6 marzo 1981

Secuestro del futbolista Enrique Castro «Quini», delantero centro, primero del Spórting de Gijón y actualmente del Fútbol Club Barcelona

Hechos

  • El 1 de marzo de 1981 se conoció el secuestro por dinero del futbolista D. Enrique Castro «Quini».
  • Fue liberado el 25 de marzo de 1981.

07 Marzo 1981

Quini

EL PAÍS (Editorialista: Javier Pradera Cortázar)

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EL SECUESTRO de Enrique Castro, conocido deportivamente con el nombre de Quini, en la noche del pasado domingo, ha conmovido profundamente a la opinión pública y a los aficionados al fútbol, por la felonía del hecho y por la personalidad de la víctima. Quini, delantero centro, primero del Spórting de Gijón y actualmente del Barcelona, ha alcanzado esa difícil fama a la que sólo logran acceder los grandes futbolistas que unen a sus excepcionales dotes como jugadores el pundonor profesional, la corrección deportiva y la entrega a los colores de su club en el campo de juego. Si antes eran muchos los chavales que en los partidos improvisados en un solar o en una playa reclamaban el dorsal y el nombre de Quini, el dramatismo de su secuestro situará, sin duda, la figura de Enrique Castro entre los legendarios goleadores de la historia del fútbol español.La gente de bien y los aficionados de toda España han reaccionado de manera unánime para mostrar su solidaridad con el jugador secuestrado. Los gángsters que le retienen en su poder, para convertirlo en simple mercancía intercambiable por dinero, probablemente no se sentirán afectados ante esas manifestaciones populares de simpatía y de cariño hacia su víctima. Al fin y al cabo, tales sentimientos son privativos de nuestra especie, no de las bestias. Aun así, el cerco de preocupación e interés por la suerte de Quini, y de rechazo por su secuestro, podría tal vez desanimar a quienes intentan comerciar con su vida para persistir en su repugnante proyecto.

Por esa razón, habría resultado tan irritante como incomprensible que el movimiento de solidaridad ciudadana y deportiva con Enrique Castro hubiera sido roto por la vanidad, el egoísmo o el ventajismo de personas y grupos que brujulean por el mundo del fútbol-espectáculo, para satisfacer ridículas ambiciones personales o para engrosar sus cuentas corrientes. Afortunadamente, no han prosperado los amagos para impedir que el partido de mañana entre el Atlético de Madrid y el Barcelona, en el estadio del Manzanares, se convierta en un homenaje popular a Quini y en una manifestación de solidaridad con el delantero centro involuntariamente ausente del terreno dejuego.

Algunos jugadores del Barcelona que habían amenazado con no desplazarse a Madrid por motivos comprensibles, pero erróneos, parecen haber depuesto su actitud. Y la irreflexiva decisión inicial de Alfonso Cabeza, el sancionado presidente del Atlético, de no abrir el palco presidencial del Manzanares para dramatizar sus problemas personales con la Federación ha sido rectificada a tiempo. De esta forma, personalidades de la vida pública y del mundo deportivo de Cataluña y de Madrid podrán simbolizar en la tarde de mañana, con su presencia en el Manzanares, la fraternización de madrileños y catalanes para expresar su solidaridad con Quini y manifestar su rechazo contra los secuestradores de personas, los sembradores de odios y los raptores de la dignidad que ensombrecen nuestra convivencia.

26 Marzo 1981

La liberación de Quini y la otra tortura

EL PAÍS (Editorialista: Javier Pradera Cortázar)

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LA LIBERACION, en Zaragoza, de Quini, secuestrado el 1 de marzo pasado, ha llenado de alegría no sólo a los admiradores del extraordinario futbolista, sino a todas las gentes de bien. Nada se sabe, en cambio, del destino de Luis Suñer, rehén de otros extorsionadores desde el 13 de enero pasado. Los rumores y las informaciones oficiosas que atribuían a ETA Político-militar el secuestro del industrial valenciano fueron desmentidos por la organización terrorista, que suspendió sus aéitividades criminales después del golpe de Estado frustrado, y no han sido confirmadas, en cualquier caso, por fuentes oficiales.Así pues, el secuestró felizmente concluido de Enrique Castro y el todavía no resuelto de Luis Suñer parecen indicar la existencia, dentro de nuestras fronteras, de activas bandas de extorsionadores profesionales que han decidido convertir la vida de las personas en mercancía pagadera al contado. Quienes inauguraron en el País Vasco esa infame práctica, que se inscribe dentro de las más refinadas formas de tortura física y moral, bajo la coartada de las justificaciones políticas, con vistas a forzar la puesta en libertad de presos, la satisfacción de una reivindicación laboral o la obtención de dinero para adquirir armas o mantener durante sus ocios a los miembros de los comandos asesinos, pueden meditar ahora sobre las inciertas fronteras que separan a Robín de los Bosques de Jack el Destripador. Desde el momento en que la vida humana deja de ser sagrada y el derecho a la existencia es considerado como algo aleatorio y subordinado al color de las ideologías, ningún profesor de lógica puede impedir a un extorsionador que secuestre a un semejante para los fines que se le antojen.

Ya va resultando cómica, si no fuera trágica y macabra, la insolente arrogancia de quienes se autodefinen como revolucionarios o como patriotas al proclamar su privilegio para invertir las normas morales o simplemente para conculcarlas en nombre de sus pretendidos ideales o de sus supuestas justificaciones políticas. Los secuestradores del jugador Quini y del industrial Suñer no hicieron más que exigir para su causa privada, que seguramente se reduce a vivir con lujo y sin trabajar en algún lugar paradisiaco, ese principio de extraterritorialidad ética que los extorsionadores de las bandas armadas consideraban hasta ahora como monopolio suyo. Estos practicantes del asesinato y de la tortura -pues no es sino tortura, y de las más graves, el secuestro de una persona- encuentran la horma moral de su zapato con la súbita aparición en el escenario de los que asesinan y secuestran a palo seco, sin encubrir su crueldad con idealismo y sin disfrazar la operación mercantil de exigir dinero por el rescate de la víctima con estrambóticas justificaciones ideológicas.

La ausencia de pistas para encontrar a Luis Suñer, casi dos meses y medio después de su secuestro, muestra no sólo las grandes dificultades que las modernas aglomeraciones urbanas ofrecen para resolver satisfactoriamente este tipo de casos, sino también la necesidad de tecnificar y modernizar nuestros servicios de seguridad. No se puede ya confiar sólo en la suerte, en los confidentes o en los errores de los infractores de la ley para terminar con éxito una pesquisa. Precisamente por ser tan grande el desafío que significa dar con el paradero de un secuestrado en un medio urbano con gran densidad de población y enclavado en un territorio cruzado por una buena red de carreteras que permiten altas velocidades, se precisa una remodelación de las técnicas, de los equipos, de las prácticas y de los hábitos policiales.

En este sentido, la noticia de la liberación de Quini por la policía no hace sino abundar en nuestra tesis. Es mejorando los servicios policiales, modernizando sus métodos e inscribiendo su actividad en el normal desarrollo de la convivencia democrática, y no a base de actitudes golpistas o de represión de las libertades de todos, como una nación civilizada puede y debe hacer frente a la amenaza de la violencia de cualquier género.

Este servicio policía¡ que ha terminado merece el premio de la felicitación y agradecimiento de todos los ciudadanos.