16 abril 2007

Matanza en la Universidad norteamericana de Virginia: El estudiante Cho Seung-Hui asesina a 33 personas entre compañeros y profesores

Hechos

  • La masacre de Virginia Tech fue un asesinato masivo que ocurrió el 16 de abril de 2007 en el Instituto Politécnico y Universidad Estatal de Virginia (conocido como Virginia Tech), en Blacksburg, Virginia, Estados Unidos. En el incidente murieron 33 personas, incluyendo al único autor que inició el tiroteo, Seung-Hui Cho (23), un estudiante surcoreano de literatura inglesa, criado en Virginia y residente en la universidad.

17 Abril 2007

Otra vez las armas

EL PAÍS (Director: Javier Moreno)

Leer

El nombre de la Universidad Politécnica de Virginia y el de la localidad de Blacksburg se unen desde ayer a la infame lista de comunidades escolares norteamericanas golpeadas por la locura de una matanza. La tragedia, que dejó una treintena de muertos a tiros, todavía debe ser investigada, pero es fácil reconocer un modelo común: la facilidad de acceso a las armas en Estados Unidos. Es lo que pasó en 1999 en el instituto de enseñanza media de Columbine, en Colorado, cuando dos estudiantes mataron a 12 compañeros y un profesor antes de suicidarse, o lo que ocurrió en 1966 en la Universidad de Tejas, donde murieron 16 personas y que hasta ayer tenía el triste récord de muertes.

«Una tragedia de proporciones monumentales», dijo ayer el rector del centro. Pero declaraciones similares se escucharon en las tragedias anteriores. Columbine reabrió el debate sobre la necesidad de articular controles sobre las armas; la discusión endureció algunas leyes y reforzó la seguridad en los centros escolares, pero las restricciones dependen de los Estados y las medidas de control son sistemáticamente desafiadas por la interpretación abusiva de la Segunda Enmienda de la Constitución, redactada antes de que hubiera un Ejército federal y la Guardia Nacional, y que dice que «siendo una milicia bien preparada necesaria para la seguridad de un Estado libre, el derecho a tener la responsabilidad de un arma no debe ser vulnerado».

Cuenta también el hecho de que Virginia, en donde tiene su sede la poderosa Asociación Nacional del Rifle, el lobby de las armas, siempre ha estado a la vanguardia del extendido e histórico amor a las armas presente en todo el país. En todo caso, esta tragedia relanzará el debate y habrá nuevas voces que pedirán el refuerzo de los controles de armas ya existentes; quizá el nuevo equilibrio de fuerzas en el Congreso permita avances en este sentido, pero no hay que hacerse ilusiones: en las campañas electorales, los candidatos raramente se permiten respaldar iniciativas de control. Es más popular hacerse fotos con indumentaria de cazador.

«¿Alguien puede responder por qué parece que los buenos mueren antes? ¿Alguien puede decirme por qué? ¿Alguien puede decirme por qué?», cantó elrapero Tupac Shakur recordando a las víctimas de la escuela de Columbine. Años después, la pregunta es la misma. La respuesta sigue flotando en el aire.

18 Abril 2007

El terror que no se combate

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

Leer

La Policía reveló ayer la identidad del asesino que la víspera entró en la Universidad Politécnica de Virginia, en EEUU, y dio muerte a 32 personas antes de suicidarse: Cho Seung Hui, 23 años, surcoreano y estudiante del centro. El perfil de las personas que cometen asesinatos indiscriminados raramente explica la causa de la tragedia. Hasta el pasado domingo, seguramente Cho era un estudiante más, quizá retraído, solitario han dicho algunos, pasando por un mal momento, es decir, como millones de adolescentes en todo el mundo. Como en tantas otras matanzas, la explicación no está tanto en la psicología desviada del asesino como en la facilidad con la que éste pudo hacerse con dos armas de fuego.

Seguramente la tragedia de Virginia reabrirá el debate sobre la laxitud de las leyes estadounidenses respecto a la tenencia de armas, pero no por mucho tiempo. De hecho, resulta pasmoso constatar cómo la conmoción ayer en aquel país no respondía tanto a la ocurrencia de un crimen tan absurdo como al hecho de que en éste se haya batido el récord de víctimas. Parece que en buena medida la sociedad estadounidense ha asumido que periódicamente ha de padecer este tipo de tragedias y sólo el número de muertos es ya motivo de impacto. Desde luego, las palabras de Bush tras la masacre no fueron muy diferentes de las que podría haber utilizado para lamentarse por una catástrofe natural.

¿Por qué un país que ha reaccionado con tanta decisión las escasas veces que el terrorismo exterior lo ha golpeado deja que este terror interno y cotidiano siga segando más vidas y responde sólo con el duelo? ¿Por qué los atentados del 11-S permitieron justificar el recorte de libertades civiles mientras que cada vez que se intenta endurecer las leyes para la tenencia de armas se evoca como sacrosanta una enmienda constitucional del siglo XVIII?

Asumiendo que cualquiera que lo desee tiene derecho a comprar un arma, las autoridades han decidido trasladar el peso de la protección a las escuelas y universidades, invitándolas a poner más arcos detectores y más vigilancia en las aulas. En el caso de Virginia, la Policía tendrá que dar una explicación más convincente de por qué asumió que el asesinato de dos estudiantes a las 07.15 era el fin de la historia y que el asesino había dejado el campus y el Estado, desperdiciando las dos horas que mediaron antes de que matara a otras 30 personas. En cada caso -Columbine, la escuela amish, etc.- seguramente podría haberse hecho algo de diferente manera. Pero eso no puede ocultar el nexo común que une a todas estas matanzas y que convierte a personas violentas -las que alberga cualquier sociedad- en asesinos en masa.