Con aquel desembolso de dinero se evitaba que las autoridades judiciales americanas siguieran investigando las conductas delictivas del grupo, algo que inquietaba a Roures y a su socio Tatxo Benet, los máximos responsables de Mediapro e Imagina. Un comportamiento mafioso que investigaron los agentes del FBI durante más de tres años y que la Fiscalía de Nueva York completó para presentar los cargos de fraude.
Mediapro, por tanto, se vio obligada a asumir los delitos de los sobornos a altos cargos de las asociaciones caribeñas de la FIFA para hacerse con las retransmisiones de los partidos de fútbol de la fase de clasificación de los mundiales de 2014, 2018 y 2022.
Cuando saltó el escándalo, Roures y Benet desviaron toda la responsabilidad en aquellas prácticas corruptas hacia sus altos cargos de la delegación de Miami, en la filial en Estados Unidos de Imagina, que entonces se llamaba Media World. Dos de sus ejecutivos se declararon culpables, al tiempo que el empresario trotskysta se lavaba las manos. Las investigaciones, en cambio, averiguaron que la trama llegaba a Madrid y Barcelona desde donde se hicieron los pagos. Era poco creíble que decisiones de tal envergadura, que comportaban grandes cantidades de dinero, se adoptaran en una sucursal en el extranjero sin pasar por la cúpula de Mediapro.
El fiscal del caso, Richard Donoghue, lo dejaba muy claro en una nota de prensa: “Las empresas que operan en Estados Unidos tienen la obligación de asegurarse de que sus directivos no se implican en una conducta corrupta”.
Tras el acuerdo con la Fiscalía neoyorkina, la matriz española de Mediapro se comprometía a pagar una multa de 11 millones de euros e Imagina USA, el resto. Los nueve millones de euros incluían otras sanciones así como la restitución económica del soborno a diferentes asociaciones de la FIFA: a la Unión Caribeña de Fútbol (2,5), a la Federación Hondureña de Fútbol (1,4), a la Federación de Guatemala (0,7), a la Federación de Costa Rica (0,5) y a la Federación de El Salvador (0,5). La multa obligaba a Mediapro a la devolución de los beneficios obtenidos por medio de los sobornos y pagos irregulares.
Según las pesquisas del FBI, el grupo Mediapro llegó a pagar 5,5 millones de euros en sobornos para conseguir la retransmisión de los partidos de fútbol sólo en la zona del Caribe.
El grupo Imagina/Mediapro durante el juicio en Nueva York reconocieron que los pagos irregulares comenzaron en 2008 e insistieron en que los responsables estaban ubicados en Miami. En la ciudad de Florida, Roures había posicionado su grupo hacía casi 20 años para ofrecer productos de televisión a la población hispana.
Delitos de hasta 20 años de cárcel para el nº 2 del ‘rey del fútbol’ en TV
La acusación presentada por la Corte Federal de Brooklyn contra Gerard Romy, número 2 del ‘rey del fútbol’ en TV Jaume Roures, incluye cargos que contemplan condenas de hasta 20 años de cárcel. El ex CEO de Mediapro, acusado por el pago de sobornos a directivos de la FIFA, se enfrenta a una serie de delitos perseguidos en Estados Unidos por la ley RICO, que se aprobó en 1970 para combatir a la Mafia.
Romy, fundador y ex accionista de Mediapro, se defenderá en el banquillo de los acusados de los delitos de pertenencia a crimen organizado, que incluye la extorsión y la coacción; fraude electrónico, por las transferencias a Estados Unidos de dinero de procedencia ilícita; y lavado de dinero, por el uso de dinero negro que pasó por paraísos fiscales y que estaba dirigido a la comisión de un delito.
El escrito de la Justicia americana, que desvela OKDIARIO, mantiene que “cada uno de los delitos conlleva un máximo de 20 años de prisión y, si son declarados culpables, cada acusado se enfrenta a una restitución obligatoria, confiscación de bienes y una multa”.
La acusación señala a Romy, el hombre de confianza Roures hasta que estalló el caso Fifagate y optó por vender sus acciones de Mediapro a un holding chino, como uno de los integrantes de una trama que conseguía los derechos televisivos del fútbol por medio del pago de sobornos a altos cargos de las federaciones centroamericanas de la FIFA.
Ejecutivo de Mediapro
En los años de la comisión de los hechos delictivos, Romy era el tercer miembro de la cúpula de Mediapro y hombre de confianza de Roures. Quienes conocen por dentro las entrañas del grupo audiovisual catalán coinciden en señalar que “en Mediapro no se movía un papel si la autorización de Roures y mucho menos los tres millones de dólares que pagaron de una tacada al presidente de la CONCACAF, Jeff Webb”.
Gracias a esos pagos Roures y Mediapro pudieron conseguir los derechos de comercialización para las fases de clasificación de varias ediciones de la Copa del Mundo, incluyendo la organizada por Rusia en 2018 y la programada en Qatar en 2022.
Según los cargos presentados contra Romy, él y sus asociados “corrompieron la compañía, vinculándola en diversas actividades criminales, incluyendo fraude, soborno y blanqueo de capitales”.
Las acusaciones de la Justicia americana, que no descansa ni en medio de la pandemia del coronavirus, además de a Romy incluye a dos ejecutivos de la cadena Fox Sports y los propietarios de la empresa Full Play, socio estratégico de Mediapro en Argentina.
Con el señalamiento para que Romy se siente en el banquillo de los acusados en la Corte Federal de Brooklyn, todos miran a Roures y Benet, los grandes capos de Mediapro. Ambos corren el riesgo de que su ex socio hable más de la cuenta y que suceda lo que ya adelantan los fiscales: “El caso sigue abierto y puede caer más gente”
En la empresa de Roures señalan que Romy siempre tuvo dependencia de quien era su socio. Aunque disponía del mismo número de acciones, el editor del diario podemita Público tenía un mayor poder. Cuentan que cuando se produjo el escándalo de Roures y su ayuda a unos militantes de Batasuna, TV3, donde trabajaban, decidió ponerlos de patitas en la calle. Sin embargo, el compañero de viaje de los independentistas fue trasladado de la sección de Noticias a Deportes, mientras Romy fue despedido y terminó en una televisión privada.
Como ha sucedido con el caso FIFA, Romy se convirtió en TV3 en el chivo expiatorio. En Mediapro, como informa un ex alto directivo, todas las decisiones se tomaban entre los tres fundadores, aunque siempre prevalecía la última palabra de Roures.