19 diciembre 1996

Camilo José Cela apoyó la candidatura de Anson, mientras que Francisco Ayala y Goytisolo la de Cebrián

La Real Academia de la Lengua nombra académicos al CEO de PRISA, Juan Luis Cebrián (‘V’) y al director de ABC, Luis María Anson (‘Ñ’)

Hechos

  • El 19.12.1996 se anunció la elección de D. Juan Luis Cebrián y D. Luis María Anson como nuevos académicos de la Real Academia Española de la Lengua. El Sr. Anson fue presentado por D. Camilo José Cela, D. Emilio Lorenzo y D. Francisco Nieva. Mientras que el Sr. Cebrián fue presentado por D. Francisco Ayala, D. Francisco Rico y D. Luis Goytisolo.

Lecturas

El 19 de diciembre de 1996 se hace público que tanto D. Juan Luis Cebrián Echarri (PRISA) como D. Luis María Anson Oliart (ABC) son nombrados miembros de la Real Academia Española de la Lengua. A Anson Oliart le presentan Camilo José Cela, Emilio Lorenzo y Francisco Nieva para ser la ‘ñ’ mientras que a Cebrián Echarri le presentan Francisco Ayala, Francisco Rico y Luis Goytisolo para ser la ‘v’. José Luis Gutiérrez (ABC) y José Luis Martín Prieto (El Mundo) publican artículos respaldando el nombramiento de Anson, pero criticando el de Cebrián, algo que critica Eduardo Haro Tecglen en su columna de El País al día siguiente.

El acto de ingreso oficial de D. Juan Luis Cebrián como ‘Letra V’ se producirá el 18 de mayo de 1997.

El acto de ingreso oficial de D. Luis María Anson como ‘Letra Ñ’ se producirá el 8 de febrero de 1998.

12 Diciembre 1996

Periodistas en la Real Academia

Martín Prieto

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Una cosa es discrepar de fondo de la posición editorial de EL PAÍS y otra muy diferente perder el sentido de la objetividad y no reconocer lo que periodísticamente significa en España. Resulta evidente que,  al tomarse la decisión de incorporar a periodistas en la Academia, uno de los tres o cuatro profesionales con méritos para ingresas en la casa era Juan Luis Cebrián. En todas las listas de los diez mejores periodistas del siglo XX, al menos las que yo conozco figura el académico.

No he entendido nunca bien la relativamente novedosa tendencia de la Real Academia Española hacia el reparto gremial. Aspiran a tener de todo, como en botica o colmado, y abarcar la sociedad en su seno cooptando hasta arzobispos y tenientes generales. Cae ahora en la cuenta la docta institución que le faltan periodistas en los palos del gallinero de sus letras mayúsculas y minúsculas. Pareciera que ahora se descuelgan del guindo cuando todo el siglo XIX y el XX que se acaba han sido tan pródigos en maestros del español que se desparramaron con gran generosidad en los periódicos. En Francia, donde en verdad se respeta y mima el idioma, cuyo buen dominio es una distinción social, y en las correspondientes Academias hispanoamericanas que conozco no se atragantan en tales escrúpulos laborales y sólo atienden para transfundirse savia nueva a «la obra», el mérito literario, ensayístico o filológico. La politiquería autártica de nuestros académicos sólo acertó, precisamente, cerrándose en bloque ante el Conde de Romanones quien teniendo todos los votos comprometidos y no obteniendo ninguno exclamó aquello de «¡Vaya tropa!». Pero por contra dejó extramuros, con sus sutiles conspiraciones que no interesaban a nadie, a más brillantes forjadores del idioma de los que acogió en su seno.
Hace seis años dejaron en la calle a Francisco Umbral, príncipe de las letras y que se ha dejado la vida en los periódicos. Para el gran Paco ya es este asunto menor y está la Academia en su derecho a la anorexia. Próximamente Luis María Anson opta al sillón de la ñ, en solitario. Por indiscutido se merece esa honrosa soledad. Desde sus inicios profesionales ha cuidado el español hasta en sus primeras crónicas urgentes de joven enviado especial de su periódico. Es autor de una obra ensayística plural y siempre escrita con gran sensibilidad y belleza, y en su último libro, Don Juan, se sobrepone muchas veces la música de su límpida prosa a la enjundia de su análisis histórico y político. Su condición de director de ABC resulta académicamente ancilar.
Otra cosa es el extraño suceso de Juan Luis Cebrián compitiendo por la V junto al notable sociólogo Salustiano del Campo y al no menos importante filólogo Antonio Quilis. Apesta el tufo a pastelazo: «para equilibrar la elección de Anson, se dicen algunos, deberíamos meter también al antiguo periodista, ex-bancario y hoy consejero-delegado de Prisa, cuya obra literaria y ensayística es unánimemente considerada como inmarcesible». Si lo que se pretende es academizarle por haber fundado un diario le preceden en el mérito José Ortega Spottorno que lo ideó, e incluso Jesús de Polanco que lo sufragó. Si el tal Cebrián llega a sentarse en la Academia lo será de la lengua bífida, por lo serpentoso de su personalidad, y sus rendidos admiradores tenemos preparados los fastos. Primero, en un auto de fe, quemaremos el diccionario en la Plaza Mayor de Madrid, para, a continuación, como aquéllos de la Generación del 27, ir a la Docta Casa a sacarnos la chorra y orinar profusamente sus paredes. Y siempre, siempre, siempre, escribiremos clítorix.
Martín Prieto

22 Diciembre 1996

Cebrián y Anson

José Luis Gutiérrez

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Una de las cuestiones seguidas de forma más atenta y hasta apasionada estos días ha sido la del acceso a la Real Academia Española de dos periodistas, Juan Luis Cebrián y Luis María Anson.
La candidatura del generoso director de este periódico parece ser que nadie la discutía. Ahí está el resultado para corroborarlo, elegido en primera votación y con 30 votos favorables, caso único en la historia de la Academia.
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El caso de Cebrián fue muy distinto. Conozco a Juan Luis demasiado bien, se que es más malo que un dolor, inexistente como novelista, nada especial como articulista y discreto ensayista y sus muchos enemigos se cebaron con él las semanas previas a su acceso a la ‘inmortalidad’. Pocos conocemos sus secretos. Sin embargo, y siendo coherentes con los criterios de acceso que la Academia se ha otorgado, como representación de la sociedad española en sus distintos estamentos, sectores y campos intelectuales – que a lo mejor debería cambiarlos, pero eso ya es otra cuestión – su condición de gran periodista – aunque yo no comparta gran parte de su pensamiento sobre lo que debe ser el periodismo – de creador de uno de los grandes periódicos de este país, le hacían acreedor al sillón, como mínimo en los mismos merecimientos que los obispos, generales, almirantes, juristas o economistas que desde la sede de Felipe IV ilustran el diccionario RAE con la explicación de los vocablos y giros específicos de sus respectivos campos profesionales o vocacionales, ya sean teológicos, religiosos o litúrguicos, militares, náuticos, jurídicos o económicos.
Esta opinión la expuse horas antes en una tertulia radiofónica y no fui entendido. Ahora, el resultado de las votaciones parece haberme dado la razón.
José Luis Gutiérrez

23 Diciembre 1996

El bueno y el malo

Eduardo Haro Tecglen

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Anson y Cebrián entran en la Academia Española. Inmediatamente, los turiferarios de Anson, chicos de su ‘sindicato del crimen’ o mafia del periodismo llamada AEPI (Asociación de Periodistas Independiente; algunos no lo son ni de sus esposas), declaran que él es el bueno, el otro es malo (ya saben ellos, en su catadura, donde podrán trabajar. Les advierto que los dos periódicos pagan mal). En el periódico de Anson, El Guti (José Luis Gutiérrez, expulsado por fracaso de DIARIO16), explica que Cebrián es ‘más malo que un dolor’, mientras que nadie discutía ‘al generoso director de este periódico’.
Cada día hay mayores pruebas de la caída vertical de la vergüenza de este país. En el estamenteo periodístico es difícil encontrarla, ni sería fácil en la Academia, donde, no obstante, hay grandes e inútiles ramalazos de ética: más que en la de Ciencias Morales, que elige a Barea: «Un enemigo del pueblo», diría Ibsen. Pero ¿cómo iban a ser excepciones estos grupos dentro de un país atropellado por la caída de la moral de Estado, de la religión, las doctrinas, los sistemas de ideas? Ah, la moral al servicio del sinvergüenza es antigua, catalógica, regia y bancaria en este país. No diría yo que el malo es Anson y el bueno Cebrián, porque tampoco creo que haya malos y buenos en el mundo: menos, porque este periódico es el de Cebrián. Que, evidentemente, no es una hermana de la caridad (las he conocido peores). Si digo que el periodismo de Anson que se refleja en el ABC cada día es malo de una manera absoluta; y espero que su periódico se recupere ahora que Anson se va. Y que el de Cebrián es infinitamente mejor, y así sale este periódico. Si Cebrián tuviera que irse al ser elegido Gran Lama en el Tíbet (no sería raro), este periódico saldría igual.
Ah, queda el tercer periódico: el de Ramírez, EL MUNDO. ¿Cómo cree ese director que puede publicar un largo párrafo glorificando a Anson y otro hundiendo a Cebrián en los infiernos de la ignorancia, como lo hace el descalificado Martín Prieto? ¿Cómo pede seguir publicando un artículo más de Martín Prieto, o de Aurora Pavón, o de sus supuestos investigadores económicos? ¿Cómo puede ABC seguir publicando artículos de Jiménez Losantos, de Carlos Dávila, de Semprún, que son una ofensa para la gente decente y ejemplos icónicos (salen sus retratos) de la desvergüenza del país?
Eduardo Haro Tecglen

24 Diciembre 1996

Haro Tecglen

ABC (Director: Luis María Anson)

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José Luis Gutiérrez es uno de los grandes periodistas españoles. En DIARIO16, cercado por las dificultades, hizo una gestión admirable. Triunfó plenamente y, cuando tenía la partida ganada, fue apartado de la dirección por una operación política. José Luis Martín Prieto es un hombre honrado, un monumental periodista, uno de los grandes columnistas del siglo XX, a cien años luz por encima de Haro Tecglen. El MP es generoso, inteligente, provocador y audaz. Es un lujo del periodismo español. Pablo Sebastián-Aurora Pavón es un ejemplo permanente de coherencia y de integridad, un periodista siempre en pugna con el Poder, contra todo poder. Hombre admirable, centenares de miles de lectores le admiran. Jiménez Losantos tiene la mente lúcida, la pluma transparente, la capacidad dialéctica en la sangre. Su columna es un éxito incesante. Carlos Dávila es un profesional de cuerpo entero, siempre al servicio de la verdad en una labor tenaz y discreta: Carlos Semprún es un escritor a favor de la libertad y en contra del a dictadura y, por lo tanto, en contra del a dictadura comunista y en especial del estalinismo, por el que Haro Tecglen ha sentido siempre especial devoción. Y ahí es donde empieza el gemir.
Contra estos seis periodistas arremetía ayer el infatigable resentimiento de Haro Tecglen, haciendo un vago paréntesis en su obsesión enfermiza por ABC. Los seis profesionales atacados no necesitan defensa ante la turbia zafiedad de los ataques de Haro. Pero queremos dejar constancia serena de nuestra admiración por ellos.

El Análisis

UN INGRESO LÓGICO

JF Lamata

Muchas críticas se lanzaron contra aquel ingreso en la RAE de D. Juan Luis Cebrián. Comentaristas de la anti-izquierda (y a destacar de entre todos ellos, D. Federico Jiménez Losantos) se burlaron de que como alguien ‘que escribía tan mal’ en sus novelas, podía ser académico. Los de RAE liderados por el Sr. Lázaro Carreter no habían pedido la entrada del Sr. Cebrián por novelista, habían pedido la entrada del Sr. Cebrián por periodista. Y algo que no se le podrá negar al Sr. Cebrián era que, durante su etapa de director de EL PAÍS convirtió a aquel medio en el mayor éxito periodístico de la historia de ese gremio en España. Un historial que no tenía ningún otro periodista. ¿A qué, por tanto, sorprenderse de aquel nombramiento?

Menos discutido fue el de D. Luis María Anson. Al director de ABC ya le habían ofrecido entrar en la RAE en 1983 a través del Sr. Manuel Halcón. El Sr. Anson no quiso entrar porque acababa de llegar a la dirección de ABC y planeaba impulsar una línea muy visceral y agresiva contra el Gobierno felipista, lo que no podía comprometer a la RAE. Pero en 1996 el Sr. Anson sí lo aceptó. Aparentemente ya estaba planificando su salida del diario de Prensa Española.

Luego estaba el sentimiento de despecho de algunos columnistas, como D. Francisco Umbral o D. Eduardo Haro Tecglen, a los que siempre se les atribuyó querer entrar en la RAE, sin conseguirlo. En el caso del Sr. Haro Tecglen, escribió por aquellos días una columna que no hizo demasiada gracia a la escritora, Dña. Carmen Martín Gaite.

J. F. Lamata