2 junio 1995

Convivió tanto con la SER de los Garrigues y los Fontán como posteriormente con la de PRISA

Muere Emilio García Gómez, miembro del Consejo de Administración de la Cadena SER durante 40 años (1955-1995)

Hechos

El 2 de junio de 1995 se hizo público el fallecimiento de D. Emilio García Gómez.

02 Junio 1995

Un homenaje truncado

Jesús Polanco Gutiérrez

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La muerte ha sorprendido a Emilio García Gómez en el umbral del homenaje que el mundo cultural y artístico español se aprestaba a ofrecerle con motivo de los 90 años de vida que, desgraciadamente, no llegó a cumplir.Muy pocos sabían que, casi coincidiendo con dicha efemérides, García Gómez habría celebrado también un aniversario de especial significado para nosotros: los 40 años de su pertenencia ininterrumpida al consejo de administración de la Sociedad Española de Radiodifusión. Para conmemorarlo con él, habíamos citado a una representación nutrida de la intelectualidad y los medios de comunicación españoles a un acto que se ha visto truncado por la fatal noticia. No me resisto a hacer público ahora el homenaje que, en nombre de todos los compañeros de la SER, queríamos ofrecerle porque la vida de don Emilio ha sido paradigma y ejemplo de muchas cosas. Y quiero expresar, con toda humildad, la mínima reflexión que me hubiese gustado compartir con él el próximo lunes.

Don Emilio era un hombre multifacético, curioso, sagaz y preocupado por la vida. Embajador en Bagdad, Beirut y El Cairo, catedrático de lengua y literatura árabes en la Universidad de Madrid, miembro de las Academias Española y de la Historia, premio Príncipe de Asturias y doctor honoris causa por varias universidades. Éstos y otros méritos son sobradamente conocidos porque su trayectoria intelectual y la riqueza de su personalidad han enriquecido nuestra convivencia y nos han hecho conocer nuestra historia, nuestra poesía y nuestras letras. Su aportación fue decisiva para el conocimiento del arabismo y la recuperación de una tradición abandonada en 1492, que Carlos III y la Ilustración retomaron en nuestro país.

Vinculado a la SER desde el 18 de junio de 1955, su participación en los quehaceres de la cadena de radio decana de España fue ininterrumpida desde esa fecha. Y es sobre este punto de la relación entre los intelectuales y los medios de comunicación sobre el que quiero hacer incidencia. Durante décadas y por motivos diferentes hemos visto con demasiada frecuencia cómo los creadores de cultura y los sistemas de producción y distribución de nuestro país se dieron la espalda. Para decirlo a las claras: los intelectuales y la industria mediática. tendían a desconocerse cuando no a hostilizarse mutuamente. Esta situación, corregida en gran parte, tras la llegada de la democracia, pervive aún hoy en muchos ambientes, con grave daño para los medios de comunicación y sus usuarios. La atención al mundo intelectual, en permanente diálogo con él, ha distinguido, sin embargo, y distinguirá siempre, a nuestras empresas. La ejemplaridad de don Emilio, que colaboró activa y asiduamente con las tareas de la SER es, por eso, admirable. Y nos habla de su modernidad, su indomable espíritu, sus ganas de conocer mundos, cosas y gentes nuevas.

Me hubiera gustado, como digo, compartir esta meditación con Emilio García Gómez y los invitados por la SER al acto de la próxima semana. Hoy quiero, por lo mismo, contribuir al merecido elogio que recibe desde tantos sectores de la vida española y sumarme, en nombre de todos cuantos trabajamos con. él, al dolor de su viuda y de sus innumerables discípulos y amigos.

Jesús de Polanco

02 Junio 1995

Adiós a un sabio

EL PAÍS (Jesús Ceberio)

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LA ÚLTIMA gran joya de la que se ha dado en llamar edad de plata de la cultura española se ha extinguido a unos días de lo que habría sido su 90º cumpleaños. Emilio García Gómez había pasado ya, anticipada pero no prematuramente, a la historia como el mayor arabista español de todos los tiempos. Pero siendo este título de muy probada alcurnia, no podía hacerle plena justicia. Con más de 60 años de trabajo científico como historiador, filólogo, traductor, pensador del pasado casi siempre, fue un escritor de fuste excepcional. Destacadísimo miembro de la generación del 27, había mucho de Ortega en él y hasta algo de Lorca, aunque sus obras hayan sido tan distintas. La política atravesó su vida a horcajadas de un monarquismo siempre proclamado, cualquiera que fuera el momento de la historia, pero no dejó de ser un tangencial avatar de su existencia.En Francia se distingue entre arabista y arabizante al referirse a uno u otro tipo de intelectual dedicado a la materia. En la primera acepción hay como un mayor distanciamiento del objeto de estudio y, en la intención cuando menos, una más objetiva pretensión científica. Con don Emilio no hacía falta desentrañar el sabio sexo de los ángeles. Era un arabista que arabizaba. Y lo hacía en una de las mejores prosas que la lengua española ha conocido. Hemos perdido a un sabio.