13 septiembre 1923

Se establece un Directorio Militar en el Gobierno que depone al Consejo de ministros, a Las Cortes y a los partidos políticos

Un golpe de Estado encabezado por el general Miguel Primo de Rivera pone fin al sistema parlamentario con el apoyo del Rey

Hechos

El 13.09.1929 los generales Primo de Rivera, Cavalcanti, Saro y Berenguer dieron un Golpe de Estado. El Rey Alfonso XIII nombró a D. Miguel Primo de Rivera nuevo Presidente del Gobierno.

Lecturas

El 15 de septiembre de 1923 un golpe de Estado encabezado por el general D. Miguel Primo de Rivera Orbaneja pone fin al Gobierno de D. Manuel García Prieto (en el poder desde el pasado 7 de diciembre de 1922), a Las Cortes, a los partidos políticos y al sistema, por tanto, de La Restauración que funcionaba en España desde el 31 de diciembre de 1874. El pronunciamiento militar está respaldado por los generales Cavalcanti, Saro y D. Federico Berenguer.

El Rey de España, D. Alfonso XIII apoya el golpe y ratifica a D. Miguel Primo de Rivera como jefe de Gobierno en su calidad de presidente del Directorio Militar hasta 1930.

El Golpe militar del General Primo de Rivera en septiembre de 1923 acabó con la Restauración. La abolición del régimen parlamentario y la supresión de las libertades públicas buscaba mantener el orden. Para sus detractores, buscaba mantener a los grupos oligárquicos en el poder.

AlfonsoXIII_Primo El Rey Alfonso XIII siguió el ejemplo del Rey de Italia, e hizo oficial la llegada al poder de los militares nombrando al General Primo de Rivera presidente del Consejo de ministros.

EL golpe de Estado del capitán general de Catalua se perpetró en connivencia con las altas esferas del poder, concretamente con la Corona, y con el apoyo entusiasta de las organizaciones patronales y los grupos políticos más conservadores. El alzamiento militar contó además con el respaldo de la mayoría de las fuerzas armadas y la quiescencia de numerosos líderes políticos de los partidos monárquicos, que consideraban el sistema parlamentario instaurado en 1874 caduco e inadecuado para frenar la creciente voluntad popular de cambios. La oposición (CNT, republicanos y socialistas) tampoco tenía fuerza para presentar resistencia a los acontecimientos.

La acción de Primo de Rivera tenía una triple motivación que la justificaba a los ojos de los grupos dirigentes. Por un lado aparecía como un gobierno fuerte capaz de acabar con la creciente debilidad de los partidos políticos, incapaces, a pesar del caciquismo, de mantener la ficción de un sistema parlamentario que se les iba de las manos; por otro, aparecía como la respuesta adecuada a la creciente conflictividad social, especialmente en Cataluña, donde el pistolerismo y la guerra social estaban en pleno auge. En tercer lugar, el golpe de Estado daba carpetazo a la investigación parlamentaria sobre el desastre de Annual, que incomodaba al Ejército y al propio Jefe del Estado.

El nuevo régimen militar se configuró como un Directorio Militar, suspendió la constitución, estableció una rígida censura de prensa, prohibió todos los partidos políticos y sindicatos, aunque algunos – como el PSOE y la UGT – fueron tolerados, y destituyó todos los cargos electos (diputados, alcaldes y regidores): A cambio, la dictadura intentó consolidarse sin éxito, estableciendo una nueva estructura sociopolítica a imagen y semejanza de la que Mussolin iestaba poniendo en marcha por aquel entonces en Italia. Sin embargo, los intentos de traspasar la organización fascista a España no triunfaron

Por ejemplo, el fracaso fue clamoroso en la construcción del partido político que debía sostener la institucionalización del nuevo régimen: la Unión Patriótica  – el partido fundado por el General Primo de Rivera como partido único del régimen – fue visto como un partido sólo de notables, organizado desde el poder, compuesto por conservadores y sin apoyo popular. A partir de 1925 habrá un cambio de Gobierno con fichajes estrella como el de D. José Calvo Sotelo.

La dictadura se vio favorecida por la coyuntura expansiva de la economía mundial de los años veinte. Esto le permitió una activa política de obras públicas y de modernización de las infraestructuras viarias. De la misma manera, Primo de Rivera, después de llegar a diversos acuerdos con Francia, consiguió acabar con la resistencia rifeña y obtener el control total de protectorado el verano de 1927.

La crisis mundial de finales de 1929 afectó también a la dictadura. La incapacidad de Primo de Rivera para un régimen de poder personal provocó que diversos sectores dirigentes observaran con preocupación el mantenimiento de un sistema político sin futuro. Por ello, falto de los apoyos que le habían aupado en 1923, el General Primo de Rivera terminaría dimitiendo como dictador el 28 de enero de 1930.

LA PRENSA

En su portada del día siguiente al golpe EL LIBERAL se pregunta “¿Qué hace el Rey?” El diario criticaba así la ambigüedad inicial de S.M. Alfonso XIII en la iniciativa militar. Pero el Rey no sólo no fue ambiguo sino que apoyó aquella dictadura nombrando jefe de Gobierno al general. También la patronal y grandes sectores burgueses.

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Absolutamente todos los periódicos coinciden en criticar el sistema de La Restauración. Pero mientras que el ABC de don Juan Ignacio Luca de Tena – que había sucedido a su padre – e INFORMACIONES del Sr. Sarradell acatan el nuevo régimen, EL LIBERAL discrepa y EL SOL, que dirigía don Félix Lorenzo, y cuyo propietario era el Sr. Urgoitia, lo apoya.

Calcúlese la gratitud de la gran masa nacional sentiría hacia esos magnánimos generales que generosamente, desinteresadamente, han realizado la aspiración semisecular de 20 millones de españoles, sin que ellos hayan tenido que moverse. (D. José Ortega y Gasset, EL SOL, 27-9-1922)

SolPrimo

El país ha recibido los acontecimientos de la última jornada con tranquila expectación. (…) Quiere decir que no le contraría ni le entusiasma lo sucedido. Lo que ha caído por ahora – que no es el Gobierno solo, ni mejor ni peor que los anteriores, sino el sistema del que formaba parte – bien caído está y no habrá sufrido mucho en la caída, porque iba a rastras y cayéndose a pedazos. No hay quién lo llore. (ABC, 14-9-1923)

El golpe de Estado ha fracasado moralmente, podrá triunfar por la fuerza. No encuentra grandes resistencias en un Gobierno desautorizado por sus claudicaciones. En España el Poder civil no está encarnado en los gobernantes (…) Es fácil, pues, el triunfo, pero será un triunfo efímero y traerá consigo graves males para España. (EL LIBERAL, 14-9-1923)

El general Primo de Rivera intentó dar una imagen normal a su gestión formando un partido, Unión Patriótica. Paralelamente el periodista don Manuel Delgado Barreto fundó el periódico de tarde LA NACIÓN, destino a ser prensa de partido, el periódico oficial del régimen del general Primo de Rivera. Años más tarde LA NACIÓN demostraría tener mucho más aguante como periódico que la propia dictadura, a la que sobreviviría.

PERMITIDOS LOS SOCIALISTAS, PERO PROHIBIDOS LOS ANARQUISTAS

Aunque la Dictadura ha supuesto dejar fuera de la ley al Las Cortes y a las elecciones parlamentarias, el Gobierno del General Primo de Rivera está dispuesto a permitir que los socialistas sigan funcionando como organización (PSOE) y Sindicato (UGT). En cambio no está dispuesto a mantener el mismo trato con el anarquismo, al que responsabiliza de toda la violencia pistolera en Catalunya. El sindicato anarquista CNT ha sido ilegalizado por la Dictadura.

BuenaventuraDurruti1923  JoaquinMaurin Los líderes anarquistas D. Buenaventura Durruti y D. Joaquín Maurín se encuentran entre los detenidos por orden de la dictadura del general Primo de Rivera.

CONTRA EL NACIONALISMO CATALÁN

A pesar de que la burguesía catalana había sido una de los sectores que más presionó para que se produjera el golpe, dada la virulencia del pistolerismo sindicalista contra la patronal de Catalunya, al nuevo régimen también tomó medidas contra ellos al disolver la Mancomunitat de Catalunya y prohibir el idioma catalán en las manifestaciones públicas.

INTELECTUALES AL EXILIO

Unamuno_BlascoIBañez Alguno de los intelectuales de mayor prestigio de España abandonaron el país por su oposición al Golpe de Estado del General Primo de Rivera, ese fue el caso de D. Miguel de Unamuno y D. Vicente Blasco Ibañez. Este publicaría un texto en el que acusaría a los militares de haber ‘secuestrado a la nación’. No obstante, también hubo otros intelectuales como D. José Ortega y Gasset, que actuaron inicialmente con mayor comprensión hacia los militares por considerar lógico y necesario el golpe de 1923.

13 Septiembre 1923

Manifiesto

Miguel Primo de Rivera

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Al país y al ejército:

Españoles: Ha llegado para nosotros el momento más temido que esperado (porque hubiéramos querido vivir siempre en la legalidad y que ella rigiera sin interrupción la vida española) de recoger las ansias, de atender al clamoroso requerimiento de cuantos amando la Patria no ven para ella otra salvación que libertarla de los profesionales de la política, de los hombres que por una u otra razón nos ofrecen el cuadro de desdichas e inmoralidades que empezaron el año 98 y amenazan a España con un próximo fin trágico y deshonroso. La tupida red de la política de concupiscencias ha cogido en sus mallas, secuestrándola, hasta la voluntad real. […]

Pues bien, ahora vamos a recabar todas las responsabilidades y a gobernar nosotros u hombres civiles que representen nuestra moral y doctrina. Basta ya de rebeldías mansas, que sin poner remedio a nada, dañan tanto y más a la disciplina que ésta recia y viril a que nos lanzamos por España y por el Rey.

Este movimiento es de hombres: el que no sienta la masculinidad completamente caracterizada, que espere en un rincón, sin perturbar los días buenos que para la patria preparamos. Españoles: ¡Viva España y viva el Rey!

No tenemos que justificar nuestro acto, que el pueblo sano demanda e impone. Asesinatos de prelados, ex gobernadores, agentes de la autoridad, patronos, capataces y obreros; audaces e impunes atracos; depreciación de moneda; francachela de millones de gastos reservados; sospechosa política arancelaria por la tendencia y más porque quien la maneja hace alarde de descocada inmoralidad; rastreras intrigas políticas tomando como pretexto la tragedia de Marruecos; incertidumbres ante este gravísimo problema nacional; indisciplina social, que hace el trabajo ineficaz y nulo, precaria y ruinosa la producción agrícola e industrial; impune propaganda comunista; impiedad e incultura; justicia influida por la política; descarada propaganda separatista, pasiones tendenciosas alrededor del problema de las responsabilidades y… por último, seamos justos, un solo tanto a favor del Gobierno, de cuya savia vive hace nueve meses, merced a la inagotable bondad del pueblo español, una débil e incompleta persecución del vicio del juego. […]

En virtud de la confianza y mandato que en mí han depositado, se constituirá en Madrid un Directorio inspector militar con carácter provisional encargado de mantener el orden público y asegurar el funcionamiento normal de los ministerios y organismos oficiales. […]

Ni somos imperialistas, ni creemos pendiente de un terco empeño en Marruecos el honor del ejército, que con su conducta valerosa a diario lo vindica. Para esto, y cuando aquel ejército haya cumplido las órdenes recibidas […] buscaremos al problema de Marruecos solución pronta, digna y sensata.
El país no quiere oír hablar más de responsabilidades, sino saberlas exigidas pronta y justamente, y esto lo encargamos con limitación de plazo a tribunales de autoridad moral y desapasionados de cuanto ha envenenado hasta ahora la política o la ambición. La responsabilidad colectiva de los partidos políticos la sancionamos con este apartamiento total a que los condenamos aún reconociendo en justicia que algunos de sus hombres dedicaron al noble afán de gobernar sus talentos y sus actividades, pero no supieron o no quisieron nunca purificar y dar dignidad al medio en que han vivido. […]

Miguel Primo de Rivera, Capitán General de la IV Región

14 Septiembre 1923

Editorial

Director: Francisco Villanueva

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El manifiesto que ha dirigido el general Primo de Rivera al país y al Ejército no contiene las garantías que ayer reclamábamos para las libertades públicas; no ofrece slución clara y precisa para el problema de Marruecos; no permite tampoco alentar esperanzas en una liquidación inmediata del pleito de las responsabilidades.

Libertades públicas.

Marruecos

Responsabilidades.

Son éstos los enunciados de las más nobles aspiraciones del país. El general Primo de Rivera no les ha dedicado la atención que merecen. El golpe de Estado, en su primer contacto con la opinión pública, ha fracasado moralmente. Podrá triunfar por la fuerza. No encuentra grandes resistencias en un Gobierno desautorizado por sus claudicaciones. En España el Poder civil no está encarnado en los gobernantes acuales, ni en los que les precedieron desde la Restauración hasta la fecha del histórico documento a que nos referimos. Es fácil, pues, el triunfo, pero será un triunfo efímero y traerá consigo graves males para España, el la dictadura con aetiqueta civil que se nos anuncia fuera un Gobierno a la medida de una clase determinada y totalmente ausente de las necesidades morales y materiales del país.

Mediten sobre ello los que asumen la grave responsabilidad del golpe de Estado que tanta conmoción ha producido en España.

14 Septiembre 1923

Editorial

ABC (Director: Torcuato Luca de Tena y Álvarez Ossorio)

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El país ha recibido los acontecimientos de la última jornada con tranquila expectación. El sentido popular, casi siempre certero expresa su opinión y su voto en esta actitud. Quiere decir que no le contraría ni le entusiasma lo sucedido. Lo que ha caído por ahora – que no es el Gobierno solo, ni mejor ni peor que los anteriores, sino el sistema de que formaba parte – bien caído está, y no habrá sufrido mucho en la caída, porque iba a rastras y cayéndose a pedazos. No hay quien no lo llore ni la clientela que procuarara filtrarse en la nueva situación. Pero tampoco hay quien se prometa grandes cosas del cambio de postura. Se aplaude en éste lo que tenga de expiación y de ejemplaridad contra la contumacia de las tribus políticas y se aplaude también la franqueza del procedimiento, que asume lealmente una responsabilidad y evita el daño y el bochorno de aquellas coacciones clandestinas con que las Juntas irritaban al país. Reconoce el sentido popular que es una situación muy propia de la dictadura la que desde hace mucho han creado los desastres políticos. Pero no ve las manos diestras para la dictadura. Cuando las encuentren los generales, que en esto confiesan su perplejidad y su desorientación, todavía faltará el mejor apoyo de los dictadores, la reacción social que desgraciadamente no se ha producido. El nuevo régimen tendrá que vivir de la benevolencia expectante de la nación y del prestigio que le den sus aciertos, y aun así debe contar con que muy pronto le ponga el cerco la vieja política, servida por multitud de intereses bastardos y ágiles y muy ducha en provocar y aprovechar las veleidades de la opinión pública. Y si el ensayo fracasa – lo que deploraríamos porque con él fracasaría una vez más el país – la nueva situación se caerá sola, sin que nadie la derribe, como se caían periódicamente al soplo de una leve adversidad los castillos de cartón que levantaba la política.

Estamos ante un episodio que ni siquiera es nuevo: una de tantas frágiles promesas que alguna vez entretienen el tedio nacional. No es una revolución como hiperbólicamente se dice por ahí, ni por la forma ni por el contenido; casi no es un hecho de fuerza. Fuerza ¿sobre qué y sobre quienes? ¿Con qué lucha? ¿Contra que obstáculos y resistencias…? Un epiosdio más al que abre un pequeño crédito la paciencia del país. Esta paciencia, denigrada por el despecho demagógico, es el gran teosro del alma española: disciplina ingénita escepticismo prudente y sereno sentido de tolerancia que mitiga todos los contratiempos y va salvando todos los desastres

14 Septiembre 1923

Un deber de patriotismo

EL DEBATE (Director: Ángel Herrera Oria)

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No podemos excusar una actitud franca en presencia del golpe de Estado. La nuestra es decididamente favorable al acto que ha realizado el Ejército.

Muchas notas simpáticas se registran en esta ‘rebeldía, recia y viril’. En primer lugar, merece elogios la gallardía con que se presenta, recabando para sí toda la responsabilidad de gobernar España en estos momentos. Y piden los militares el Poder, no en nombre del Ejército, ni presentando agravios del Ejército, ni para reformas de clase: invocan la opinión nacional y, con el título de representantes de la voluntad general del país, se apoderan del Gobierno; hablan en nombre de la Patria, y se muestran como paladinos de la justicia, de la moral y del bien público. Ciertamente, no puede desconocerse que el manifiesto sucrito por el general Primo de Rivera, es una expresión fiel, rotunda, a veces elocuentísima de lo que piensan todos los españoles.

¿Quién no aceptara todas las ideas, todas las palabras, hasta la última letra, de esta aacabada pintora de cosas que llegó nuestra política en el año 1923?

Al determinar quiénes son los culpables de tanta desventura; ¿cómo negar sin perjuicio de las responsabilidades que a todos nos puede alcanzar por negligencias u omisiones, que la principal culpa recae sobre los políticos de profesión, sobre los partidos de turno? Difícilmente pudieran encontrarse palabras más gratas a los oídos españoles de aquellas del manifiesto, prometedoras de libertarnos de los profesionales de la política, que las que condenan a los partidos políticos a un ‘apartamiento total’?

El golpe de Estado, pues, tan hábil, prudente y sigilosamente preparado, y con tanta perfección ejecutado hasta ahora, claro es que se dirige contra los políticos, de ninguna manera contra el Rey. Por el contrario; se acata la autoridad real, se hacen protestas de lealtad a la Corona; los nombres mismos de quienes figuran al frente del movimiento, la serena actitud de la guarnición de Madrid, los términos de la proclama, todo ello está declarando que el golpe de Estado quiere robustecer la Monarquía, e intenta unir la Monarquía al pueblo. Y no es la menor prueba de lealtad al Rey la exacta advertencia que se encierra en estas palabras: “La tupida red de la política de concupiscencias ha cogido en sus mallas, secuestrándola, hasta la voluntad real”. No nos remuerde a nosotros la conciencia por haber callado en este punto. Sin definir ocasiones, nos hemos lamentado con protestas de que la Corona llamara a la gobernación del país a una concentración sin arraigo en el pueblo; renovamos las protestas, cuando a esos hombres se les otorgó el decreto de disolución. ¡Ojalá sirvan de provecho las palabras del manifiesto para que cada día se más clara en las alturas la necesidad de optar entre los políticos profesionales y el pueblo, o entre el pueblo español y los partidos de turno.

El Gobierno militar podrá allanar y dejar expedito el camino al Gobierno civil que ha de sucederle, y que es el llamado a acometer la obra de la reconstrucción de España. ¿Quién habrá de presidir el ulterior Gobierno? Nuestra opinión es harto notoria, y no la hemos modificado. Pero este no es un asunto de hoy. El asunto de hoy es el apoyo al Ejército, constituido en Gobierno, en perfecta unión todas sus armas. Más entiéndase bien que estar junto al Ejército no es la adhesión pasiva, ni la colaboración ineficaz, sino el hallarse dispuestos en todo instante a cooperar activamente a las resoluciones y medidas del Gobierno.

Creemos que los acontecimientos señalan la apertura de una nueva era, y el final de los funestos partidos de turno.

13 Septiembre 1923

Frutos de una campaña

INFORMACIONES (Director: Rafael Barón)

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Hoy es un día en que INFORMACIONES – acaso única excepción de la Prensa tocante a esto – no tiene que decir nada. Desde hace tiempo ejercitamos el triste papel de augores y no nos toca ya sino pedir a nuestro público que recuerde cuanto aquí se adujo durante las últimas semanas. La realidad confirma nuestros vaticinios, para mayor remordimiento de los periódicos y negociantes entregados al derrotismo consagrados a defender las doctrinas más favorables de Abd-El-Krim, adherido a una labor injusta de crítica mendaz y antipatriótica.

¿Qué dice ahora tal Prensa, responsable por defender cosas indefendibles, dañosas al interés público? ¡Ah! Dice que el impunismo tiene la culpa de todo, cual si fuera lícito mostrarle al país una realidad contrahecha, calco infantil de aquella otra que utilizó en 1909 D. Juan de la Cierva. Porque si hay algún impunismo es, sin duda, el que favoreció la torpísima propaganda hecha estos días por periódicos que pertenecen a organizaciones extranjeras o comanditados por núcleos extranjeros hostiles a los intereses de España. Sin esos órganos de publicidad; sin su defensa de errores políticos lamentables, sin su oposición a lo que puede lograrnos una paz firme en Marruecos, ¿habría sido posible lo que nos trae el doloroso punto presente?

INFORMACIONES puede hablar hoy a cara descubierta, porque ha sido fiel a las conveniencias españolas, porque señaló los peligros que podían presentarse y se han presentado. ¡Qué de amarguras cupo evitar con oírsenos, ya en lo relativo a Marruecos, ya en lo concerniente a la Península! Pero está visto que la experiencia no sirve de nada, y que continúa siendo verdad evidente aquello de que Júpiter ciega a los que quiere perder…

¡Hablar ahora de impunismo los que debían enmudecer contritamente! ¿Qué? ¿Acaso olvidan su terrible labor destructora, en que han ido sembrando cizaña sólo para cubrir los fracasos de sus inspiradores? ¿Creen que, a la hora de inquirirse la responsabilidad de lo que hoy ocurre, va a olvidarse la suicida furia inculpadora que en letras de molde se viene efectuando contra el Ejército, aun con pleno conocimiento de su injusticia?

En todas partes es la Prensa correctivo de errores, censor de las torpezas políticas, fiscal severo de lo que disconviene con el interés patrio. Aquí ¿Cuántos son los órganos de publicidad que han sabido zafarse detutelas y mostrar a los hombres públicos el camino del deber? Ahí está todo l oque ocurre desde TIzzi-Assa a la fecha. ¿Qué periódico, excepto INFORMACIONES acusó las graves culpas contraídas por los gobernantes? Al revés. Frente a nosotros se desplegó en línea de batalla el derrotismo para amparar la guerra de desgaste que nos aniquila. ¡Y van a ser ésos los que hablen de impunismo! ¡Si lo que hace falta es castigar tan funesta obra!

La realidad, la triste realidad, es que los políticos y sus voceros no han atinado a restablecer la paz interior en España, sino que, inversamente, por acumulación de errores, han acrecido el desasosiego común. Recordemos las voces con que recorrerían las calles de Madrid los grupos de manifestantes cuando aconteció aquello del Senado. Véase la indiferencia creciente, el hondo hastío con que la Nación asiste a las crisis, que no pasan de ser renovaciones de fracasos. Con sólo fijarse en eso, cuyo significado adujimos sin rebozo, ¿puede haber quien aduzca asombro por las consecuencias de la política empeoradora de lo de Marruecos y de Cataluña?

Por eso hay que pedir más continencia a los que tanto contribuyen a crear la tremenda crisis presente. Pudo evitarse todo con decirle a tiempo la verdad al país. Los que rehuyeron tal deber patriótico deben sentir ahora remordimientos y guardar un prudente silencio.