hacerse cargo, como secretario del Partido de las riendas del Poder en Polonia. La era estalinista parecía haber terminado con el discurso de Kruschef en el XX Congreso del partido comunista de la URSS. Polonia por su parte, había atravesado por el trauma de la revuelva de Poznan, en junio de 1956, ahogada en sangre. El cambio parecía inevitable y Gomulka parecía entonces el hombre providencial. En su primer discurso como primer secretario del partido. Gomulka habló de construir un ‘socialismo sin lágrimas’. En Varsovia había estallado la ‘primavera’ de octubre.

Catorce años después, el hombre providencial de entonces ha sido despedido. Una revuelta ha acabado con la vida política de este fiel comunista que tenía pensado retirarse en 1972, después del Congreso del partido. Los sucesos de las tres ciudades del Báltico, extendidos progresivamente a todo el país, no han tenido el dramatismo, a pesar de los numerosas víctimas, de los hechos acontecidos en Poznan en 1956. Aquellos valientes ciudadanos pedían pan, desafiando a los tanques; los agitadores de ahora parecen pedir algo que resulta difícil de encontrar en Polonia: eficacia en la gestión gubernamental.

Arreglos y dificultades

Gomulka entró con pie derecho en su nuevo cargo en 1956. Pronto llegó a una solución de compromiso con la poderosísima Iglesia Católica (95 por 100 de la población) concretamente con el primado polaco, cardenal Wyszynski. También con los agricultores Gomulka llegó a un acuerdo con la promesa de no colectivizar sus propiedades (sólo está nacionalizado el 15 por 100 del suelo. El mundo intelectual pareció respirar aires, desconocidos hasta entonces,, de libertad. Reorganizó la composición de los 91 miembros del Comité Central del partido: los obreros de las diversas provincias tendrían 44 delegados, en vez de los 19 que establecían las normas vigentes. Se trataba de equilibrar la representación nacional, hasta entonces prácticamente en manos de los hombres de Varsovia”.

A pesar de todas estas medidas, Gomulka nunca llegó a ser popular y el partido comunista no incrementó el número de afiliados, permanentemente estancado en los dos millones de militantes. El régimen conseguía sucesivas conquistas para el pueblo: mejor balance entre agricultura e industria, excelente asistencia médica, educación para todos, hasta la Universidad incluso si la persona demuestra facultades para el estudio. Pero estas conquistas sabían a poco a los polacos, que veían como su ‘primavera’ de 1956 se iba marchitando mientras otras surgían entre sus países vecinos: Checoslovaquia, donde fue aplastada bárbaramente ; Rumanía y Jungria, donde calada, pero eficazmente, se han introducido importantes cambios en la gestión política y económica. Los polacos veían también como los únicos vecinos que en el terreno político se quedaban detrás de ellos – los alemanes del Este – avanzaban, sin embargo, de forma meteórica en sus conquistas económicas, Gomulka, el hombre de la esperanza en otros tiempos, se convirtió en el blanco de todas las críticas. Últimamente circulaba por Varsovia este chiste: conversan Mao y Gomulka sobre sus dificultades respectivas. Mao dice: “tengo treinta y tres millones de enemigos dentro del país”. A lo que Gomulka responde: “Igual número de enemigos tengo yo”. (La población de Polonia – valga la explicación – alcanza los treinta y tres millones de habitantes).

Incompetencia

Gomulka ha sido víctima de su propia incompetencia; sus enemigos le han acusado de equivocado, estrecho de miras, desastroso, hasta de estúpido, pero nunca de falta de honradez. Su pecado ha sido carecer de la habilidad necesaria para sacar a flote la economía de un país que, a pesar de sus excelentes recursos naturales, se está quedando a la zaga de sus vecinos de la Europa oriental. El país necesitaba reformas y Gomulka se perdía en debates interminables sobre futuras reformas en el Parlamento, en el Politburó, en el Congreso del partido.

El problema del campo polaco es su falta de modernización; se utilizan la mitad de fertilizantes que en la Alemania oriental y cuatro veces menos tractores que en la citada nación vecina. Los campesinos no se atreven a remprender las reformas necesarias, pues no están aún seguros de que no se les vaya a colectivizar su propiedades (medida que siguen reclamando una serie de pensadores ‘puros’ del partido). En la industria falta de coordinación: serían convenientes más sistemas de incentivos al trabajo (como en otras Repúblicas socialistas) y una mayor libertad en los precios a los exportadores.

El polaco anda ahora por los 400 dólares de renta anual per cápita; el salario medio, el cambio real no oficial es de unas 7.000 pesetas mensuales, pero los artículos de consumo no son baratos (un televisor cuesta unas 20.000 pesetas). El ciudadano ha de practicar un camuflado pluriempleo para poder obtener algunos artículos de lujo, que en muchos países de occidente no serían considerados como tales. A estas dificultades de tipo económico (incrementadas estos días con la serie de medidas que significan un aumento del coste de vida en un 20 por 100) hay que añadir el descontendo popular por el retroceso político del país, puesto en evidencia desde que Gomulka se mostró como uno de los principales defensores de la ‘teoría Breznef’ en el aplastamiento de la ‘Primavera de Praga’.

Eran demasiadas trabas para un hombre que nunca estuvo sobrado de entusiasmo a su alrededor. Gomulka dijo en una ocasión a un grupo de intelectuales que protestaban por la actividad de la censura estatal: “Vosotros andáis por salones y bibliotecas calzando zapatos de ante; yo tengo que caminar por el barro de la política. Luego venís a mí y os quejáis de que mis botas están sucias”.

Esta vez quienes han pedido cuentas a Gomulka han sido los obreros, y el argumento que esgrimían era que el jerarca del partido no se había manchado las botas de barro. Esperemos a ver por dónde dirige sus pasos el sucesor de Gomulka.

Antonio Alferez