7 abril 1988

El que fuera su banco ahora está acaudillado por Mario Conde

Muere Aguirre Gonzalo, ex Presidente del Banco Banesto y también ex Presidente del periódico EL DIARIO VASCO

Hechos

José María Aguirre Gonzalo fallece el 7 de abril de 1988. Fue Presidente del Consejo de Administración del periódico El Diario Vasco entre 1957 y 1969.

Lecturas

José María Aguirre Gonzalo fallece el 7 de abril de 1988. El empresario fue presidente de Agroman y del Banco Español de Crédito (banco Banesto). En el sector mediático fue presidente del Consejo de Administración del periódico El Diario Vasco entre 1957 y 1969.

08 Abril 1988

Aguirre Gonzalo

ABC (Director: Luis María Anson)

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Cuando desaparece una figura de la talla de don José María Aguirre Gonzalo es obligado considerar que con ella se esfuma una vida ejemplar. Lo fue, en primer lugar, por su preparación científica, técnica, como hombre de empresa. Lo fue, además, desde sus primeros pasos. Aceptó el reto, de considerable dureza entre nosotros que significaba entonces el estudiar en una Escuela Especial de Ingeniería, la de Caminos, donde él se graduó; contribuyó a la modernización de España con altos niveles de exigencia. Probó esta institución que era capaz de ir mucho más allá de su concreta especialidad. Nombres como los de Sagasta, Echegaray, el conde de Guadalhorce, muestran de que modo los lugares presididos por el rigor, por la altura intelectual, contribuyeron al bienestar colectivo. Uno de los frutos sazonados de esa Escuela fue Aguirre Gonzalo.

Ejemplar también fue su trabajo continuo, su actividad como ingeniero primero, como empresario cada vez más destacado después. Desempeñó todos los puestos, además con la difícil facilidad de las personas de relieve. Aguirre se convirtió así en un persona fundamental de nuestra diaria vida económica. Desde ella además impartió en bien de todos el don del consejo. Es difícil cubrir el hueco de quien, ante Juntas Generales, en los más variados medios de comunicación, en ámbitos académicos, fue capaz de señalar a los españoles cuál era la más correcta doctrina económica. Ajeno siempre a veleidades políticas, incapaz también de decir otra cosa que su verdad, Aguirre Gonzalo se mantuvo incontaminado por modas y por arribismos. De esta forma, una opinión suya tenía un valor sustantivo.

Fue también ejemplar su patriotismo. No era don José María Aguirre persona dada a frases ampulosas. Tampoco era aficionado a acercarse a los mundillos de trepadores. Sin embargo siempre estuvo dispuesto a aceptar la servidumbre que significaba estar en parte de su tiempo al servicio de la comunidad española. Por eso sin ser político profesional, estuvo presente en compromisos de alto vuelo. Cuando se le requirió allí estuvo con su buen criterio y talante crítico. No son escasos los servicios que prestó. La relación de los mismos impresiona. Y prestó a la cultura una receptividad intensa. En sus últimos años leía a los escritores espirituales del siglo de oro.

Quede para el final el recuerdo que debe hacérsele desde los periódicos. Aguirre no rehuyó el contacto con ellos. Ayudó en lo que pudo – en ocasiones mucho – al quehacer de los informadores.

Conviene que todos tengamos conciencia de que acaba de desaparecer una personalidad singular, y que sin él el mundo de la empresa española concluye un capítulo de su historia.

08 Abril 1988

Aguirre Gonzalo ha encontrado empleo

Luis Ignacio Parada

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«Oiga usted, jovencito, allí donde yo vaya no me faltará trabajo». Fue la contestación de José María Aguirre Gonzalo, allá por 1964, a un agresivo periodista que dio a entender en una pregunta que los banqueros son seres privilegiados que viven sin trabajar y que incluso si no tuvieran sus cargos se morirían de hambre. Era a los postres de uno de los almuerzos del Ritz que durante varios años convocó ‘por el placer de hablar con ustedes, porque éste es su trabajo… y pagando de mi bolsillo, ¿eh?». Hace apenas 6 meses quien esto escribe contó en este rincón la fábula de la gallinita roja. Ya saben. Aquella que no encontró ayuda en sus compañeros de la granja, la vaca, el pato, el cerdo y el ganso, para sembrar el trigo, recolectarlo, amasar el pan y hornearlo y luego recibió la visita de un agente gubernamental con instrucciones para repartir con los vagos el fruto de su trabajo. Al día siguiente llegó una carta a la Redacción que decía: «Le felicito muy calurosamente por la decisión de la Gallinita Roja. A ver si lo comprenden alguna vez. Un fuerte abrazo». Debajo, una firma. En el membrente, sin ningún cargo, sólo un nombre: José María Aguirre Gonzalo. «Sorpréndame la muerte en medio de mi labor», decía Ovidio. Y añadía Salustio: «Cada uno es artífice de su propia fortuna». (Don José María: allí donde está no le faltará trabajo).

Luis Ignacio Parada.