11 marzo 1989

'Pelle el Conquistador' venció a 'Mujeres al borde del Ataque de nervios'

Premios Óscar 1989 – ‘Rain Man’ de Berry Levinson gana los Óscar a ‘Mejor Película’, ‘Mejor Director’ y ‘Mejor Actor’ para su protagonista Dustin Hoffman mientras que Pedro Almodóvar es derrotado

Hechos

La gala de los premios fue recogida en la prensa española el día 31 de marzo de 1989.

Lecturas

Los premios fueron los siguientes:

Mejor filme de¡ año: Rain man, que también ganó los premios al mejor actor, Dustin Hoffman; al mejor director, Barry Levinson; y al mejor guión original, Ronald Bass y Barry Morrow.

El de la mejor actriz fue para Jodie Foster, por The accused.

Mejor actor secundario: Kevin Kline por Un pez llamado Wanda.

Mejor actriz secundaria: Geena Davis por El turista accidental.

El filme danés Pelle el conquistador obtuvo el correspondiente a la mejor película extranjera.

Mejor guión adaptado: Christopher Hampton por Las amistades peligrosas, que además ganó los de dirección artística y vestuario.

Mejor fotograría: Peter Bizou por Arde Mississippi.

Mejor sonido: Les Frescholtz, Dick Alexander, Verri Podre y Willie Burton por Bird.

Mejor montaje: Arthur Schmidt por ¿Quién engañó a Roger Rabbit?, que también obtuvo los correspondientes a efectos especiales visuales y sonoros y un Oscar especial.

Música: Dave Grusin por Un lugar llamado Milagro. Canción: Carly Simon por Armas de mujer.

Maquillaje: Beetlejuice. Cortometraje documental: Yodónt have to die.

Cortometraje de ficción: The appointments of Dennis Jennigs.

Cortometraje de animación: Tin Toy. Documental largo: Hotel Terminus, de Marcel Ophuls.

11 Marzo 1989

Un filme para un actor

Ángel Fernández-Santos

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El hombre de la lluvia (Rain man)

Dirección: Barry Levinson. Guión: Barry Morrow. Fotografia: John Seale. Música: Hans Ziminer. Estados Unidos, 1989. Intérpretes: Dustin Hoffinan, Toni Cruise, Valeria Goulino. Estreno en Madrid: cines Callao, Carlos III, La Vaguada y (en versión original subtitulada) Peñalver.

Rain man (prescindimos de su título en traducción literal, que esta vez traiciona su sentido dentro de la película al romper la casi identificación sonora que en idioma inglés se produce entre Rain man y Raymond, nombre del personaje central del filme) triunfó en el festival de Berlín, y al haberse convertido éste -cuestión de fechas y de conveniencias de escaparate- en un ensayo general de los oscars, de rebote se elevó desde allí a candídata principal a la preciada estatuilla de oro fingido, pese a que enfrente tenga un filme, como dice su título, peligroso para él: esas Relaciones peligrosas de Stephen Frears que en el mismo Berlín se perfiló como serio rival de éste en las anuales decisiones abrileñas de los académicos de Hollywood.En España se está estrenando Rain man en versión doblada, y sólo en algunos pocos cines con su banda sonora integral. Es, a nuestro juicio, indispensable asistir a este filme en versión no doblada si se quiere disfrutar enteramente de su mayor mérito, que es la formidable creación de Dustin Hoffman, una interpretación tan inspirada, tan irónica, tan experta, que deja en calzones de comparsas y muletas al resto de los nombres que aparecen en los títulos de crédito.

En esta perfecta creación del actor, el empleo de su voz metálica y casi impersonal, de la que de improviso salen destellos de una identidad enérgica y profunda, es vital. Oír a Hoffman es, si se tiene en cuenta la solidez y el acabamiento de su trabajo, una parte inseparable de verle. Es más, el actor confesó que la zona más compleja de su trabajo, en la que tuvo que dar más de sí y que le trajo literalmente de cabeza, fue precisamente la locución, su mimo a la palabra. Y es una gloria oír a Hoffman como parte inseparable de contemplarlo.

El actor como autor

El filme es Hoffman. Cuando está en pantalla todo crece, cuando sale de ella todo mengua. Rain man es una de esas películas que en Hollywood tienen antecedentes de relumbrón, en la que el todo converge en una parte, en un rostro, en una forma de relación casi amorosa entre una cámara y un actor. De la misma manera que Montgomery Clift se apoderó de la autoría de Freud, Greta Garbo de la de Camille, Spencer Tracy de la de Vencedores o vencidos y Gary Cooper de la de Solo ante elpeligro, Dustin Hoffman hace de su director -correcto, solvente, pero nada más- Levinson un amanuense, convierte al excelente fotógrafo Seale en un observador obseso y maravillado por las sutilezas de su composición y sitúa a su oponente Tom Cruise -pese a que aquí el bonito divo se crece, está a mil millas por encima de su engendro Cocktail y es capaz de adquirir modos de verdadero actor: los que aprendió de Paul Newman en El color del dinero- en funciones de frontón, de augusto contra el que van a chocar las gracias del clown.

En el filme, bien ordenado y graduado, con un buen guión como soporte, Hoffinan barre todo lo demás y, de paso, lo ennoblece y eleva. Sin Hoffman, ésta sería una película aceptable, con él dentro es una película indispensable. ¿Por qué? No es fácil decirlo. Su trabajo es aparentemente fácil, pero en realidad complejísimo, pues está concebido en clave gestual exagerada, histriónica y, sin embargo, dentro del barroco aparato expresivo de un actor -que posee recursos técnicos de simulación insuperables, surgen instantes casi imperceptibles, hilados con la seda de lo indirecto, de lo insinuado, de la antiexageración y el antihistrionismo.

Es ése el signo del talento: Hoffman, mediante un endiablada lección de ternura contenida, convierte un trabajo que para él podría haber sido rutinario en extremadamente dificultoso.

Huye de la línea de menor resistencia y se mete en proezas mayores, pues desde la limitación exterior de su personaje revela su ¡limitado interior, desde su. excepcionalidad descubre su Intrincada condición común, desde su deformidad accede a su oculta armonía, desde la incapacidad de autoexpresión propia de un autista profundo, con destellos en los ojos, logra la hazaña de conmovernos con el misterio de un cerebro acorralado, con el secreto movimiento de una inteligencia que demuestra su existencia escondiéndose, ocultándose tras de su parálisis.

Y el actor, convertido en autor del filme, hace de un relato sobre la soledad un canto a la solidaridad, de un documento sobre el aislamiento un poema sobre la efusión. Y todo ello bañado en una mezcla mágica de ternura y de humor, envuelto en ese gozoso juego por el que un actor de genio se las ingenia para otorgar ese su genio a un filme que por sí solo no lo tiene e incluso está lejos de tenerlo.

31 Marzo 1989

Pronóstico cumplido

Francisco G. Basterra

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Jodie Foster, Oscar a la mejor actriz por su duro papel de joven violada por un grupo de estudiantes, fue la sorpresa -merecida- de una noche en la que, por lo demás, se cumplieron todos los pronósticos. Rain man se llevó cuatro oscars (mejor película, mejor actor, mejor director y mejor guión original), convirtiéndose en la película del año.Y tampoco sorprendieron a nadie las tres estatuillas (mejor vestuario, mejor guión adaptado y mejor dirección artística) de Las amistades peligrosas, una historia de sexo y depravación en la Francia versallesca prerrevolucionaria. Pero sí que su actriz principal, Glenn Close, se quedara por segundo año consecutivo sin el Oscar, después de que la Academia se lo negara el pasado año por Fatal atraction.

Se decía que Jodie Foster cedería el Oscar a Glenn Close, Melanie Griflith, Sigourney Weawer -que estaba designada también como mejor actriz secundaria- o a la gran dama Meryl Streep. Demasiado escabrosa su película. Pero los señores académicos optaron por el tema difícil de la joven violada.

Jodie Foster dijo que su película es una manifestación de que «la crueldad no es aceptable». Explicó, mientras agarraba la estatuilla dorada como un náufrago una tabla, ebria de alegría, que «quiero interpretar a las mujeres reales, las verdaderas heroínas, que no están ganando las guerras, pero sobreviven todos los días».

Sigourney Weaver sufrió la mayor desilusión de la noche. Ni su interpretación en la original Gorilas in the mist ni su papel de ejecutiva de Wall Street en Working girl le valieron el Oscar.

Pedro Almodóvar pierde el Oscar y rompe con Carmen Maura en Hollywood

Pedro Almodóvar perdió el jueves algo más que el Oscar. Perdió a Carmen Maura. Se rompe, de momento, la pareja más espectacular del cine español. «Pero no quiero que me den el pésame», dijo Almodóvar. El director de Mujeres…, sorprendentemente, decidió entrar en el Shrine Auditorium, palacio morisco donde la Academia de Hollywood entregó los premios, acompañado por Bibí Andersen, mientras Carmen Maura, su musa y compañera de seis películas, hizo su entrada por separado del director que lallevó a la fama. Como se presumía, El hombre de la lluvia ganó los principales oscars.

Carmen Maura, despechada y haciendo pública su irritación, se negó a acudir a la fiesta que Almodóvar y la distribuidora Orion ofrecieron en el restaurante Flag’s, en el mítico Sunset Boulevard. La protagonista de Mujeres… prefirió quedarse en su hotel, el Sunset Marquiss, a sólo un kilómetro de la fiesta, certificando la historia de una ruptura anunciada.Almodóvar, sereno tras su derrota por el filme danés Pelle el conquistador, declaró a este periódico: «Tengo problemas, que vienen de lejos, con Carmen. Pensé que se podían solucionar, pero no ha sido así. Pero ahora no lo puedo explicar». Preguntado si se trata de una quiebra definitiva, respondió que «definitiva sólo es la muerte, y yo no creo en la reencarnación». Problemas de celos, egos y el desgaste de una colaboración muy larga e intensa han quemado, de momento, la relación más intensa y fructífera del cine español.

Almodóvar manifestó que en el fondo, si no fuera por la desilusión que la derrota de Mujeres… va a producir en España, «podría decir que me siento liberado de la presión del Oscar, que me permite volver a hacer cine». Personas próximas a Almodóvar y a Maura confirmaron ayer que la falta de entendimiento que ha desbordado el vaso de agua, colmado ya desde hace un año, se ha producido esta semana.

Almodóvar, traje azul eléctrico con solapas ribeteadas de negro, pero sin excederse en el gesto estético, prefirió la compañía de su hermano Agustín, productor, de su pareja, Carlos, decorador de sus películas; de Bibí Andersen, y del cónsul de España en Los Ángeles, Pedro Temboury, para realizar la importante, por simbólica, entrada a la entrega de los Oscar.

Un espectacular paseíllo de estrellas, con graderíos repletos de aficionados al séptimo arte que hicieron cola desde el amanecer vociferan a sus ídolos como si estuvieran en los tendidos de sol en los sanfermines. Y las cámaras de televisión de medio mundo, incluyendo este año la URSS, transmitiendo en directo. Los españoles, sabiendo que jugaban fuera de casa, hicieron una entrada discreta.

Los trajes de encaje y silicona -sí, silicona en puños, pechos y escotes de Rosi de Palma y Loles León- pasaron inadvertidos para un público entregado a Melanie Griffith, Glenn Close, Sigourney Weaver, Tom Cruise o Dustin Hoffman. La limusina negra de Almodóvar, que ha gestado la película extranjera más comercial del momento en Estados Unidos, desplegaba en los parachoques las banderas de Estados Unidos y España. Al parecer, el director manchego había decidido ya el martes llegar, ostensiblemente, sin Carmen Maura.

Pedro, que ahogó una pena muy relativa con gazpacho con vodka, langostinos, sevillanas y rumbas hasta bien entrada la madrugada en Flag’s, dijo que «nunca estuve seguro de que fuera a ganar. Lo ocurrido», explicó, «es parte del juego y hay que aceptarlo. No quiero que me den el pésame. No me siento un perdedor. Lo importante es haber llegado hasta aquí».

Más mensaje

Almodóvar fue generoso con Pelle…. «Es una película notable, aunque es una opción distinta que Mujeres…-. «Pero estoy seguro de que Pelle…, de Bille August, no ha ganado por muchos votos. Me gustaría saber cuántos hemos tenido cada uno». Los oscarólogos señalaban ayer que la derrota de Mujeres… prueba que los académicos de Hollywood no premian comedias para la mejor película extranjera y prefieren normalmente obras con más mensaje.

Pedro, que ayer regresó a España vía Nueva York, donde pasará unos días, dijo que no había sentido nervios en el momento, las 19.20 (5.20 en España), en que Candice Bergen anunció el Oscar para Pelle… «Sí, me he quedado con pena», admitió, «y no es patrioterismo»

Hace dos días Pedro dijo que «no sé con qué cara volveré a España». Ayer, al confirmarse que no regresará con el Oscar -hubiera sido el segundo para un español, después de Garci con Volver a empezar-, afirmó que «improvisaré la cara; ahora no la sé». Almodóvar, después de insistir en «que yo he hecho todo lo posible, no cabía nada más», reconoció también que «esto me viene muy bien para mi ego».