13 junio 1990

Carlos Goyanes, Celso Barreiro, Charlín y Oubiña, principales detenidos en la operación

Operación Nécora: El juez Garzón realiza una redada a supuestos narcotráfico basándose en el testimonio del arrepentido Portabales

Hechos

  • En junio de 1990 el juez de instrucción de la Audiencia Nacional, D. Baltasar Garzón dirigió una redada contra personalidades acusadas de narcotráfico encabezadas por D. Carlos Goyanes, D. Celso Barreiros, D. Manuel Charlín, D. Laureano Oubila y Dña. Esther Lago.

Lecturas

LA COLABORACIÓN DEL JUEZ BUEREN:

juez_bueren El juez de Instrucción Nº 1 de la Audiencia Nacional, D. Carlos Bueren, apoyó al juez de Instrucción Nº 5 D. Baltasar Garzón. Mientras el Sr. Garzón supervisó los registros en Galicia, el juez Bueren, siguiendo las indicaciones de Garzón, lo hizo en Madrid.

EL CHIVATO:

portabales D. Ricardo Portabales fue el ‘testigo’ que señaló al juez Garzón a todos los detenidos en la ‘Operación Nécora’.

PRINCIPALES DETENIDOS:

carlos_goyanes D. Carlos Goyanes, ex marido de ‘Marisol’ fue el principal acusado en ‘la Operación Nécora’.

oubina D. Laureano Oubiña, considerado el principal suministrador de hachís en Galicia.

esther_lago Dña. Esther Lago, la esposa de D. Laureano Oubiña fue igualmente detenida considerada cómplice en los negocios de narcotráfico de su marido.

charlin D. Manuel Charlín. Su familia estaba considerada un clan de narcotráfico conocido como ‘el clan de los charlines’.

celso_barreiros D. Celso Barreiro, empresario madrileño, fue otro de los principales detenidos en ‘La Operación Nécora’

marcial_dorado D. Marcial Dorado, acusado de contrabando de tabaco, fue también detenido en la operación Nécora, aunque al poco tiempo quedó en libertad sin cargos.

SITO MIÑANCO LOGRÓ ESCAPAR

SitoMiñanco1990 D. José Ramón Prado Bugallo ‘Sito Miñanco’ también acusado de narcotraficante por Portabales ante el juez Garzón logró eludir la redada. Ya había abandonado Galicia.

14 Junio 1990

El gran golpe

EL PAÍS (Director: Joaquín Estefanía)

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La operación policial que ha culminado -por el momento- con la detención de 18 presuntos narcotraficantes, casi todos ellos radicados en las costas gallegas, constituye el mayor golpe asestado en nuestro país a la terminal española del cartel de Medellin, y más específicamente a la red de enlace organizada por el narcotraficante hondureño, actualmente preso en EE UU, Juan Ramón Matta Ballesteros. Desde el fiscal especial antidroga que ordenó las investigaciones hasta los policías que realizaron las detenciones, pasando por el juez que dirigió la operación, los responsables de este importante éxito de la justicia merecen el reconocimiento de sus conciudadanos por su eficaz gestión. La coordinación alcanzada esta vez entre las distintas instancias intervenientes en la operación y la precisión con que ésta se ejecutó deberán dar la pauta para futuras intervenciones, inevitables a la vista de los planes detectados y que pretendían hacer de España la principal vía de entrada de cocaína en Europa. La experiencia ha demostrado que no es tan fácil acumular pruebas fehacientes contra estas redes, incluso si existen evidencias de que los súbitos enriquecimientos de ciertas personas sólo se explican por su relación con el narcotráfico. Al fin y al cabo, Al Capo ne consiguió esquivar la acción de la justicia norte americana durante años, antes de que un juez consiguiera atraparle por la vía indirecta de investigar sus fraudes al fisco . No hace mucho la justicia española no pudo proceder por falta de pruebas contra uno de los capos, detenidos en una redada reciente: el industrial Laureano Otibiña, considerado, sin embargo, por la policía y vecinos como uno de los jefes del contra bando y del narcotráfico en Galicia y al que la DEA norteamericana ha señalado como uno de los principales hombres del negocio del hachís en Europa. Sin embargo, esta vez policía y justicia, además de mejor coordinadas, han apurado al límite las posibilidades legales para la obtención de pruebas, recurriendo in cluso a la incomunicación judicial de los detenidos.

En Galicia, los nombres de los caposdel tráfico de drogas eran conocidos desde hace años. Algunos de ellos permanecieron incluso en prisión por breve plazo tras ser detenidos por algún asunto colateral. Pero, en general, seguían haciendo público alarde de su creciente poder e influencia sobre sectores de la sociedad gallega, produciendo una lamentable sensación de impunidad. Últimamente, la aprehensión por la policía, en el breve espacio de tiempo de dos semanas, de 500 kilos de cocaína en diversos puntos de Galicia ha supuesto un duro golpe contra ellos, al tiempo que reveló la peligrosa dimensión de la amenaza que representan. Sin embargo, la operación que acaba de culminarse ha superado el objetivo estadístico de sumar nuevas aprehensiones, grandes y pequeñas, de las que las grandes mafias llegan a reponerse, y ha abarcado la infraestructura de una red en todos sus elementos: desde la introducción de droga a los movimientos de dinero y operaciones subsiguientes de blanqueo. Pero lo más importante es que esta forma de operar demuestra que es posible articular una defensa eficaz frente a la amenaza del narcotráfico, y que una de las vías más certeras es seguir la pista de los beneficios de la droga más allá del estricto círculo de los narcotraficantes, hasta las personas e instituciones fuera de toda sospecha que se mueven en la trastienda. Las diligencias sobre blanqueo de dinero del narcotráfico referentes a 112 personas y 121 sociedades. que actualmente practica el fiscal antidroga muestran que esta vía legal está expedita y que sólo hace falta que se la utilice con decisión y maestría.

13 Junio 1990

Baltasar Garzón, el tenaz

Melchor Miralles

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Baltasar Garzón parece haberse convertido en el único juez español que de verdad trata de llegar al final de las investigaciones en cada sumario que, por suerte o por desgracia, le toca instruir. En los últimos años, el nombre de Garzón va unido inevitablemente a la actualidad judicial, que es lo mismo que decir a la actualidad nacional. Hoy es la lucha contra el narcotráfico, ayer fueron los GAL, ETA, el asesinato de Muguruza y tantos otros asuntos de relevancia. En casi todos, Baltasar Garzón ha asumido, además de la responsabilidad de llegar al final en las investigaciones, el riesgo que conlleva convertirse en perseguidor de delincuentes que no se distinguen por sus escrúpulos. Las muchas amenazas que ha recibido a lo largo de estos años no han impedido que Garzón cumpliera con su obligación. Muchas veces se habrá equivocado, pero no se le podrá criticar jamás por no haber puesto toda la carne en el asador en el sumplimiento de su obligación. Ahora bien, a la vista de la gran cantidad de sumarios de la máxima trascendencia que ha de instruir Baltasar Garzón, cualquiera que conozca el funcionamiento interno de la Administración de Justicia española se preguntará si Garzón puede disponer del tiempo necesario para desarrollar su trabajo eficazmente, dada la carencia de medios de que dispone. Desde que el 26 de octubre de 1955 vino al mundo en un pueblecito de Jaén llamado Torres, el hijo de Don Ildefonso fue un chaval activo, bullicioso, decidido, travieso, inquieto, autocrítico, estudioso y, sobre todo, tenaz. Su afición a los toros (son muchas las exibiciones que ha efectuado en capeas que le gusta organizar a él mismo) le ha servido para no temer ni al más peligroso de los miuras. Los repartos judiciales y las guardias le han forzaron a torear en los cosos más dificiles y, hasta ahora, siempre ha salido por la puerta grande. En el sumario GAL llegó hasta donde pudo. Una vez que dejó escrito que este grupo terrorista se había financiado con dinero procedente de los fondos del Estado, el Gobierno cercenó la investigación y le impidió poner nombre y apellido a la X que había colocado en la cabeza del organigrama de la banda. Fue el primer juez que tuvo arrestos para investigar hasta el final un atentado de ETA, el cometido contra la Dirección General de la Guardia Civil. Se fue a Francia, interrogó a los máximos dirigentes etarras y procesó a varios de ellos. Ahora es el narcotráfico. Una vez que disponía de los datos necesarios, se ha ido a Galicia y de un plumazo ha efectuado una redada sin precedentes en España en la lucha contra esta mafia. El día en que Garzón, este Giovanni Falcone a la española, deje el juzgado, abandone la labor instructora, los criminales se van a frotar las manos. Los que confiamos en la Justicia le echaremos de menos. Garzón, el tenaz, se ha convertido en símbolo de lo que debe ser un juez instructor.

Melchor Miralles

19 Junio 1990

Narcotráfico: la hora de la verdad

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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La operación contra el narcotráfico pilotada por el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón ha tenido, entre otras, la virtud de aproximar el foco de atención al punto neurálgico del problema de las drogas. Hasta el momento, el debate sobre las drogas se centraba en España en cuestiones como la legalización o no del consumo de toda clase de estupefacientes, el tratamiento de los drogodependientes, la sensibilidad . social hacia la delincuencia incentivada por la adicción y otras cuestiones enclavadas mayormente en la vida cotidiana y en la sociología y crónica de sucesos menores. Con la acción emprendida por el juez Garzón, han aflorado ante la opinión pública los nombres de algunos -no de todos ni de los más importantes, «peces gordos», por decirlo en lenguaje coloquial, del narcotráfico y se ha puesto en evidencia con nombres y apellidos lo que ya se sabía: la existencia de un operativo de intermediarios y de una estructura de financiación y comercialización de la droga. Hasta ahora la política gubernamental sobre la represión del tráfico de drogas centraba su propaganda en banales redadas nocturnas o en aprehensiones de envíos en las que se detenía al «lumpen» de este comercio: desde camellos de tres al cuarto a «culeros» de aeropuerto o asalariados que intentaban colar alijos a través de las aduanas. Por fin, se ha apuntado más alto, a los auténticos capos o a sus próximos, a apellidos sonoros sean de la «jet» o del mundo empresarial, y se ha señalado hacia el auténtico objetivo: el papel desempeñado, consciente o inconscientemente, por la banca en el blanqueo del dinero procedente del narcotráfico. Se está entrando en lo que en Italia se llama «el tercer nivel», es de decir, la superestructura económica de la droga. La droga mueve una cantidad de dinero desorbitada. Puede hablarse de una «economía de la droga», generada por el dinero movido por el narcotráfico. La clave no está en vigilar o en perseguir personas sino en hacer un seguimiento del dinero. Así ocurre, por ejemplo, en los Estados Unidos, donde el origen del dinero es investigado por los bancos antes de aceptar ingresos y operaciones. En España este tipo de actividad investigadora permanece inédita. Los bancos no preguntan de dónde viene el dinero que llega a sus ventanillas. Pues ya es hora. Desde 1988, el artículo 546 bis «efe» del Código Penal es una seria advertencia disuasoria para quien con «conocimiento» recibiere o se aprovechare de las ganancias derivadas del tráfico de drogas. Estamos por ver que un juez cite a declarar al director de una entidad bancaria por tal motivo. No se trata de que ahora, de forma apriorística e indiscriminada, el conjunto de la banca pase a ser la gran sospechosa, pero sí de tomar medidas que garanticen el control sobre la génesis de los movimientos de capital. La lucha contra el narcotráfico no ha hecho más que empezar en España, y habrá que ver si existe un interés real por llevarla a buen término.