13 diciembre 1977

Trevijano le aseguró tener pruebas de que Fraga y Santacreu estaban implicados en casos de corrupción pero al llegar el momento de comparecer ante los tribunales, el notario se desvinculó de aquella información responsabilizando al director

Martínez Soler dimite como Director de la revista REPORTER considerándose ‘engañado’ por el editor, García-Trevijano, que le coló sin pruebas una información contra Fraga y Santacreu

Hechos

En diciembre de 1977 D. José Antonio Martínez Soler dejó de figurar en REPORTER como Director de la revista.

Lecturas

LAS ACUSACIONES DE TREVIJANO CONTRA FRAGA SE ESFUMARON EN LOS JUZGADOS

La revista REPORTER, cuyo propietario era D. Antonio García-Trevijano y su director era D. José Antonio Martínez Soler publicó un reportaje anónimo que acusaba de corrupción a D. Manuel Fraga Iribarne y D. Josep María Santacreu (Banco de Huesca) sin pruebas. Ambos se querellaron contra la revista. El director de REPORTER mandó una carta a los señalados pidiéndoles disculpas, pero la revista publicó su propio editorial anunciando que no rectificaba y reiterando su acusación de corrupción publicando una querella judicial. El Sr. Martínez Soler dimitió entonces como Director de REPORTER.

En el juicio D. José Antonio Martínez Soler aseguró que la información la publicó porque se lo ordenó D. Antonio García-Trevijano y que este le aseguró que él era el autor y que asumiría toda responsabilidad de la acusación, sin embargo en su declaración inicial el Sr. García-Trevijano se desvinculó del texto asegurando que no era el autor y que la responsabilidad era del director.

En 1980 tras la muerte del periodista D. Fernando González Martín, el Sr. García-Trevijano cambiaría su versión y diría que el fallecido fue el verdadero responsable de la redacción y publicación de aquella acusación sin pruebas.

 

24 Noviembre 1977

Corrupción

REPORTER (Editor: Antonio García-Trevijano Forte)

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"FRAGA TIENE QUE DIMITIR SEA INOCENTE O NO"

La opinión pública tiene la seguridad de que la dictadura franquista ha corrompido a impotantes capas de las clases dirigentes del Estado y de la sociedad. Pero, salvo algunos casos aislados, denunciados en la última etapa de la dictadura (Matesa, Sofico, Reace) anida ahora la sospecha de que nadie tiene interés en sacar a la luz de las libertades ‘restauradas’ los casos concretos y trascendentes de la corrupción franquista.
La prensa y los partios piden una moral de austeridad, de sacrificio. Numerosas editoriales han reclamado la persecución de la corrupción en las esferas del Estado y de la política. Incluso el partido gubernamental UCD se ha pronunciado por el nombramiento de una comisión parlamentaria que investigue y sancione las prácticas burocráticas basadas en el tráfico de influencias y en el favoritismo.
Pero, poco a poco, se va generalizando la creencia de que el pacto político entre el franquismo y la oposición – esencia de la Restauración – impide una revisión moral del pasado. La prensa semanal sensacionalista, con sus pequeñas denuncias y sus grandes titulares, dirige la atención de la opinión hacia las irregularidades cometidas en determinados negocios privados y en la administración de ciertas instituciones locales. Con esta estrategia se crea una imagen de libertad de denuncia que en realidad sirve de biombo para dejar en la impunidad la corrupción decisiva. La que opera en las altas esferas del Estado.
En este número, el equipo de investigación de REPORTER ha conseguido reunir un dossier impresionante por la autenticidad de los documentos y por la importancia social de las personas implicadas que pone al descubierto, la impunidad con la que el vicio triunfa en España sobre la virtud en las esferas de las finanzas, de la política y de la prensa.
Al sacar por primera vez a la luz pública estos datos, REPORTER no se propone más que una sola finalidad: dar a la opinión lo que es su derecho, o sea, el conocimiento de unos hechos que afectan a la vida pública de nuestro país por un doble motivo. Por la vinculación t fubabcuera de José Santacreu, al líder de Alianza Popular, don Manuel Fraga Iribarne, y porque el banquero Santacreu es la clave que permite entender la crisis actual del DIARIO DE BARCELONA. Puede estar seguro el Sr. Santacreu que de no ser por sus significaciones políticas y periodísticas no hubiera merecido desde luego la altención de REPORTER, ni el interés de nuestros lectores.
En cuanto al Sr. Fraga la cuestión es diferente. Por su actual condición de jefe de un partido político, y por el respeto que merecen los ciudadanos que lo han votado, está bajo el imperativo categórico de dar un explicación pública sobre este affaire y de dimitir en todo caso de la jefatura política en Alianza Popular y del puesto parlamentario que ocupa. De otro modo, la honorabilidad del partido quedará en entredicho y es más que posible que un día no lejano se vea interpelado, sobre este asunto, en el Parlamento. Asuntos menos graves y comprometidos que éste han provocado la dimisión inmediata de políticos europeos que incluso por azar, se han visto involucrados en los mismos. Si Fraga no es cómplice de la ocultación ante la opinión pública, y ante su partido del espúreo origen de los recursos con los que ha financiado su promoción política y las actividades de Alianza Popular en Cataluña, que lo pruebe. Y además que dimita. Aunque sea inocente. Porque, en cualquier hipótesis ha cometido una imprudencia moral y dado una cobertura política al vicio, incompatibles con la seguridad y la credibilidad que una sociedad sana exige de sus dirigentes políticos. Para un hombre político que pretende alcanzar la responsabilidad del Estado la ignorancia inexcusable es más grave que la complicidad. Difícilmente puede justificar el Sr. Fraga su desconocimiento de la moral antisocial de ‘su’ financiero, cuando en el cajón de su mesa de ministro de la Gobernación estaba la ficha de antecedente que hoy publicamos.

30 Noviembre 1977

Réplica de Fraga

Manuel Fraga Iribarne

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En el número 27 de la revista REPORTER de su dirección en la portada y páginas interiores se publica un reportaje titulado ‘Un contrabandista financia a Fraga’ y como quiera que en el mismo soy aludido de forma tendenciosa e injuriosa, le agradecería que, de conformidad con lo establecido en la vigente Ley de Prensa, Decreto 746/66 de 31 de marzo, y demás disposiciones aplicables procedía a insertar en dicha revista la réplica que a continuación le transcribo.

El mencionado reportaje, su título y su inserción en la portada de la revista REPORTER, pretnede claramente desacreditar al que suscribe, utilizando para ello mi amistad con un hombre de negocios so pretexto de supuestas actividades ilegales de éste, llevadas a cabo hace bastantes años, justamente cuando ni siquiera le conocía.

Como es fácil comprender, cualquier persona hace amigos todos los días y como contrapartida también se consigue enemigos, sea cual fuere la actividad que se realice, pero si admeás ésta es política, con mayor razón y en mayor número unos y otros. Pero hacer amigos, no exige tener que pedirles previamente un certificado de buena conducta o de antecedentes penales, como puerilmente se pretende en su revista por el autor o autores, como de tan desafortunado reportaje, pues en esto, como en tantas otras cosas, la buena fe se presupone. Menos lógico sería llegar al Ministerio del Interior, pedir las fichas de los amigos; tengo otro respeto de la función pública y de la amistad; me dediqué a gobernar, y no a estudiar la vida de los amigos ni de los enemigos.

Así pues, queda claro que al no tener por costumbre investigar en el pasado de mis amigos, ignoro cuál pueda ser el del señor Santacreu y las supuestas imputaciones que le hacen en su revista; esto es cuestión que a él sólo compete. Para mi basta decir que siempre tuve un amigo de cuya amistad ninguna queja tengo de cuya honorabilidad nunca dio motivos para pensar lo contrario.
Respecto a supuestas financiaciones del señor Santacreu al que suscribe o a Alianza Popular, no sólo las niego sino que las reputo falsas de toda falsedad y corresponderá probar a esa revista que dirige lo contrario, pues es público y notorio que si algo me ha caracterizado toda mi vida, tanto pública como privad,a es el no haber estado vinculado a ningún tipo de negocios, o sociedades mercantiles (tan sólo fundé una Sociedad de Estudios denominada GODSA) y mis ingresos han provenido siempre de mis puestos de servicio al Estado o de mis actividades puramente profesionales.

El Sr. Santacreu jamás ha financiado directa o indirectamente a Alianza Popular como se dice en dicho reportaje y también aquí tendría que probarlo y si bien se trata de involucrar en el tema al club AGORA, hay que aclarar dos cuestiones: una, que dicho Club nada tiene que ver jurídica o políticamente con Alianza Popular, y segunda, que el mismo fue constituido por un grupo de personas residentes en Cataluña, entre las que estaba el Sr. Santacreu, sin que ello presuponga otro alcance, como se quiere hacer ver de forma insidiosa. Igualmente los premios de periodismo ‘Manuel Fraga Iribarne’ se crearon a instancia de otro grupo de amigos catalanes de reconocida honorabilidad, que e ocncedieron en tres ocasiones y, precisamente a instancias mías, la última edición de éstos se concedió en 1976.

Todos ellos se otorgaron muy merecidamente a brillantes y dignísimos representantes de los medios de comunicación social, y en especial de la profesión periodística, entre los cuales, estoy seguro, nunca podrían estar el autor o autores del reportaje objeto de esta réplica que tan lamentablemente se auotitula ‘Equipo de investigación’.

Todos ellos se otorgaron muy merecidamente a brillantes y dignísimos representantes de los medios de comunicación social, y en especial de la profesión periodística, entre los cuales, estoy seguro, nunca podrían estar el autor o autores del reportaje objeto de esta réplica, que tan lamentablemente se autotitula ‘Equipo de Investigación’.

Estoy seguro que el señor Santacreu sabrá defender su crédito y su honor; en cuanto al mío, quiero signfiicarle que afirmaciones como las que se hacen en su revista, lejos de preocuparme, me animan mucho, pues siempre el agraviante y del agraviado, y, ej este caso esté seguro que los autores del citado reportaje nada van a conseguir, pues su estilo y su categoría se refleja por sí misma.

Creo que todo personaje público en susceptible de alabanza o crítica, pero por sus actividades o conductas, no por suposiciones y mentiras, basadas en puro ánimo difamatorio. Esto tmapoco es reportaje, ni periodismo, ni siquiera litearatura mediocre, es simplemente basura, falta de imaginación y prueba inequívoca de incompetencia profesional e incapacidad mental para ejercer una digna profesión como es la periodista.

Sin perjuicio de esta réplica, que espero sea publicada en la fecha, lugar y forma legalmente establecido, es obvio que me reservo ejercer las oportunas acciones que en derecho la ley me concede en defensa de mi crédito.

Le saluda atentamente.

Manuel Fraga Iribarne

01 Diciembre 1977

El Director de REPORTER rectifica

José Antonio Martínez Soler

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Carta del director de REPORTER antes de dimitir remitida a D. Manuel Fraga Iribarne y D. Josep María Santacreu.

Muy Sr. mío.

Lamentamos no poder insertar la rectificación que nos pide en el próximo número de nuestra revista por cuanto el número 28 de noviembre a 7 de diciembre está ya impreso y confeccionado.

A la vista de la documentación que nos facilita evidentemente resulta incompleta la información publicada en REPORTER en relación con el sumario número 162 de 1966 del Juzgado de Instrucción número 6 de Barcelona, de cuyo proceso fue usted definitivamente exlcuido mediante auto de 8 de marzo de 1972 de la Audiencia Provincial de Barcelona, cuyo contenido exculpatorio se publicará integramente en el próximo número.

Asimismo, la información publicada sobre el expediente ante el Tribunal de Contabando y Defraudación omite el resultado absolutorio que tuvo para usted la sentencia del Tribunal Supremo que conoció el recurso contencioso – administrativo interpuesto contra la sentencia del Tribunal Superior de Contrabando. Fallo del Tribunal Supremo que también publicara REPORTER.

En consecuencia nos obligamos en el siguiente número 29 de la revista a publicar la información complementaria que rectifica la publicada, anunciándolo en la portada.

REPORTER le asegura de este modo la absoluta falta de intencionalidad injuriosa o menospreciativa hacia su persona en la información publicada y recoge, con gusto, la información facilitada por usted en defensa de la verdad de los hechos y de su honorabilidad personal.

14 Diciembre 1977

No rectificamos

REPORTER (Antonio García-Trevijano Forte)

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En el número 27 de nuestra revista publicamos un documento informe redactado por el Equipo de Investigación de REPORTER, bajo el título «Un contrabadnsita financia a Fraga», en el que revelaban por primera vez los turbios antecedentes del todavía editor de DIARIO DE BARCELONA y presidente del Banco de Huesca, señor Santacreu.

En el número 28 publicamos íntegramente y sin comentario alguno de nuestra parte, la grosera y descompuesta réplica del señor Fraga. En ella se autorretrata el personaje como efectivamente es.

Afirmar que el ex ministro Fraga miente sería demasiado simple. Su espíritu maniqueo y su visión reductora de la relaidad le empujan a ignorar lo real todo lo que se opone. Incluso su propio pasado. Por ejemplo. Dice en su réplica que ‘es público y notorio que si algo me ha caracterizado toda mi vida, tanto pública como privada, es el no haber estado vinculado a ningún tipo de negocios, o sociedades mercantiles, y mis ingresos han provenido siempre de mis puestos de servicio al Estado o de mis actividades puramente profesionales». Pues bien, si esta fuese la característica peculiar del Sr. Fraga, como él desea puerilmente, habríamos de concluir en que se trata de un personaje sin ‘característica’, ya que lo público y notorio es que don Manuel Fraga ha estado vinculado a un tipo de negocio y a una sociedad mercantil como Cervezas El Aguila, de la que ha sido director general, que le ha producido unos ingresos no ‘siempre’ provenientes de sus servicios al Estado y de sus actividades puramente profesionales, aunque igualmente respetables.

Una persona capaz de formular expresiones tan absolutas («si algo me ha caracterizado toda mi vida», «mis ingresos han provenido siempre») contra las evidencias de los hechos reales, y que además pretende ser créido, no es una persona normal. Como no es normal que se niegue en su réplica las supuestas financiaciones del señor Santacreu reputándolas de ‘falsas de toda falsedad’ para admitirlas como ciertas a renglón seguido, a propósito de la financiacion del Club Agora, que actuó de plataforma electoral de Alianza Popular en Cataluña. Tampoco es normal que omita el nombre de Snatacreu al atribuir los premios de periodismo Manuel Fraga Iribarne a otro grupo de amigos catalanes, cuando fue público y notorio, según lo difundió toda la prensa catalana sin ser desmentido por nadie que el promotor y financiero fudamental de estos premios fue el señor Santacreu.

La moral de la democracia, que es la única ética que respeta esta revista, es aleja a la filosofía fascista del amigo y del enemigo que se desprende de la réplica de Fraga. Todo intento de comunicación entre su concepción del mundo y los criterios morales de la democracia es tarea superior a la inteligencia de REPORTER. La clase política de la Restauración lo ha admitido en su seno. Es un hecho. Pero no un valor moralmente inteligible.

A quien ha tenido el privilegio de mandar bajo el clima de degeneración espiritual que implica la dictadura nada puede agraviarle, salvo el alejamiento del Poder. Ahora la revelación pública de los tristes antecedentes de su mecenas catalán lejos de preocuparle le anima mucho. Esta manera cínica de manifestarse ante la opinión no tiene nada de sorprenderte en Fraga. Siendo ministro de Información consideró públicamente como una simple tomadura de pelo a las sevicias de tonsura sufridas por las mujeres de los mineros en huelga. Siendo ministro de la Gobernación explicó a la opinión pública que no podía detener a los asesinos de Montejurra porque la única prueba que la prensa le proporcionaba era ‘una simple fotografía’… del hombre de la gabardina que empuñaba la pistola a unos metros de la víctima que caída doblada por el disparo. Frases como «son mis prisioneros», referida a los hombres de Coordinación Democrática encarcelados en Carabanchel o ‘la calle es mía’ para explicar las batallas campales de la policía contra los manifestantes durante todo el tiempo de su mandato, revelan algo más peligroso que una ideología peligrosa. Describen una patología. Sólo una sociedad moralmente desorientada tolera dirigentes políticos tan anormales. Dirigentes que jamás se preocupan porque siempre se ocupan de estar, como sea, en el poder.

Cuando escribimos nuestro anterior editorial pidiendo la dimisión de Fraga no cometimos ninguna ingenuidad. No proque el hecho denunciado sea incierto o leve, sino porque nadie osa denunciar la falsedad de los cimientos del pasado sobre los que se ha edificado el castillo de naipes de la Restauración pactada. El señor Fraga no dimitirá. Pero la voluntad de saneamiento moral que anima a esta revista tampoco. Por lo demás, somos sensibles a la diferencia notable que el actual Régimen político representa para la prensa libre. Antes el señor Fraga cerraba a los periódicos y encerraba a los periodistas. Ahora sólo puede insultarnos.
Aquí terminaríamos nuestro editorial si LA VANGUARDIA de Barceloan no hubiese sido objeto de una falsa maniobra. Este periódico, que no recogió ni comentó nuestro informe, se ha tomado la libertad de atribuirnos gratuitamente una rectificación y un reconocimiento de la honorabilidad del señor Santacreu, que los lectores no harbán encontrado en nuestras páginas. Basa tan gratuito comentario en la educada carta privada que el director de esta revista entregó al abogado del Sr. Santacreu. Pero lo cortés n oquita lo valiente. En dicha carta la palabra rectificar va unida a la de complementar. Y esto es lo único que hemos hecho: complementar la información que dimos a nuestros lectores con los dos pronunciamientos judiciales aportados por el Sr. Santacreu. Pronunciamientos que no desvirtúan ni modifican, salvo en el desenlace técnico-procesal, los hehcos de nuestro primer informe.

Los antecedentes por actividades ilícitas del señor Santacreu están, como dijimos, cancelados y sin responsabilidades pendientes. Pero, bajo la consideración política de nuestra denuncia, que fue el único móvil de la misma, poco importa que los antecedentes jurídicos ilegales del señor Santacreu hayan sido cancelados. La dimensión moral de esos antecedentes no prescribe. No rectificamos, pues, ni los hehcos contenidos en nuestro informe, ni, desde luego, el juicio moral que nos merece el Sr. Santacreu.
CATALUNYA REPORTER y todas las ediciones de REPORTER no tienen nada que rectificar, porque nada hemos publicado que no pueda probarse. Si el Sr. Fraga o el Sr. Santacreu lo dudan que intenten desmentirnos ante un tribunal en lugar de hacerlo en la prensa de su influencia.

MARTÍNEZ SOLER EXPLICA SU RUPTURA CON TREVIJANO

José Antonio Martínez Soler

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Fragmento de las memorias de Martínez Soler, que remitió a La Hemeroteca del Buitre

No recuerdo la fecha exacta de mi dimisión. No duré ni un mes al frente de ese proyecto sin pies ni cabeza. Me consta, eso sí, que en diciembre de 1977 yo había comunicado oficialmente mi baja como director del semanario en el Registro Oficial del Ministerio. Sí recuerdo perfectamente que, a finales de noviembre, el notario-presidente me entregó un reportaje, con fuentes poco identificadas, sobre Santacreu, un empresario catalán, titulado “Un contrabandista financia a Fraga”. Iba firmado por “Equipo Reporter”. Naturalmente, le advertí que podríamos incurrir en problemas judiciales, y le pedí el nombre del autor o de la persona que se hiciera responsable como autor del contenido de aquel reportaje. Yo no podía publicar anónimos. Me dijo que él era responsable como autor y que, por razones obvias, no debía firmarlo con su nombre. Con esa condición, acepté publicarlo a finales de noviembre, en el último número que llevaba impreso mi nombre como director.

La querella de Fraga Iribarne no se hizo esperar. El notario Antonio García Trevijano negó ante el juez ser responsable de ese artículo, por lo cual, a falta de autor, la acusación por delito de injurias recayó sobre mí como director. Inolvidable fue el careo al que nos sometió el juez del caso, ya que yo había declarado que el responsable como autor era Trevijano, y éste lo había negado reiteradamente.

Unos días antes del careo ante al juez, en octubre de 1981, recibí una llamada del notario. Reporter había fracasado meses después de mi dimisión. Pérdidas enormes, proporcionales al ego del dueño, difíciles de cuantificar. Las vueltas que da la vida. Recibí esa llamada en mi mesa de redactor jefe de Economía del diario El País. Por tercera vez, El País había llamado a mi puerta. Todo me había sido perdonado, y el subdirector Darío Valcárcel ya no trabajaba allí.

Acudí al despacho del notario falsario y – ¡oh sorpresa! – el mismísimo Darío Valcárcel me abrió la puerta. Con sospechosa y exagerada amabilidad, García Trevijano me recibió en su despacho. Todo obsequioso y simpático, abrió las dos puertas de un armario de pared, y me mostró un montón de legajos y carpetas amontonados en su interior. Con cierto misterio, me anunció:

– “Todo eso que ves ahí son los documentos, acciones, acuerdos, etc. que me van a permitir controlar muy pronto la propiedad del diario El País. Si llegamos a un acuerdo, como estoy seguro de que vamos a conseguir antes de ver al juez, tendrás la dirección de tu periódico en tus manos”.

No sé cómo pude disimular mi asombro ante su diabólica oferta. ¿Cómo no recordar la tentación del diablo a Jesucristo en el desierto?

– “Todo esto que ves ante ti será tuyo si, postrándote ante mí, me adoras”.

No podía dar crédito a lo que estaba viendo y oyendo en aquel despacho convertido para mí en nido de víboras. Tomé asiento y aliento, y le respondí, no sin cierta parsimonia:

– “No habrá ningún problema sobre lo que vamos a declarar juntos ante el juez, ya que tú y yo sabemos la verdad. Insistiré en que tú me entregaste ese reportaje como autor del mismo. Así lo dije reiteradamente al juez, y lo mantendré en el careo”.

Le cambió la cara. Endureció su rostro. Y su simpatía se esfumó al instante. Se levantó de golpe y me despidió con cierto tono amenazante:

– “Tú sabrás lo que haces. Desprecias la gran oportunidad que te ofrezco, y pones en peligro tu
carrera”.

Salí rápidamente de aquella cueva de Alí Babá, y relaté inmediatamente a mis jefes, Cebrián y Polanco, la escena del armario de Trevijano con las acciones de PRISA que, según él, podrían darle el control de El País. Ambos me confirmaron que estaban al corriente de esos movimientos accionariales, pero que, por el momento, la oposición no tenía la mayoría suficiente. Nunca llegó a tenerla. Pero casi.

Acudí más aliviado al Juzgado, y respondí al juez lo mismo que ya tenía declarado en la instrucción del caso. Antonio García Trevijano se estiró en su asiento, administró sus silencios como si estuviera en el escenario de un teatro, y, con tono solemne, dijo:

– “Ahora estoy dispuesto a decir toda la verdad a Su Señoría. El autor fue Fernando González”.

Le miré fijamente a la cara por si podía descubrir algún color rojo o encarnado en sus mejillas. Nada. Ni rastro de vergüenza. ¡Qué cara más dura!

El juez se dirigió a mí:

– “¿Conoce usted a este tal Fernando González?”

– “Por supuesto, Señoría. Fernando González fue mi subdirector en el poco tiempo que yo fui director de Reporter. Me consta que él no fue el autor. Desgraciadamente, ha fallecido a causa de un cáncer”.

El señor juez se puso muy serio, miró al notario y concluyó el careo con una frase dura e inolvidable:

– “Vaya, vaya. De modo, señor García Trevijano, que ahora le echa usted la culpa al muerto”.

Cuatro años más tarde, el 19 de diciembre de 1986, el caso de Fraga Iribarne contra mí fue archivado sin llegar a juicio. El líder de la derecha había retirado su denuncia, y García Trevijano jamás pagó por ello. A pesar de los pesares, contra Franco nunca escribimos mejor.