24 abril 2019

El PP le había propuesto como candidato al Parlamento europeo con un sueldo muy superior al que tendrá ahora como candidato por Ciudadanos a las autonómicas

Mazazo al PP: El expresidente de Madrid, Ángel Garrido García anuncia que se pasa a Ciudadanos en plena campaña electoral

Hechos

El 24.04.2019 D. Ángel Garrido apareció por sorpresa en un mitin de Ciudadanos su abandono del Partido Popular y su pase a ese partido.

Lecturas

El 24 de abril de 2019 en plena campaña electoral para las elecciones generales D. Ángel Garrido García, el que fuera presidente de Madrid por el PP hasta el pasado 11 de abril y que aún era candidato del PP a eurodiputado en las próximas elecciones (su nombre figuraba como número 4 en la lista del PP al parlamento europeo en la lista provisional mandada al BOE) participa por por sorpresa en un mitin electoral de Ciudadanos anunciando su pase al partido naranja y su respaldo a que D. Albert Rivera Díaz sea el nuevo presidente del Gobierno y a D. Ignacio Aguado Crespo como candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid.

D. Ángel Garrido García sustituyó a Dña. Cristina Cifuentes Cuenca como presidenta de la Comunidad de Madrid tras la dimisión de esta por los escándalos del Master y el robo de cremas y aspiraba a ser el candidato del PP a la presidencia de Madrid en las elecciones autonómicas de este año, pero D. Pablo Casado Blanco eligió en su lugar a Dña. Isabel Díaz Ayuso, decisión de la que se enteró el Sr. Garrido García por los informativos. Como premio de consolación al Sr. Garrido se le designó canditato al parlamento europeo en un puesto de elección segura (número 4) y con muy buen sueldo, pero este ha preferido renunciar a ello y pasarse a Ciudadanos dando una estocada a su antiguo partido.

25 Abril 2019

Deslealtad para dañar al PP

ABC (Director: Bieito Rubido)

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El sorpresivo fichaje del ya expresidente de la Comunidad de Madrid, Ángel Garrido, por parte de Ciudadanos convulsionó ayer el panorama político a cuatro días de las elecciones generales. Garrido, que en primera instancia apoyó a María Dolores de Cospedal en las primarias del PP, y después a Soraya Sáenz de Santamaría, nunca contó para el nuevo PP de Pablo Casado. Solo los meses de un eficaz servicio a su partido como sustituto de Cristina Cifuentes, y su sobrevenida lealtad a Casado, al que pidió reiteradamente sin éxito concurrir como candidato en las elecciones autonómicas, le valieron un puesto de escaño asegurado en la lista europea del PP. Sin embargo, Garrido ha negociado en secreto con Ciudadanos con el carné del PP aún en el bolsillo. Sin duda, ha sido un eficaz gestor y ha acumulado méritos suficientes como presidente de una Comunidad convertida en el motor económico de España. Pero este gesto inopinado de abandono del PP por la puerta de atrás, con aires de vendetta y rencor acumulado, es representativo de la cara más agria de la política y solo puede ser interpretado como una traición alevosa porque ya había aceptado conformar la lista europea popular. Moralmente debió rechazarlo si tenía claro que su futuro estaba en el partido de Albert Rivera.

Para anunciar el fichaje, Garrido y Cs han escogido el momento que más daño pudiese causar a Casado, aunque está por ver que realmente tanto él como su nuevo partido salgan beneficiados. Garrido es un solvente servidor público, pero nunca fue un líder carismático con acreditada capacidad para arrastrar masas a las urnas. Además, la hemeroteca es demoledora. Si su premeditada fuga se debiese a un legítimo proceso de evolución ideológica personal, podría tener sentido. Pero no es así. Hace muy poco, Garrido dijo que Cs es el partido de la «extrema nada», y que solo sabía «naufragar en su indefinición ideológica» pues era «el tonto útil de la izquierda». Sin embargo, ahora sostiene que es el único proyecto en el que se siente «cómodo». Como mínimo es extraño e incoherente. Como máximo, bastante cínico y poco creíble, porque si antes Cs era un partido que acusaba a Garrido de representar «al partido más corrupto de España», ahora resulta ser «el que mejor representa el centro liberal y la moderación». Garrido se ha retratado a sí mismo con su concepto de la congruencia. Pero también lo hace Rivera con sus fichajes «estrella» provenientes de PP y PSOE, porque no dejan de ser golpes de efecto arriesgados que dilapidan su concepto de regeneración política. Fichar a candidatos procedentes de partidos que Cs desprecia supone una bofetada a sus propias bases. Como lo han sido las chapuceras primarias sospechosas de manejos inmorales y pucherazos. La deslealtad y el oportunismo en política son malos consejeros.

25 Abril 2019

Garrido o la disputa por el centroderecha

EL MUNDO (Director: Francisco Rosell)

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EL SORPRESIVO fichaje de Ángel Garrido por Ciudadanos no entraña únicamente una cuestionable decisión personal sino también una abierta disputa entre las dos formaciones que aspiran a liderar el espacio del centroderecha. Por mucho que su perfil ideológico encaje en el proyecto naranja, el ex presidente de la Comunidad de Madrid no ha sido leal con el partido en el que ha ocupado cargos desde 1995 y que le había ofrecido un puesto de salida en la lista europea, puesto aceptado por el hoy ya candidato de Cs. Ahora bien, sería insuficiente circunscribir este episodio a una vendetta personal, cuando en los debates televisivos ya afloró una evidente pugna entre Albert Rivera y Pablo Casado por erigirse en alternativa al sanchismo. Casado reivindicó el PP como valor seguro y Rivera, con el golpe de efecto del fichaje de Garrido al día siguiente de la buena actuación de Casado, anula el eco de ese debate.

Es legítimo que PP y Cs confronten sus respectivos proyectos, con sus diferencias programáticas, para persuadir al votante de que encarnan una opción mejor que su adversario. Pero sus bases no entenderían que, a la hora de la verdad, no cooperaran ambos para desalojar a Sánchez del poder.

25 Abril 2019

Terapia para olvidar a tu ‘ex’

Manuel Jabois

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Ciudadanos corre el riesgo de convertirse en el verdadero partido de los indignados: indignados porque les quitaron la silla

Hace unos meses, preparando un artículo sobre la renovación de candidatos del PP en Madrid, apunté de varias personas una frase que me insistieron dejara reflejada en la pieza: el exquisito encaje con que Ángel Garrido, presidente interino de la Comunidad, había asumido que no sería el candidato pese a su ambición de serlo. “Lo aceptó con muchísima elegancia”, contaban.

La elegancia en política no se entiende salvo como preámbulo de la traición. En general, aceptar con muchísima elegancia las malas noticias es algo despiadado. Prueba de ello es el momento en que Ciudadanos hace público el fichaje de Ángel Garrido: a cuatro días de las elecciones generales y dos horas después de que la candidata a la Comunidad, el puesto que ansiaba Garrido en el PP, dijese en un desayuno con Vanity Fair que Madrid ya no es lo que era porque no se encuentra ni un atasco. Como echar de menos aquellos momentos en el bar en el que un señor te estampaba el humo del pitillo en la cara de tal forma que te dejaba marca. Bien: hay gente que le encuentra belleza a la cosa más inesperada. Defensor de los atascos en la M-30, con el café, la música y la relajación total durante su media hora libre como padre de familia, era David Gistau, pero en lo suyo había un placer casi de flaneur en automóvil, no el fetichismo de “qué orgullo de ciudad”.

Garrido ha elegido, de todas las traiciones, la que peor le deja a él, que atacaba sin piedad a Ciudadanos y defendía hace unos días a Casado como el mejor presidente del Gobierno posible (si lo sigue defendiendo, entonces mis respetos) y peor deja a C’s, su nuevo partido, que anda con los aparejos de la pesca de arrastre por las puertas de las sedes corriendo el riesgo de ser el verdadero partido de los indignados: indignados porque les quitaron la silla. Como si la salvamización de Albert Rivera expuesta en los debates tuviera un recorrido estratégico cuyas disposiciones ampliadas recogiesen también la posibilidad de establecer alianzas insospechadas con quien antes te ponía a caer de un burro. Como Gustavo González y María Lapiedra, nunca sabes qué te vas a encontrar en el plató.

Puede presumir Ciudadanos, eso sí, de tener ya un expresidente de la Comunidad de Madrid, saltándose el desgaste del gobierno. Como los ex suelen ser una buena cantera de resentimiento, quizá C’s consiga con el tiempo formar listas con tantos que parezca que, bajo su mando, en el imperio nunca se ponía el sol, como esos partidos de fútbol de Amigos de Zidane contra Amigos de Ronaldo.