2 diciembre 1988

El ‘continuista’ Manuel Alvar López se convierte en el nuevo director de la Real Academia Española de la Lengua frente al ‘rupturista’ Fernando Lázaro Carreter

Hechos

El 1 diciembre de 1988 el académico D. Manuel Alvar fue nombrado Director de la Real Academia Española de la lengua.

Lecturas

Sucede en el cargo a D. Rafael Lapesa que ocupaba la dirección de manera interina desde la dimisión de D. Pedro Lain Entralgo.

Primera Votación:

  • D. Manuel Alvar López – 13 votos.
  • D. Fernando Lázaro Carreter – 8 votos.
  • D. Ángel Martín Municio – 6 votos.
  • D. Emilio Alarcos – 2 votos.
  • En blanco – 2 votos.

Segunda Votación:

  • D. Manuel Alvar López – 17 votos
  • D. Fernando Lázaro Carreter – 10 votos
  • D. Ángel Martín Municio – 4 votos

Es presumible que entre los que apoyaban a Alvar se encontrasen D. Manuel Seco, director del seminario de lexicografía de la Real, y D. Alonso Zamora Vicente, secretario perpetuo de la institución. Entre los que apoyaban al Sr. Lázaro Carreter se encontraban presumiblemente el Sr. Pere Gimferrer, D. Julián Marías Aguilera, D. Gonzalo Torrente Ballester y D. Francisco Rico.

02 Diciembre 1988

Real Academia Española

ABC (Director: Luis María Anson)

Leer

La Real Academia Española ha elegido nuevo director en la persona de don Manuel Alvar López, que honra a esta Casa desde hace años con su firma. Es Alvar uno de nuestros mejores filólogos. Autor de una obra inmensa, que se diría escrita por muchas personas, ha cultivado con especial intensidad dos campos: el de la dialectología y el de la literatura medieval. En el primero, Alvar ha trazado camino novedosos, en especial con los atlas lingüísticas. Con este fin puede decirse que el académico ha recorrido íntegramente todos los dominios lingüísticos del español: los territorios de la península y sus islas y enclaves y la vastísima masa continental, que se extiende desde California hasta la Tierra de Fuego. Como medievalista, Alvar ha sido un eminente seguidor de don Ramón Menéndez Pidal, que ha ofrecido ediciones ejemplares de muchos textos castellanos de ese periodo.

Es grande la tarea que le aguarda al nuevo Director de la Academia. La docta casa es la única institución que sobrevive de los tiempos en que España tenía preeminencia mundial. Todo lo demás ha desaparecido. Cuando la Academia toma una decisión, todavía la obedecen veinte países. Sus decisiones afectan a la médula misma de la cultura hispánica, es decir, al idioma ‘sangre del espíritu’, según lo llamó Unamuno, morada psíquica en que se reconocen y encuentran más de 300 millones de personas, y hoy por hoy una de las grandes lenguas del mundo, la segunda detrás del inglés.

El español constituye el patrimonio fundamental de nuestra cultura y la Academia es la institución encargada de velar por su pureza e integridad. Y sin embargo, la realidad es que la Academia Española no funciona todo lo bien que debería, carente de organización y de infraestructura. No tiene las disponibilidades económicas que le permitirían poseer servicios de transmisión y telecomunicación informatizados que agilizarían sus trabajos y los de las Academias hermanas de Hispanoamérica, y estar en permanente contacto con los grandes medios de masas. En los últimos años del siglo XX se ve obligada a operar casi con los mismos recursos y sistemas del siglo XVIII.

Pese a todo, la Institución conserva intacto su prestigio moral, su condición de referente, de la cual depende la norma culta de la lengua que es la garantía de su unidad, hoy conservada de manera prodigiosa, porque es poco lo que se hace desde las instancias oficiales por su preservación. Que no puede, naturalmente, garantizarse ni asegurarse de modo artificial, pero contra la que conspiran las bolsas de analfabetismo, la expansión del inglés y el escaso vigor de las instituciones culturales encargadas de la defensa y potenciación de nuestra cultura.

La dirección de la Academia necesita de un sustancial apoyo económico y moral del Estado.