1 agosto 2013

El Presidente del Gobierno compareció en sesión extraordinaria en el Senado para hablar del 'caso Bárcenas'

Mariano Rajoy sobre Bárcenas: «En dos palabras: me equivoqué, me engañó, pero no voy a dimitir ni a adelantar las elecciones»

Hechos

El 1.08.2013 el Presidente del Gobierno, D. Mariano Rajoy compareció en una sesión extraordinaria de las dos cámaras en el Senado para hablar del ‘caso Bárcenas’.

Lecturas

Audio Rajoy: «Me equivoqué».

PÉREZ RUBALCABA (PSOE) Y CAYO LARA (IU)  PIDEN LA DIMISIÓN DE RAJOY

senado_rubalcaba_lara El Secretario General del PSOE, D. Alfredo Pérez Rubalcaba solicitó la dimisión del Sr. Rajoy, le dijo que no creía sus palabras y denunció que en el PP había existido una gigantesca maquinaria de financiación ilegal.  «Usted está haciendo daño a España, le pido que se marche. El país no puede tener como presidente a alguien como usted».

El Coordinador General de Izquierda Unida, D. Cayo Lara acusó al Sr. Rajoy de pretender usar al Sr. Bárcenas como chivo expiatorio. ‘No le creemos nada, señor Rajoy».

ROSA DÍEZ (UPyD): «SU DISCURSO ES VERGONZOSO, SEÑOR RAJOY»

senado_rosadiez La Portavoz de Unión Progreso y Democracia (UPyD), Dña. Rosa Díez, acusó al Sr. Rajoy de haberse convertido en un factor de inestabilidad. Tildó de vergonzoso su discurso y le acusó de despreciar al parlamento.

LA IZQUIERDA NACIONALISTA ARREMETE CONTRA RAJOY:

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  • Dña. Olia Fernández (BNG) – «Disuelva las cortes, convoque elecciones y, de paso, disuelva el Partido Popular».
  • D. Joan Baldoví (Compromís) – «Esta es la historia de la traición de Rajoy a Bárcenas. Bárcenas ha decidido decir la verdad cuando constata que usted lo ha traicionado».
  • D. Joan Coscubuela (Iniciativa per Catalunya Verds) – «Señor Rajoy, usted es un corrupto».
  • D. Alfredo Bosch (ERC) – «No puede gobernar, Delenda est Rajoy. O don Mariano es cómplice o es marciano, porque no se entera de nada. Linda con la frontera de la poca inteligencia».

AMAIUR: «EL ESTADO ESPAÑOL ESTÁ CORROMPIDO DESDE LA CABEZA A LOS PIES»

amaiur_senado El Portavoz del grupo Amaiur, considerado el grupo heredero de los pro-etarras de Batasuna, Xabier Mikel Errekondo, dedicó su intervención para cargar contra todo el Estado. Cargó contra la Casa Real, el Jefe del Estado y su yerno D. Iñaki Urdangarín (de quien fue compañero siendo jugador de fútbol de balonmano). Dijo que PP y PSOE eran lo mismo. Acusó al Sistema Judicial de estar corrompido, y también a los empresarios, citando expresamente a D. Florentino Pérez, D. Ignacio Sánchez Galán y D. Gerardo Díaz Ferrán.

02 Agosto 2013

Crisis no solventada

EL PAÍS (Director: Javier Moreno)

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La comparecencia de Rajoy deja sin resolver la grave situación por el estallido del ‘caso Bárcenas’

El presidente del Gobierno renunció ayer a la estrategia en la que se había empecinado durante meses —negar de plano el caso Bárcenas pese a la acumulación de evidencias de financiación irregular de su partido y otras anomalías, sin que mediara explicación alguna— y reconoció que todo ello constituyó una equivocación. Lo hizo de forma clara y sin ambages, afirmó que se siente engañado por su extesorero y admitió también que en el PP se han pagado complementos salariales distintos a los sueldos; de su declaración a Hacienda son responsables quienes los hayan percibido. Él, insistió, ha cumplido con su obligación.

Se trata del reconocimiento de una equivocación cuya gravedad ha pesado de forma extraordinaria en la sociedad española durante los últimos seis meses. Pero el presidente no extrajo a continuación consecuencia política alguna: no admitió ningún tipo de culpabilidad y anunció que ni se planteaba la dimisión o el adelanto electoral, como le pidieron varios grupos de la oposición.

La estrategia resultó eficaz para el objetivo planteado: limitar los daños del desastre y tratar de transformar en moción de confianza ante los suyos el golpe político que ha supuesto acudir a explicarse en el Parlamento, forzado por la amenaza de una moción de censura. Sin explicar en detalle los hechos que se han venido conociendo desde la difusión de los papeles de Bárcenas, sin prometer una investigación independiente, sin aceptar que su partido ha podido beneficiarse de una financiación irregular durante 20 años y sin comprometerse a que todo ello no vuelva a ocurrir, Rajoy esquivó ayer gracias a su gran habilidad como parlamentario el peor momento de su presidencia. Pero la crisis política sigue abierta tras la publicación de la contabilidad B de su partido por quien fue su tesorero, el conocimiento de las cuentas suizas de este y el cruce de mensajes de apoyo con el propio presidente.

Ataque preventivo

El jefe del Gobierno lanzó desde la tribuna un ataque preventivo contra el líder socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, antes de que este interviniera. Le acusó de doblez por haber sostenido, cuando gobernaba, una defensa de la presunción de inocencia que ahora transforma en presunción de culpabilidad basada en hechos que “no están probados”. El contraataque de Rubalcaba fue demoledor: “¿Usted se imagina a Merkel, Cameron, Hollande, mandando a un evasor fiscal el mensajeLuis sé fuerte, aguanta?”, le espetó, afirmando que ello justificaría por sí solo la dimisión de un gobernante. Rubalcaba llegó más lejos al afirmar que el PP ha “crecido y ganado elecciones por medio de un sistema de financiación ilegal durante 20 años”.

En cualquier caso, mientras se espera el veredicto de los tribunales, y ante eventuales nuevas revelaciones de los acusados, la convocatoria de elecciones anticipadas, que Rubalcaba no pidió, solo añadiría inestabilidad a la ya muy dañada credibilidad de nuestro país y sus dirigentes. La dimisión de Rajoy, que solo él podría decidir si considera oportuna, no garantiza por lo demás una sustitución ordenada del liderazgo dentro de su partido. En realidad las acusaciones contra el presidente y su equipo proceden sobre todo de su propia formación política, comenzando por el exgerente y extesorero, y es dudoso suponer que Rajoy pudiera controlar a sus filas una vez que abandonara la jefatura del Gobierno. Su marcha, si se llegara a producir, abriría una incógnita añadida en el seno de un Partido Popular en el que las luchas cainitas no pueden ser ocultadas por la adhesión tumultuaria que sus diputados mostraron ayer en la Cámara.

Reclamación lícita

Hay que lamentar no obstante que el presidente del Gobierno acuse de irresponsables a los que piden su dimisión, pues este es una reclamación lícita para los partidos opositores. Llamó literalmente “saboteador” a Rubalcaba y le atribuyó utilizar este escándalo como tabla de salvación de un liderazgo tambaleante. La líder de UPyD, Rosa Díez —autora de 20 preguntas precisas que Rajoy dejó sin respuesta—, le recordó que el descrédito para España no lo provoca quien denuncia la corrupción, sino quien no la combate.

En lo que se refiere al fondo del problema, Rajoy mantuvo que ni le consta que el PP se haya beneficiado de financiaciones irregulares, ni él ha cobrado nada de lo que deba arrepentirse. Pero las explicaciones al respecto fueron escasas y todo queda remitido a la credibilidad del propio presidente.

Nada de lo sucedido ayer constituye base suficiente para liquidar varios decenios de funcionamiento irregular de los partidos políticos en nuestro país, ni para otorgar mayor solidez a la confianza de los españoles en la superación de una crisis económica demasiado larga. Cinco horas y media de áspero debate parlamentario dieron tiempo para que se anunciara una batería de reformas legales que aumente los controles de los partidos políticos y penalice más severamente aspectos relacionados con la corrupción. Pero el Gobierno debe entender el escepticismo de la opinión pública ante esas promesas de transparencia cuando tantas mentiras, opacidades y circunloquios se han expresado desde las tribunas oficiales a tenor del caso Bárcenas.

Rajoy ofreció a Rubalcaba que participe en la elaboración de esas medidas, advirtiéndole de que las llevará adelante con o sin él. Es un mal augurio. Nos encontramos ante una crisis del sistema de representatividad democrática que no puede ser resuelta en solitario por ningún Gobierno y cuya solución precisa el concurso de todas las fuerzas políticas. Nada hace previsible que el presidente esté dispuesto a ello, lo que constituye el más grave de sus yerros: no querer enfrentar la crisis institucional de nuestro país esperando a que la eventual mejora de la economía y el irregular paso del tiempo la arreglen por sí sola. De modo que más que abrir paso a un proyecto de futuro compartido entre las principales fuerzas políticas, que la sociedad española necesita de forma imperativa en medio de la peor crisis que se recuerda, el debate de ayer se convirtió en heraldo de un largo y bronco final de legislatura.

02 Agosto 2013

Un gobernante que es prisionero de sus propios actos

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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FUE tal vez la sesión parlamentaria más hosca en la historia de nuestra democracia. El presidente tuvo que escuchar durísimas acusaciones, de las que se defendió con habilidad retórica e incluso con golpes bajos cuando fue necesario.

Pero una cosa es dar la cara y entrar en el cuerpo a cuerpo, como Rajoy hizo ayer, y otra convencer. No lo logró porque, aunque reconoció que se había equivocado al depositar su confianza en Luis Bárcenas, negó que el PP se hubiera financiado ilegalmente y la existencia de sobresueldos opacos a Hacienda sin otro argumento que su honor herido. No aportó ninguna explicación verosímil sobre la contabilidad de Bárcenas y se empeñó en cubrir las vergüenzas del partido con su palabra.

Consciente de que la mejor defensa es un buen ataque, Rajoy empleó esa táctica que llevaba bien preparada. Primero dijo que no recurriría al «y tú más» y luego se dedicó a recordar al PSOE los casos de Filesa, Roldán, Faisán, los ERE y otros para tapar la boca al vulnerable líder de la oposición.

Pero Rajoy incurrió en dos contradicciones que le ponen en evidencia. La primera fue hablar de Luis Bárcenas en términos de «falso inocente» y a continuación invocar la presunción de inocencia para todos los demás, incluido él mismo. Y la segunda fue su insistencia en que el único hecho tangible es la existencia de las cuentas en Suiza de su antiguo colaborador, sin ser capaz de dar una explicación verosímil sobre la contabilidad B que está depositada en el juzgado y que, como coincidieron Rubalcaba y Rosa Díez, no puede estar prefabricada hace 20 años por Bárcenas en previsión de futuros problemas con la Justicia.

Más grave aún: el líder del PP no fue capaz de dar una explicación coherente sobre cuándo Bárcenas pasó a ser «un delincuente» para él. Este es el nudo gordiano de la cuestión. Rajoy conocía antes de acabar el año pasado el contenido de la comisión rogatoria. El día 16 de enero los teledarios de todo el país abrían con la noticia de las cuentas suizas. Dos días después, EL MUNDO revelaba el pago de sobresueldos a dirigentes del PP. Esa misma noche, Rajoy le envía un SMS a Bárcenas en el que le dice: «Luis, lo entiendo. Sé fuerte». ¿Por qué le dijo esas palabras? Muy sencillo, porque tenía miedo de que empezara a contar lo que sabía.

Hasta ese momento e incluso después, Rajoy hace lo posible para que su ex tesorero no diga la verdad. Ello tira por tierra su versión de ayer cuando insistió en que Bárcenas fue apartado de todos sus cargos hace tres años y en que el PP ya no tenía ninguna relación con él. No es cierto. Tenía despacho y chófer, le pagaban un sueldo mensual de 23.000 euros, le costeaban los abogados y él mismo seguía en permanente contacto con su ex colaborador.

En cualquier otro país, ello hubiera bastado para que el jefe de Gobierno presentara la dimisión, como subrayaron ayer Rubalcaba y Rosa Díez. Por cuestiones mucho más nimias, como copiar una tesis electoral o intentar escabullirse de una multa de tráfico, han dimitido ministros, según recordó el portavoz del PNV.

En definiva, Rajoy rompió con Bárcenas cuando se mostró dispuesto a reconocer que él era el autor de la contabilidad B y a desvelarlo ante la Justicia. Pero si el líder del PP no fue capaz de explicar su relación con Bárcenas, menos convincente estuvo todavía al negar el contenido de sus apuntes contables. Rajoy lamentó que se diera credibilidad a Bárcenas, pero la cuestión no es a quién hay que creer sino que existe una contabilidad con datos que han sido comprobados, pero que él no puede asumir porque, entre otras razones, aparece como perceptor de sobresueldos.

Ayer reconoció que había habido «complementos, anticipos, remuneraciones y gastos» que sufragaba el partido, pero matizó que todo figuraba en la contabilidad oficial y había sido declarado a Hacienda. Pero no dijo ni una sola palabra de que esos pagos vulneraban la Ley de Incompatibilidades si se aplicaban en su propio caso.

En un intento de confundir a la opinión pública, Rajoy reiteró una y otra vez que él «no es culpable». Pero ése es un término judicial, no político. Puesto que estaba en el Parlamento no debió hablar de culpabilidades sino de responsabilidades. Pero no lo hizo y a lo largo de todas sus intervenciones confundió deliberadamente el plano penal con el político, remitiéndose a lo que decida la Justicia.

Por lo tanto, Rajoy ha elegido el camino de seguir negándolo todo, incluso lo más evidente. Ayer tuvo que escuchar cosas muy duras y las seguirá escuchando hasta el final de la legislatura porque éste es un lastre del que ya no se va a librar. Un lastre que va a condicionar su acción de gobierno y su biografía política.

Rajoy patina al usar a Rubalcaba para denigrar a EL MUNDO

UNO de los momentos álgidos del debate se produjo cuando Rajoy afirmó que «EL MUNDO manipula y tergiversa adecuadamente las denuncias de un delincuente para generar una calumnia que a mediodía será amplificada por las televisiones». Eran unas palabras de Rubalcaba, pronunciadas en 1997, sobre el caso Roldán, pero todos entendieron que no las lanzaba contra él sino contra nosotros.

Podía haber dicho lo mismo sin utilizar al líder socialista, pero eso es lo de menos. Este desahogo demuestra su incapacidad de aceptar el papel de la prensa independiente y su deseo de denigrar al mensajero. Ya lo ha hecho en varias ocasiones con otros medios y ahora lo hace con nuestro periódico tantas veces elogiado por el PP por denunciar la corrupción… ajena.

Rajoy ha elegido un mal ejemplo porque todo lo que publicó EL MUNDO sobre los GAL, Roldán y los escándalos de aquella época quedó acreditado de forma indiscutible, sentencias judiciales incluidas. Menudo patinazo. Nada le perjudica tanto como esa equiparación.

Por otra parte, ¿qué ha «manipulado y tergiversado» EL MUNDO? ¿El relato de Bárcenas corroborado por éste al dedillo ante el juez? ¿El original entregado a la Audiencia y que, según los peritos, fue elaborado por Bárcenas a lo largo de los años? ¿O acaso los SMS dirigidos por el presidente al tesorero? ¿Cuál de ellos, señor Rajoy? ¿El de «hacemos lo que podemos» o el de «sé fuerte»? Esperamos con anhelo sus concreciones.

El Análisis

Más citas, fechas y datos

JF Lamata

“Fin de la cita” repitió una y otra vez el Sr. Rajoy para tratar de demostrar lo incoherente que era el Sr. Rubalcaba comparando lo que decía ahora del ‘caso Bárcenas’ con lo que decía de casos de corrupción de su partido. El discurso del Sr. Rajoy tuvo un buen comienzo – ‘me equivoqué’ – y poco más. El resto un alegato defensivo que nada aportó. Era imposible que el Sr. Rajoy contentara a la oposición, pues estos sólo aceptarían un hara-kiri. Pero, en lo que se refiere a los periodistas, o al menos los documentalistas, hubiéramos agradecido algo más concreto, con citas y fechas. “El día X de tal mes, me enteré de que el Sr. Bárcenas hizo tal, decido entonces esperar hasta tal,” “El día X, se me informa de que el Sr. Bárcenas tal, y decido hacer tal”. Queríamos más concreción, es lo que demandaba la situación. Pero el presidente optó por el discurso defensivo. Claro que todo esto lo hacía en un parlamento-espectáculo, ¿se podía esperar otra cosa?

J. F. Lamata