17 octubre 1987

Acusa al Secretario de Organización del PSOE, Txiki Benegas, de mantener negocios con el dirigente derechista de Baleares, Abel Matutes

Pablo Castellano Cardalliaget expulsado del PSOE después de insinuar corrupción interna en declaraciones al semanario EL INDEPENDIENTE

Hechos

D. Pablo Castellano fue suspendido de militancia del PSOE tras sus declaraciones a la revista EL INDEPENDIENTE del 17.10.1987.

Lecturas

castellano

El 17.10.1987 la revista EL INDEPENDIENTE, dirigida por D. Pablo Sebastián, publicó una supuesta entrevista al diputado del PSOE e histórico dirigente de este partido firmada por D. Raúl del Pozo en la que incluía declaraciones muy duras contra altos mandos socialistas y, en particular, contra el Secretario de Organización del PSOE, D. José María Benegas ‘Txiki’ al que acusaba de tener negocios inmobiliarios irregulares con D. Abel Matutes – “algunos dirigentes del PSOE están haciendo fortunas” – declaraba el Sr. Castellano en la peculiar entrevista en la que daba a entender que el Sr. Benegas presionaba a dirigentes socialistas para beneficiar sus negocios.

La reacción del PSOE no se hizo esperar y la dirección del partido, encabezada por D. Alfonso Guerra (Vicesecretario General) y el Sr. Benegas decidió la suspensión de militancia de D. Pablo Castellano.

¿Entrevista, qué entrevista?

La reacción de D. Pablo Castellano fue negar que esa entrevista había tenido lugar. Exigir al director de la revista que publicara una carta de rectificación (algo que D. Pablo Sebastián no hizo) tras lo cual pasó a demandarles.

LA HEMEROTECA DEL BUITRE contactó tanto con D. Pablo Castellano como con D. Pablo Sebastián (D. Raúl del Pozo declinó responder). El Sr. Castellano se ratificó en que él simplemente quedó a tomar algo con periodistas de EL INDEPENDIENTE y, sin decirle nada, estos le grabaron. Mientras que D. Pablo Sebastián aseguró que él estuvo presente en la primera parte de la conversación, que el Sr. Castellano era totalmente consciente de que le estaban grabando y de que había sido el político el que había solicitado la entrevista.

Guerra EL INDEPENDIENTE vs EL PAÍS

Aquel incidente también causó una guerra editorial entre la revista EL INDEPENDIENTE y el periódico del Grupo PRISA EL PAÍS, diario más leído de España considerado cercano editorialmente al Gobierno socialista.

17 Octubre 1987

Pablo Castellano: "Algunos dirigentes del PSOE están haciendo fortunas"

Pablo Castellano

Declaraciones recogidas por Raúl del Pozo

Leer

Pablo Castellano – Nosotros [Izquierda Socialista] no hemos perdido la credibilidad, no estuvimos, permanentemente, descendiéndonos y engañando. Ni hemos perdido la ética socialista y democrática.

Raúl del Pozo – Comportémonos, señor Castellano, como si no fuéramos españoles, no caigamos en la calumnia.

Pablo Castellano – Yo, por razón de mi cargo, tengo ahora mucho trato con jueces. Y varios presidentes de audiencias territoriales me alertan. Algunos de esos presidentes me dicen: “Oye, Pablo, que tus compañeros se están hinchando”. El de Burgos, el de Sevilla, etc. Viene y te cuenta el de Ibiza que llegan presiones de Madrid, concretamente de Benegas, para no clausurar KU. Iban a cerrar la discoteca porque no reunía condiciones. Lo impidieron. Esa leve anécdota refleja el descaro de mis compañeros. Porque luego te enteras además de que Benegas es socio de Matutes.

Raúl del Pozo – Matutes tiene buenas relaciones con los socialistas.

Pablo Castellano – Porque son socios. Luego le pagan haciéndolo comisario para Europa. Fraga quería llevar a Europa a Robles Piquer o a Navarro, pero de Moncloa le dieron el nombre correcto.

Raúl del Pozo – ¿Hasta donde llega la colaboración con Matutes?

Pablo Castellano – Van a hacer una urbanización en Formentera con capital español, vasco y luxemburgués de más de 6.000 millones de pesetas. Han constituido una sociedad en la que por supuesto esta Matutes. Empiezas a olfatear y te preguntas ¿pero qué está pasando aquí? Algunos dirigentes del PSOE están haciendo fortunas.

21 Octubre 1987

La aldea virtuosa y confiada

ABC (Director: Luis María Anson)

Leer

MIENTRAS Nueva York, Londres, París o Bonn viven momentos de zozobra, Madrid es una especie de aldea risueña, aislada del mundanal ruido, a la que sólo preocupan las desgarradas expresiones de honor ofendido que profiere el señor Benegas, con el coro unánime y solidario de gran parte de las emisoras de radio, de la Prensa y de la televisión pública. Nos hemos llevado años hablando de qué estamos en un mundo interdependiente, pero a la hora de la verdad no hay interdependencias que valgan: sólo nos llega el plañidero lamento del secretario de Organización del partido en el Gobierno. Lo único que tiene interés en esta pequeña historia es la coherencia de don Pablo Castellano, que ha hecho verdad eso al parecer tan difícil en la vida política española de igualar con la vida el pensamiento y consecuentemente abandonar el partido y renunciar al sillón del Consejo del Poder Judicial. No dudamos de la honradez del señor Benegas, no dudamos de la honradez de nadie, mientras no se demuestre lo contrario; de lo que sí
dudamos es de la talla política de quienes cuando el mundo internacional se encuentra azotado por un huracán de imprevisibles consecuencias, sólo tienen como preocupación obsesiva la de su honor presuntamente ofendido.

21 Octubre 1987

El baile de las frivolidades

DIARIO16 (Director: Pedro J. Ramírez)

Leer

Pablo Castellano, un socialista histórico que se ha convertido en el crítico más desenfadado del Gobierno de Felipe González y del aparato del PSOE, está siendo víctima de su propia frivolidad. La irritación del poder por un comentario suyo de sobremesa publicado en un semanario [EL INDEPENDIENTE], se ha desbordado y amenaza con acabar expeditivamente con esta característica voz de la discrepancia.

Algún día tenía que ocurrir. El dirigente de Izquierda Socialista acostumbra a transitar por la vida política llamando demasiado la atención. No se puede ir por ahí soltando maledicencias en los cenáculos. Ahora, su compañero de partido José María Benegas, que siente su imagen zaherida, quiere sentarlo en el banquillo. El secretario de organización del PSOE pretende salvar su honra y dejar claro que no tiene negocios en común con el político de la derecha y comisario europeo Abel Matutes, y con su comapñero Enrique Múgica.
Pablo Castellano admite que cometió una ligereza en su conversación de sobremesa con unos periodistas, quienes, en su opinión, han abusado de su amistad y quebrantado el carácter confidencial de sus conflictivas manfiestaciones. «Me siento lamentablemente traicionado», ha declarado. De ser cierto, estos profesionales de la información también habrían incurrido en una gravísima frivolidad, que evidentemente contribuiría al desprestigio de la prensa.

El ejercicio del periodismo debe basarse en unas normas deontológicas, y quienes no la respeten – presentando, por ejemplo, como entrevista una encerrona con magnetófono oculto – han de ser puestos en evidencia.

Lo que, en todo caso, ha convertido en escándalo una cadena de frivolidades es el hecho de que haya circulado públicamente la sospecha del tráfico de influencias a gran escala. Los dirigentes socialistas, que tanto se rasgan las vestiduras, harían mejor en no dar pie, con su talante de nuevos ricos, a la extendida creencia de que también ellos, aprovechándose de su posición del poder, se han aficionado más de la cuenta a los negocios rápidos, a los chalés en Ibiza, a la discoteca Ku, a los yates de lujo y a viajar en el avión particular del multimillonario matutes.

Pablo Castellano, que debería aprovechar la ocasión para tirar de la manta, si es que tiene datos incontrovertibles, ha reaccionado con mesura y con una gran dignidad. Su gesto de entregar el carnet del PSOE y de presentar su dimisión como miembro del Consejo del Poder Judicial es algo que le honra. Esperemos que cunda el ejemplo y confiemos en que este valioso dicharachero político no pierda definitivamente el viejo carnet ni el puesto. El incidente, por muy desafortunado que sea, hay que inscribirlo seguramente en el clima de confrontación ideológica que vive el Partido Socialista ante su próximo congreso. El debate puede animarse ahora, paradójicamente, con el símbolo de los críticos amordazado y sentado en el banquillo.

22 Octubre 1987

Sin frivolidad

Pablo Sebastián

Leer

EL INDEPENDIENTE ha publicado fielmente las eclaraciones que don Pablo Castellano hizo a don Raúl del Pozo en el curso de una entrevista. Tanto don Raúl del Pozo como nuestro semanario han tenido un exquisito cuidado con las declaraciones del Sr. Castellano y un comportamiento profesional, en nuestra opinión, intachable. Un comportamiento del que no se hace eco el editorial publicado ayer bajo el título de ‘El baile de las frivolidades’ en el que se recogen todos los aspectos de la polémica menos la versión de los periodistas, cuya integridad profesional se pone en tela de juicio con alusiones difamatorias, como la que se hace al incluir las palabras ‘encerrona’ o ‘magnetófono oculto’.

Da la casualidad de que, en este caso, además existía una grabación hecha durante la entrevista con un magnetófono puesto encima de la mesa. De la mesa de un restaurante que cualquier comensal pudo ver. Incluso, el propio entrevistado, en recientes declaraciones, afirma que en un momento pidió que se parara el magnetófono, lo que prueba que nunca hubo micrófonos ocultos.

Cuando el señor Castellano pidió, en un momento de la conversación, que se detuviera la grabación, así se hizo. Y a pesar de las últimas declaraciones del entrevistado y de las secuelas de la entrevista, EL INDEPENDIENTE nunca revelará sus palabras sobre ese apartado de la entrevista que no está grabado.

Pablo Sebastián

22 Octubre 1987

La Osadía

Lorenzo Contreras

Leer

La cuestión no es saber si las declaraciones de Pablo Castellano al semanario «El Independiente» estuvieron dentro o fuera de los pactos de transcripción. El problema consiste en averiguar si el hipotético negocio común inmobiliario de José María Benegas con Abel Matutes responde a la realidad o es una mera fantasía. En un partido que hizo de la honradez bandera electoral y que no ha dudado en lanzarse, también en nombre de la ética, contra sus adversarios políticos, una vasta operación especuladora de fácil y abundante rentabilidad necesita un convincente mentís. Si las paredes de Formentera están llenas de alusiones críticas al negocio aparentemente proyectado, lo menos que cabe esperar es que tales mensajes carezcan de fundamento.

Es lo que cabe esperar y lo que procede desear. Aunque sólo sea por la necesidad que este país tiene de ejemplo. Hasta ahora, la democracia nacida en 1978 ha estado, según testimonios socialistas, en manos de «tahúres del Mississipí», banqueros «pervertidos» metidos a políticos, etcétera, más un sinfín de personalidades ligadas a la vida pública por lazos pecaminosos; ha tenido que ser depurada de empresarios encarcelabas; ha iniciado con Lola Flores el gran censo de evasores fiscales presuntos. En estos’ años, por consiguiente, ha habido de todo. Y cuando un socialista llamado Alonso Puerta denunció al Ayuntamiento tiernista por contratas de limpieza irregulares, la verdad oficial se impuso y el señor Puerta perdió su condición de militante.

Todo impoluto frente al dinero sucio, la infidelidad al Tesoro y otras transgresiones. Por consiguiente hay que elevar preces al Altísimo para que sea mero infundio el entendimiento entre Benegas y Matutes. Porque, de lo contrario, perderíamos los españoles el inapreciable patrimonio que nos ha legado un partido capaz de mantenerse durante un siglo en la honradez y ha estado igualmente en condiciones de aplicar la limpieza de ese pasado a la gestión pública durante dos mandatos legislativos consecutivos.

¿Qué sería de España si el PSOE nos diera un ejemplo, un solo ejemplo de corrupción? Decimos normalmente que quien hace un cesto hace ciento, queriendo indicar que quien perdió su virtud ya no la recupera o, por lo menos, está en circunstancias propicias para continuar por la senda de los desmanes.

Mal ha hecho el señor Castellano al pretender imitar al señor Alonso Puerta, es decir, al escandalizarse de algo que tampoco pudo ser. Ya lo verán. Ya verán cómo la verdad oficial deja todo en regla, como corresponde a un partido que se amamantó en la honradez y, lógicamente, quiere seguir administrándola, a ser posible con exclusividad, durante todo un dificilísimo fin de siglo.

Error, pues, el de don Pablo Castellano. Error mayúsculo. Lo suyo ha sido como dudar de la castidad de María Goretti. Hay que tener malas entrañas políticas para imaginar, aunque sea por un solo instante, que hombres del PSOE han sido capaces de cometer en la palestra pública una sombra de acto impuro.

Así, pues, purgue el señor Castellano, como en su día el señor Puerta, las consecuencias de su osadía. No hay en todo el mundo institución alguna incapaz de pecar. Pero hasta ahora, si alguna existe, ésa se llama PSOE, con todas sus ramificaciones, Gobierno incluido.

No nos estropee el señor Castellano la única posibilidad que nos quedaba de mantener la ilusión en la gran santidad laica del partido secularmente honrado. Se siente, cono. Se quede en su despacho profesional como penitencia y tenga que rezar un «Confíteor» que dure por lo menos cien años y un día.

24 Octubre 1987

El Caso Castellano

EL INDEPENDIENTE (Director: Pablo Sebastián)

Leer

Mientras los políticos se preparan para dormirse en el debate de los presupuestos generales del Estado y las centrales sindicales unen sus ejércitos para repudiar en la calle lo que el Parlamento aprobará en el ágora ha quedado apenas sin voz, pero latente, un serio debate político sobre presunto tráfico de influencias y corrupción en altos cargos de la Administración. El caso Galerías, de la noche a la mañana, pasa a cuarto plano de la actualidad, muy por detrás y con bastante lógica, de noticias como las que hablan del pánico en la bolsa de New York, de la guerra caliente del Golfo Pérsico o del abandono de Nicolás Redondo de su escaño en el Congreso de los Diputados calificado por el diario Le Monde como ruptura a la española. Y grave sería que este debate sobre la corrupción política y el tráfico de influencias sufriera un carpetazo definitivo, máxime ahora que un miembro del Consejo General del Poder Judicial hizo, en una entrevista concedida a EL INDEPENDIENTE, alusiones a informaciones de ciertos jueces sobre presuntas corruptelas públicas. Las declaraciones de don Pablo Castellano incluyen indicios lo suficientemente graves como para que intervenga el magisterio público para determinar si existen o no indicios de corrupción o de tráfico de influencias políticas en las aludidas informaciones de unos jueces.

Y esta es la cuestión más grave y relevante de las declaraciones del Consejero Castellano a EL INDEPENDIENTE. Porque el debate surgido en torno a la probada amistad de los señores Benegas y Matutes y las posibles imprecisiones o errores de Castellano sobre presuntos negocios inmobiliarios en Formentera en los que, en todo caso, Abel Matutes sí estuvo en los orígenes, constituyen una cortina de humo de poco interés que ha sido aprovechada por la dirección del partido socialista para liquidar de un tajo lo poco que quedaba de la corriente Izquierda Socialista. Los trompetazos al honor y a la disciplina del partido gubernamental suenan a charanga en esta discusión en la que el líder de Izquierda Socialista ha perdido la iniciativa y la oportunidad de dar hacia adelante pasos de firmeza que siempre quedaron en amago en la larga batalla que Castellano mantiene con la dirección del PSOE desde hace ya muchos años. Castellano, una vez más, escogió la marcha atrás, pero dejando esta vez contra los periodistas, a los que había pedido la entrevista, todo un reguero de insinuaciones.

La calle está llena de rumores y de especulaciones y nadie o casi nadie escapa a este clima en el que se hace necesaria una clarificación definitiva en beneficio de la democracia. Urge despejar este ambiente de sordideces y maledicencias y urge, como dice Machado ‘que la mano acierte con la herida’. Y para ello no basta con la audacia de los periodistas que ya la están demostrando a diario. Hace falta que este valor cívico lo tengan también personas e instituciones que no son precisamente los juzgados sino el Parlamento que bien necesitado está de credibilidad y eficacia.

Y esta es la cuestión de fondo del debate que nos ocupa y sobre el que otros aún reconociendo los indicios de corrupción en la vida pública española, pasan de puntillas como ha ocurrido en este caso. Porque, a la vista de ciertos comentarios surgidos en torno a la entrevista del señor Castellano, parece claro que no interesa o no conviene a ciertas personas entrar en el fondo de la denuncia sino en la forma de la entrevista realizada.

Pues bien, sobre las circunstancias del encuentro periodístico hay que dejar decir de una vez por todas, que este semanario respetó todas y cada una de las normas del buen periodismo. Se atendió la petición del propio Castellano, dada su personalidad, su condición de miembro del Consejo de Poder Judicial, de líder de Izquierda Socialista, presidente del PSOE en Cáceres y por ser, en fin, uno de los políticos más veteranos de la izquierda y del partido socialista español. La entrevista, como saben todos los entrevistados por Raúl del Pozo en esta publicación, se hizo con magnetófono abierto desde el principio hasta el final, con una sola excepción, en la que el entrevistado solicitó que se parara la grabación, lo que fue atendido por el periodista. Buena prueba, por tanto, de que el señor Castellano era consciente de que sus palabras se estaban grabando, lo que impedía que el entrevistado se viera sorprendido por la publicación de sus declaraciones. ¿Cómo ocultar a los lectores unas manifestaciones dichas por tal personalidad y de tan alto contenido? ¿Acaso la discreción del periodista debe empezar donde terminan las declaraciones reveladoras de un miembro del poder judicial? ¿Acaso un miembro del poder judicial puede trasladar a un periodista la inquietud de otros magistrados sobre corrupción política y el periodista debe acallarlo? Y punto final a esta parte absurda del debate. Basta ya de insultos y palabras como ‘traición’, como ‘encerrona’ o ‘montaje’ de operaciones políticas.

Fue Castellano quien pidió la entrevista e incluso quien tenía escrita de antemano parte de ella lo que no le fue de mucha utilidad porque el periodista acordó el diálogo con micrófono abierto encima de la mesa.

Por supuesto era inimaginable que el ejercicio responsable de nuestra profesión pudiera tener como consecuencia el apartamiento de Pablo Castellano del partido socialista, cosa que lamentamos, como tampoco era de esperar, como decíamos al principio, que la discusión montada sobre la forma de la entrevista y las consecuencias que las declaraciones han tenido para el líder socialista sirvan para ocultar, una vez más, la cuestión de fondo de un debate que sigue esperando una respuesta definitiva, si existe o no corrupción política en la vida pública española. Esto es lo que le importa a la democracia y lo que nos importa a nosotros.

07 Noviembre 1987

Comunicado de conciliación Castellano - Del Pozo

Pablo Castellano & Raúl del Pozo

Leer

El semanario «El Independiente» publica en el número de hoy un comunicado conjunto de Pablo Castellano y Raúl del Pozo, tras elncual se retira ¡a demanda de rectificación quenpresentó el líder de Izquierda Socialista. Elncomunicado conjunto señala, textualmente, lo
siguiente:

Don Pablo Castellano y don Raúl del Pozo han decidido manifestar lo siguiente en relación con la entrevista de don Pablo Castellano publicada en el número 18 de «El Independiente».

1 ,- Don Pablo Castellano afirma: no siendo fiel y exacto reflejo de la entrevista mantenida el martes día 13 de octubre entre el periodista don Raúl del Pozo y don Pablo Castellano, en el despacho de éste, lo que hansido objeto de publicación y difusión en «ElnIndependiente» correspondiente al sábado 17nde octubre de 1987, para delimitación del estricto contenido de dicha entrevista* de lasnpreguntas y contestaciones que con carácternde declaración autorizada para su difusión senhicieron, el señor Castellano manifiesta quenen la misma no se hizo ninguna alusión ninpor el periodista señor Del Pozo ni por el señor Castellano a los señores Benegas ynMatutes, ni a actividades de los mismos.

2 .- Don Raúl del Pozo afirma: que la entrevista .publicada por «El Independiente» reproduce las palabras de don Pablo Castellano pronunciadas durante la entrevista, realizada en su despacho, y en la conversación mantenida en una comida posterior. El señor Del Pozo considera que nada de lo publicado en la entrevista se dijo conncarácter privado y que la conversación posterior formaba partende aquella.

3.- Don Pablo Castellano da por satisfecha la petición de rectificación hecha por él a «El Independiente», con la publicación por el mismo de este comunicado conjunto».

17 Noviembre 1987

Cuando la vida es sueño

Pablo Castellano

Leer
Un acto de humildad nunca viene mal. Y, al fin y al cabo, si los hechos han puesto de manifiesto que eres un fabulador, un imaginativo, y que jamás ha existido la menor posibilidad de un rumor del que hacerse eco, y que no se puede confundir eso de ser socio con el sólo ayudar en el negocio, ¿qué te cuesta reconocerlo? Tu mente desbordada por el odio y el rencor se ha inventado libélulas inspectoras de mariscos y marismas

Otra vez a los tribunales, como cuando un conocido ultra te denunció por calificar, en una junta del Colegio de Abogados, de tribunal represivo al Tribunal de Orden Público, o cuando se avisó prestamente al señor Yagüe, de la Brigada Político- social, por ese insigne periodista, que acabó luego siendo un alto cargo con el Gobierno socialista, del peligroso delito de haber dado una conferencia de prensa en Estocolmo, no muy grata para los continuistas de la dictadura, o, en las últimas veces, en que todo el Ayuntamiento de Ceuta, de neta mayoría socialista, te puso una querella por criticar el que en aquella ciudad no se respetaran los derechos humanos de los trabajadores musulmanes. ¿Sabes, por cierto, dónde andará el que era entonces alcalde?Menos mal que a los tribunales no vas todavía, mas ten paciencia pues todo se andará, porque te acusen de llevarte alguna caja y lo de dentro, o porque te mezclen en alguna sabrosa quiebra, ni por poner escuchas telefónicas o dedicarte a blanquear dinerillos, y por ahora -toca madera- cada vez que has pasado por ellos, como cliente-doliente, ha sido por eso de cosas de la política.

Hay que ver, con lo que ha llovido, cómo persiste la tentación de llevar las cuestiones políticas a los juzgados, en lugar de discutirlas en los periódicos, las radios, en la calle, en el terreno de lo público y de lo político. Debe ser por aquello de los viejos hábitos, aún no perdidos, que persiste en algunos la tentación esa de acabar con el discrepante político con apariencia de aplicación de la legalidad vigente, bien sea presentándolo como espía del Kremlin o del Pentágono, juzgándolo por deshonrar a la patria, a su unidad o a sus prebostes, por ser enemigo del partido y sus dogmas, por extender rumores desestabilizadores o hacerse eco de los mismos, cuando, como todo el mundo sabe, eso era entonces y sigue siendo hoy un imperdonable delito de lesa política.

Me han dicho que los abogados están intentando ponerse de acuerdo, pero para que todo se te perdone y olvide has de reconocer que has mentido como un bellaco. Yo que tú, Pablo, lo haría, pues no creas que te estás enfrentando o se te está enfrentando cualquier ciudadano; ¡no, hijo!, es uno de los primeros números del partido en el poder, o lo que es lo mismo, del Estado, dado que partido-Gobierno y Estado ahora es todo uno. Es, por tanto, uno de los primeritos números de aquellos que, si quieren, con levantar un teléfono pueden disponer, de momento, de la policía, de la Guardia Civil, del Ejército, de los fiscales, de los inspectores de tributos, de las bancas oficiales, de los gobernadores, los parlamentos, los documentos, los monumentos, los sacramentos y los instrumentos.

Autocrítica

Un acto de humildad nunca viene mal. Y, al fin y al cabo, si los hechos han puesto de manifiesto que eres un fabulador, un imaginativo, y que jamás ha existido la menor posibilidad de un rumor del que hacerse eco, y que no se puede confundir eso de ser socio con el sólo ayudar en el negocio, ¿qué te cuesta reconocerlo?

Venga, hombre. Como cuando lo modélico era Stalin. Haz la autocrítica, pon rodilla en tierra y confiesa públicamente, en voz bien alta, que es pura invención comentar que en la nunca producida apertura-clausura-apertura de una inexistente discoteca en una imaginaria isla se haya podido producir intervención anómala alguna de ningún inventado político y que ello haya podido ocasionar en sus nunca conocidos comilitones o comilitantes ninguna impensable reacción de la que nunca existentes periódicos puedan haberse hecho eco, por tratarse, con tal cúmulo de patrañas, de una evidente campaña de desprestigio, aunque tales ficticias informaciones no hubieren sido nunca rectificadas, enmendadas en ningún medio de comunicación, en su paladinamente incierto acaecimiento, ni hayan sido por ella! demandados los responsables de la divulgación de esas falsedades, sus propaladores, pues sólo a ti, difamador profesional, se le ocurre convertir en historia el rumor e inventarte el eco y la noticia, y, por ello, sólo tú has de ser colocado en el banquillo de tu propia malicia, para tu pública deshonra y general vilipendio, pues así expresamente se reclama, por todos cuantos tiran la primera piedra de nunca haber hecho a la ligera comentario de rumor alguno.

Porque es ficción o novela que haya existido finca o estanque, salvo en tu calenturienta imaginación, en paradisiaco atolón o archipiélago, que pudiere ser objeto del espejismo de su compraventa entre socialistas y prestamistas de aquí o de fuera de estas fronteras, y que sobre ella se cerniese, para más infamia, cual castillo de naipes, un proyecto, fermentado de riqueza y empleo, que acabará realizando el edén, haciendo de la duna loma de cemento y del viejo bosque de sabinas, columnario de un avanzado supermercado.

Una vez más, tu mente desbordada por el odio y el rencor se ha inventado libélulas inspectoras de mariscos y marismas, flirteos amistosos de patriótico apoyo a la iniciativa, siempre creadora y estimulante de las bellas artes y de las prósperas industrias y. sólo en una corrompida mente, cual la tuya, a la que los dedos se hacen huéspedes, pueden llegar a fraguar como verosímil el eco rumoroso de una malévola ficción en la que la filantropía se vea sustituida por el interés y en que no sea la beneficencia cariñosa el motor del mundo y de su altruista progreso.

Alucinación o pesadilla es creerse las no verdades de la lealtad y de la buena fe, que permiten andar por las calles e ir a las casas de comidas sin escudos ni disfraz o camuflaje, cuando además tú nunca has agredido ni ofendido a aquel en quien jamás podrías pensar se diera, en mutua confianza, la necesidad de hacerte objeto de su gratuita o no tan gratuita violación en tu constitucional derecho a decir, a publicar, a callar, o a charlar y hasta a exagerar, si el talante y el ánimo narrandi así lo exige.

Visto es que eso de la libertad de expresión está pidiendo aún aclaraciones para aquellos que creen que sólo consiste en decir lo que ellos quieren y no ven también en esa libertad el derecho del otro a mantener discreto y reservado lo que no quiere que se diga ni sea expandido, porque desea se quede en su interior medida y sólo les llegue a quienes de inmediato y concretamente se destina y con tal exclusivo alcance.

Lenguaraz ,

Paga, pues, tu pecado de lenguaraz y de incontinente, y sé, cual los demás en sus ágapes y comidas, educado, mas no olvidando nunca que para que haya un lenguaraz incontenido, cual generalmente casi todos somos, a cubierto de la discreción de la charla y la tertulia, hace falta que algún, llamémosle ventilador, levante al aire tus palabras, las eche por las ventanas, con la sana intención de que gocen de lógica frescura, pues no era otro el fin al aventarlas; no seas además de fabulador un mal pensado.

Y así, reconocido todo, pon en el tajo la cabeza, llena de insana imaginación, fabulación, locura, insensatez, y por tu confianza sé bien condenado, déjala que ruede o salte por los escalones, con un maligno guiño, mas quedamente murmurando «eppur, si muove».

Pablo Castellano

El Análisis

EL FINAL DE UN DISIDENTE EN EL PSOE

JF Lamata

D. Pablo Castellano, histórico dirigente socialista de cuya ejecutiva formó parte en el histórico congreso de Suresnes, no había ocultado nunca su oposición al tandem D. Felipe González – D. Alfonso Guerra que gobernaba de manera absoluta el PSOE desde entonces. Era el principal dirigente de la corriente crítica Izquierda Socialista. En 1979 se erigió como uno de los principales defensores del marxismo frente a la línea moderada que defendían los Sres. González y Guerra y en 1986 fue un firme partidario del NO a la OTAN, frente al SÍ defendido por González-Guerra y el felipismo.

A pesar de la hostilidad que representaba, la Dirección del PSOE quiso evitar el patadón al Sr. Castellano por la mala imagen que eso supondría y intentaron dar cargos al político rebelde sin especial visibilidad (Miembro de la mesa del Congreso, vocal del Consejo General del Poder Judicial), pero las declaraciones críticas del político no cesaban. Su entraña entrevista a EL INDEPENDIENTE venía a ser la gota que colmaba el vaso y servía a la dirección del PSOE a apartar a quien hacía tiempo sólo les daba disgustos.

J. F. Lamata