30 septiembre 2012

Se enfrentó a Richard Nixon por los papeles del Pentágono en 1971

Muere Arthur Ochs Sulzberger (padre) patriarca de la familia propietaria de THE NEW YORK TIMES

Hechos

El 29.09.2012 falleció Arthur Oschs Sulzberger.

Lecturas

El editor judío Artur Ochs Sulzberger, que presidía el periódico en el momento en que se publicaron los ‘papeles del pentágono’ falleció en septiembre de 2012. Artur Ochs Sulzberger se hizo con la edición del periódico en 1963 cuando murió repentinamente Orvil E. Dryfoos, su cuñado y antecesor en el cargo. Desde 1992 Ochs Silzberger había ido cediendo competencias a su hijo Arthur Sulzberger Jr., que desde 1997 tenía toda la responsabilidad editorial del medio

30 Septiembre 2012

Legendario editor del 'Times'

María Ramírez

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Con 37 años, Arthur Ochs Sulzberger se convirtió en 1963 en el editor más joven del New York Times. Sabía que despertaba suspicacias: el consejo editorial le había evitado dos años antes a favor de un cuñado, él se había lucido poco como corresponsal del diario y muchos cuchicheaban sobre su juventud. «Mi primera decisión ejecutiva es no vomitar», le dijo a una hermana tras su primer día como nervioso jefe.

Había crecido en una mansión de la Quinta Avenida, se codeaba con políticos desde que era niño y le parecía normal que un explorador le pusiera su nombre a un pico en la Antártida. Pero también había madurado como marine durante la Segunda Guerra Mundial y le gustaba la prensa.

Llegaba a la cumbre justo en el primer año en siete décadas en que el diario perdía dinero y en medio de una huelga en la rotativa que duró más de 100 días. Pero también en un momento en que la actualidad le permitía hacerse respetar.

Sin dudarlo, defendió a su corresponsal en Asia de las presiones de John F. Kennedy. En 1964, ganó el caso de difamación conocido como Times v. Sullivan en el que el Supremo dictó que la Primera Enmienda protege la información sobre cargos públicos, incluso la errónea mientras el reporterismo sea de buena fe. En 1971, defendió la publicación de los llamados Papeles del Pentágono, la crónica secreta de la guerra de Vietnam y de los manejos de EEUU en la región durante un cuarto de siglo. Años después, el editor reconocería que estaba «muerto de miedo» y pensaba que la Administración haría quebrar el periódico y ningún abogado querría defender su caso. Además, como ex marine, temía ofender a los militares, pero su conclusión fue que el público tenía derecho a saber lo que hacía su Gobierno.

La otra manera de hacerse respetar consistió en relanzar el negocio. Obseso del orden en su mesa y en la empresa, impuso la coherencia en la organización. Fundió la edición dominical con la del resto de la semana, cerró delegaciones ruinosas y sacó la compañía a Bolsa en 1969.

Una vez pasados los recortes, también empezó a invertir porque quería que el negocio no sólo dependiera del diario. Cuando dejó el puesto de presidente en 1997, la compañía tenía 21 periódicos regionales, ocho televisiones, dos radios, una agencia de noticias y un diario europeo, el Herald Tribune.

Los años 60 y 70 estuvieron marcados por disputas laborales con una relación turbulenta entre Sulzberger y los sindicatos, que denunciaron a la compañía por discriminación contra las mujeres y estaban en pie de guerra constante con huelgas contra la nueva tecnología.

Cuando creía que había logrado pacificar las relaciones laborales, el Times se enfrentó a la recesión de 1975, especialmente aguda en Nueva York. Como parte de un plan para superar la crisis, el diario amplió sus contenidos con nuevos suplementos de deportes, ciencia y decoración y modernizó su apariencia, que pasó de ocho a seis columnas. Algunos competidores atacaron entonces al periódico por «trivializar» la información con suplementos ligeros, pero el éxito entre los lectores enseguida le dio la razón a Sulzberger, que se defendió ante los críticos, como el Wall Street Journal. «Un Times con finanzas sanas es bueno para nuestros lectores, nuestros anunciantes, nuestros accionistas y nuestros empleados. Es bueno para la prensa. Un periódico que esté en quiebra no va a poder gastarse el dinero necesario para financiar el reporterismo agresivo y cuidadoso», escribió el editor al Journal.

A veces no estaba de acuerdo con la línea editorial, que consideraba demasiado izquierdista, pero varios directores aseguran que no intervenía en el contenido. En una de las pocas ocasiones en que insistió en apoyar a un candidato demócrata en unas primarias, el diario publicó una carta de desaprobación del jefe de opinión.

«Su pertinaz creencia en el valor de la información de calidad siempre estará con nosotros», dijo ayer su hijo y sucesor al frente del Times. «Creía firmemente en la importancia de una prensa libre e independiente, que no teme buscar la verdad, pedir cuentas al poder y contar las historias que deben ser contadas», dijo el presidente Barack Obama.

Su brillantez como editor hizo perdonar algún tropiezo como reportero cuando trabajó como corresponsal en los años 50 en Londres, París y Roma. Una mañana de 1955, en su día libre, asistió como espectador a una carrera en el circuito de Le Mans que acabó en tragedia. Un corredor perdió el control del coche y arrasó al público. Murieron 83 personas. Sulzberger era el único reportero del Times allí, pero no avisó a su periódico.