4 agosto 2018

Los mismos que defendieron la libertad para incluir amenazas de muerte en raps como los de Valtonyc, piden, por contra, boicotear al humorista gallego

Linchamiento contra el humorista Rober Bodegas por incluir durante un minuto y medio de un monólogo bromas sobre gitanos

Hechos

El 26 de agosto de 2018 el humorista de nombre artístico ‘Rober Bodegas’ retiró un vídeo de Youtube en el que había un monólogo que incluía una referencia a los judíos.

Lecturas

COMUNICADO DE DISCULPA DE ROBER BODEGAS:

Quiero pedir disculpas públicamente a todas las personas que se hayan sentido ofendidas. Tanto entre su comunidad como fuera de ella. Entiendo y asumo que la provocación forma parte de mi trabajo y que por ello las reacciones al mismo suelen polarizarse.

Con relación a otras temáticas tratadas en el show, que suponen el 95% del mismo y nada tienen que ver con este asunto, también ha habido reacciones encontradas, aunque por supuesto, no de este modo.

A mi personalmente no me ofende ningún chiste, ya ataque a mi procedencia, físico o creencias, más allá de encontrarlo gracioso y/o certero, pero comprendo que no todo el mundo afronta el humor de la misma manera.

En mi opinión no hay que esperar pedagogía ni didáctica en la comedia cuando se dirige a personas adultas, pues confío en el criterio personal de cada persona para discernir entre un chiste y un discurso serio.

No obstante, en vista de las más de cuatrocientas amenazas de muerte recibidas en estos días por personas ofendidas, así como la organización de batidas para buscarme y servir venganza, además de los miles de insultos, veo y comprendo el error cometido. Y por eso me reitero en mis disculpas.

No podré a disposición de las autoridades ninguna de las amenazas recibidas siempre que se dé este asunto por zanjado de manera cordial.

Rober Bodegas (26-9-2018)

Finalmente el cómico sí recurriría a los tribunales ante los ataque sistemáticos.

30 Agosto 2018

Defender el humor

Soledad Gallego Díaz

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La libertad de expresión debe amparar de manera muy especial las creaciones satíricas

La tolerancia de una sociedad se podría medir por su capacidad para reírse de sí misma. Abundan los colectivos que se sienten agraviados con una prodigiosa facilidad y no dudan en linchar públicamente, sobre todo a través de las redes sociales, a todo aquel que ose hacer burla o sátira de sus comportamientos ancestrales o sus costumbres modernas. El pueblo gitano tiene toda la razón en denunciar la discriminación que sufre desde hace siglos y el racismo que lo condena a tener menos oportunidades, algo que no se ha superado en la España del siglo XXI. Pero el humor debe afrontarse siempre desde la tolerancia, porque forma parte de un espacio de libertad irrenunciable. Por eso, la denuncia de la Sociedad Gitana Española contra el cómico Rober Bodegas por un monólogo sobre el pueblo romaní es una muestra de intransigencia y un intento de cercenar la libertad de expresión.

Por su propia naturaleza, la sátira suele ser un espacio que no tiene por qué coincidir con lo “políticamente correcto”. La transgresión y la provocación son condiciones propias de la creatividad, lo que conduce a otorgar un plus de libertad de expresión a los artistas. Las asociaciones gitanas deben ser intolerantes con el racismo, no con los chistes. La sátira exige siempre un cierto margen para la ofensa, con los lógicos límites de no incitar al odio, la violencia o la xenofobia.

26 Agosto 2018

“Esto es un payo que nos hace perder el tiempo con sus chistes de mierda”

Víctor Parkas

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Lo que ya no puede hacerse es pensar que la libertad de expresión sigue siendo el coto privado del blanco que trabaja “de guionista en la tele”

“Ya no se pueden hacer chistes de gitanos”, lamenta Rober Bodegas sobre el escenario de Comedy Central. “Yo trabajo de guionista en la tele y desde hace unos años, cada vez que alguien escribía un chiste de gitanos, llegaba una carta sorprendentemente bien escrita”, arrancan las primeras risas del público, “pidiendo que no se hiciese eso más”.

La mitad de Pantomima Full continuaba: “Ellos han pedido que no hagamos chistes y lo estamos cumpliendo. Nosotros les hemos pedido que vivan acorde a nuestras normas sociales y ellos, supongo, necesitan tiempo”. Bodegas, añadió, no haría chistes de gitanos esa noche. “Pero yo, como payo, puedo hacer chistes de payos”.

“Esto es un payo que va conduciendo, lo para la guardia civil y el coche es suyo”, arrancan los primeros aplausos. “Esto es un payo que va por un polígono por la mañana y no vende droga”, más aplausos. “Esto es un payo que el día de su boda no le mete un pañuelo por el coño a su mujer y, de hecho, espera que ésta tenga algo más de trece años”.

Video insertado

Mono terrorista@monoterrorista

Leo que cierto fragmento de un monólogo de @roberbodegas en @ComedyCentralES no ha gustado nada a la comunidad gitana y le están diciendo en las redes sociales de todo menos bonito.
https://www.facebook.com/lot.herediaheredia/videos/1361007340700622/ 

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Entre las múltiples crisis que vive hoy la masculinidad, el macho de clase creativa parece haber encontrado su particular kryptonita en los márgenes que acotan los límites del humor. Esa idea es troncal en el monólogo de Bodegas: el retazo de stand-up es una pataleta sobre la imposibilidad de reírse de una comunidad con menos recursos que la suya.

Por supuesto, la imposibilidad es sorteada: Rober Bodegas escupe chistes cargados de racismo, sin complicidad ninguna con el sujeto de los mismos, sin atisbo de estar tomando una posición en la que se sienta incómodo. Es gitanofobia pura, sin cortar, sin distanciamiento con respecto al discurso que enarbola.

Gitanofobia y —doble mortal— gitanofobia de género: que no falte el chascarrillo sobre la prueba del pañuelo con una niña de 13 años como secundaria de tu puto chiste.

“Ya no se pueden hacer chistes de gitanos”, mentía, Rober Bodegas. Lo que ya no puede hacerse es hablar de gitanos robando coches y vendiendo droga esperando de los propios gitanos el silencio y la cabeza gacha. Lo que ya no puede hacerse es pensar que la libertad de expresión sigue siendo el coto privado del blanco que trabaja “de guionista en la tele”.

Mientras Hannah Gadsby lo cambió todo la semana pasada con ‘Nanette’, aquí seguimos haciendo humor opresivo, contra el débil.

PlayGround / 6 jul. 2018

En un comunicado sorprendentemente mal escrito, Bodegas contestaba a la polémica suscitada por su stand-up con un “a mí”, sin acento en el original, “no me ofende ningún chiste, ya ataque a mi procedencia, físico, valores o creencias”. El problema, de nuevo, se trasladaba a los otros. Los que roban coches. Los que venden droga en polígonos. Los que no se adaptan a nuestras normas sociales.

Borrado por deseo expreso del humorista según reza su comunicado, el monólogo está teniendo una segunda vida resubido por Mono Terrorista. Primer reply: “Supongo que (los gitanos) se van adaptando a la sociedad moderna: ahora usan el móvil robado para ofenderse por Internet”. Segundo reply: «¿Etnianos entrando a Twitter? ¿Qué será lo siguiente? ¿Trabajar? ¿Pagar impuestos?”.

“Yo creo que el humor no ha de tener límites”, me decía Jordi Costa semanas atrás, “pero no está de más fijarte en quién te ríe las gracias”. Cuando tu material tiene el potencial para agradar a Pablo Casado, a Santi Abascal, a los que mientras escribo esto levantan la zarpa en el Valle de los Caídos, el problema a gestionar es bastante mayor que una tarde de backlash en Twitter.

Ojalá invocar a Pablo Casado fuera un giro retórico: el “entiendo y asumo que la provocación forma parte de mi trabajo” del comunicado de Bodegas entronca perfectamente con el «no es posible que haya papeles para todos, aunque decirlo sea políticamente incorrecto» del secretario general del PP. Cuando la incorrección política se convierte en estrategia de campaña —Casado, Trump, Salvini—, los chistes racistas dejan de ser chistes. Los chistes racistas, hoy, son propaganda electoral.

El problema particular con la gitanofobia en España, sus expresiones, su impunidad, es la dificultad de homologarla a cualquier otro tipo de opresión racial en el globo. Imaginar a un humorista norteamericano de raza blanca eructando sobre negros que roban coches y venden droga sin que se le exilie para siempre de la esfera pública es, directamente, una distopía. Así es la gitanofobia en España: distópica. De paisaje postnuclear. Una película de ciencia ficción tan barata que nadie en su sano juicio se creería los efectos especiales.

En sensibilidad frente al conflicto racial, España es Estados Unidos en los años 20. En sofisticación humorística, los años 80. La (tra-tra)Transición, claro, sigue en marcha.

En plena crisis migratoria, la Primera Dama de Estados Unidos viaja rumbo a un centro de detención de menores con un abrigo en el que se puede leer: “Realmente no me importa, ¿y a ti?”

PlayGround / víctor parkas / 22 jun. 2018

“Entiendo y asumo que la provocación forma parte de mi trabajo”, volvemos a Bodegas en repeat. John Lydon de los Sex Pistols también lo asumió: lo hacía vistiendo esvásticas en 1977 “para provocar” a sus mayores. En 1978, con el Frente Nacional cooptando la estética punk para engrosar las filas del partido, las esvásticas nazi-chic dejaron de ser usadas como herramienta de provocación. La capacidad y rapidez del punk para revisarse politizaría el estilo para siempre, a la izquierda.

Esa digestión, en lo tocante al humor, sigue en proceso y con ardores de por medio.

Entre las múltiples crisis que vive hoy la masculinidad creativa, está el deseo frustrado de ser políticamente incorrecto sólo como simulacro. Que el odio y los escupitajos sean unidireccionales. Que la bilis no tenga reacción en contra. La incorrección política llevó a Lenny Bruce a la cárcel. La incorrección política llevó a Bill Hicks al ostracismo televisivo. La incorrección política del humorista contemporáneo, sin embargo, parece saldarse con borrados, comunicados, información minuto a minuto del estado de sus pucheros.

Lo dijo Hannah Gadsby y lo repito yo: “¿Queréis dejar de hacerme perder el tiempo?”.

04 Abril 2018

A reírse por cojones

Manu Sánchez

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Haga usted chistes con lo que le dé la gana, la libertad es Sagrada e intocable. Pero por supuesto indígnese también con lo que le salga de sus humores

¡Qué de indignados con los indignados. ¡Indignaos solo con lo que la caterva de dignos indignados contraindignados os digan! ¡Sois indignos! ¡Indignantes! ¡Digno de indignación!

Del humor hay que reírse por cojones.

Los gangosos tienen que reírse con Arévalo por cojones.

Los negros deberían descojonarse con los chistes racistas por cojones.

Las mujeres con los machistas, por sus cojones.

Los gais con los de mariquitas, por cojones

Y por supuesto las madres de los niños muertos con las bromas sobre sus hijos muertos, por supuesto y por cojones.

La última moda pseudomoderna falsa progre es defender que la libertad es un carril de una sola dirección. Y que ustedes obedientes e inferiores deben reírse de lo que estos superlibres les ordenen, por sus cojones.

Pues mire no, a los que salen ahora defendiendo el humor como algo inocuo, qué no puede ofender, inofensivo, blandito, qué solo es broma, que solo un chiste, qué no corta, qué no duele, que no hiere, que no mata, que no estorba… que no es nada. Les digo que un carajo como una ofensa de grande. Con amigos así defendiendo el humor desde dentro, no necesita enemigos destruyéndolo desde fuera

Haga usted chistes con lo que le dé la gana, la libertad es Sagrada e intocable. Pero por supuesto indígnese también con lo que le salga de sus humores. Faltaría más. Eso sí, calcule y asuma las consecuencias de indignar a quien indigne. Y si indigna al que no era, afine la puntería. Si las bromas no ofendiesen yo no las querría para nada. Déjense de querer hacer bromitas gratis, sin respuesta, sin consecuencias, sin jugársela, sin efectos, sin nadie enfrente. Libertad, libertad, valor y puntería.

El humor es siempre humor, claro que sí, igual que el agua siempre es agua. Pero eso no significa que el humor y el agua signifiquen lo mismo. No es lo mismo beber agua harto de comer por sed, que tener que beberla por hambre de no haber comido. Y mira que el agua siempre es agua, pero harto de menudo sabe a gloria y a dieta da un asquito que parece que trae hasta pelos. El humor es siempre humor, como las gafas de sol son siempre gafas de sol, por eso el humor no siempre significa lo mismo. Que no es lo mismo un anuncio de sunglasses con Will Smith que con un niño necesitado en Ciudad del Cabo que no ha visto Bel Air en su vida. Y es que el efecto y la intención del humor como de las gafas de sol cambia bastante dependiendo de quien sea el negrito al que se las regales.

El humor ofende claro que sí, y a alguna gente que la entretenga su puñetera madre. No es lo mismo el humor cuando sube que cuando baja. No es lo mismo usar el arma poderosa del humor contra el opresor que contra el oprimido. El humor de abajo hacia arriba es un acto revolucionario, contestatario, pero de arriba a abajo un asqueroso caso de abuso, maltrato y bulling. Un cuchillo siempre es un cuchillo, pero que cada uno decida si lo usa para cortar jamón o para matar a sus vecinos.

Que de indignados con los indignados, que de modernas son las modernas, que de malajes con malaje y qué aburridos son los aburridos. A mí no me indigna casi nadie, desde luego no esta gente, pero la libertad es lo que tiene que va en las ddos direcciones, y donde las das tienes que mamar con lo que recibes. Menos llantitos y más risas. Libertad para todos. Sin miedo. Con coraje, sin paños calientes y asumiendo las consecuencias de escupir siempre parriba. Que por cojones aquí no queremos ni las risas.

Fdo: Uno de aquíabajo con humor de sobra pa los de arriba. Que siempre estará contra el opresor y junto al oprimido. Abran juego… Y a ver quien es el último que se ríe.