1 julio 1967

El gran ganador es Lin Piao, designado sucesor de Mao

La ‘revolución cultural’ de Mao aniquila al Presidente de China, Liu Shaoqi, acusado de ‘contrarrevolucionario’

Hechos

El 1.07.1967 Radio Pekín anunció la renuncia de Liu Shaoqui como Jefe del Estado de la República Popular China, que moriría asesinado en prisión el 12.11.1969.

Lecturas

LOS CONTENDIENTES 

Mao_Zedong_viejo Mao Zedong, demostró que aunque hubiera abandonado la jefatura del Estado en 1959 seguía siendo él el dictador absoluto del país como jefe de la revolución y presidente del partido. Los aperturistas habían intentado apartarle con cargos más honoríficos que ejecutivos y, con la ‘revolución cultural’ este demostró que aún tenía poder para ‘purgar’ a sus rivales.

Deng_Xiao_ping Deng Xiaoping (a la derecha de Mao), como secretario general del Partido Comunista Chino apoyó las políticas de apertura económica de Liu Shaoqi. La ‘revolución cultural’ significó su defenestración política, pero en su caso logró salvar la vida.

LinPiao2 Lin Piao, al ser designado ‘sucesor de Mao’, el considerado como jefe del ala más radical del Partido Comunista de China se convertía en el gran ganador de ‘la revolución cultural’.

Jiang La esposa de Mao Zedong, Jiang, también jugó un papel determinante en la revolución cultural apoyando a los duros contra los aperturistas.

02 Julio 1967

Un pro-soviético menos…

LA VANGUARDIA (Director: Xavier de Echarri)

Leer

Las cosas de China son… chinerías. Es decir, cosas más complicadas que las de otras partes del mundo. Evidentemente para nuestros ojos. Esa ‘gran revolución cultural proletaria’ presenta una serie de facetas muy curiosas. Es evidente que se trata sobre todo de un intento de Mao Tse Tung por recuperar la totalidad del poder del cual perdió buena parte en diciembre de 1958.

Por aquellos días, en efecto, Mao se vio forzado a dimitir el puesto de presidente de la República Popular China. Ese puesto de jefe del Estado carece de importancia por sí mismo en la mayor parte de los países del ‘campo del socialismo’. Actualmente, en la Unión Soviética, el cargo tiene peso político no por sí mismo, sino porque lo ocupa uno de los miembros de la troika: así se llama el grupo de tres personas que dirigen de hecho el Comité Central del PCUS y del Gobierno. Ese triunvirato como se sabe lo componen con Podgorny, presidente del Presidium del Soviet Supremo (Jefe del Estado), el jefe del Gobierno Kosygin, y el secretario general del Partido Breznef, pues bien, Mao Tse Tung, a consecuencia sin duda del fracaso de la política llamada ‘del gran salto adelante’ hubo de dejar la jefatura del Estado; quedó ocupando sólo otro de los cargos que ostentaba – ese sí que absolutamente único en el campo del socialismo – el de presidente del Partido Comunista. En abril del año siguiente, 1959, Liu Shao Chi, pasó a ser presidente de China. Mao Tse Tung no se lo perdonó jamás.

Liu era el más sovietófilo de los comunistas chinos. Había residido largo tiempo en Moscú. Y era considerado como muy pro-soviético. Encabezaba, por lo visto, un grupo que en la alta dirección del partido, consideraba que el fracaso de la política del ‘gran salto adelante’ era atribuible sobre todo a Mao Tse Tung. Desde el momento en que Liu Shao Chi ocupó la Presidencia, Mao no cesó de mover los hilos que le era posible alcanzar, para intentar recuperar la totalidad del poder perdido. La ‘gran revolución cultural’ ha tenido como objetivo precisamente devolver al grupo de Mao la plenitud del mando en el seno del Partido y, por ende, del Gobierno. La lucha ha sido bastante larga, y aun no puede considerarse liquidada totalmente. Lo cual demuestra que el grupo revisionista – así son considerados los pro-soviéticos en China – era más fuerte de lo que pudo pensarse. Ya se ha visto a lo largo de todo un año que lleva durante ya la ‘revolución cultural’ como los ataques de los célebres ‘periódicos murales’ escritos y publicados por los guardias rojos, se han centrado en contra de Liu. Sólo hasta ahora, han conseguido esos ataques que se llegara a la destitución del presidente de la República… Si es que verdaderamente ha sido destituido. Porque todas las informaciones en torno a esa cuestión quedan envueltas en la más complicada de las fraseologías orientales.

Para recuperar el poder, Mao se propuso un objetivo público bien claro: evitar que en China ocurriera lo que está sucediendo en la Unión Soviética; es decir que las nuevas clases llegadas al mando y a la gestión de los asuntos públicos, políticos y económicos, perdieran el ímpetu revolucionario. Adoptando una postura marxista, en la cual hay una buena dosis de neo-trotskismo, Mao pretende reemplazar la revolución comunista china. Quiere evitar que la juventud ‘se aburguese’ y quiere que conserve la plenitud del sentimiento y de la violencia revolucionarios; según sus posiciones subsisten aún en China muchos elementos con tendencias capitalistas y feudales. Y la revolución cultural tiene por objeto desarraigarlos de una vez para siempre.

En esa tarea, Mao ha necesitado buscar aliados en el seno del Partido. Su principal apoyo ha estado en la extrema izquierda, personificada por el ministro de Defensa, Lin Piao, uno de los compañeros de Mao en la ‘Larga Marcha’ y organizador de la ‘revolución cultural’. Lin, de esta manera, apoyando al siniestro anciano Mao, en su afán de reconquista del poder, se ha situado en el papel de ‘segundo’ y de eventual sucesor. Pero ese grupo extremista a lo que parece no hubiera bastado para hacer predominar definitivamente a Mao. Lo que ha resultado decisivo al parecer, ha sido la inclinación del grupo del centro, cuya personalidad más destacada es el primer ministro Chu En Lai. Chu permaneció algún tiempo en una postura neutral. Su inclinación a favor del grupo Mao-Lin ha permitido a estos ‘defenestrar’ a Liu Shao Chi y su grupo sovietófilo.

17 Octubre 1968

Revolución y lucha por el poder

Miguel Torres

Leer

El anuncio hecho por el propio Mao Tse Tung, presidente del Partido Comunista chino, de que Liu Shao Chi, presidente de la República Popular China ha sido destituido de todos sus cargos en el Estado y en el partido constituye la confirmación del triunfo de una forma de hacer la revolución – la revolución permanente que, según Mao es la única capaz de liberar el individuo – y el cierre de una etapa en la lucha por el Poder. Hace un par de años en los comienzos de la ‘revolución cultural’ se anunció por medios informativos occidentales la caída de Liu Shao Chi. Sin embargo, y convertido en el blanco de los atauqes de los ‘guardias rojos’, el viejo presidente había continuado en su puesto, aunque sin fuerzas ni para defenderse públicamente de toda una serie de insultos, entre los que sobresale, por el carácter definitivo que se le pretendía dar, el de calificarle como ‘el Kruschef chino’.

Uno de los más interesantes espectáculos revolucionarios de estos últimos años ha sido ver cómo Mao Tse Tung rompía el cerco de los veteranos del Buró Político del partido, de muchos compañeros que le rodearon en 1934 en la Gran Marcha de diez mil kilómetros hasta las cuevas de Yennan y fomentaba y se apoyaba en el extremismo de una generación joven con la que ha formado sus legiones de ‘guardias rojos’. Frente a ese ‘revisionismo’ conservaodr cuya cabeza visible es ‘Liu Shao Chi, Mao atrajo a los jóvenes de la ‘revolución cultural’ no prometiéndolos el confort material ni la felicidad económica, sino la revolución permaente cuya influencia se ha dejado sentir en algún sector de la juventud occidental, como se ha demostrado en las revueltas estudiantiles de Francia, Alemania, Italia y México y en el éxito editorial del ‘Libro Rojo’.

La caída de Liu-Shao-Chi deja definitivamente expédito el camino de la sucesión – antes se produjeron las purgas de Peng Chen, alcalde de Pekín; de Peng Te Huai, ministro de Defensa; de Lo Jui Ching Jefe del Estado Mayor; de Yang Shang Kun, miembro del secretariado del partido; de TIng-Yo, ministro de Cultura y de tantos otros – a Lin Piao, el ministro de Defensa y brazo ejecutor del pensamiento de Mao. Lo cual es un motivo de grave preocupación para el mundo. Con su bomba atómica y su bomba de hidrógeno, y los acelerados trabajos para disponer de los necesarios proyectiles que las transporten, China ya no es la nación que amenazaba sólo con las oleadas de sus ochocientos millones de habitantes – la tercera parte de la población del GLobo – sino que pretende hacer saltar con el poder nuclear el actual equilibrio de fuerzas sobre el que se mantiene con dificultad la paz del mundo.

Las sangrientas luchas internas que se desarrollan en China demuestran que pese a los 18 años de régimen comunista son muchas las resistencias que se oponen al ‘maoismo’ pero, desgraciadamente, no los suficientes para contener un proceso cuyas principales características son: la xenofobia y un delirante nacionalismo.

Miguel Torres