10 julio 1978

Por primera vez un general del Ejército español es abatido por una organización terrorista

Los asesinos de ETA matan al General Sánchez Ramos y al teniente coronel Pérez Rodríguez en pleno debate sobre la Constitución

Hechos

El 21.07.1978 fueron asesinados a tiros D. Juan Sánchez Ramos Izquierdo y Teniente coronel don Juan Pérez Rodríguez.

Lecturas

LAS VÍCTIMAS

sanchezramos2 D. Juan Manuel Sánchez-Ramos nació en San Fernando (Cádiz). Estaba casado, tenía tres hijos y varios nietos. Ingresó como soldado de Infantería de Marina a los 16 años y con 20 inició sus estudios en la Academia de Artillería. Ascendió a general de brigada con 58 años y era jefe de Armamento de la Artillería de la Dirección General de Apoyo al Material de la Jefatura Superior de Apoyo Logístico. El general Sánchez-Ramos fue asesinado por miembros del Comando Madrid, junto a José Antonio Pérez Rodríguez, su ayudante, el 21 de julio de 1978. En el momento del asesinato se encontraba en situación B, a dos años de pasar a la reserva. En los círculos militares, “era conocido como un hombre de talante liberal, muy religioso y con un gran prestigio profesional como técnico de armamento”, según recogía el diario El País en su edición del 22 de julio de 1978. D. José Antonio Pérez, de 59 años, nació en Ferrol (A Coruña), estaba casado y tenía tres hijos. Con 18 años ingresó voluntario en la Infantería de Marina. Fue ascendido a teniente coronel con 55 años y estaba en posesión de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo. También fue condecorado con la Medalla de Campaña, la Cruz Roja del Mérito Militar y una Cruz de Guerra.

Alrededor de las 8.30, el general de brigada del Ejército de Tierra Juan Manuel Sánchez-Ramos Izquierdo y su ayudante, el teniente coronel José Antonio Pérez Rodríguez, fueron asesinados por dos terroristas a las puertas del domicilio del general, en el barrio madrileño del Parque de las Avenidas. Les acompañaba su chófer, el soldado Pedro de las Heras. Los terroristas se colocaron uno a cada lado del vehículo y abrieron fuego sobre el general y su ayudante, atravesando las ventanillas traseras y causándoles la muerte en el acto. Los etarras, miembros del Comando Madrid, huyeron en un taxi robado en el que les esperaba una tercera persona. Un sargento de la Policía vio el atentado y les siguió con su coche, efectuando varios disparos que hirieron a uno de los terroristas y reventaron una rueda, lo que les obligó a detenerse en la M-30. Allí pararon un vehículo para seguir huyendo.

EL ASESINO:

Etxabe Urrestilla, alias Zumai, logró huir a Francia y fue detenido en 1981. Fue condenado a 70 años de cárcel por el doble asesinato, aunque obtuvo la libertad en 1994, después de criticar la continuidad del terrorismo.

 

22 Julio 1978

Víctimas por la democracia

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián)

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Las Fuerzas Armadas están al servicio de lo que diga la Constitución.» Estas palabras del presidente del Gobierno en su discurso de ayer ante el Congreso resumen la entraña última de los motivos que han guiado la mano asesina contra el general Sánchez Ramos y el teniente coronel Pérez Rodríguez, en Madrid. El terrorismo, como dijo Adolfo Suárez, ha hecho acto de presencia entre nosotros cada vez que hemos tenido que afrontar o franquear una nueva etapa en este proceso político en el que estamos inmersos todos los españoles.En medio, pues, de esta escalada de violencias diseñada por los enemigos de la democracia, la aprobación del texto constitucional por el Congreso de Diputados ha sido la mejor respuesta -y una respuesta que deseamos y esperamos pueda calificarse de histórica- a la burda provocación del terrorismo.

No es de extrañar que los enemigos de las libertades democráticas hayan querido apurar, y sigan haciéndolo en el futuro cercano, todas las ocasiones de interrumpir por la violencia el ejercicio de la soberanía del pueblo. El asesinato de los dos ilustres soldados, que se añade a la ya, por desgracia, larga lista de servidores del orden, políticos, hombres de empresa y periodistas que han pagado con su vida la acción miserable del bandolerismo político, se inscribe en un movimiento cada vez más desesperado que trata de provocar una intervención de las Fuerzas Armadas antes de la aprobación definitiva en referéndum del texto constitucional.

Sus fines, aunque desde otros supuestos, son lamentable y culpablemente coreados por las voces del terrorismo ideológico, que desde sus periódicos y sus tribunas alientan la subversión. Unos y otros no pueden ver en su ceguera que es demasiado burdo el juego como para que el Ejército caiga en la trampa. Desde un punto de vista estrictamente político resulta, además, un insulto a la inteligencia y profesionalidad de nuestros militares. Pero conviene no negarse a la evidencia de que el crimen de ayer ha sido perpetrado para facilitar la difusión dentro de las Fuerzas Armadas de los llamamientos a la involución y las condenas a la democracia que lanzan las minorías que no desean que el proceso de normalización democrática llegue a buen fin.

Por lo demás, el Congreso, esta vez sí, ha estado a la altura del papel al que su condición de representante del pueblo le obliga. La sugerencia del primer secretario del PSOE de que las intervenciones de los portavoces de los grupos parlamentarios fueran retransmitidas por televisión, es un índice de que esa sensibilidad para sintonizar con el clima de la calle que en otras ocasiones ha faltado a los líderes, finalmente ha sido recuperada.

La conclusión de que la mejor forma de responder contra el crimen era, precisamente, aprobar en esa misma sesión el texto de la Constitución, fue defendida por todos los oradores. Lástima que el líder de Alianza Popular haya querido, además, en su discurso sacar rentabilidades políticas de ocasión. No era ayer el momento de ganarse votos, sino de apoyar al Estado, cuando el Estado es tan fieramente combatido.

La conclusión del debate sobre la Constitución en el día de ayer es una gran victoria de la democracia. Queda, ciertamente, el agrio sabor de la retirada de los representantes del PNV, a quienes los incumplimientos del Gobierno no eximen de responsabilidad por la forma general en que han planteado sus reivindicaciones a lo largo de los debates.

El Gobierno se había comportado de manera irresponsable en la negociación de los últimos días, haciendo ofertas que no quería o no podía cumplir. Pero los diputados del PNV también han demostrado enorme rigidez y obstinación. Ha sido una pena que las palabras del señor Cuerda al abrirse la sesión, condenando sin reservas ni matices la violencia y expresando el propósito de contribuir a la «pacificación de España y del pueblo vasco», tuvieran el contrapunto amargo del abandono por su partido del hemiciclo.

Los líderes parlamentarios expresaron, además de forma sincera y explícita su condena del doble asesinato de ayer. Pero no basta con discursos. El atentado ha sido en su núcleo un atentado contra el Ejército, y el Ejército debe saberse respaldado por la soberanía popular, cuando el enloquecido ánimo del terrorismo ha vuelto contra él sus armas. El general Sánchez Ramos y el teniente coronel Pérez Rodríguez son dos víctimas de los enemigos de la democracia y, por tanto, su memoria debe ser honrada y recordada por los partidarios de la libertad con esa emoción y en ese reconocimiento.

22 Julio 1978

Majestad, ¡No más sangre!

EL IMPARCIAL (Director: Julio Merino)

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No, no queremos que se nos llame catastrofistas. No, no estamos nerviosos. No, no estamos desesperados. No, no nos mueve la pasión del momento. Ni siquiera estamos asustados, como lo estarán justificadamente muchas buenas gentes de nuestro país. No, no tenemos intenciones ocultas… Pero ante la sangre derramada ayer, ante la sangre derramada casi cada día por tantos españoles caídos bajo las balas en el transcurso de esta difícil transición tenemos que decirle, Señor, y le decimos: Majestad. ¡No más sangre! Y lo decimos desde el dolor, pero también desde la serenidad; desde la preocupación, pero también desde la esperanza. Deseamos que la democracia salga adelante y que entre todos consigamos arbolar una España mejor. Majestad, ¡no más sangre! Los españoles deseamos hoy, acaso más que nunca, que el reinado de Vuestra Majestad sea un reinado de paz y de concordia para todos y no un reinado de sangre, de tragedia, de miedo de lástima.

Reproducimos una fotografía ya histórica, referida a un momento que también llenó de congoja el corazón de los españoles. Aquel día de diciembre de 1973 en el que Vuestra Majestad, entonces príncipe de España, presidió el desfile fúnebre de aquel ilustre soldado, presidente del Gobierno, que fue el almirante Carrero Banco. EL gesto de valentía de que entonces hizo gala Vuestra Majestad , entonces Príncipe de España presidió el desfile fúnebre de aquel ilustre soldado, presidente del Gobierno, que fue el almirante Carrero Blanco. El gesto de valentía de que entonces hizo gala Vuestra Majestad no pasa inadvertido para los españoles. Hoy, como entonces, los españoles de todos los pueblos de España vuelven sus ojos a Vuestra Majestad. Los españoles desean, anhelan, que no sólo como Jefe de Estado, sino también como Capitán General de los Ejércitos y como primer soldado de España, Vuestra Majestad acierte a inspirar a los políticos, a los gobernante y al pueblo español todo la confianza y la serenidad que requieren los momentos gravísimos que vivimos.

España, Majestad, y así lo demostró el 15 de Junio, quiere una democracia en libertad no una democracia en anarquía. Y sólo hay anarquía cuando existe vacío de poder, cuando los políticos que tienen la responsabilidad de guiar el ejecutivo hacen de los principios más sustanciales almoneda y material de transacción. Por el bien de la democracia española y por el bien de este legado histórico, del que habremos de responder todos ante las generaciones venideras, hoy, el pueblo español quiere decirle y le dice: Majestad ¡No más sangre!