18 mayo 1989

Muere Jesús Barros de Lis Gaspar, que pasó de antifranquista en el ‘contubernio de Munich’ a abogado del militar golpista Jaime Milans del Bosch Ussía

Hechos

El 18 de mayo de 1989 se hizo público el fallecimiento de D. Jesús Barros de Lis Gaspar.

19 Mayo 1989

Jesús Barros de Lis, abogado, defensor de Milans del Bosch

EL PAÍS (Director: Joaquín Estefanía)

Leer

Jesús Barros de Lis, abogado defensor del ex teniente general Jaime Milans del Bosch, falleció anteayer de forma repentina en la Clínica Universitaria de Pamplona, adonde había acudido para someterse a un reconocimiento médico. Barros de Lis nació en Madrid el 11 de agosto de 1928. Estudió Derecho y fue secretario general de la Unión Demócrata Cristiana y vicepresidente de la Asociación Española de Cooperación Europea.Una de las últimas tareas profesionales que llevó a cabo fue el intento de convencer a Jaime Milans del Bosch para pedir la libertad provisional debido a su avanzada edad. El abogado estaba a la espera de la respuesta del ex teniente general. Sus restos mortales fueron traslados a Madrid, donde hoy se celebrará su funeral y entierro.

02 Junio 1989

Barros de Lis

Ismael Medina Cruz

Leer

Me ha sorprendido amargamente la displicencia generalizada en torno al fallecimiento de Jesús Barros de Lis. Resumir su biografía en sólo dos hechos muy distantes – el contubernio de Munich y la defensa de Miláns del Bosch – me parece una procacidad, no sólo informativa.

Con Barros de Lis me enfrenté a mamporros cuando militaba entre los partidarios de las pretensiones dinásticas de Don Juan de Borbón y Battemberg. Nos reencontramos a bordo del avión que le conducía al destierro de Fuerteventura. Y comenzamos un diálogo fructífero en los últimos años de la vida de Franco. Así nació una sólida amistad de la que me enorgullezco.

Barros de Lis sirvió desde muy joven a sus ideales democráticos y cristianos con una generosidad y un desprendimiento insólitos en nuestro tiempo. Fue uno de los pocos que acudió a Munich con una honesta voluntad política, ayuno de cualquier proclividad de medro personal o de sectario aprovechamiento partidista. Cuando, pasado el tiempo, descubrió la turbiedad internaiconalista de la trama que se tejía tras las bambalinas de Munich, puso tierra por medio. Un hombre de su talante no podía admitir que la democracia utilizase a una banda terrorista como brazo armado – el asesinato de Carrero Blanco le abrió los ojos por completo – ni que la secesión de Vascongadas y Cataluña fuese el precio de la democratización. No invento nada en este punto.

Jesús Barros de Lis murió fiel a sus ideales democráticos. Pero a diferencia de otros muchos, antepuso siempre su profundo catolicismo y su recio amor a España a lo que, como los sistemas políticos, es contingente y se envilece cuando prescinde de esas dos exigentes referencias. Su repugnancia respecto del actual despotismo partitocrático y de su encubrimiento constitucional se afincaba en un cuadro estricto de valores y en su concepto enterizo de lo que debe ser una verdadera democracia. Tampoco en este punto renuncia a sus ideales. Doy fe.

Cuando la muerte sorprendió a Jesús Barros de Lis habíamos cubierto muchas horas de diálogo habíamos cubierto muchas horas de diálogo para escribir en común un libro en que se aunaran las memorias de ambos sobre un periodo capital de la reciente historia de España, las cuales dejarían al desnudo la verdadera catadura política de no pocos personajes. Intentarlo, aunque ya a solas, es un homenaje que debo a hombre tan cabal.

Si Jesús Barros de Lis aceptó la defensa de Jaime Miláns del Bosch y la mantuvo pese a la prohibición por éste de cualquier iniciativa que pudiera suponerse abatimiento de su honor, no fue por plurito profesional. Estaba íntima y conscientemente persuadido de que la razón y el derecho asistían a quienes fueron convertidos en cabeza de turco de la acción institucional del 23 de febrero de 1981.

Quienes en las horas difíciles se beneficiaron de su generosidad y de su envidiable y españolísimo talante liberal, le dejaron solo, incluso en las honras fúnebres. Allá ellos con su conciencia. Por su alma limpia rezamos los que con él soñábamos el rescate de España.