18 octubre 1997

Sardà mantiene el estilo ya utilizado por los programas de Pepe Navarro y Alfonso Arús de traer a gente simple para hacer chanza a partir de sus anomalías

Xavier Sardà convierte al monje ermitaño Romaguera en friki de ‘Crónicas Marcianas’ al enfrentarle con el Padre Apeles

Hechos

Emitido en octubre de 1997.

18 Octubre 1997

El ermitaño y la chapa

Ferrán Monegal

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El último hallazgo de Sardà (Crónicas marcianas, Tele 5) es el ermitaño Romaguera. Vive desde hace 37 años en un monte de Valencia, con la única compañía de un panal de abejas y dos cabras. El martes lo sentó frente a Apeles. Buscaba una sensación, un encabritamiento, una guasa. Aunque el espectáculo no acabó de quedar redondo del todo –no se produjo la esperada batalla, desnudos Apeles y el ermitaño, azotándose entre ambos–, sí que hubo el suficiente cachondeo para que quedase Romaguera como un pobre ingenuo, extravagante y raro. No dista mucho esta utilización del ermitaño con la que hace de La Veneno Pepe Navarro. O sea, que Sardà, después de tanto afecto que le hemos dado por su brillante ejercicio de ironía marciana, parece que regresa a la perrería fácil: tomarle el pelo al pobre de solemnidad. Le voy a sugerir un tema más adecuado. El jueves vimos en un telediario de TVE cómo el presidente de Cáritas Española, José Sánchez Faba, le ponía la insignia de la entidad a Aznar. Brillaba mucho aquella chapa. A la mañana siguiente, en Els matins de Josep Cuní (COM-Ràdio), después de advertir que en España hay ocho millones de pobres, este preboste de Cáritas confesó que la insignia era de oro auténtico. Añadió que la había pagado él. Atrévase Sardà a sacar a este personaje y pregúntele cómo se come eso de que Cáritas vaya imponiendo medallas de oro de 24 qilates. Y saque luego a Aznar, que sin rubor ninguno ha aceptado colgársela. Practique ahí esa mordida cáustica, que tan cómodamente ha aplicado sobre el pobre ermitaño.