3 abril 1992

Se airean las diferencias internas en ETA entre el capo detenido Francisco Múgica Garmendia y el asesino prófugo José Luis Urrusolo Sistiaga

Hechos

Fue noticia el 3 de abril de 1992.

03 Abril 1992

Retrato en negro

EL PAÍS (Director: Joaquín Estefanía)

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AL MARGEN de las divergencias que puedan existir entre Múgica Garmendia y Urrusolo, algo es seguro: que existen fuertes discrepancias entre el jefe del comando itinerante de ETA y los concejales de Herri Batasuna (HB) de San Sebastián. El mismo Pakito que a los ediles donostiarras les parecía un ejemplo de «heroísmo y dignidad ética» es considerado por Urrusolo un «inútil que no tiene ni puta idea», amén de «un dictador» y alguien que «se escaquea».En un mundo tan cerrado y jerarquizado como el de ETA, es lógico que las divergencias tiendan a expresarse en términos de rivalidad entre capos y a dirimirse por vías expeditivas. Que un activista autor de decenas de atentados confiese temer más a sus jefes que a la Guardia Civil no es algo que los portavoces de HB puedan explicar con meras referencias a la «ocupación militar de Euskal Herria». Sin ese componente de sumisión ciega, eliminación del disidente y búsqueda de complicidad mediante el crimen compartido -tan dostoievskiano todo ello- no se entendería nada de lo que ha pasado en ETA y sus alrededores en los últimos anos. Y hasta es posible que la lectura de Los demonios diera más pistas sobre el real contenido de los enfrentamientos que cualquier consideración en términos de divergencias políticas.

Por ejemplo, en términos de duros contra blandos. Si Urrusolo es de estos últimos, más vale que los expertos radiofónicos en el tema busquen otro término para definir los dos sectores de que vienen hablando hace años. La idea de que la frontera nue divide a unos v a otros es la que en su día trazó Arzalluz entre «nacionalistas» y «marxistas» tampoco parece suficientemente acreditada. De hecho, en las tres principales escisiones producidas en la historia de ETA, más bien han sido los ultranacionalistas, por oposición a los izquierdistas, quienes han reafirmado la inevitabilidad de la lucha armada. De todas formas, lo más dogmático del marxismo-leninismo y lo más intransigente del nacionalismo fundamentalista han acabado por engarzar en esa especie de polpotismo que caracteriza tanto los actos de ETA como su justificación por el encapuchado de guardia.

Más verosímil. parece pensar que la frontera que separa las dos (in) sensibilidades reflejadas en la correspondencia intervenida sea la formada por los Pirineos: el interior contra el exterior, y viceversa. Opina Urrusolo que los «cuatro que dirigen la organización sin contar con nadie» son «una cuadrilla de funcionarios burocráticos que no tienen ni puta idea de lo que es estar en el interior», y gente que «ya se han hecho a tener hecha su vidita». Pero sacar conclusiones políticas de esa distancia psicológica parece arriesgado.

Lo que seguramente sí es revelador de un sentimiento compartido por otros activistas es la referencia de Urrusolo a los presos, cuya liberación dice considerar el único móvil para seguir en la brecha. Esos lazos de sangre que unen de por vida a quienes se la han quitado a los demás traspasan los. muros de las prisiones, y los pistoleros que todavía no han sido capturados tienden a sentirse culpables por el destino de quienes esperan sin esperanza en sus celdas. De ahí que tiendan a idealizar sus atrocidades como una forma de solidaridad con los que están dentro, e incluso de contribución a su liberación. Es lo cierto, sin embargo, que sólo la suspensión de los atentados podría permitir una salida personal para al menos una parte de esos presos. La oposición hasta el asesinato por parte de Artapalo -la discusión sobre el alcance de ese alias es superflua desde el momento en que están en la cárcel tanto la persona como el equipo- a las ofertas de reinserción avaladas por el nacionalismo vasco democrático ha impedido hasta el momento cualquier paso en esa dirección.

Por ello, la principal incógnita de las próximas semanas consiste en saber si los sucesores de Pakito serán capaces de comprender que ha llegado el momento de abandonar la fantasía de la negociación política para entrar en la de reinserción ofrecida por el Pacto de Ajuria Enea. Explorar esa cuestión ante HB puede ser un objetivo que dé sentido a los contactos anunciados por el Partido Nacionalista Vasco.