3 octubre 1966

Avalado por el Banco Popular, Calvo Serer es partidario de que España pase de ser una Dictadura a una Monarquía Parlamentaria encabezada por el Conde de Barcelona, Don Juan de Borbón.

Rafael Calvo Serer toma el control del Diario MADRID y anuncia una ‘nueva etapa’ en la que el diario se convertirá en un medio de oposición a la dictadura

Hechos

  • El 3.10.1966 el Diario MADRID anuncia que comenzaba una nueva etapa. D. Rafael Calvo Serer asumía la presidencia del Consejo de Administración de la sociedad editora del periódico: ‘MADRID, Diario de la Noche S. A.’.

Lecturas

El 20 de septiembre de 1966 el periódico DIARIO MADRID anuncia, oficialmente que D. Rafael Calvo Serer asume la presidencia del Consejo de Administración del periódico sustituyendo a D. Alfredo Jiménez-Millás. El periódico Diario Madrid anuncia en su número de 3 de octubre que inicia una nueva etapa con otra línea editorial.

D. Rafael Calvo Serer (miembro del Opus Dei) ha asumido la presidencia del Consejo de Administración del Diario Madrid al comprar la mayoría de un tercio de las acciones de FACES con el apoyo del Banco Popular, que también era titular de otro tercio. El acuerdo entre el Sr. Calvo Serer y el Banco Popular deja marginado a Luis Valero Bermejo, que lidera el último tercio que, en teoría, era el mayoritario. Con esta nueva posición Calvo Serer, con José Manuel Miner Otamendi como director, convierte al Diario Madrid en un periódico de oposición a la dictadura de Francisco Franco Bahamonde que ya se trasluce en las portadas del 5, 20 y 24 de septiembre.

ATRÁS A LA ETAPA DE JUAN PUJOL

El Diario MADRID anuncia el 20 de septiembre de 1966 que D. Rafael Calvo Serer es el nuevo presidente del Consejo de Administración. En 1964 el fundador del periódico D. Juan Pujol Martínez había vendido su periódico a un grupo de accionistas vinculados al Opus Dei, divididos en tres bloques, el del ultra D. Luis Valero Bermejo (en teoría, el mayoritario), otro liderado por el Banco Popular y el tercero liderado por D. Rafael Calvo Serer. La alianza entre Banco Popular y el Sr. Calvo Serer ha dejado al margen del periódico al accionista D. Luis Valero Bermejo.

 El 1 de octubre de 1966 D. Rafael Calvo Serer toma su primera decisión relevante como presidente del Consejo de Administración del periódico nombrando a D. José Manuel Miner Otamendi como nuevo director del Diario MADRID, cargo que en realidad ya ejercía desde hace un meses, cuando abandonó esas funciones D. Luis G. de Linares, que discrepa con el nuevo rumbo editorial del periódico.

INDICIOS DEL CAMBIO DE LÍNEA EDITORIAL 

Antes de anunciar públicamente a sus lectores que había cambiado de gestión el periódico MADRID ya había mostrado indicios durante el mes de septiembre de un cambio en su orientación.

 El 5.09.1966 el periódico Diario MADRID dedicó un editorial a especular sobre si el General Franco renunciaría a la presidencia del Gobierno reduciendo su poder únicamente al de ‘Jefe de Estado’, siendo la primera vez que un medio de comunicación en España planteaba esa posibilidad.

 El 20.09.1966 el periódico Diario MADRID publicaba una reflexión sobre qué era y que no era el Movimiento Nacional (el partido único del régimen franquista, heredero director de Falange Española Tradicionalista de las JONS). La reflexión sobre el Movimiento ya había sido planteada por otros periódicos de signo aperturista: el diario INFORMACIONES, o el diario democristiano YA.

  El 24.09.1966 el periódico Diario MADRID daba un paso más y pedía públicamente en portada una ‘democracia posible y necesaria’ y argumentó en un editorial los cuatro puntos que a criterio del Sr. Calvo Serer debía aplicar España para poder ser considerado un país democrático.

03 Octubre 1966

MADRID, Diario nacional, Ante una nueva etapa

MADRID (Editor: Rafael Calvo Serer)

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El verano había apagado bastante la libertad de Prensa. No por recesión oficial, sino porque los veranos, para las cosas públicas, suelen ser un paréntesis. Esto viene a responder a una especia de costumbre. Pero apenas remontado el letargoo del mes de agosto, el diario MADRID abrió una nueva página de su ejecutoria al servicio de la opinión pública con un editorial reproducido por la mayoría de la Prensa nacional y por lo más selecto de la extranjera. Preguntábamos el día 5 de septiembre: «¿Habrá jefe de Gobierno?». Y respondíamos documentadamente especulando sobre la ley Orgánica del Estado. Las vicisitudes de esta ley, en permanente discusión ‘privada’ desde 1956 quedaron claramente reflejadas en el editorial. Nombres ilustres de la política antes y de ahora fueron citados junto cn sus posturas y actuaciones. Nadie nos rectificó. Y nuestros lectores se dieron cuenta de que algo había cambiado en su periódico. MADRID comenzaba una nueva etapa.

Información e independencia
Durante todo el mes de septiembre nos hemos esforzado en servir a la opinión pública temas vertebrales de nuestra convivencia. Hemos publicado una docena de editoriales copiosamente documentados. Pero nuestra satisfacción sería menor si no hubiéramos conseguido a juicio de nuestros lectores, llevar a las informaciones comentarios u orientaciones la postura ya tradicional de este diario: independencia.

Estamos satisfechos del nombre que llevamos porque defendemos que Madrid es algo así como el resumen de España. Madrid es, en cierto sentido, una proyección humana y plástica de toda la nación. Todos los españoles son un poco madrileños y casi todos los madrileños proceden de las otras regiones españolas. En este sentido es en el que queremos que se interprete nuestro título. A esta concepción estamos respondiendo. De esa manera nos estamos proyectando. Un simple recuerdo de nuestra reciente actuación respalda tales afirmaciones. Editoriales como ‘Qué es y qué no es el Movimiento’, ‘El Pluralismo político’, ‘La Democracia posible y necesaria’, ‘El Generalísimo Franco’, entre otros varios marcan esa ruta nacional que MADRID se ha trazado. Y nuestro artículo del 28 de septiembre ‘Realidad de las regiones’ es una muestra del decidido propósito de hacer también de MADRID el diario de las regiones de España.

Continuidad y renovación
Pero esta nueva etapa no obedece a una forzada y nueva orientación; es consecuencia lógica de otra etapa, fundamental de la vida española. MADRID se encuentra ahora – a cinco meses tan sólo de la promulgación de la ley de Prensa – con la recién estrenada etapa de una homogénea y abierta evolución de España hacia una democracia social y política, vigorosa y joven. Los órganos de información en este nuevo periódico deben servir a la opinión público como un verdadero sistema de comunicación social: ofrecer información y orientaciones, recoger anhelos o reivindicacions para manifestarlos ante los órganos ejecutivos. Si un diario no está al servicio de sus lectores y si no es espejo de opinión, deja de ser órgano informativo para reducirse a simple Empresa de Artes Gráficas.

Ahora MADRID se reorganiza para mejor servir en esta tarea diaria de información y de orientación. Reorganizarse, sin embargo, no significa romper con el pasado, sino adaptarse al presente. Don Juan Pujol, maestre de periodistas y hombre de certera visión empresarial, fundó este periódico para servir el momento histórico que a España el tocó vivir en los decenios cuarenta y cincuenta. Cubrió aquellas etapas con prestigio, con gallardía y con independencia. Hoy, el signo de los tiempos ha cambiado y a nosotros nos toca hacer el periódico de los años sesenta en la misma línea trazada por su fundador y que le ha dado especial caracterización junto a los otrs periódicos madrileños. Basta ojear cualquiera de los grandes Anuarios internacionales de Prensa para ver al MADRID adjetivado como independiente, a la vez que se dice que ABC es monárquico, YA católico y ARRIBA falangista.

Por una nueva convivencia
La vida pública española está hoy dirigida en buena parte por los hombres que alrededor del año 1948 se manifestaron en plena madurez o dieron sus primicias prometedoras de las realizaciones presentes. Y un trecho no desdeñable de futuro estará cubierto en ese sentido por la misma promoción que se abriera a las realidades cincuenta años más tarde que aquella otra, renovadora aunque apesadumbrada por el desastre, que es universalmente conocida: ‘la del noventa y ocho’.

En el dinamismo de la historia – el dinamismo de España – el que hace este relevo de etapas y vivencias. 1966 es un año importante que promete futuras liberalizaciones en esas barreras aduaneras que un proceso político – a veces por legítimas exigencias de la situación internacional, a veces por autoconservación y aun por comodidad – se vió obligado o creyó oportuno interponer entre los sectores de la opinión pública y la opinión del sector público. Pero las misma fuerza dinámica implícita en nuestras Leyes Fundamentales nos lleva por nuevos caminos que, paradójicamente, difieren de los antiguos, aunque quieren continuarlos. La prensa tiene que cumplir en esta estrenada singladura una irrenunciable misión de nexo entre la sociedad y el Estado.

Tras un mes de actuación renovadora, el nuevo pulsto de MADRID es muy fácil de registrar. Dentro de esa unidad de tiempo y lugar – la vida de un país en un momento concreto – nuestro periódico ha mantenido una postura de independencia ante los grupos económicos, políticos o sociales y sigue una vocación de proyección nacional. Como otros periódicos en distintos países: «Il Tempo» en Italia; «The New YorkTimes», el «Frankfurter Allgemeine Zeitung» o «Die Welt» en Alemania; «The Times» en Inglaterra, MADRID es un diario nacional e independiente. Pero, naturalmente, de manera adecuada a las exisgencias de los lectores españoles.

La Prensa en España tiene su propia personalidad respecto a la editada en el Extranjero. Pero también como ella no podemos ni queremos renunciar a un cuidado celoso de todas las secciones del diario: información nacional, deportes, internacional, vida de la capital, reportajes, amenidades, divulgaciones, etcétera. En todos esos campos trabajaremos con entusiasmo y con dedicación para servir a la opinión pública española en esta nueva etapa.

Una nueva etapa por esta España que crece. Por esta sociedad que palpita, entremecida e ilusionada, en la germinación de una nueva convivencia democrática, moderna y fuerte.

23 Octubre 1966

Los amiguitos del Obrero S. A.

Ismael Herráiz

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No recuerdo dónde leí que cierto director de cine – yanki, por más señas – quería presentar a Mozart tocando en un piano ‘El Bello Danubio Azul’. Algún colaborador más exigente con estas futesas históricas, le indicó que no podía incurrir en un anacronismo de tanto bulto; pero el hombre le contestó fríamente y con toda razón: “¿Y quién puede prohibírmelo?”. Alfo así viene sucediendo a los periódicos y a los periodistas españoles después de haber sido rebautizados con la libertad de prensa. Todos podemos interpretar la vida, las leyes, el pasado y el porvenir de acuerdo con nuestra fantasia personal. No tenemos más freno ni rienda que el que nos impongan a unos y a otros la Falange, el Opus Dei, don Hugo Carlos, don Juan de Borbón o el Banco X. Pero en lo que no se nos ha puesto tasa es en la posibilidad de tomarse toda la clase de libertades con el Poder político, lo cual es una garantía de que la Libertad archa y de que nosotros – ¡sí, los periodistas! – la guiamos.

Al menos en algunos aspectos formales puede decirse que la libertad de prensa nos acerca a Europa. Hoy todos los periódicos (y en esta ocasión excluyo a los grandes y antiguos diarios españoles católicos y monárquicos) hacen suya la formula del sociólogo inglés, Francis Newton, comprueba a diestro y siniestro: “Los periódicos de gran tirada han descubierto que el procedimiento más rentable es una adecuada mezcla de desnudos sugestivos y de tendencias izquierdistas”. Y como lo rentable no está reñido con lo apostólico, tenemos ya a la prensa derechista en plena europeización. Todavía los desnudos, seleccionados por castos yeyés, revelan la precavida languidez del simple voyeur, pero en lo que atañe al izquierdismo tenemos vía libre, porque, al fin y al cabo, Franco sigue guardando la viña de los castos yeyés y de los que ya tenemos que ser castos y no podemos ser yeyés. Sin un patrón a que referirse, sin nube alguna amenazadora en el horizonte social, el izquierdismo está al alcance de cualquier aquelarre místico o de cualquier Consejo de Administración. Muchos periódicos españoles cuya médula reaccionaria es una reliquia pavorosamente única en Europa (incluidos la Ciudad del Vaticano y el Monte Athos) han encontrado ocasión, gracias a la ley de prensa, de enjaretarse la carmañola. Una carmañola, en la que se disimulan los entorchados borbónicos, pero que viene como un guante para usarla en este carnaval democrático que traemos en danza.

Es un hecho suficientemente comprobado que la reacción, cuando pretende hacer izquierdismo o política social, se pierde en una dialéctica demagógica que pone en peligro las propias estructuras burguesas. La proclamación de la Segunda República española fue una demostración inapelable de ello, porque la reacción cuando enmascara sus verdaderas intenciones y trata de disimular sus intereses económicos se autodestruye sin conseguir la menor adhesión del mundo proletario. Un obrero avispado hará siempre fú como el gato a las incitaciones subversivas con garantía bancaria, pues sabe por experiencia que los zurriagazos de la policía sobre los lomos del proletario hacen subir como la espuma los dividendos. Prefiere que cada uno juegue su juego. Pero la nouvlle vague reaccionaria no ha aprendido nada de la vieja y así periódicos y periodistas que hubieran espantado al mismísimo señor Beunza (escribo este nombre con el mayor respeto) por su insufrible olor a caverna, posan, gracias a la libertad de prensa y a la inexistencia de cualquier fiel contraste, como audaces anarco-sindicalistas. Estamos en pleno activismo de una libertad vigilada y dirigida por el voto de obediencia, lanzada al asalto y a la denigración de un Régimen bajo cuya paz nacieron viven y anidan los castos yeyés de la demagogia.

Ahora bien; en plena inandescencia libertaria algunos periódicos pierden en el acaloramiento su carmañola y ponen al desnudo sus intenciones primarias. Eso ha ocurrido hace pocos días con el periódico MADRID que, como es sabido, preside, aconseja y ejemplariza don Rafael Calvo Serer, consejero privado de don Juan de Borbón y miembro relevante del Opus Dei. EL señor Calvo Serer es un hombre muy viajado y proclive al entusiasmo democrático. La democracia anglo-sajona es para él una especie de súper-market del encandilamiento y no ve conserva política, social o económica de la que no se encapriche y que no trate de meter sin más preámbulos y de matute en el humilde logar de los españoles. EN uno de sus viajes morrocotudos en busca de baratijas se enteró de que en los Estados Undios el paro obrero es una endemia sabiamente calculada por la plutocracia que sirve para usos muy determinados. Enterarse del dato y apuntarlo en la agenda de sus descubrimientos, fue cosa vista y no vista. Y luego, tan pronto ocmo dispuso de una plataforma para el lanzamiento del os productos ideológicos ‘made in USA’ colocó en órbita un editorial titulado: “Despido forzoso. Los parados también hacen desarrollo”. Recojo el párrafo substancial del invento: “El paro desde el punto de vista de la economía en general – en cierto modo, también humano, como veremos – no lo es tanto. Y precisamente por eso, el trabajador parado precisa de celosísima atención. Porque gracias a los parados los trabajadores en empleo gozan de mejor situación”. Que es exactamente igual que si dijeramos que gracias a los que sufren hambre lo castos yeyés tienen más gordas las pantorrillas.

Ni que tiene decir que el Sr. Calvo Serer se ha salido por tales peteneras económico-sociales (precisamente cuando estamos rozando el pleno empleo) porque sabe muy bien lo que quiere decir el paro obrero como instrumento desarrollo. Es una solución económica que el capitalismo norteamericano viene empleando con enorme éxito hace muchos años y cuyoos fundamentos son muy simples. Consiste en modificar la naturaleza de las inversiones y en lugar de crear industrias nuevas se fortalecen las grandes concentraciones monopolísticas aumentando el outillage y favoreciendo la reducción de mano de obra. Al disminuir la oferta en el mercado de trabajo, el resultado fulminante es la contención de los salarios y el consiguiente incremento de los beneficios.

En este sentido hay que reconocer que la libertad de prensa ha sido enormemente beneficiosa porque nos coloca a todos en igualdad de condiciones y porque, además, sitúa en cueros vivos al escandaloso chantaje político que veníamos presenciando sin la más leve posibilidad de salir al paso. Por lo que se percibe, la coincidencia reside en tres puntos, o, al menos, uno se les exige más: hostigar al Régimen; hacerse perdonar de la Universidad y – a ser posible – de las fábricas. Y para eso se acude informativamente a todo: a exaltar a los chinos de Barcelona; a pedir más investigadores cuando la investigación estuvo siempre en las consabidas manos; en poner de relieve la insuficiencia evidente de un salario mínimo fijado con la natural conformidad de sus correligionarios en el gobierno… Es que en cualquier sistema o alianza democrática ¿podría darse un contrasentido semejante?

Jóvenes periodistas pretenden mezclarse en la brega viril de los sindicatos, cacareando por los talleres y tajos su cupo diario de puñetitas y carajos contra el Régimen, en ejercicio del famoso apostolado de la mala lengua. Hay prisa en hacerse también con los intrumentos de la política social, ahora que los resultados puramente económicos no parecen gozar de una excesiva popularidad y asentamiento. Se reprocha a todo el mundo la falta de representatividad, de auténtico poder democrático, como si los centenares y centenares de amigos que ocupan puestos clave de la política estuvieron aupados por el cuerpo electoral de Soria. Y es paradójico observar que tratando, inútilmente, de amansar a sus más implacables enemigos, van enajenándose – por pura reacción ante la injusticia y la desfachatez – los ánimos que, como el mío modestísimo, nunca les fueron hostiles, sino todo lo contario.

¿En qué escuela han practicado la democracia y el liberalismo que nos reclaman, sin darnos un momento de respiro? Veamos:

“En ese espíritu crítico – te concedo que no es su susurración – no debes ejercitarlo con vuestro apostolado, ni con tus hermanos. Ese espíritu crítico para vuestra empresa sobrenatural – me perdones que te lo diga – es un gran estorbo, porque mientras examinas la labor de los otros sin que tenga por qué examinar nada – con absoluta elevación de miras. Te lo concedo – tú no haces otra positiva alguna y enmoheces con tu ejemplo de pasividad la buena marcha de todos”.

“Entonces – preguntas inquieto – ¿ese espíritu crítico que es como substancia de mi carácter? Mira: Te tranquilizaré: toma una pluma y una cuartilla: escribe sencilla y confiadamente – ¡ah! Y brevemente – los motivos que le torturan. Entrega la nota al superior y no pienses más en ella. El, que hace de cabeza – tiene gracia de estado – archivará la nota… o la echará al cesto de los papeles. Para ti, como tu espíritu crítico no es susurración, y lo ejercitas con elevadas miras, es lo mismo”. No creo yo que el procedimiento esté calcado directamente de la democracia anglo-sajona que recomienda a los demás el señor Calvo Serer.

“Los amiguitos del Obrero S. A.” debieron reflexionar. La política nada tiene que ver con lo arcano y si jugamos a ser libres hemos de hacerlo con una sola baraja. No hay jugadores con una baraja de santos y otra de sotas. Esto está castigado incluso entre los anglosajones. Convendría que don Rafael Calvo Serer siga, en sus próximos viajes, el consejo que daba Sánchez Mazas a los jóvenes peripatéticos: hacerse acompañar siempre de un ayo como hacían las grandes familias del siglo XVIII con sus tiernos hijos. El serial de ‘Los Intocables’ ha terminado.

Ismael Herráiz