29 junio 1975

Tras haber luchado en la División Azul fue varias veces encarcelado durante la etapa final de la dictadura y mantuvo contactos con opositores de izquierda incluyendo el PSOE de Felipe González

Muere Dionisio Ridruejo, el poeta que evolucionó del ala más filonazi del fraquismo a la oposición a la dictadura desde la socialdemocracia

Hechos

El 29 de junio de 1975 falleció D. Dionisio Ridruejo.

Lecturas

El poeta y político español D. Dionisio Ridruejo Jiménez ha muerto en Madrid este 29 de junio de 1975.

Nacido en Burgo de Osma (Soria) el 12 de octubre de 1912, Ridruejo fue simpatizante de José Antonio Primo de Rivera, por lo que ocupó diversos cargos políticos.

En 1940 fundó la revista Escorial, y dos años después se alistó en la División Azul.

Su posterior alejamiento de la falange y del régimen franquista hizo que fuera objeto de persecuciones y confinamientos.

En 1957 creo el Partido Social de Acción Democrática.

Tras participar en 1962 en una reunión de dirigentes de la oposición celebrada de Munich (‘el contubernio’), se vio obligado a exiliarse a París (1962-1964).

De nuevo en España, participó en la fundación de la Unión Social Demócrata Española (1974). Como poeta pertenece a la generación del 36 que, por su consciente búsqueda de la perfección formal, ha sido calificada de ‘garcilasista’.

29 Junio 1977

El Iegado de Dionisio Ridruejo

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián)

Leer

Hoy se cumple el segundo aniversario del fallecimiento de Dionisio Ridruejo. Con motivo de la exposición instalada en la Biblioteca Nacional, algunas autorizadas voces han puesto de relieve las dimensiones humanas, literarias y artísticas del gran escritor castellano. Pero lo que nos interesa destacar en esta fecha es otra faceta de aquella entrañable, generosa y rica personalidad: su dedicación al restablecimiento de las instituciones democráticas y de las libertades en España.En la madurez de su vida, Dionisio Ridruejo no conservaba ni un solo rasgo de carácter ni una brizna de pensamiento de su pasado falangista. La superación de esa etapa la realizó por una doble vía: mediante la reflexión teórica, a través de artículos y trabajos, y através de la lucha práctica contra un sistema del que se había apeado cuando ni se divisaba siquiera la posibilidad de su desaparición. Estos dos elementos fueron los que dieron a la personalidad de Dionisio Ridruejo no sólo el inconfundible sabor de la autenticidad, sino su profundidad de, convicciones democráticas. Y fue precisamente esa seguridad en sus ideas y esa rectitud de su conducta lo que le permitió hablar siempre de su pasado sin tratar de ocultarlo o desvirtuarlo. Porque sólo quienes -como él teorizaron críticamente sobre su anterior- pensamiento antidemocrático y respaldaron con su conducta, mediante el abandono del poder y el combate contra la dictadura, la condena del franquismo puede presentarse ante sus conciudadanos, como verdaderos demócratas, sin levantar sospechas acerca de la superficialidad y oportunismo de sus convicciones.

En estos tiempos de. cambio son muchos quienes han transformado su viejo sistema de creencias autoritario por otro nuevo formalmente democrático. Seria injusto abrir un proceso de intenciones a todos los protagonistas de este cambio, e imposible exigir, con efectos retroactivos, las pruebas de sinceridad -el destierro, la cárcel, el exilio, las privaciones económicas- que diera Dionisio Ridruejo a lo largo de tres décadas. Pero aquel auténtico «hombre de la reconciliación», que diseñó a comienzos de los años cincuenta las grandes líneas de la España actual y que lo hizo desde el campo de los vencedores, deja un legado a los políticos que hoy recogen los frutos que él contribuyó a sembrar. La enseñanza de que la política no es sólo la búsqueda y disfrute del poder; de que hay normas y principios éticos que configuran la vida pública; de que la democracia lleva implícita una tensión moral que da significado a las formas jurídicas y las instituciones. No todos los políticos que actualmente aspiran al poder o que lo ejercen han sido héroes bajo el franquismo o pueden presentar sus manos limpias de represiones o cohechos. Pero a todos habría que exigirles, por lo menos, que no traicionen el espíritu de las instituciones democráticas a las que ahora juran lealtad. Un espíritu que Dionisio Ridruejo supo encarnar en su vida y su obra desde que, en un impresionante ejercicio de honestidad intelectual y moral, abandonó un poder todavía en sus horas altas para reunirse, en la calle o en las prisiones, con los compatriotas que lo padecían.