Pablo Sebastián se querella contra José María García por desvelar que cobró 100 millones de pesetas tras salir de EL INDEPENDIENTE

A don Pepe Borrell le brindó un toro Ortega Cano al pie de un balcón al anochecer, después de que el ministro, disfrazado de pastorcillo del Ampurdán, se cayera de la balsa en el descenso de unos rápidos que pronto serán de peaje. ¿Dónde esta el dinero de las autovías? Cada día que pasa cada factura que llega, pone en vilo al presidente, y todo parece indicar que al Ministerio de Justicia pudo haber llegado el encargo de estudiar en serio un proyecto de decreto por el que se concede una amnistía para los delitos relacionados con la financiación de los partidos.

De esta manera, don Tomás de la Quadra reuniría en poco tiempo, bajo su mando, dos responsabilidades de altura: la ley de Seguridad, o de inseguridad ciudadana, más conocida como la Ley Corcuera o la Ley Mohedano de recorte de libertades públicas, y el decreto de autoaministía para los delincuentes y políticos implicados en fraude público o privado. No pasa nada. No hay cuidado. ¿Quién en el Parlamento se iba a oponer a tal medida? A lo más, una treintena de diputados rojeras y desarrapados del Grupo Mixto, porque ningún otro se atrevería a tirar primero la piedra sobre esta dama tan española que se llama corrupción.

Y hablando de amnistía, mucho me temo que habrá que pedir pronto otra para José María García, este botarate del periodismo, condenado y recondenado por injurias y calumnias como la que acaba de lanzar en El Escorial contra servidora y ese santo del periodismo que es Pablo Sebastián. García, ponte de rodillas con los brazos en cruz y escribe una carta al diario EL PAÍS y otra a la Universidad pidiendo perdón por las tonterías que has dicho, y luego trincas el micrófono y rezas seis padrenuestros tocando el cencerro con intervalos de tres minutos, pidiendo disculpas a servidora y compañía. Luego, en los ratos libres, procura buscar pruebas, documentos firmados por el PSOE con 100 millones de por medio, o, incluso, por tu amigo el ciego, que vaya amigos que tienen, porque te puedo hacer falta en los tribunales. A ver si sacas las pruebas con la misma rapidez que las calumnias y las injurias. No te enteras de nada pequeñín; nosotros nos fuimos de EL INDEPENDIENTE mucho antes de que el ciego Durán fuese legalmente accionista mayoritario, propietario y administrador del diario, cuya caza organizaron Guerra y Benegas y de la que muy pronto tendrás cumplida referencia.

Nos fuimos para no mancharnos las manos que tú nos quieres pringar, por decentes y por toreros y por mucho menos de lo que tú cobras de empresas y anuncios. Se te debía caer la cara de vergüenza por decir las cosas que dices, incluso de compañeros que tuvieron la generosidad de pedir que no se te metiera en la cárcel, seguramente en un gesto erróneo y excesivo, como se ve ahora.

Tu sigue haciéndole la pelota al ciego, a ver si te ficha. Y vete preparando a pedir perdón y a demostrar en esos tribunales donde te conocen, aunque te escondas en un saco, a ver cómo demuestras las mentiras que cuentas. Pero, pregunto yo ¿a quién se le ha ocurrido llevar a este botarate a una Universidad? Vamos, ni de verano. A este chico a donde hay que llevarlo es a un reformatorio, con un transistor para escuchar ONDA CERO y un micrófono para que radie los partidos del patio del colegio. Aunque, como se descuide un poco más, va a tener que radiar la vuelta ciclista al patio central de Carabanchel.

Aurora Pavón