18 marzo 1936

Detenidos también los líderes falangistas Ruiz de Alda, Fernández Cuesta o David Jato

El Gobierno del Frente Popular ilegaliza Falange Española de las JONS y encarcela a su Jefe Nacional, José Antonio Primo de Rivera

Hechos

  • El 18.03.1936 la Dirección General de Seguridad decretó la suspensión de actividades del partido político Falange Española de las JONS y la detención de su Directiva encabezada por D. José Antonio Primo de Rivera.

Lecturas

El Tribunal de Urgencia ha dictado sentencia en la causa por desacato seguido contra el líder falangista D. José Antonio Primo de Rivera condenado el 28 de marzo de 1936 a 2 meses y un día de prisión. La actividad beligerante de Falange Española de los JONS en los últimos meses ha movido al gobierno a prohibir el partido y detenr a su cúpula el pasado día 14.

El atentado contra D. Luis Jiménez de Asúa el día 6 y el tiroteo contra el domicilio de D. Francisco Largo Caballero el día 15 hacen prever una dura respuesta gubernamental. La condena de hoy es la primera de otras muchas, a la que se recurrirá para alejar a Falange Española de las JONS de la vida pública.



LISTA DE DIRIGENTES DE FALANGE ESPAÑOLA DE LAS JONS DETENIDOS:

D. José Antonio Primo de Rivera (Jefe Nacional)

D. Julio Ruiz de Alda

D. Raimundo Fernández Cuesta

D. Rafael Sánchez Mazas

D. David Jato MIranda

D. Eduardo Ródena Lluvia

D. Augusto Barrado Herrero

D. Heliodoro Fernández Cánapa

MANUEL HEDILLA ASUME LA JEFATURA DEL PARTIDO ILEGALIZADO

ManuelHedilla  Ante la detención de D. José Antonio Primo de Rivera, los dirigentes de Falange anunciaron que D. Manuel Hedilla era el nuevo Jefe Nacional del partido, un partido que de acuerdo a las autoridades está ‘suspendido’, luego no podrá celebrar actos.

El Análisis

Falange: de grupo marginal a símbolo carcelario

JF Lamata

La reciente suspensión de actividades de Falange Española de las JONS por parte del Gobierno del Frente Popular, junto al encarcelamiento de su fundador José Antonio Primo de Rivera y de varios de sus dirigentes, marca un punto de inflexión en la historia reciente de la política española. Hasta hace apenas unas semanas, la Falange era un grupo político de escasa representación, sin vínculos orgánicos con los grandes bloques de la derecha: ni con la CEDA de Gil Robles ni con el Bloque Nacional de Calvo Sotelo. Pero su ilegalización de facto y la prisión de su máximo dirigente han contribuido, paradójicamente, a reforzar su prestigio entre ciertos sectores descontentos de la derecha, que comienzan a ver en el joven José Antonio a un mártir del Frente Popular.

Lo que convierte al fenómeno falangista en algo más que una simple disidencia política es su carácter híbrido y explosivo. José Antonio no es un reaccionario clásico; desprecia tanto a los liberales como a los monárquicos y plantea una revolución nacional inspirada en el modelo fascista: abolir la propiedad privada, nacionalizar la banca y crear un Estado fuerte que, sin renegar de la Iglesia, arrase con las estructuras económicas y políticas heredadas del pasado. Esta mezcla de nacionalismo exaltado, violencia callejera y retórica antisistema ha sido subestimada por muchos, pero ahora comienza a atraer a jóvenes derechistas que desconfían del parlamentarismo de Gil Robles y del elitismo conservador de Calvo Sotelo.

El Gobierno del Frente Popular, al actuar con dureza contra Falange, pretende sofocar un foco de violencia, pero corre el riesgo de alimentar el mito. La cárcel no ha silenciado a José Antonio, sino que ha amplificado su voz. En un país políticamente polarizado y con la calle tomada por milicias de uno y otro signo, convertir a un agitador en símbolo puede ser tan peligroso como permitirle libertad de acción. La pregunta que flota en el aire es si España está apagando un fuego o avivando una llama que puede prender mucho más allá de las celdas donde hoy se le encierra.

J. F. Lamata