17 febrero 1998

El ex director de ABC cita expresamente a Pedro J. Ramírez, Antonio Herrero, José Luis Gutiérrez, Manuel Martín Ferrand y Pablo Sebastán como integrantes en la campaña de derribo

Luis Mª Anson reconoce en TIEMPO que hubo una ‘Trama de Acoso y derribo’ de periodistas para lograr derribar a Felipe González

Hechos

  • En el número de la revista TIEMPO (Grupo Zeta) de la semana del 14 de febrero de 1998 se incluían unas declaraciones de D. Luis María Anson reconociendo que él y otros periodistas habían desarrollado una ‘trama de acoso y derribo’ contra el Gobierno de D. Felipe González.

Lecturas

En el número de la revista Tiempo del Grupo Zeta puesto a la venta el 15 de febrero de 1998 el presidente de Televisa España, D. Luis María Anson Oliart, reconoce en una entrevista a Santiago Belloch que un grupo de periodistas se puso de acuerdo en una trama de acoso y derribo periodística al presidente del Gobierno, Felipe González, en la que habían participado los periodistas D. Pedro José Ramírez Codina, D. Antonio Herrero Lima, Pablo Sebastián Bueno, José Luis Gutiérrez y Manuel Martín Ferrand. Los medios del Grupo PRISA y el Grupo Zeta se unen para dar máxima difusión a aquella entrevista presentándolo la prueba de que hubo un pseudo golpe de Estado periodístico contra Felipe González. Aunque el propio Anson Oliart publica el lunes 16 en ABC un artículo matizando sus palabras con otro artículo, ese mismo día 16 se produce un debate en antena de la COPE entre Luis María Anson y varios de los citados en su entrevista. Publicarán artículos contra Anson los columnistas Pablo Sebastián Bueno, Jaime Campmany Díez de Revenga, Lorenzo Contreras, José Luis Gutiérrez Suárez, Jesús Cacho Cortés, Antonio Burgos Belinchón y D. Federico Jiménez Losantos.

En cuanto a la intencionalidad de las declaraciones de Anson Oliart, el diario El Periódico publicó el 17 de febrero una información que aseguraba que Anson había participado en una comida con Rafael Vera, José Barrionuevo y José Luis Corcuera en la que le habría realizado declaraciones comprometidas sin saber que estaba siendo grabado y ante la existencia de ese material, aceptó la entrevista en Tiempo.

14 Febrero 2008

Entrevista íntegra a Luis María Anson

Santiago Belloch

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Nos reuníamos, generalmente en mi despacho, el director de EL INDEPENDIENTE, Pablo Sebastián; José Luis Gutiérrez, de DIARIO16; el director general de ANTENA 3, que era Manuel Martín Ferrand; el de informativos de ANTENA 3 RADIO, que era Antonio Herrero; el director de EL MUNDO, Pedro J. Ramírez… Éramos un grupo con una fuerte representación en el periodismo.

Luis María Anson es el hombre que sabe demasiado. Una y otra vez rechaza ofertas pa-ra publicar sus memorias. Anson es el nuevo académico de lo que algunos califican como el género literario del siglo XX: el periodismo. Su terreno natural ha sido y es el territorio de la información, una sutil y vigorosa forma de poder.

D. Santiago Belloch – ¿Echa de menos la tensión diaria del periódico?

D. Luis María Anson – Tras quince años en el ABC tuve la oportunidad de entrar en el periodismo del siglo XXI, en el mundo de la imagen, el terreno de la noticia instantánea y universal… Tengo tanto trabajo con seis canales en marcha, con proyectos en plena expansión, que no es fácil encontrar tiempo para nostalgias. Cuando dejé EFE tuve más problemas de adaptación. Le dediqué un esfuerzo ab-soluto y lo merecía. El periodismo de agencia es el más bonito, con diferencia, de todos los periodismos posibles. Es el periodismo puro, la noticia sin firma, la tensión permanente… Mi etapa en ABC fue una etapa de crispación realmente terrible. Y no fue arbitraria. Existían poderosas razones para esa guerra fría. La cultura de la crispación existió porque no había manera de vencer a Felipe González con otras armas. Ese era el problema. González ganó tres elecciones por mayoría absoluta y volvió a ganar la cuarta cuando todo indicaba que iba a perder. Hubo que elevar la crítica hasta extremos que a veces afectaron al propio Estado. González bloqueaba algo vital en una democracia: la alternancia. Si González llega a ganar las elecciones del 96, con la bonanza económica no hubiera habido quien lo echase del poder hasta 2004. No salimos de 40 años de Franco para entrar en 30 de González. La capacidad de comunicación, la fuerza política, la habilidad extraordinaria que tuvo siempre Felipe González hizo darse cuenta a muchas personas, yo era una de ellas, que era preciso que concluyera su etapa. Como los ataques a González, muy fuertes en el 92-93, no terminaron con él, unos reflexionando, como me ocurrió a mí, y otros por pura intuición, vimos que era necesario elevar el listón de la crítica. Entonces se buscó ese mundo de las irregularidades, de la corrupción… No había otra manera de quebrantar a González. Aun así, perdió las elecciones por menos de 300.000 votos… Es decir, que estuvo a punto de no perder, a pesar de haber lanzado contra él una de las mayores ofensivas que se hayan desencadenado contra un político. Me precio de haber hecho siempre un periodismo responsable en relación a cuestiones de Estado, pero llegó un momento en que opté por la salud del sistema. No hay cultura democrática sin un péndulo político que funcione, sobre todo en un país que no ha tenido la prudencia de marcar límites al periodo de gobierno de un líder”.

D. Santiago Belloch – ¿Existió una conspiración?

D. Luis María Anson- Eso fue una coartada periodística. Es cierto que había gente que nos reuníamos en tertulias, hablábamos, unos estaban de acuerdo, otros no; los que estábamos de acuerdo nos sentíamos más identificados y nos llamábamos para comentar lo que podía hacerse… pero eso no es una conspiración. El resumen es sencillo: González era un hombre con una potencia política de tal calibre que era necesario llegar hasta el límite.

D. Santiago Belloch- La prensa jugó su papel presionando al mundo judicial…

D. Luis María Anson- Sin duda. Por reflexión e instinto, los medios reaccionaron atizando algunas situaciones. Ese fue el caso de los conflictos y el papel de la Justicia. Al atizar el fuego en ese sector se favorecía la erosión de Felipe González… así que se hizo. Fue una operación de acoso y derribo. Algunos lo hicimos desde el convencimiento honesto de que ese era un servicio al sistema democrático. Lo cierto es que desde una labor crítica normal no se conseguía desalojar a González del poder.

Dos reuniones, la de Álvarez-Cascos, Pedro J. Ramírez y Jorge Manrique (abogado de José Amedo) en un despacho de EL MUNDO, y la de Pedro J. Ramírez y Baltasar Garzón pocos días después se consideran como el acta fundacional de la explosión controlada de los GAL…

No tengo información personal de que esas reuniones se hayan producido. Lo he leído, desde luego, pero no puedo confirmarlo. González y el PSOE reaccionaron. Lo hicieron en el mundo económico contra Mario Conde, en el político, en el judicial y en el mundo del periodismo con una presión que viví de forma directa, desde presiones sobre los empresarios y pérdida de publicidad para los medios, pasando por el ataque a algunos profesionales. La reacción contra ese acoso fue la Plataforma de defensa del derecho a la información de los ciudadanos. Nos reuníamos, generalmente en mi despacho, el director de EL INDEPENDIENTE, Pablo Sebastián; José Luis Gutiérrez, de DIARIO16; el director general de ANTENA 3, que era Manuel Martín Ferrand; el de informativos de ANTENA 3 RADIO, que era Antonio Herrero; el director de EL MUNDO, Pedro J. Ramírez… Éramos un grupo con una fuerte representación en el periodismo. Más tarde creamos la AEPI, a la que se sumaron otras personas. La guerra de los medios viene de lejos, no es nueva. De aquel grupo casi todos perdieron su medio o su trabajo. Fue un proceso de laminación. Nos salvamos Pedro J. Ramírez en EL MUNDO y yo mismo en ABC; Antonio Herrero también se libró, no sin antes ver la desaparición de ANTENA 3 RADIO y encontrar su sitio en la COPE. No fue una batalla sin víctimas. En el esfuerzo por derribar a González, González se defendió bien.

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La crispación provocó el fin de la etapa socialista…

A punto estuvo de fallar todo. Se acercaban las elecciones y alguien autorizó la publicación de una absurda encuesta, puro voluntarismo, que anunciaba una ventaja de 15 puntos para el PP. Se bajó la guardia sin apreciar el peligro de esa actitud. Yo tenía datos que situaban la diferencia en tres puntos. Todavía recuerdo el terrible artículo que escribí denunciando a González cuando ya el Partido Popular cantaba victoria. Al final se ganó por un punto y medio… Se estuvo muy cerca del fracaso.

González denunció los graves peligros de una crítica que superaba los límites de lo tolerable…

Había que terminar con González, esa era la cuestión. Al subir el listón de la crítica se llegó a tal extremo que en muchos momentos se rozó la estabilidad del propio Estado. Eso es verdad. Tenía razón González cuando denunció ese peligro… pero era la única forma de sacarlo de ahí. No tanto por los posibles abusos que cometió, si es que lo hizo, sino por el riesgo de anulación de la alternancia.

Resulta muy duro…

Vamos a convenir que lo hizo bien. Tenía un poder de comunicación increíble; cuando se ponía en campaña tenía una resistencia y una capacidad de encantamiento incomprensibles. Recuerdo que yo no quería enviar a mi gente a su autobús electoral porque entraban críticos y salían felipistas. Yo mismo evité tener reuniones con él. No podía olvidar que en otras ocasiones había salido de la conversación diciéndome a mí mismo: “¿Por qué tienes que criticar a un señor tan cordial, seductor, interesante…?”.

La explosión controlada de los GAL fue un cambio cualitativo…

Si el Gobierno intervino en la guerra sucia contra ETA, que está por ver, se equivocó. Nunca llegó la situación a un extremo capaz de desestabilizar el Estado de Derecho. Una vez dicho eso… lo peor de lo que ha ocurrido es que las personas que –caso de ser ciertas las acusaciones– se han limitado a cumplir órdenes, sean las que están en la cárcel. Me parece lamentable que el general Galindo y varios de sus hombres estén en prisión. Es evidente que no se sostiene la acusación de que se hayan enriquecido; es obvio que, si hicieron algo ilegal, que está por ver, fue bajo órdenes, algo sagrado en la Guardia Civil. Su presencia en prisión me causa una inmensa tristeza. En todo caso, los que deberían estar en prisión son los que dieron órdenes para hacer la guerra sucia. Pero, aunque el general estuviese en Intxaurrondo, el terrorismo seguiría. Tenemos terrorismo para muchos años.

Tres nombres parecen estar en el centro de la explosión: Mario Conde, Pedro J. Ramírez y Baltasar Garzón…

Su participación está bien explicada en algunos libros. Conde, desde la cárcel y a través de Sancristóbal, estableció un contacto profundo con Perote y, con la ayuda de Santaella, puso en marcha una serie de operaciones en parte de las cuales intervino el juez Garzón. De una u otra forma, Pedro J. Ramírez tuvo la habilidad de conseguir la mejor información sobre esos asuntos y el criterio periodístico de llevarlos a primera página. Desde agosto de 1994, Pedro J. tiene acceso a las declaraciones de Amedo y Domínguez, y empieza a acumular una información que todos los periodistas le envidiarían…

¿Cómo cree que la opinión pública percibe el drama de los GAL?

Con pleno rechazo en lo que tenga que ver con corrupción o enriquecimiento; con división de opiniones en lo que se refiere a la lucha antiterrorista… al igual que ocurre con la pena de muerte. Pocos aceptarían hoy el uso de recursos ilegales contra ETA, pero hay quien lo justifica.

¿Hay alguna solución a ese problema?

Si el día de la célebre entrevista de Gabilondo a González, este, en vez de decir que se había enterado por la prensa, hubiese dicho: “Señores, tras varios intentos de golpe de Estado, con cien asesinatos al año de ETA, en plena indiferencia francesa, di la orden de que con todos los medios a nuestro alcance se combatiera a ETA; cuando se da una orden así, se corre el riesgo de que se cometan abusos. Yo asumo la responsabilidad. Dejando claro que nunca di órdenes que supusieran una vulneración del Estado de Derecho, si se ha hecho… yo soy el responsable”. Si González llega a hacer eso, es posible que hubiese ganado otra vez.

¿Hubo encarnizamiento por parte del juez Baltasar Garzón?

Eso es difícil de precisar. En mi opinión, no puede impartirse justicia conforme a estricto Derecho ni en el País Vasco, bajo la presión de las amenazas y la violencia, ni desde la euforia de la fama y la celebridad en un escenario iluminado por los 1.000 focos de los medios de comunicación.

La distensión empieza a producirse a partir del triunfo del PP en las generales de marzo de 1996.

Los meses de campaña electoral fueron de una tensión terrible. Recuerdo la denuncia de González diciendo que el país estaba controlado por la Triple A: Anguita, que lanzaba las cosas; Anson, que las difundía; y Aznar, que las remataba. Tras el asesinato de Tomás y Valiente tuvo la habilidad de crear la conciencia de que había que terminar con ETA casi como fuera, una réplica inteligente contra el daño que la explosión judicial de los GAL producía al PSOE. Su campaña supo transmitir la sensación de que el voto a IU era un voto perdido y una forma segura de dar el triunfo al PP. Esos dos factores limitaron el triunfo de Aznar hasta dejarlo en el mínimo. “Sin duda, la llegada del PP al Gobierno permitió un cambio en el clima político; poco a poco se fue entrando en un proceso de distensión… con la posibilidad de que las causas judiciales renueven el incendio en cualquier momento. Creo que Aznar estuvo muy hábil al no desclasificar los papeles del Cesid en agosto del 96; luego pasó lo que pasó y el tema se resolvió en el Supremo, pero Aznar quitó leña a un fuego que quemaba demasiado. Creo que esa decisión posibilitó una relación menos tensa entre PSOE y PP. Luego, en líneas generales, no se extrema la búsqueda de cosas raras por parte del PP, al tiempo que el PSOE sigue una línea de discreción mientras afronta sus problemas judiciales. No cabe duda de que la escena nacional ha salido de la cultura de la crispación.

¿Y la guerra de los medios, la batalla digital, la guerra del fútbol?

Fue una crispación mediática, una confrontación entre grupos de comunicación. Lo peor de esa batalla fue el frente judicial abierto contra el grupo PRISA, Polanco y Juan Luis Cebrián… Ahí sí se produjo crispación, especialmente entre los grupos de EL PAÍS y los de EL MUNDO. Los demás adoptamos una posición muy templada.

Se dice que todo obedece a una estrategia del Gobierno para controlar los medios de comunicación.

Me resulta difícil ser objetivo, ya que, de una u otra forma, soy parte de ese conflicto. Ha sido el guion de una batalla por impedir un monopolio, el de la televisión de pago en España. Ese es el telón de fondo del conflicto. VÍA DIGITAL era el camino para romperlo. Fue una guerra comercial que, como todas, tuvo un trasfondo político. Todo se reduce a los ecos de una batalla por acabar con la cultura del monopolio y a la defensa que ejercen los titulares de esa situación de dominio.

17 Febrero 1998

La Manta de Anson

Editorial (Director: Jesús Ceberio)

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De las declaraciones de Anson, y también de las imposibles explicaciones de los integrantes de la trama, trasciende un profundo tufo antidemocrático,

Luis María Anson, uno de los líderes de opinión que más se distinguieron por su sistemática denuncia del Gobierno socialista, ha explicado en una larga y -a juzgar por su preparación- meditada entrevista al semanario TIEMPO algunos pormenores de la campaña de crispación que se desató «porque no había manera de vencer a González con otras armas». Tanto en la descripción de los hechos como en la mención de personas implicadas, Anson no decía nada que, en lo sustancial, no fuera conocido y que EL PAÍS no haya recordado varias veces: que hubo en los últimos años de gobierno socialista una coalición negativa, una convergencia de enemistades e intereses para desalojar a Felipe González del poder. Y que esta coalición contó con un grupo de comunicadores que trabajaron coordinadamente para minar su figura y facilitar el acceso del PP al poder.Sin embargo, en el día de ayer, conforme iba en peregrinación de emisora en emisora intentando atemperar sus palabras, Anson ampliaba los términos de tan oscuro enredo, y añadía que «la operación de acoso y derribo no es una operación sólo periodística, ni siquiera fundamentalmente periodística; es una operación naturalmente del partido de la oposición, de otros partidos políticos, se extendió a algunos medios financieros, a algunos periódicos (…) y se hizo una operación de fondo para terminar con los 13 años y medio que llevaba en el poder González». La gran novedad de las declaraciones de Anson es que, por primera vez, uno de sus protagonistas reconoce la existencia de tal coalición negativa.

Sus declaraciones han provocado la división en las filas de los coligados de ayer y reacciones de todo tipo en medios políticos y periodísticos. Lo primero que hay que decir es que la opinión pública tiene todo el derecho a conocer estos u otros hechos que perturbaron la vida política de este país y que trataban de torcer la voluntad expresada en las urnas. Los líderes de opinión de esta coalición negativa, tan celosos siempre en la defensa de la transparencia informativa, tienen ahora una oportunidad de empezar por sus propias andanzas. Siguiendo la invitación de González, sería bueno que Anson tirara de la manta entera, no sólo del pico.

 ¿Por qué Anson sale ahora con este examen de conciencia que no hizo cuando era director de ABC? Más allá de las disquisiciones semánticas de si era una conspiración, un compló, una confabulación o una «campaña de acoso y derribo», la entrevista resulta especialmente dura para el PP en general, y en particular para José María Aznar, a cuya incapacidad para vencer a González con reglas de juego homologables atribuye la necesidad de una carmpaña de desestabilización. Naturalmente, no han faltado a la cita los de siempre, con el diario EL MUNDO a la cabeza -no hay operación oscura en la que no figure su director-, que ha atribuido las declaraciones de Anson a la proximidad del primer juicio de los GAL. Curiosa paranoia: el vídeo sexual de Pedro J. Ramíréz, las críticas a Cardenal y Fungairiño, ahora las declaraciones de Anson…, cualquier cosa que ocurra en este país y que no sea de su agrado, o de su interés, es una conspiración (ahora sí) de la gente de los GAL. En este caso habría que acudir a la rocambolesca explicación de que Anson sería un agente doble, de los GAL y de la coalición negativa.

En una reacción a veces simétrica a la de sus oponentes mediáticos, algunas voces del PSOE se han subido también a la teoría de la conspiración, como si ella -de ser cierta- les exculpase de sus responsabilidades en, los asuntos del GAL, Filesa u otros. Sería dramático para el PSOE que las declaraciones de Anson sirvieran para enrocarse en la atribución de todas sus desgracias a las habilidades de unos malvados conspiradores de salón: no es éste el camino de futuro del PSOE.

No obstante, de las declaraciones de Anson, y también de las imposibles explicaciones de los integrantes de la trama, trasciende un profundo tufo antidemocrático, vivo en influyentes sectores políticos, periodísticos y financieros, que consiste en no aceptar el veredicto de las urnas, con el consiguiente recurso a operaciones de acoso que truquen la voluntad popular, y que alientan el deseo de exterminar o cuando menos apartar de la vida pública -sirviéndose de mecanismos extralegítimos- a aquellos grupos y líderes políticos que no les agradan. Por eso, hablando de voluntad popular, y aunque sea una obviedad, parece necesario subrayar, ante algunos disparates oídos en las últimas horas, que la existencia de esta operación no anula la legitimidad de la victoria del PP el 3 de marzo de 1996. No se debe repetir, a la inversa, lo que los populares hicieron en las elecciones de 1993: deslegitimarlas. Lo que se pierde en las urnas sólo se puede recuperar en las urnas. Pero los votantes tienen derecho a saber quiénes estaban detrás de una operación que pretendía forzar la voluntad de los electores.

17 Febrero 1998

El nerviosismo creciente de González

Luis María Anson

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Si en el próximo juicio sobre el GAL en el que está inculpado José Barrionuevo, el Tribunal Supremo condena al ex ministro, habrá sido condenado a la vez Felipe González. La opinión pública nunca aceptará que el responsable de los crímenes de Estado sea el ministro y no el presidente del Gobierno al que ese ministro pertenecía. La condena de Barrionuevo supone que Felipe González encontrará gravísimas dificultades para continuar en la vida política y presentarse a elecciones generales dentro de seis años, como es su disimulado propósito.

Si, por el contario, González y su equipo consiguen que Barrionuevo no sea condenado, estableciendo el cortocircuito en Rafael Vera o más abajo, el ex presidente quedará a salvo. Desde hace muchos meses, una parte del aparato del PSOE trabaja con tenacidad indeclinable en una minuciosa operación para llevar al ánimo de los jueces que convendría, por razones de Estado, que la marea no subiera hasta González y que, por eso, condenas en el asunto GAL, sí, pero sin afectar a Barrionuevo.

Dentro de la operación exculpatoria del ex presidente socialista, se ha retornado con ánimo de impresionar a los magistrados y con el pretexto de unas declaraciones mías en la revista TIEMPO, aireadas por el aparato mediático del felipismo antes de publicarse, a la teoría de la conspiración, que sólo es fruto del nerviosismo creciente de González, y del esfuerzo de sus incondicionales para salvarle de la quema.

Pues bien: como afirmo bien claro en esas declaraciones, no hubo conspiración alguna. Fue, en efecto, necesario poner en riesgo la tranquilidad del Estado y, al denunciarlo en los periódicos elevando el listón de la crítica, sufría el líder socialista per también el Estado. Ante esas denuncias, el felipismo desató desde 1993, y sobre todo a partir de 1994, una persecución implacable contra los periodistas independientes. Felipe González fue el escondido arquero que disparó las flechas contra la libertad de expresión. Nos defendimos creando, primero la Plataforma para la Defensa del Derecho a la información de los Ciudadanos, respaldada pr las firmas de cuatro mil profesionales, y luego la Asociación de Escritores y Periodistas Independientes (AEPI), donde se agruparon gentes de muy diversa ideología y en la que mantuvo, por cierto, una actividad lúcida e impecable en defensa de la libertad de expresión Antonio García Trevijano, que respetó siempre mi monarquismo como yo su republicanismo. Los directivos de la AEPI nos reuníamos con relativa frecuencia, a veces en mi despacho o en restaurantes, generalmente en la sede de la asociación en la colonia del Viso, en Madrid.

Un órgano del felipismo se refería a un almuerzo mío con Barrionuevo, Vera y Corcuera. Desde que estalló el asunto GAL, y como era mi obligación informativa, no uno sino muy numerosos almuerzos y cenas he tenido con Barrionuevo y con Vera, en lugares públicos, con escoltas y mecánicos, o en mi despacho de ABC. Siempre les he vaticinado lo mismo: “Vosotros afirmáis que el Ministerio del Interior no intervino en la creación y funcionamiento del GAL. Pero si un día los jueves establecen lo contrario, seréis las víctimas más propiciatorias porque Felipe González volverá la cabeza y procurará desentenderse del asunto”. Ellos, justo es reconocerlo, defendieron siempre con firmeza a su líder. En varias ocasiones, portadas de ABC premonitorias presentaron a Barrionuevo como chivo expiatorio. Las seguridades de que la trama GAL n se desentrañaría se fueron desvaneciendo mes a mes hasta la inculpación del ex ministro del Interior, el juicio próximo en el Supremo y el nublado horizonte penal de González.

Los dioses ciegan a quienes quieren perder. El líder socialista se ha visto atrapado poco a poco en la densa telaraña de los escuadrones de la muerte y tiene muy difícil zafarse de ella. Si en enero de 1995 hubiera reaccionado con lucidez, o le hubieran aconsejado sin adulaciones, en la entrevista con Iñaki Gabilondo, en lugar de afirmar que se enteró del GAL por la prensa, pudo decir: “En 1983, ETA amenazaba la democracia española, acabamos de salir de un intento de golpe de Estado, las Fuerzas Armadas seguían inquietas, Francia era un santuario para los terroristas, caían asesinado cada año decenas de inocentes… y yo di la orden de que se persiguiera a los etarras con todos los medios a nuestro alcance, dentro, naturalmente, del Estado de Derecho y sin que nadie se llevara a su bolsillo un duro de los fondos reservados. En el cumplimiento de mis órdenes se han podido cometer algunos abusos. Los asumo completamente. Soy el responsable de ellos. Y, si fuera necesario, convocaré elecciones de inmediato para que el pueblo se manifieste sobre la acción del Gobierno”.

Todo hubiera sido distinto para González, para el Estado y para la democracia si el ex presidente hubiera asumido sus responsabilidades. Y hoy no hablaríamos ni de crispaciones, ni de conspiraciones, ni de horizontes penales, ni de tantas cosas que han ensombrecido y enfangado la vida española en los últimos años. Pero Felipe González, instalado en su política entumecida, no supo hacer lo que exigía la grandeza del hombre de Estado. Y el GAL, tal vez sea ya para el sepulcro donde sus restos mortales se descomponen entre incesantes intoxicaciones de la conspiración imaginada o la maniobra inexistente.

Luis María Anson

17 Febrero 1998

Anson apunta alto y dispara por lo bajo

Pablo Sebastián

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Lo cierto es que Anson ha asestado un duro golpe, bajo y calumnioso, a los periodistas independientes para disparar alto y con despecho al Gobierno de Aznar. El mismo que huye de esta quema sin denunciar frontalmente esta patochada y elogiar el periodismo democrático.

No caben demasiadas interpretaciones sobre los objetivos de las visionarias declaraciones que Luis María Anson regaló, con toda intención, a la tropa del crimen de Estado y la corrupción felipista. La que, de manera sincronizada, lanzó a su poderoso altavoz (PRISA) y al PSOE para convertir a presuntos delincuentes, con González al frente, en víctimas de una fantasmal conspiración de cinco periodistas (¡cinco contra el Estado!) que habría tenido como objetivo derribar al PSOE en beneficio del PP.

Tres parecen, en esta ansonada, que Almunia llama asonada, o «golpismo de salón» (pronto olvidan la relación del PSOE con Armada en el 23-F), los objetivos de tan disparatadas declaraciones de Anson: dañar y devaluar el triunfo electoral del PP (salvado gracias a un «terrible artículo» (sic) suyo en ABC); socorrer, con tan preciado regalo, a los procesados del GAL por los que Anson tiene tanta devoción; y salvar el sistema político español, Monarquía incluida, de intangibles enemigos: «Me precio de haber hecho siempre un periodismo responsable en relación a cuestiones de Estado, pero llegó un momento en que opté por la salud del sistema», confesó desvelando que abandonaba el «periodismo responsable» por la conspiración.

Puede ser una simpleza reducir la «confesión» de Anson a una conspiración republicana -para convertir al Príncipe don Felipe en Rey, como dicen los de PRISA- de sólo cinco periodistas reunidos en el ¡primer despacho de ABC! y que el ex director define como «operación de acoso y derribo» de González.

Por más que, en su visionaria cabalgada profelipista, como salvador de la patria galindista y «coautor» del triunfo electoral de Aznar, Anson haya tenido que manchar el buen nombre de un puñado de periodistas independientes, con calumnias que se desprenden de sus imputaciones falsas y presuntamente concertadas contra González: «Nos reuníamos generalmente en mi despacho (…) vimos necesario elevar el listón de la crítica (…) se buscó en las irregularidades (…) no había otra manera de quebrantarlo (…) hubo que elevar la crítica hasta extremos que a veces afectaron al Estado».

¿Quiénes vimos, qué hubo que hacer, quién atizaba, quienes buscaban, y cómo se elevaban estas mentiras concertadas que Anson imputa a sus compañeros de la Plataforma y de la AEPI? No hay una sola verdad en todo ello (y así debe ser dicho, reconocido y rectificado por Anson), a no ser que el único urdidor de esta supuesta trama, donde mezclaba periodismo, política y conspiración fuera el propio Anson. El que tira la piedra de la calumnia y del escándalo y luego, hecho el daño, esconde la mano diciendo que no hubo conspiración.

No sabemos qué hay detrás de esos encuentros de Anson con el Trío Calavera (Barrionuevo, Vera, Corcuera), ni quién y por cuánto les asesoraba en imagen y comunicación en Interior. Si hubo grabación o vídeo de esos que usan estos pájaros. O qué esconde el pacto de la Academia con Cebrián, o dónde llega su amor por Galindo y los Belloch. Ni sabemos si paseó esta fantasmal conspiración periodística por los altos palacios del poder para darse importancia, a ver si así conseguía ser el nuevo Polanco de esta alternacia que trajo él.

Lo cierto es que Anson ha asestado un duro golpe, bajo y calumnioso, a los periodistas independientes para disparar alto y con despecho al Gobierno de Aznar. El mismo que huye de esta quema sin denunciar frontalmente esta patochada y elogiar el periodismo democrático.

Parece como si Anson, despechado, quisiera devaluar el triunfo electoral del PP y empujar, más si acabe, a Aznar camino del «borrón y cuenta nueva». Parece como si, una vez forzada su salida de ABC y fallidas sus operaciones en Televisa, Vía Digital y Cadena Ibérica, Anson quisiera dictar al Gobierno lo que hay que hacer: salvar a González, defender el sistema, traer la alternancia, sosegar la crispación y erigirse, él solo, en mentor áulico, el Pedro Sainz Rodríguez de la situación.

Y que se tiente bien la ropa Aznar porque, como escribió en ABC, si no se porta bien, le puede salir por la derecha un partido y otro periódico. ¡Qué disparate! Anson con Cebrián en la Academia y con el «seductor» González paseando por las cloacas de la «razón de Estado» y lejos de la prensa democrática e independiente por la que alguna vez luchó.

Pablo Sebastián

17 Febrero 1998

Yo es que me descojono

Antonio Burgos

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Nos creíamos que eras de los nuestros y resulta que ibas de Caballo de Troya del felipismo, Luis María y cierra España. A mí el propio Ansón había intentado cerrarme la boca en el comicalla de su hermano, pero cogí Puerta,

Perdonen la «versación», pero estamos en Carnaval. Por lo visto, hay mucha gente que actúa de chirigota. Hay chiri estaba derribado, que, si no, también lo derribamos. ¿Pero esto qué es, Dios mío de mi alma, la AEPI o una empresa de derribos? Yo me creía que a Ansón lo habían hecho académico de la Española y resulta que no, que, como a un Domecq cualquiera, lo han hecho campeón de España de acoso y derribo. Yo es que me descojono. Porque resulta que los presuntos derribantes fueron los derribados, quién sabe si por el mismo Ansón. A José Luis Gutiérrez, los ahora amiguitos de Ansón lo echaron de la dirección de su diario. A Pablo Sebastián, los ahora amiguitos de Ansón le cerraron el periódico. A Antonio Herrero, los ahora amiguitos de Ansón le cerraron la radio. A Martín Ferrand, perdona que aguante la risa, Luis María, pero es que me descojono, tus ahora amiguitos le cerraron la tele… Nos creíamos que eras de los nuestros y resulta que ibas de Caballo de Troya del felipismo, Luis María y cierra España. A mí no me cerraron nada, aunque el propio Ansón había intentado cerrarme la boca en el comicalla de su hermano, pero cogí Puerta, Camino y Mondeño por vergüenza torera. Así que dejen que, sentado a la puertecita moruna de mi casa, me descojone con este Juancojones que anda por ahí pegando pinceladas felipistas porque a él también le quitaron la brocha. Y la escalera.

Antonio Burgos

22 Febrero 1998

Secretos de Polichinela

Javier Pradera

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La ferocidad de los zarpazos lanzados ahora contra Anson por quienes sólo una semana antes le alababan de manera impúdica enseña que los aprendices de brujo terminan antes o después por saborear su propia medicina.

Los medios de comunicación han dedicado esta semana un amplio espacio a la tremebunda guerra entre periodista desencadenada por las declaraciones de Anson a la revista TIEMPO. La causa de la escandalera es la versión dada por el ex director de ABC sobre las motivaciones, los propósitos y los riesgos de la feroz campaña de prensa lanzada contra Felipe González y el Gobierno socialista durante la anterior legislatura : “Había que terminar con González, ésa era la cuestión. Al subir el listón de la crítica se llegó a tal extremo que en muchos momentos se rozó la estabilidad del propio Estado”.

Según afirma Anson, un grupo de periodistas y publicitas (directores o colaboradores habituales de ABC, EL MUNDO, DIARIO16 y la COPE) concertaron e instrumentaron de manera planificada una estrategia de acoso y derribo de Felipe González. Su testimonio no resultaba imprescindible para establecer esa conclusión: las técnicas del análisis de contenido permiten sacar a la luz los rasgos comunes de la política informativa y editorial de esos medios durante la anterior legislatura. La fijación de los temas de la agenda, la jerarquización valorativa de las noticias y la espiral del silencio en torno a las informaciones molestas para sus segados enfoques constituyeron la columna vertebral de esa estrategia concertada. La pinza del PP y de IU contra el PSOE sirvió de modelo para ese tacto de codos periodístico; el respeto del territorio de los aliados y el pacto de no agresión mutua en caso de discrepancia (como la investigación del cuartel de la Guardia Civil de Intxaurrondo) les permitieron volcar toda su agresividad, no sólo contra el Gobierno sino también contra los colegas que no acpetaban sus dictados. El espectáculo de los ridículos sombrerazos de admiración recíproca entre los colaboradores y tertulianso de ABC, la COPE, EL MUNDO y DIARIO16 bastaba para adivinar ese secreto de Polichinela; si el sonrojante cruce de elogios entre los miembros de esa sociedad de bombos mutaos no resultara suficiente para demostrarlo, la uniformidad de los insultos lanzados por estos adalides de la libertad de expresión contra los periodistas que no cedieron a sus intimidaciones y chantajes terminaba de descubrir su apenas disfrazado entendimiento.

Esta estrategia mediática de concertación no atenúa las responsabilidades penales y políticas de la etapa del Gobierno socialista: sirvan de muestra los crímenes de los GAL, la financiación ilegal del PSOE, el reparto mafioso de fondos reservados o los escándalos de corrupción protagonizados por un director de la Guardia Civil, un gobernador del Banco España y un presidente de Navarra. Tampoco las motivaciones ocultas de esos periodistas anulan sus méritos como investigadores o difusores de una comportamientos delictivos tenazmente negados desde el poder, sin embargo, el reparto de papeles en esa comedia mediática, con periodistas de la izquierda ‘honrada’ aliados a los nostálgicos del franquismo en la heroica lucha común por una democracia ‘autentica’ implica una deslealtad con los lectores y una negación de esa transparencia que dicen defender.

Quedan aún por precisar las relaciones de esos periodistas con políticos y financieros; (dejando a un lado el testimonio de Anson en sus declaraciones voluntarias a TIEMPO o en la conversación con Barrionuevo, Corcuera y Vera supuestamente grabada a sus espaldas). Sabemos ya que Pedro J. Ramírez fue el padrino del matrimonio entre Aznar y Anguita (Esther Esteban, ‘El Tercer hombre’, Espasa Calpe, 1995) y el instrumento de Conde para chantajear al Gobierno de González con los papeles del CESID (Ernesto Ekaizer, Vendetta, Plaza y Janés, 1996).

La cólera desatada contra Anson por sus antiguos compañeros de gloria y de fatigas realza el valor de su testimonio. La brutalidad de los epítetos utilizados por Jiménez Losantos. Sebastián, Ramírez, Gutiérrez y Herrero, franciscanamente aceptados por el injuriado en nombre del legítimo ejercicio de la libertad de expresión de sus lapidadores, sólo es comparable con las infames campañas de desprestigio organizadas en el pasado por el ex director de ABC contra gentes tan diversas como José Luis Aranguren, Juan Benet, Fernando Savater, Rafael Sänchez Ferlosio, Manuel Gutiérrez Aragón, Javier Marías, Elisabeth Huerta, Francisco Calvo Serraller, Elias Quejeta, Mercedes Milá, Javier Tusell, Eduardo Arroyo, Miguel Bosé o Antonio Banderas. La ferocidad de los zarpazos lanzados ahora contra Anson por quienes sólo una semana antes le alababan de manera impúdica enseña que los aprendices de brujo terminan antes o después por saborear su propia medicina.

Javier Pradera

21 Febrero 1998

Anson: "¡Una «conspiración» dirigida por Mario Conde, Pérez Mariño y el Partido Comunista!"

Agustín Yanel

Transcripción de la grabación que Barrionuevo y Vera le hicieron a Anson

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El diario El País publicó ayer una extensa información en la que afirmaba revelar las claves de la «conspiración republicana» de jueces y periodistas, a partir de lo que supuestamente habría desvelado Luis María Anson durante un almuerzo a Corcuera, Vera y Barrionuevo. La información de El País incluía numerosas frases entrecomilladas extraídas todas ellas de una supuesta transcripción de ese almuerzo -al parecer, grabado subrepticiamente por los ex responsables de Interior- que ha circulado estos días por todas las redacciones. Para solaz de nuestros lectores reproducimos íntegramente dicho diálogo. Si El País no lo hizo ayer fue, sin duda, para impedir que su teoría de la conspiración quedara contaminada por el disparate y sentido del ridículo que se desprenden de su literalidad. ¡Se trataba nada menos que de un complot encabezado por Mario Conde, Ventura Pérez Mariño y el Partido Comunista! 
  • A: Anson.
  • B: Barrionuevo.
  • C: Corcuera.
  • R. V: Rafael Vera.

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A: Yo creo…

R. V: ¿Crees, Luis María, que EL MUNDO y Pedro Jota siguen todavía con el objetivo del GAL?

A: No te digo que no, pero no te digo que sí de inmediato, ¿sabes? Yo tengo lista una idea, que os la podría desarrollar ahora extensísimamente porque estoy ahí, yo estoy ahí y como estoy además de una manera muy señalada, ¿entiendes? que yo he presentado, después de hablar con Adolfo Manglano, el libro de…, el libro de Trevijano…, que había allí dos mil tíos dispuestos a clamar por la república…

B: Te metes en unos números.

A: …mientras que me salió muy bien la intervención. Lo que se produjo fue una ovación clamorosa y ya no me tuve que cubrir, porque no estaba prevista (inaudible) novecientos o mil, novecientos algo estudiantes, me ovacionaron de tal manera que los que me con…, que lo…, que lo…, pero no es…, están en el plan original de la operación del… sistema.

C: Sin ninguna duda.

A: Hay una operación de liquidación del Sistema, que es una operación de la gente que está fuera del Sistema, como está Mario Conde. Mario ha estado desde el principio ahí, es decir Mario ha querido escalar la posición al Gobierno, sin pasar por los partidos. En parte iba buscando una situación, que quizás sea una persona de partido nacional para él, ya hizo algún planteamiento, ya se lo dije un día al propio Felipe, que había estado (inaudible), que había estado…, y ahí han estado, sobre todo circunstancialmente…, es decir Mario, Mario…

R. V: Pero bueno, pero está (inaudible) él.

C: (Intervención que sólo es audible una parte)

A: Mario ha dicho que quiere, que quiere…

C: (Intervención que sólo es audible una parte)

A: No quiere pasar por un partido…

C: (Intervención que sólo es audible una parte)

A: Lo que pasa es que vosotros sois víctimas de un asunto que es escasamente conocido. Mira, el planteamiento es este, el planteamiento es este: hoy aquí, aquí no ha habido una democracia real, hay una oligarquía de partidos, que termina con la dictadura de Franco, pero que crea una dictadura de una oligarquía de partidos como lo que era esa, y la gente se aparta de tener que pasar por la «horcas caudinas» de unos partidos mediocres, que son incapaces de gobernar y, además, no pasamos por ello, porque nos privan del mando, por lo tanto hay que desmontar este Sistema. ¿Cómo se desmonta este Sistema?. Este Sistema se desmonta de la única manera posible: acudiendo al otro Poder. Hay un Poder Legislativo, que controlan ellos. Hay un Poder Ejecutivo que controlamos. Y un Poder Judicial. Ejemplo el italiano. ¿Qué es lo que tenemos que hacer?, captarnos a esos jueces. Esos jueces que a la cabeza está Gómez Mariño…

R. V: Ventura Pérez Mariño

A: …de Ventura, perdón, de Ventura Pérez Mariño, esos jueces, bien organizados y bien…, son la espoleta para cargarse el Sistema de partidos. Que es… ¿cómo…cómo hacemos la operación?, tu fíjate como estaba, como está la operación prevista: hay que cubrir de corrupción al partido en el poder, hay que cubrir luego de corrupción al partido en la oposición, cuando está en el poder. La…, lo que le ocurriría a Aznar si las cosas continuaran como están previstas y cuando la gente está diciendo «hay una clase política absurda que no sirve para nada», se mete al Rey en la operación. Y en este momento tenemos preparada una Constitución republicana, que la sometemos a referéndum, que no es vinculante, pero ocho millones de votos,…en favor de un sistema regeneracionista. Un Sistema que, visto de esta parte, no es tan inteligente por parte de Trevijano, que ya no es, lo que va a ser rechazado internacionalmente que es una república soviética, es una rep… Una constitución idéntica a la norteamericana, es el mismo Sistema que el norteamericano. Esta constitución, yo la leí, es una cosa que…, que es una entelequia similar a la república norteamericana. Y, a partir de ese momento, ¿quién se enfrenta con un…, un país clamando que la clase política en pleno está corrompida? Clamando a lo largo de…, que han intentado…, ya las últimas disposiciones del staff daba paso a este plan: con cincuenta jueces, cincuenta comandos…

R. V: Pero eso no lo puede capitanear sólo Trevijano, ¿no?.

A: Desgraciadamente…, desgraciadamente hay ahí un ala…, un ala del partido comunista, que es el que ha montado todo el tinglado y de los jueces…

R. V: De una parte de los jueces.

C: Y de la derecha española.

A: De la extrema derecha.

C: Que no les gusta la monarquía, joder.

A: No, de la extrema derecha. La de Franco.

C: Que esta derecha española no es…, no es monárquica, que es antimonárquica, no te confundas.

R. V: La derecha caciquil.

(Rumor de varios hablando al tiempo) (Inaudible)

C: Claro, claro.

R. V: No, y los jueces…, y los jueces son los que moviliza el partido comunista.

(Rumor de varios hablando al tiempo) (Inaudible)

A: El montaje, el montaje…

R. V: Lo que pasa en Italia.

A: El montaje para mí…, lo que pasa es que tiene muy pocas probabilidades de triunfar, porque todo eso en teoría lo ves bien, pero luego en la práctica es muy complejo, ¿verdad?…

C: Hay una que sí es fácil que triunfe.

A: La primera parte, tal vez.

C: Hay una parte que sí es fácil que triunfe.

A: Donde está (ininteligible) todo el partido socialista.

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#Vera y Barrionuevo: son «conversaciones privadas»

El ex ministro de Interior y diputado socialista, José Barrionuevo, y el ex secretario de Estado para la Seguridad, Rafael Vera, evitaron ayer comentar aspecto alguno del contenido de su reunión y conversación con Luis María Anson, en compañía del también ex ministro de Interior José Luis Corcuera, en la que el ex director de ABC les habría desvelado la existencia de una conspiración para echar a Felipe González del Poder.

Tanto Barrionuevo como Vera manifestaron a Europa Press que no hablan ni desvelan conversaciones privadas.

El ex secretario de Estado fue más explícito y aseguró que él nunca ha comentado nada, «salvo en círculos restringidos», de cosas que a su vez le comentan terceros, en cuestiones de política o de cualquier otro asunto.

«Nunca esas informaciones que me dan, esos comentarios, los traslado públicamente, salvo que sea un acuerdo entre ambas partes», indicó el ex secretario. Vera subrayó que, mientras el ex director de ABC no lo confirme, él tampoco puede hacerlo, aunque dijo confirmar sólo la primera parte de las declaraciones de Anson.

Vera se mostró convencido de que toda la polémica surgida «perjudica seriamente» a los procesados por los GAL. A su juicio, provoca, entre otras cosas, que estén presentes todos los días en los medios de comunicación, en respuesta a quiénes les acusan de organizarlo todo para aparecer como víctimas antes los jueces.

En este sentido y para describir la situación, recurrió a una frase de José Barrionuevo: «Parece que los GAL es la purga de Benito, vale para un roto y para un descosido».

«Esto viene a demostrar que somos los más perjudicados en toda esta operación de los últimos tres años. Hemos estado luchando 12 años contra el terrorismo y llevamos tres combatiendo a los conspiradores», manifestó Vera, reiterando que esta «conspiración» no es nueva. Según dijo, llevan denunciándola durante mucho tiempo, por lo que lamenta que los informadores hayan tardado tanto tiempo en percibirlo.

El Análisis

¿Y POR QUÉ?

JF Lamata

Es un poco absurdo que se monte una película contra unos periodistas por criticar/linchar mucho a un Gobierno. ¿A fin de cuentas que tenía de malo que seis periodistas se pongan de acuerdo en poner a parir a un Gobierno? Entra dentro de las cosas que los periodistas políticos pueden hacer, como los críticos de cine o gastronomía pueden poner a caldo obras que no les gusten, aunque PRISA, Zeta y el PSOE pintaran a aquellos periodistas como si fueran golpistas del 23-F.

Es más interesante saber por qué el Sr. Anson se prestó a la maniobra concediendo una entrevista a un medio del Grupo Zeta (socio del Grupo PRISA desde el Pacto de Nochebuena) para autoinculparse así mismo y a sus hasta entonces compañeros de la AEPI. El motivo era que el Sr. Anson había quedado a comer con los dirigentes socialistas Sres. Corcuera, Barrionuevo y Vera, en una comida en la que los políticos grabaron todo lo que dijo el Sr. Anson, grabación que fue usada para presionar al ex director de ABC y obligarle a aceptar esa entrevista a TIEMPO a cambio de que no la difundieran. Esto no es sólo una teoría: es un hecho.Tanto el Sr. Anson como el Sr. Corcuera me verificaron el citado encuentro. Toda una historia de lo más rocambolesca.

J. F. Lamata