19 noviembre 1991

Se mantiene el equilibrio entre las familias Bruned Mompeón y Yarza Mompeón que controlan el medio desde su fundación

Muere Antonio de Yarza Mompeón, Consejero Delegado de HERALDO DE ARAGÓN, le reemplazará su hermana Pilar de Yarza

Hechos

El 19.11.1991 el periódico EL HERALDO DE ARAGÓN designó a D. Pilar de la Yarza nueva Consejero Delegado de la compañía.

Lecturas

El 21 de octubre el Consejo de Administración de Heraldo de Aragón aceptó la dimisión del Consejero delegado, D. Antonio de Yarza Mompeón, por el deterioro de su salud y su sustitución por su hermana Dña. Pilar de Yarza Mompeón. El periódico Heraldo de Aragón está dirigido por su primo D. Antonio Bruned Mompeón (ambos son nietos del antiguo propietario D. Antonio Mompeón Motos). D. Antonio de Yarza Mompeón fallecerá el 15 de noviembre de 1991.

El 17 de noviembre de 1991 el periódico HERALDO DE ARGÓN dio cuenta del fallecimiento de Antonio Yara Mompeón, Consejero Delegado del periódico desde 1979.

17 Noviembre 1991

AFRONTAR LA MUERTE

Alfredo Bruned Mompeón

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Enfrentarse a la muerte con gran entereza, hasta con sosiego, es algo que merece mi admiración y respeto. Mi primo Antonio de Yarza Mompeón acaba de morir así. Cuando me telefoneó a i casa mi prima Pilar de Yarza para darme la noticia de su fallecimiento se cumplían los veinticinco días de una de las conversaciones más insólitas que he mantenido: pues mi primo me había llamado el domingo día 20 a mi casa. Bajé a la suya. En el cuarto de estar estaban con él su madre y su hermana. AL preguntarle: “¿Qué ocurre, Antonio?” me contestó pausadamente: “Antonio, lo que ocurre es que me estoy muriendo de cáncer”. Enfermedad cuyo diagnóstico había contrastado en Europa y América y que sabía que le quedaban días, o acaso semanas, de vida. No supe reaccionar. Cuando me pidió excusas por el disgusto que me estaba dando (supongo que mi palidez demostraba mi estado de ánimo), pasé a preguntarle desde cuando tenía esta certeza y me contestó que desde hacía dos años; se emocionó levemente y añadió que no quiso cargar a su familia durante tanto tiempo con el dolor que supone una muerte prevista.

“Demuestras una entereza poco común”. A mis palabras contestó recordándome la muerte de mi mujer. Me habló de mis hijas y de mis hermanos, pidiéndome que les trasladase la conversación.

Desde entonces para todos comenzaba una pesadilla de veinticinco días. Durante este tiempo. Antonio, que durante muchos años demostró su capacidad en la gestión de HERALDO DE ARAGÓN, quiso despedirse personalmente de aquellas personas con las que había mantenido un contacto más directo.

No perdió el sentido del humor. Mejor dicho, no perdió ninguno de sus sentidos. Encargó a sus hermanos los pormenores de su entierro y los funerales, hasta el más pequeño detalle.

Durante los muchos años en los que tuve ocasión de viajar con él por el extranjero por motivos de trabajo, tuve muchas oportunidades de escuchar su conversación siempre brillante. En más de una ocasión, riéndose, me decía que él no se haría viejo, que tenía el presentimiento de que moriría joven, y con ironía añadía que, si ocurría fuera de España, ya tenía ordenado que lo dejasen en el lugar donde le llegase la muerte y así evitaría trastornos a familiares y amigos.

No ha sido así y quizá la ventaja de ello es que haya dispuesto del tiempo necesario para asumir la muerte por entero, con una tranquilidad no frecuente.

Durante los últimos días recibía la visita diaria del padre Benito de Elía, capuchino. Al admirarme de su ‘saber estar’ en semejante trance, me decía tranquilamente que, si la formación cultural vale en este mundo para muchas cosas, entre ellas también se incluye el saber afrontar la muerte. Quiero aclarar que Antonio de Yarza no era un beato, pero tenía un hondo sentimiento religioso.

Para HERALDO DE ARAGÓN la desaparición de Antonio de Yarza es por muchos motivos una gran tristeza. Tenía el entusiasmo necesario para impulsar el crecimiento preciso hoy en todos los medios de comunicación y su presencia en el Consejo era siempre necesaria.

Hombre de buen gusto, de palabra fácil, sabía expresarse con claridad, dúctil si era necesaria, o exigente; sabía conjugar a la perfección sus dotes de hombre de mundo. Su gestión en el periódico fue siempre acertada. En esta Casa soy el mejor testigo para referirme a sus dotes de persuasión y negociación; muchas veces resolvió problemas problemas y aportó todo el bagaje de su fuerte personalidad.

Hace muchos años me dijo don Joaquín Arrarás que un periódico es, después de los negocios marítimos, uno de los más difíciles de llevar a buen puerto. Estas palabras que quizá escuchásemos juntos los dos, no nos engañaros. Tal vez porque llevábamos en la sangre el amor al periodismo, sin duda algo que nos dejó en herencia a todos los nietos don Antonio Mompeón Motos.

En esta hora de amargura sé que al dolor familiar va unido el de quienes hacen día a día este periódico, en los tres estamentos tradicionales de Redacción, Administración y Talleres, a los que hoy hay que añadir los distribuidores y vendedores.

No piense el lector que son palabras estereotipadas, son obligadas, pues siempre nos hemos sentido integrados de esta manera. No es un lugar común, sino un hecho cierto.

Al escribir apresuradamente estas líneas no acierto a trazar como quisiera una semblanza del carácter cordial, sincero, alegre de mi primo, de su talento indiscutible, de su sentido de la ironía de su amor a la vida, de su elegancia y de la lección última, pero magistral, que ha sabido darnos a todos sus familiares con una muerte realmente ejemplar.

Descanse en paz.

Antonio Bruned Mompeón.