1 marzo 2022

RT es un medio 100% propiedad de la Administración de Vladimir Putin

RT [Russia Today] y Sputnik aplastados: Google, Youtube, Facebook, Twitter y Dailymotion bloquean su señal en Europa y América Latina por considerarlos propaganda financiada por Rusia

Hechos

  • El 1 de marzo de 2022 Google anunció que bloqueaba RT y Sputnik en Europa.
  • El 11 de marzo de 2022 Google amplio el bloqueo a todo el mundo.

Lecturas

MESES NEGANDO QUE RUSIA FUERA A INVADIR UCRANIA.

Durante sus últimas semanas de emisión en Europa, RT había reiterado que Rusia – gobierno del que es propiedad – no iba a invadir Ucrania y que la denuncia de inminente invasión era una maniobra de Estados Unidos y la Unión Europea para fomentar un ambiente de histeria.

LAS DIRECTIVAS DE RT

La Sra. Margarita Simonyan es la Directora Jefe de Russia Today a las órdenes directas del Gobierno de Rusia, dado que el Estado ruso es propietario del 100% de la cadena.

Dña. Victoria Vorontsova es la Directora de ‘RT en Español’ que ha apostado por tener una fuerte presencia tanto en España como en América Latina. Su línea editorial será contrario a las instituciones de la Unión Europea y Banco Central Europeo, así como a los Estados Unidos y también contra el magnate Sr. George Soros. Esta posición le granjeará simpatías principalmente en sectores de la izquierda antisistema, aunque también en sectores de la derecha anti-globalista.

ESTRELLAS DE RT.

El Sr. Max Keiser conduce ‘Keiser Report’, el programa estrella de la emisión de RT en inglés. Antiguo broker ahora en nómina de Moscú. Su programa se centra en defender el sistema de pago bitcoin como alternativa al dólar y atacar sistemáticamente los sistemas monetarios de América y Europa.

D. Javier Rodríguez Carrasco conduce ‘El Zoom’ en RT en Español, programa estrella de la cadena centrado en la geopolítica siempre desde un punto de vista favorable a Rusia, presentada como víctima del imperialismo voraz de Estados Unidos y la Unión Europea que busca extenderse por el este. También es hostil hacia el gobierno de Ucrania, al que acusa de nazi.

Dña. Inna Aginogenova encabeza la sección ‘Ahí les va’ de RT en la que comenta de forma sarcástica los argumentarios de Occidente buscando ridiculizarlos y defender los puntos de vista de Rusia. Uno de sus blancos preferidos era el diario EL PAÍS. Su popularidad en redes sociales la habían llevado a ascender a Subdirectora de RT en Español. En sus redes había negado que Rusia fuera a atacar Ucrania.

D. José Ángel Egido, ex dirigente de Herri Batasuna (brazo político de la banda terrorista ETA), con la que rompió en 1991, es uno de los principales tertulianos de los programas de RT presentado como experto analista. Su posicionamiento es contrario a Estados Unidos y a la Unión Europea.

D. Juan Antonio Aguilar, ex dirigente del grupo ultraderechista Bases Autónomas, fue secretario general del Movimiento Social Republicano (MSR) y miembro de las listas electorales de la candidatura España 2000, marcas políticas ambas catalogada de extrema derecha. Dirige la web El Espía Digital desde un planteamiento contrario a Estados Unidos y a la Unión Europea.

D. Luis Gonzalo Segura, militar expulsado del Ejército español por indisciplina en 2015. Tras su salida pasó presuntamente a cobrar del Gobierno de Rusia a cambio de publicar artículos en la web de actualidad de RT y tener colaboraciones asiduas en RT en Español siempre en posiciones de crítica feroz a las Fuerzas Armadas de España, al as que presenta como un organismo decadente y corrupto.

28 Febrero 2022

Cuando la agencia estatal rusa RT en español negaba o ridiculizaba la invasión a Ucrania: "histeria", "teorías de la conspiración", "tremendismo"

Julio Montes - Clara Jiménez

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«Histeria», «mentiras», «teorías de la conspiración«, «tremendismo”, «sensacionalismo”… Así calificaba la agencia estatal rusa RT las informaciones de medios y gobiernos occidentales para negar una “inminente invasión” a Ucrania.

Finalmente el 24 de febrero de 2022 Rusia comenzó un ataque militar contra Ucrania. Durante los meses previos, tropas rusas se habían ido desplegando y acumulando en las zonas fronterizas con Ucrania y en Bielorrusia. A partir de noviembre de 2021, desde Estados Unidos se señalaba la posibilidad de una invasión militar rusa de Ucrania.

Pero hasta que llegó ese 24 de febrero, los mensajes que emitía RT en español buscaban desacreditar los contenidos sobre el acercamiento de tropas rusas a Ucrania y las informaciones que alertaban de una posible invasión de Rusia. «Por supuesto, llegará enero, después febrero y marzo, acabará el 2022 y seguro que en los medios seguirán leyendo que la invasión es inminente. El cartel de ‘hoy no se fía, mañana sí’ en versión políticaQuienes advierten una y otra vez de una inminencia que nunca llega, no lo hacen por ignorancia, sino porque lo tienen perfectamente calculado» (9:50-10:24) decía Inna Afinogenova, la subdirectora de la página web de RT en español en su programa ‘¡Ahí les va!’, el 1 de diciembre tras ironizar y ridiculizar las publicaciones de medios de comunicación sobre la entonces futurible agresión rusa.

‘Gran histeria’, ‘A quienes juegan con la guerra se les debería caer la cara de vergüenza’

En otro programa, ‘El Zoom de RT’, en su emisión del 16 de febrero titulado ‘Historia de una gran histeria: ¿Invasión Inminente de Rusia a Ucrania?’, Javier Rodríguez Carrasco terminaba el programa (23:45-24:58) dirigiéndose “a quienes venden titulares tremendistas jugando con algo tan serio y terrible como es la guerra, se les debería caer la cara de vergüenza y si alguno tuviera algo de dignidad quizás abandonaría su puesto de trabajo o saldría a pedir perdón”.

Anteriormente, el 20 de enero el presentador de RT (0:18-0:27) decía que los periodistas “vendían humo” con la “inminente invasión y despliegue peligroso de tropas rusas”.

‘Histeria y teorías de la conspiración’

El 17 de febrero RT entrevistó a Jorge Kreynes, secretario de Relaciones Internacionales del Partido Comunista de la Argentina, presentado como “analista de la política internacional y periodista”. La presentadora le preguntó por “la histeria y teorías de la conspiración” sobre la invasión después de que algunos medios de comunicación la hubiesen anunciado para el día previo. Kreynes no usó el término “histeria” pero RT se lo atribuyó posteriormente al rotularlo.

El 20 de febrero, citando al Gobierno ruso, RT hablaba del “mito de la invasión”. El día siguiente del ataque ruso, el viernes 25 de febrero, Carrasco salió en RT para justificar “el operativo” para “salvaguardar su seguridad y de millones de personas que viven en Donbás”. Pese a las informaciones durante meses sobre esta posible agresión, el presentador de RT decía que “ha sido una sorpresa”.

La invasión son ‘mentiras de Occidente’

Pero incluso el propio día que comenzó la agresión rusa, la también agencia estatal rusa Sputnik publicó un contenido titulado ‘Rusia «invade», «ataca» y «lanza una ofensiva»: las mentiras que nos vende Occidente’, en el que calificaba los bombardeos y despliegues de tropas en Ucrania como una “operación militar”. Este término, junto con el de “intervención militar”, es el usado desde entonces por las agencias estatales rusas en español.

Dos trabajadores de RT en inglés han dimitido tras la invasión de Ucrania

En el caso de la cadena en inglés, tras la invasión de Ucrania, dos trabajadores han dimitido el mismo día 24 de febrero. La primera en anunciarlo fue Shadia Edwards-Dashti. Posteriormente lo hizo Jonny Tickle «a la luz de los acontecimientos recientes».

01 Marzo 2022

Qué fácil es pegarme ahora, colegas

Inna Aginogenova

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Bueno, días de ataques de ansiedad y muchas ganas de cerrar todo esto. No sé si seguiré por aquí, si lo dejaré yo o si lo bloquearán antes para que no contamine el ambiente de la libertad y la dignidad que reina por aquí, pero antes les tengo que decir unas cosas 👇

1. Casi nadie veía posible este escenario. Ustedes, periodistas y medios que van compartiendo mi video de DICIEMBRE riéndome de la “inminente invasión” como ejemplo de propaganda, ¿se creen que sería tan imbécil como para grabarlo de saber que esta sí iba a suceder?

Si medio mundo se reía de esto, el propio presidente de Ucrania lo desmentía hasta hace unas semanas y tengo que ver un artículo en @Mhemeroteca refiriéndose a mí. Qué fácil es pegarme ahora, colegas. Por fin lo lograsteis.

2. Ni lo creía, ni lo deseaba, ni soy responsable, ni lo comparto y no podré comprender que no hubiera otra salida. Y tendré que vivir con ello. Pero nunca les va a satisfacer lo que les diga. Deshumanizan tanto al otro que no le dejan el derecho a sufrir ni siquiera.

3. Los que ordenan y aplauden el bloqueo a medios rusos no lo hacen por defender a Ucrania. Lo hacen porque FINALMENTE encontraron un motivo para acabar con todo atisbo de relato incómodo.

4. Gracias a todos los que me escribieron estos días. La víctima no soy yo. Pero les agradezco todos y cada uno de sus mensajes. Seguiré por telegram, si no nos sancionan internet, telefonía móvil, oxígeno. Y hasta que lo bloqueen para ustedes.

01 Marzo 2022

Censurar RT y Sputnik nos desacredita

Juan Soto Ivars

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Europa sabe cómo se las gasta Rusia con la desinformación. Ante el conflicto, quiere limitar sus posibilidades de envenenar a la ciudadanía europea y corta dos cabezas de serpiente

No ha habido una guerra sin censura en toda la historia de la humanidad. Por eso, la noticia de que la Unión Europea censurará los medios de propaganda rusa Sputnik y Russia Today (RT) en nuestro territorio es para mí la constatación definitiva de que esta vez, pese a que no mandemos tropas, sí que estamos en guerra. Se censuran estos medios en Europa por el mismo motivo que se cerraron periódicos cuando ETA mataba (también a periodistas) en España. La propaganda es un arma y al enemigo se le arrebatan.

Estos dos medios son productores de basura, y muchos de sus colaboradores europeos lo saben. El Kremlin riega con dinero a profesionales extranjeros que de otro modo estarían mal pagados para sujetarlos, pero algunos han antepuesto estos días sus principios a su economía y han renunciado. Es el caso de Danny Armstrong y de Daniel Bernabé: ambos han abandonado RT en el inicio de la guerra.

Europa sabe cómo se las gasta Rusia con la desinformación. Ante el conflicto, quiere limitar sus posibilidades de envenenar a la ciudadanía europea y corta dos cabezas de serpiente. La democracia es mucho más débil ante la desinformación que un país como Rusia, básicamente porque Putin no solo cierra medios con líneas editoriales adversas a sus intereses, sino que asesina a periodistas concretos. Aquí hay medios de comunicación (mejorables). Allí, medios de propaganda. La ventaja táctica de un país sin libertad de prensa ante una guerra es brutal.

Los estados de sitio y de excepción, expresiones jurídicas de la democracia para suspenderse en una guerra, limitan las libertades civiles. La democracia se blinda a sí misma como el coche de Batman y deja de ser democracia temporalmente, siempre en aras de protegerse de la destrucción. El cierre de dos medios rusos no es ir tan lejos, pero debe ser leído como un primer síntoma del ambiente belicoso en Europa. Una vez que se toma esta decisión, hay otras que están más cerca.

Precedentes

Como ha ocurrido durante la pandemia en Occidente, se han ido sentando precedentes. Unos podían conducir a lugares peores y otros se quedaban en nada. España limitó las libertades civiles de forma mucho más estricta que Canadá, pero Canadá ha llegado mucho más lejos en su persecución de los no vacunados. Nunca se puede saber adónde conduce el precedente, siempre hay espacio para el enfriamiento y el retroceso, pero jugamos con lo imprevisible. La pendiente es resbaladiza.

Se empiezan cerrando dos medios rusos que son objetivamente fábricas de propaganda y desinformación, pero nunca se sabe si se acabará persiguiendo a figuras concretas, como tuiteros o ‘freelances’ adictos a la versión rusa. Se empieza cerrando un diario de falacias dirigidas y se puede acabar cancelando una exposición, persiguiendo a un artista, disolviendo una organización cultural. No digo que esto vaya a pasar: digo que puede pasar, porque hay un precedente. Ya ocurren en los márgenes cosas inquietantes, como la detención del periodista español Pablo González, acusado de «prorruso».

Durante la pandemia, se ha repetido en ciertos ambientes que las dictaduras son más funcionales a la hora de lidiar con un virus: yo siempre he pensado que prefiero morir en una democracia a sobrevivir en una dictadura. Lo mismo me pasa con las libertades civiles en un ambiente bélico. Sé que los valores centrales de la democracia son debilidades en una batalla, pero prefiero esos valores a jugar con las reglas del enemigo. Dejadme poner un ejemplo:

En Estados Unidos se encerró a los japoneses en campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. La simple identidad japonesa, más allá de la ideología o el activismo, y por supuesto más allá de las sospechas concretas de espionaje, sirvió de justificación moral para esta medida dura y antidemocrática que la población japonesa americana acató dócil. No fueron torturados, ni maltratados. Simplemente fueron apartados. No es tan grave, ¿no?

Aquella decisión se entendió en su momento como necesaria en tiempo de guerra y se disolvió al terminar el conflicto. Sin embargo, fue un punto de apoyo para la siguiente acometida del Estado, que ya había empezado a fraguarse antes de la guerra: la caza de brujas contra los sospechosos de comunismo, uno de los capítulos más oscuros de la historia reciente de los Estados Unidos con permiso de la infame persecución de los negros. La justificación moral de la persecución de los comunistas fue la misma que la del confinamiento de los japoneses.

No equiparo la caza de brujas con el cierre de RT y Sputnik. Simplemente digo que hemos de ser conscientes de que esto es un precedente y de que la pendiente más allá se vuelve resbaladiza. No es una guerra contra la propaganda, sino contra la propaganda del bando enemigo. Esto debilita la decisión, puesto que seguiremos permitiendo la propaganda de nuestro bando. Si Europa luchara contra la propaganda de manera radical, no quedarían muchos medios en pie.

Objetivos

Las guerras las ganan quienes eligen mejor sus objetivos. Cabe preguntarse entonces cuál es el objetivo de cerrar RT y Sputnik. La respuesta que da Europa es que desean limitar la capacidad de desinformación rusa en territorio europeo. En este sentido, la medida es como parar la fuga de agua de una piscina con una tirita. Si el pretexto es pragmático, no funciona.

Nada más conocerse la noticia, RT y Sputnik anunciaron que seguirían emitiendo su contenido por otros canales como Telegram. Pese a que Facebook y otras redes sociales han anunciado que controlarán la desinformación rusa, sabemos que esto es poner puertas al campo en internet. Envíos masivos por redes semiprivadas pueden ser mucho más contaminantes que dos medios que airean sus mentiras.

Donald Trump le cerraron Facebook y Twitter en Estados Unidos y su popularidad no se ha visto dañada: al contrario. Sus capacidades de promoción se han multiplicado y ahora tiene la ventaja de haber sufrido la censura, lo que aporta credibilidad a cualquier cosa que se le ocurra decir, porque será lo que los grandes manipuladores de masas no quieren que las masas sepan.

En un ambiente mediático tan poco creíble como el de la Europa de la posverdad, la censura contra medios tan poco relevantes como RT y Sputnik supone colocar sobre ellos una lente de aumento e invitar a muchos europeos escépticos o conspiranoicos a creer a pies juntillas todo lo que digan. En el siglo XXI, la gente no es dócil a efectos informativos, y la censura es una magnífica forma de promoción.

Así que, si el objetivo es que la gente no conozca la versión de la propaganda rusa, esta decisión es un error. Hoy la opinión pública está bastante alineada contra Rusia, en general. Más allá de algunas voces, la gente sabe que allí no hay derechos civiles, que se cierran medios, que se encarcela a opositores. Asimilar nuestro comportamiento al suyo, aunque sea con este pequeño acto, me parece un error.

Esto en lo que respecta al objetivo pragmático de la Unión Europea, pero también es complicado justificar la decisión desde el punto de vista moral. Se dice que se está luchando contra la desinformación, pero esto implica dar por bueno que las autoridades políticas de la Unión Europea están en posesión de la verdad. Y esto no deja de ser algo terrorífico, si lo pensamos.

En las guerras, hay bandos legítimos e ilegítimos. El Gobierno ucraniano ostenta la legitimidad en la invasión unilateral de Rusia, pero no suele haber demasiadas acciones morales en el campo de batalla. Las noticias sobre las atrocidades que puedan cometer las milicias ucranianas podrían ser la próxima diana. ¿Qué lo impide, cuando las autoridades se deciden a perseguir lo que ellas consideran ‘mentira’?

Las opiniones derrotistas podrían ser el siguiente objetivo, ¿por qué no? Miremos los libros de historia: el pacifismo fue una postura condenada en el liberal Reino Unido durante la Primera Guerra Mundial. A los pacifistas se les emplumaba por la calle y las mujeres los insultaban. Si el objetivo de la Unión Europea es la mentira, a saber qué considerarán desinformación mañana.

Durante los últimos años hemos visto, cada vez más, pretextos supuestamente virtuosos para la censura, aceptada cada vez por más gente. Se ha equiparado con el discurso de odio la opinión minoritaria en temas de lo más variopintos, y se ha reclamado el control de los bulos desde medios que, en mayor o menor medida, también seleccionan las manipulaciones que se adaptan mejor a su visión de la realidad.

El veto de esas dos plataformas de propaganda rusa en Europa no es más que un detalle, y quizá no conduzca a ninguna otra cosa. Pero en Europa no deberíamos aceptar sin discutir una decisión como esa, básicamente porque en Europa no somos así. Es lo que nos diferencia de la Rusia de Putin, ese país que no queremos que invada Ucrania y destruya su frágil democracia. Ese país en el que nos gustaría que hubiera medios de comunicación plurales, y no sólo los que interesan al zar.

02 Marzo 2022

El camino de la paz en Europa: independencia de EE.UU., abandono de la OTAN y creación de una asociación paneuropea

Luis Gonzalo Segura

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La guerra en Ucrania es una muy mala noticia para Europa, y para España. Un país en el que uno de cada tres niños, según datos de Save the Children, se encuentran en el umbral de la pobreza. Niños que, junto al resto de ciudadanos, han sido azotados con dureza por la pandemia y, ahora, vivirán los efectos terribles de la guerra: subida de precios del petróleo, el gas o la electricidad. Y muchos otros que todavía no se atisban. Un desastre se aproxima hacia nosotros como un meteorito mientras contemplamos ensimismados la luna.

Porque, desgraciadamente, Europa, y España dentro de ella, se mantiene impertérrita en el relato: Putin es Hitler, la situación actual es similar a los momentos previos al estallido de la II Guerra Mundial y sus aspiraciones llegan hasta Alemania del Este. Así, a bocajarro. Más allá de lo terrible que supone banalizar a los seis millones de judíos gaseados y las decenas de millones de muertos que dejó la II Guerra Mundial, este relato se construye, sobre todo, con la intención de exonerar de responsabilidad alguna a la OTAN, esto es a Estados Unidos y sus países satélites en Europa y Occidente. Si Putin es Hitler y está loco, ¿qué culpa tiene Occidente de ello?

Responsabilidad de Estados Unidos y la OTAN

Sin embargo, hay datos que demuestran que tal versión se encuentra en las antípodas de la realidad. Dejando a un lado la supina estupidez de plantear que Rusia pretende invadir Europa del Este, incluida la antigua Alemania Oriental –tiene 500.000 militares menos que Europa y su gasto militar no llega al 30 % del europeo–, lo cierto es que el mapa de la evolución de la OTAN desde 1991 muestra que ha sido la organización atlántica la que se ha acercado a Rusia y no al revés. Y, ciertamente, la presencia militar de Estados Unidos en Europa es tan considerable, con decenas de bases y miles de militares, como alarmante es la falta de unidad, ejército y política exterior común en el Viejo Continente. Europa es, hoy más que nunca, un continente subordinado a Estados Unidos, tóxicamente dependiente de la metrópoli.

En términos geopolíticos, la definición que mejor se ajusta a Estados Unidos sería la de un área de influencia o protectorado moderno. Una región con una cierta autonomía, pero sometida a los intereses de la potencia que la domina.

Estas sanciones pueden ser un tiro en el pie para Europa: además de provocar hambre y pobreza en el Viejo Continente, porque Rusia impondrá contramedidas, pueden desconectar económicamente a Rusia de Europa y reorientar sus relaciones comerciales hacia Asia y África.

Esta realidad demuestra que, en el contexto geopolítico, el agredido es Rusia, por lo que ello nos debería llevar a una reflexión respecto de la actuación de la OTAN y la sumisión europea a esta y a Estados Unidos. Por desgracia, esta reflexión no existe, precisamente, porque, como hemos comentado antes, el relato oficial que pretende exonerar a Occidente de lo ocurrido se ha cimentado sobre la comparación de Putin con Hitler y las aspiraciones de Rusia de conquistar Europa del Este hasta llegar a Alemania Oriental. Falacias insostenibles en términos militares o económicos, pues tales conquistas necesitarían de una capacidad militar o una fortaleza económica que, no ya Rusia, sino ningún país en el mundo posee en la actualidad.

El peligro de las sanciones económicas para desestabilizar una potencia con arsenal nuclear

Por todo ello, por el relato ficticio de lo acontecido y la ausencia de un debate crítico respecto a la responsabilidad de las agresiones geopolíticas perpetradas en las últimas décadas por la OTAN en la actual guerra en Ucrania, la vía que se atisba es la de las sanciones económicas. Y, ahora sí, parece que serán tan históricas como se reseñaba hace unos días: tal y como se aseveró, el mayor paquete de sanciones económicas de la historia. Unas sanciones que, además, exhiben una unidad y una contundencia inédita.

Sin embargo, el implantar sanciones económicas no solo empeora la situación, sino que supone una gran temeridad –Rusia ya ha activado las unidades nucleares–. No olvidemos que las sanciones siempre tienen como objetivo primordial posibilitar, mediante el hambre y la miseria, que los ciudadanos derroquen el gobierno de turno para que ello permita imponer un gobierno afín. A poco que se goce de un cierto sentido común, la idea de desestabilizar un país con más de 6.000 ojivas nucleares no parece que vaya a mejorar mucho la situación.

Por otra parte, tal y como demuestra el apoyo de China y de otros países asiáticos, que se han manifestado públicamente a favor de Rusia o en posición neutral, estas sanciones pueden ser un tiro en el pie para Europa: las sanciones, además de provocar hambre y pobreza en el Viejo Continente, porque Rusia impondrá contramedidas, pueden desconectar económicamente a Rusia de Europa y reorientar sus relaciones comerciales hacia Asia y África.

Es imprescindible que la Unión Europea abandone la OTAN y se independice definitivamente de Estados Unidos. Lo que en ningún caso supone echarse a los pies ni a los brazos de Rusia, sino elegir ser y estar, por primera vez en décadas.

Por si no fuera suficiente, nadie garantiza que tengan éxito, pues si Rusia ha conseguido soportar siete años de sanciones, aunque de mucha menor entidad, en función de reorientar su actividad comercial, cada vez le resultará más sencillo de soportar. Es decir, cada año que pase sin que las sanciones consigan derrocar el gobierno, tanto este como la ciudadanía se acostumbrarán a ellas y buscarán otro tipo de soluciones.

Acuerdo de Paz y restablecimiento de relaciones

Así pues, el camino de Europa debería de ser otro muy diferente al de las sanciones. En primer lugar, pactar un acuerdo de paz definitivo con Rusia que vaya más allá de Ucrania. El Viejo Continente debe llegar a un entendimiento con Rusia sobre la estabilidad geopolítica de toda Europa, una estabilidad inclusiva e imperecedera. Definitiva y robusta. Y ello solo será posible si pasa por Rusia.

Abandonar la OTAN e independizarse de Estados Unidos

Para ello, por tanto, es imprescindible que la Unión Europea abandone la OTAN y se independice definitivamente de Estados Unidos. Lo que en ningún caso supone echarse a los pies ni a los brazos de Rusia, sino elegir ser y estar, por primera vez en décadas. He ahí la cuestión.

Y el primer paso, ineludible, pasa por crear un Ejército europeo y convertirse en un actor geopolítico independiente que gestione tanto su seguridad como su política exterior. Porque no se trata de debilitar a Europa, sino de independizarse, de madurar y de abandonar la toxicidad con la que se relaciona con Estados Unidos. Sin Estados Unidos ni la OTAN de por medio, todo será más sencillo. Y, si no es posible entenderse con Rusia, que yo creo que sí, Europa sabrá arreglárselas por sí misma. En estos días lo está demostrando.

Sin embargo, tanto el Ejército europeo como la independencia del continente, elementos absolutamente entrelazados, encontrarán una férrea oposición en Estados Unidos.  Una potencia que no permitirá tal movimiento, como se puede comprobar en la hemeroteca de las últimas dos décadas, porque ataca directamente a sus intereses. De la misma manera que la paz definitiva en Europa y el restablecimiento de las relaciones con Rusia han sido y son contrarios al interés norteamericano.

Crear una asociación paneuropea de seguridad

Tras estos primeros pasos, pacificar el viejo continente e independizarse de Estados Unidos, el siguiente objetivo para alcanzar una paz duradera pasaría por la creación de una asociación paneuropea de seguridad en la que se estableciera un marco de diálogo y confianza entre todos los países europeos, Rusia incluida. La cuestión a estas alturas es saber si realmente quiere y puede lograrlo. La paz continental pende de ello.