20 diciembre 2003

Críticas en la derecha mediática a que un partido abiertamente anti-español como ERC entre en el gobierno de la comunidad autónoma

Pasqüal Maragall (PSC) forma un gobierno tripartido en Catalunya presidido por él y con consejeros de ERC e Iniciativa per Catalunya

Hechos

El 19.12.2003 D. Pasqüal Maragall tomó posesión como presidente de la Generalitat de Catalunya.

Lecturas

carod_rovira D. Josep Lluis Carod Rovira (ERC) será el ‘consejero-jefe’ del Gobierno y hombre fuerte del gobierno catalán.

joan_saura_2006 D. Joan Saura (ICV) será el consejero de Interior, con o cuál estará al mando de los mossos.

26 Septiembre 2003

Esquerra Republicana

Luis María Anson

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Hace diez o doce años los principales dirigentes socialistas estaban de acuerdo en reformar la ley electoral para ayuntamientos y comunidades autónomas con el fin de evitar la proliferación de partidos nacionalistas, de oportunistas de la bisagra, de coacciones ejercidas por grupos minoritarios. De Gaulle había previsto en Francia lo que ha ocurrido en los últimos años en Andalucía, Cantabria, Asturias, Aragón, incluso Madrid. Lo que está a punto de ocurrir en Cataluña.

Esquerra Republicana puede convertirse en el árbitro de la política catalana por encima de los partidos mayoritarios. Los medios de comunicación de Pujol, por un lado, la educación manipulada, por otro, han hecho crecer a Esquerra por encima de lo que hubiera sido normal. La fractura generacional ha beneficiado también a este grupo radical.

De Gaulle estableció en Francia que en ayuntamientos y regiones gobernarse el partido con más votación. La fórmula no puede ser más sencilla y es aplicable en España. En unos sitios saldría más favorecido el PSOE y en otros el PP. Pero se habrían evitado los grupos bisagras, algunos de ellos de un oportunismo deleznable. Populares y socialistas no supieron hacer a tiempo una reforma dictada por el sentido común. Y estamos a punto de que se cree un problema grave porque Esquerra Republicana pedirá el oro y el moro para dar el gobierno del a Generalidad a uno u otro partido, suponiendo que no exija incluso, la presidencia del ejecutivo catalán con la misma desfachatez con que el extinto CDS se encaramó a la alcaldía de Madrid pasando por encima del mayoritario Álvarez del Manzano, pero en el caso de ERC con un mar de fondo de reivindicaciones que producen estremecimiento.

19 Enero 2004

Pascualingrado

Jaime Campmany

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Este Maragall de nuestros pecados socialistas quiere convertir a Cataluña en Stalingrado. Apenas se ha visto sentado en el sillón del palacio de San Jaume, ha comenzado la peregrinación hacia la Momia, que ahora no sé dónde la tienen, y hacia el «socialismo real», que ahora sobrevive en la Cuba castrista de los chaperos y las jineteras y en poco más. Maragall viene de los socialistas prediluvianos, de los cromañones del socialismo. De antes todavía: es el socialista «erectus».
«Socialismo es libertad», decían entonces los socialistas, que acababan de dejar el hacha de silex y habían inventado la rueda. El eslogan era muy necesario. Hacía falta pregonar que habían bajado de la pared del despacho el retrato de don Carlos Marx y acababan de abrazar la socialdemocracia. O sea, que habían abandonado el entusiasmo por la dictadura del proletariado y lo habían cambiado por la exaltación de la urna. Bien es verdad que el socialismo y la libertad siempre se han tomado el chocolate de espaldas. Las libertades individuales, la libertad de empresa, la libertad de mercado o la libertad de prensa nunca han sido reivindicaciones sagradas del socialismo, al que siempre le sale por algún lado su pecado de origen, su carácter beligerante contra la doctrina liberal.
Ahora, las relaciones del socialismo con la libertad andaban razonablemente tranquilas. Alguna vez, desde luego, asoman los socialistas su pata de estatalismo y dirigismo. Ah, pero ahora aparece Maragall en la cumbre de la Generalitat, y de Cataluña nos llega un socialismo tribal y primitivo. Vamos a Pascualingrado. Maragall lleva ya ensartados una buena cantidad de disparates, pero el último es formidable. Manda huevos. O te collons, si preferimos la otra lengua. No quiere que los padres elijan la educación que se dé a los hijos, si en castellano o en catalán. O sea, que a los párvulos hay que enseñarles las matracas y la historia en la lengua que decida Pasqual Maragall. Aquí, catalán para todos y los hermanos, a cobrar.
Y además el Honorable razona el rechazo. Dice que eso sería un retroceso. Que el Estado, la Comunidad, el Ayuntamiento o cualquier otra institución política imponga en cual de las lenguas oficiales se ha de impartir la enseñanza en las escuelas es, en el pensamiento maragaliano, una señal de progreso. Que esa lengua la elijan y la señalen los padres, es un retroceso que no se comprende.
Maragall no se ha enterado de que hace años se derrumbó el Muro de Berlín. Recuerdo haber asistido en un viaje a Leningrado, en pleno estalinismo, a una conferencia sobre el sistema educativo soviético. El conferenciante explicaba las excelencias de aquel sistema. Un oyente quiso saber si cada estudiante elegía libremente su carrera, sin otras cortapisas que las originadas por sus calificaciones. No, no. Naturalmente, el conferenciante explicó que eso sería un «retroceso». El Estado señalaba a cada alumno la materia de estudio según la necesidad de profesiones que tuviera la sociedad. Coño, a lo mejor aquel conferenciante era un maestro de Maragall.

10 Diciembre 2003

Relevo democrático

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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Cataluña conocerá al fin la alternancia en el poder tras los 23 años de presidencia de Jordi Pujol. Una nueva y amplia mayoría parlamentaria garantiza la elección como nuevo presidente de la Generalitat de Pasqual Maragall, el candidato socialista que obtuvo el mayor número de votos en las elecciones del 16 de noviembre, aunque su lista quedó en segundo lugar, a cuatro escaños de CiU. La nueva mayoría está basada en un pacto de gobierno, cuya letra pequeña no se conoce en todos sus detalles, entre PSC, ERC e IC. Carod Rovira, el líder de Esquerra, tendrá un lugar destacado en el Gabinete, con el cargo de conseller en cap y un paquete de competencias específicas.

Las urnas arrojaron un resultado que permitía otras combinaciones, pero las conversaciones entre ERC, el partido que contaba con la doble llave para formar Gobierno, y las dos principales formaciones, CiU y PSC, han dado como resultado final un pacto que posibilita la alternancia y la formación de un Gobierno catalanista de izquierdas. Se trata de una experiencia novedosa en la actual etapa de la Generalitat. Aunque la izquierda ha contado con gran arraigo en Cataluña tanto en las elecciones generales como en las municipales, es la primera vez que tiene la oportunidad de encabezar el Gobierno catalán mediante un pacto complejo que exigirá una gestión sutil.

Muchas han sido las descalificaciones contra esta fórmula durante la negociación, y probablemente se intensificarán en las próximas semanas. Para la mayoría saliente, Esquerra ha engañado a CiU con unas falsas negociaciones destinadas a cubrir las apariencias. Pero su crítica más acerba es la que culpabiliza a Carod por permitir que un socialista español ocupe la presidencia de la Generalitat. Simétricamente, desde el PP se presenta esta alianza como una apuesta radical, nacionalista e insolidaria, con el objetivo de dañar a Zapatero en su intento de llegar a La Moncloa en marzo de 2004. Desde ambos flancos se tacha el tripartito de izquierdas de fórmula inestable.

Una parte de estas críticas tienen clara intención electoral, pero otras corresponden al mal perder de una formación que no consigue hacerse a la idea de que su identificación con la Generalitat y con Cataluña tenía fecha de caducidad. Y CiU, aunque haya obtenido el primer lugar en escaños, ha perdido políticamente estas elecciones porque ya no tiene mayoría de Gobierno. Si el Gobierno catalanista de izquierdas es perfectamente legítimo, como cualquier otra fórmula que hubiera conseguido una mayoría alrededor de un programa, ésta es además la única fórmula que insufla aire nuevo en una Administración anquilosada después de más de dos décadas sin cambios. Y es también una fórmula plural, mucho más interesante que la mayoría CiU-ERC, que reunía dos elementos desaconsejables: el continuismo y el frentismo nacionalista.