9 septiembre 1990

El presidente de Banesto se erige en principal banquero opositor al Gobierno de Felipe González causando que se especule con que aspira a liderar la derecha española

Hechos

Declaraciones de D. Mario Conde contra el Gobierno del PSOE aparecieron en la portada de EL MUNDO el 9 de septiembre de 1990.

10 Septiembre 1990

El «condeaznarismo» de la derecha española

Raúl Heras

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Mañana martes, en el Congreso, el nuevo «condeaznarismo» de la derecha española va a tener una gran oportunidad de llevar contra las cuerdas al presidente del Gobierno. Por dos motivos principalmente: la situación económica y la crisis del Golfo Pérsico. Felipe González, pese a sus recientes encuentros internacionales que han culminado en el del fin de semana con el del sueco Ingvar Carlsson, va a tener muy difícil explicar el cambio de nimbo de la fragata «Santa María», enviada en «misión de paz» al centro del infierno, y la necesidad de una política económica aún más restrictiva con la excusa de los altos precios del petróleo. Las medias verdades y las medias mentiras con que el presidente del Gobierno y sus principales ministros -Narcis Serra, Francisco Fernández Ordóñez y Carlos Solchaga- intentan explicar el próximo y duro futuro de este país son como barquitos de papel navegando en el estrecho de Ormuz. Si la oposición quiere puede abrirle todas las vías de agua que quiera a la flotilla dialéctica del Gobierno. Ya sabemos que sí quieren hacerlo Izquierda Unida y Eusko Alkartasuna; y que lo van a hacer también Euskadiko Ezquerra y Herri Batasuna, pero ¿lanzará sus misiles José María Aznar?, ¿saldrá por fin a la superficie ese submarino de bolsillo en que se ha convertido Adolfo Suárez? El presidente del PP se ha rearmado internamente en su partido recurriendo a los viejos obuses que guardaba el fundador en su agenda: Carlos Robles Piquer, Guillermo Perinat y Abel Matutes, que en nada se parecen a esa nueva derecha de rayos láser que salió del Congreso de Sevilla. Aznar, influenciado por los ataques que recibió poco antes del verano, no ha tenido más remedio que doblegarse ante el poderoso influjo de Manuel Fraga para librarse del continuo acoso a que estaba siendo sometido. El joven líder del PP se va a presentar en la batalla del Congreso, en un hemiciclo hambriento de palabras y de justificaciones gubernamentales, con sus expectativas de voto en el País Vasco en plena ebullición: puede doblar el número de votos que consiguió la vieja Alianza Popular en 1986 y multiplicar p or cuatro el número de escaños. Sus visitas al exterior están siendo, también, mucho más sopesadas que lo que fue su encuentro con Jacques Delors, que desató la importante crisis del democristiano Oreja. Sus nuevos asesores pueden darle viejos consejos. El enroque a que se ha visto obligado puede ser peligroso pero lejano, ya que habrá que esperar a ver cómo acogen a los antiguos budas los otros jóvenes del PP como Ruiz Gallardón, Rodrigo Rato, Federico Trillo o Isabel Tocino. Detrás de todos ellos se encuentra siempre el actual presidente de la Xunta de Galicia, Manuel. Fraga, que quiere y va a seguir influyendo de forma decisiva en el partido. Y no son precisamente sus doctrinas las que necesita la derecha española. Pero, ¿le queda espacio con una política gubernamental cada vez más alejada de las tesis socialdemócratas como la que está llevando a cabo Felipe González?; ¿volverá a sentir la tentación de equivocarse, como ya lo hizo en el tema de la OTAN?; y si no lo hace ¿cómo diferenciar su asentimiento a la política de Washington del que ya está realizando el Gobierno? Más fácil lo tiene el otro aspirante a liderar la derecha española en el fin de siglo: Mario Conde. El presidente de Banesto ha escogido Estepona para politizar su discurso como no lo había hecho nunca. No se ha quedado en la descripción de la situación de la banca o de los problemas financieros del sector, sino que ha dado un repaso general a la política del Gobierno, y a la del ministro Carlos Solchaga, en especial Sus criticas tienen mucho más que ver con un líder político que con un presidente de banco. Han buscado y buscan más hacerse escuchar por la sociedad española, que por la dase «financiera y dirigente a la que el abogado del Estado pertenece. Detrás de sus palabras se adivinan las tesis de esa «trinidad socialdemócrata»: Belloso, Torrero y Beato, que él elevó a los altares de Banesto nada más ocupar la presidencia, y que le sirvió para ganar su primer choque frente a Mariano Rubio . Conde se presenta como un banquero liberal, más cercano a las tesis de Galbraith que a las de Friedman, parcialmente alejado del feroz monetarismo que impregna la vida económica española desde la llegada del PSOE al poder, merced al influjo que el gobernador y el subgobernador del banco emisor han tenido y tienen sobre el palacio de la Moncloa. Las relaciones políticas del banquero han . estado hasta ahora más escoradas hacia el CDS que hacia el PP, y dentro de este último tuvo como interlocutor al defenestrado Antonio Hernández Mancha, a quien sirvió incluso de «correo» para perfilar una unidad de acción entre los populares y los suaristas, que cuajaría muchos meses más tarde. Con Aznar sus relaciones han sido mucho más difíciles, por no decir que inexistentes, ya que el hombre que servía de vinculo de unión, el liberal Segurado, renunció a sus cargos en el partido al comprender que el joven presidente no contaba con él. Una alianza, siquiera estratégica, entre Conde y Aznar podría cambiar aún más el panorama del centroderecha, sobre todo de cara al post 92, cuando el socialismo afronte de verdad la sucesión de Felipe González. Empresa difícil, por la ambición de uno y otro.

21 Octubre 1990

UNA CHARLA JUNTO AL FUEGO ENTRE PEDRO J. RAMÍREZ Y MARIO CONDE

Pedro J. Ramírez

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En la década de los 30 después de que Roosevelt popularizara sus famosas «tire side chats» -aquellas «charlas junto a la chimenea» en las que en tono coloquial repasaba la actualidad ante millones de embebidos radioyentes-, un malévolo observador británico comentó que si su estirado primer ministro, el abúlico Mr. Baldwin, intentara hacer lo propio, el fuego se apagaría en cuanto empezara a hablar. A juzgar por su trepidante irrupción en la escena pública hace tres años y por la polémica y expectación que desde entonces rodea cuanto hace, de Mario Conde podría decirse lo contrario. O sea que, de no estar tapada la embocadura de la imponente chimenea artesonada junto a la que hablamos largamente el pasado jueves, tal vez hubiera habido que temer que altas llamaradas invadieran el despacho hexagonal de paredes verdes en el que sienta sus reales el presidente de Banesto. Ni la majestuosa rosa de los vientos tejida con los más vivos colores del modernismo sobre la tupida alfombra que llena la habitación, ni el clamor amortiguado del cántico gregoriano que sirvió de telón de fondo a nuestro encuentro -«No le conocía yo a usted un vicio tan inconfesable…» «Es la música que más me relaja, siempre que puedo la tengo puesta»- habrían desentonado en tan viscontiano (o dadaista) desenlace. Sin embargo, el fuego que periodísticamente resulta más interesante no es el que Mario Conde pueda llevar puesto, sino el que da la impresión de recorrer sostenido sobre un fino alambre, haciendo malabarismos en una bicicleta de una rueda y con una mano atada a la espalda, cada vez que

-como ocurrió hace unas semanas con su impactante manifiesto de Estepona

– se atreve a singularizarse en medio del general sometimiento para criticar abiertamente la política del Gobierno. Empezando por ahí, cambiando el «tu» por el «usted» y aliviando de reiteraciones el estilo coloquial, este es el resumen de una charla sin temario ni agenda, salpicada de estímulos, omisiones y sugerencias.

– ¿No teme que, después de haber sido presentado tantas veces como una especie de antagonista habitual del Gobierno, llegue un momento en el que terminen por pasarle la factura? – Ni creo en la teoría conspirativa de la historia, ni en el enfrentamiento entre el Gobierno y la sociedad civil. Al Gobierno le conviene que haya instituciones de la sociedad civil que se potencien. En España deberíamos tener unas academias, unos colegios profesionales o unas instituciones económicas con mucho mayor protagonismo, porque una sociedad civil organizada y potente, en conexión con la opinión pública, es la mayor garantía de las libertades.

– Eso está muy bien como declaración de principios, pero la tendencia de estos años no es nada positiva a este respecto…

– El caso de Banesto es un claro ejemplo de fortalecimiento de la sociedad civil. A lo mejor es una excepción, a la regla.

– Bien, ya tenemos un caso. Que sigan todos los demás.

– ¿Cómo cree que le sentó al presidente González su intervención del mes pasado en Estepona?

– No sé si a él le habrá gustado. Si yo fuera presidente del Gobierno y alguien hubiera hecho una intervención de ese tipo, a mi me habría gustado. – ¿Por qué los demás banqueros no se han sumado a sus planteamientos?

– Eso habría que preguntárselo a ellos. Quizá en nuestro país esté extendido desde hace tiempo el dogma de que los banqueros no deben tomar posiciones públicas que supongan un enfrentamiento con el Gobierno. Yo no comparto ese criterio porque creo que lo que necesita la sociedad española son voces críticas en el sentido positivo del término. Ahora, también puede ocurrir que los demás banqueros no mantengan las mismas opiniones que yo.

– Usted ha dicho una y otra vez que no piensa dedicarse a la política…

– Por lo menos quinientas veces. Voy a tener que empezar a decir que sí, a ver si terminan de creerse que es un «no» de verdad. -¿Pero ese «no» es como los «nunca jamás» de Romanones que querían decir «por ahora»?

– Ese «no» es un «no» de los de Mario Conde. 0 sea, no.

– En Estepona dijo que la crisis del Golfo no justificaba un ajuste duro de la economía española. ¿Cómo va evolucionando su percepción sobre la influencia de esos acontecimientos?

– Dije que hacía falta un cambio de política, pero fundamentalmente a causa de los desequilibrios estructurales que se han ido creando en los últimos años. La crisis del Golfo sólo afecta a los precios del petróleo y no por un problema de escasez, sino porque ante la hipótesis de que pueda haber guerra hay quienes están dispuestos a pagar más para asegurarse el aprovisionamiento. En el único punto en el que está variando mi percepción es en lo que se refiere al estado de confianza de la opinión pública española. Y es que veo que ese estado de confianza se está deteriorando progresivamente. Esto es grave porque, tal y como decía Keynes, al final puede terminar creándose una recesión por el mero hecho de creer en ella y hablar de ella. Un señor que cree que va a venir una crisis deja de comprar una casa y eso significa que hay un constructor que deja de construirla, un fabricante de ladrillos que deja de fabricarlos, un banquero que deja de dar los créditos… Por eso llamé la atención a las autoridades españolas, en el sentido de que había que transmitir mucha mayor calma. – Pues da la sensación de que le han hecho poco o ningún caso…

– Hubo una serie de declaraciones que en cierto modo rectificaban el alarmismo y la dureza iniciales, pero a pesar de eso el estado de confianza sigue sufriendo un deterioro de una magnitud que a mi me parece injustificada. En ese sentido el más significativo e inquietante de los.indicadores de septiembre tal vez sea el fuerte descenso de la venta de automóviles…

– Claro. Yo no creo que la pérdida de poder adquisitivo del comprador del automóvil entre agosto y septiembre haya sido tan brutal como para justificar una caída de ese tipo. Lo que ocurre es que la gente se retrae.

– Hablaba de la hipótesis de que puede haber guerra. ¿Comparte la teoría de que la guerra es inevitable?

– Sadam Husein está asumiendo una posición de liderazgo sobre un sector del mundo árabe que se incrementa cada día que pasa. Es un liderazgo de tipo fundamentalista que a mí me resulta muy poco tranquilizador. Se dice que es muy difícil encontrar una solución distinta a la de la guerra. En mi opinión eso no es lo esencial. Lo esencial es encontrar una solución estable para una zona de tanta importancia estratégica.

– Pero el jeque Yamani ha pronosticado que si hay guerra el barril de petróleo subirá a 100 dólares…

– No veo razón para ello, excepto que se incendiarán los pozos de Arabia Saudí, pero eso es algo que los especialistas prácticamente descartan.

– ¿Qué le parece la implicación española en el despliegue bélico en Oriente Medio?

– Me parece una consecuencia lógica de nuestra pertenencia al mundo occidental. Si España está en el mundo occidental no tiene más remedio que cumplir con sus compromisos. -Sin embargo otras agresiones a la legalidad internacional no han recibido una respuesta equivalente…

– Eso es harina de otro costal. Por qué el .mundo occidental ha dado una respuesta distinta a este caso que a otros que podrían citarse. Yo lo que digo es que, estando en el mundo occidental, España no podía hacer más que lo que ha hecho.

– ¿Comparte las críticas que se estan formulando a Almeida y Villapalos por la forma en que ha tenido lugar la liberación de los rehenes? – No las comparto. Hay quince señores que estaban en Irak y ahora están en España. El resultado es tan extraordinariamente positivo que no veo los motivos profundos de critica.

– ¿Si le hubieran pedido que participara en una misión así y le hubieran dicho como le dijeron a Villapalos que su presencia permitiría sacar a los rehenes, hubiera accedido?

– Yo no hubiera ido, pero por la razón de que estoy seguro de que no habría conseguido liberarlos.

– Bueno, esa es una manera de tirar el balón fuera…

– Estoy tirando muchos balones dentro.

– El Gobierno y el Banco de Espáña acaban de anunciar que van a seguir manteniendo la misma política monetaria que usted tanto criticó en Estepona…

– Las primeras reacciones a la crisis del Golfo incluían el anuncio de una política monetaria aun más restrictiva. Ya es bastante que ahora no se diga tanto. A la vez se ha anunciado que se van a levantar las limitaciones al crédito y extraoficialmente se habla de la intención de dejar caer la peseta hacia la banda baja del Sistema Monetario Europeo. Además, el retraso de la Unión Monetaria es exactamente lo que yo llevaba pidiendo desde hace un año. Creo que los acontecimientos me están dando la razón.

– En Estepona habló de «atacar las raíces enquistadas de la inflación». ¿Eso como se hace?

– Prestando mucha más atención a los aspectos microeconómicos que a los macroeconómicos. Una cosa es tener suficientes capitales exteriores como para financiar nuestros déficit y otra corregir realmente los efectos de la inflación allí donde se producen, es decir actuando sobre la falta de; competitividad de las empresas. Hasta que fió seamos capaces de producir con mayor competitividad los ceniceros, las lámparas, las bombillas y todo lo demás no se arreglará el problema de la inflación. Por eso insisto: no basta decir que tenemos financiación exterior como para estar en una posición de tranquilidad. Entre otras razones porque habría que ver cuanto de ese dinero viene a invertir en la economía española y cuánto acude estrictamente atraído por los altos tipos de interés y puede retirarse en un momento de desconfianza, generando grandes desequilibrios. Por eso enfatizo: señores, piensen en las empresas, piensen en las unidades productivas, piensen en la economía real.

– También habló de la «reducción drástica del gasto público». ¿Eso cómo se hace?

– Hablar de la reducción del gasto público cuando aún tenemos un déficit enorme de infraestructuras y prestaciones sociales o cuando la investigación es tan insuficiente, puede no ser fácil de implementar. Pero tenemos que damos cuenta de que no somos tan ricos como creíamos y tendremos que establecer prioridades de acuerdo con nuestras necesidades a medio y largo plazo. Ese es el papel de los políticos. – Ellos pueden decir que es muy fácil predicar y muy difícil dar trigo.

– Yo también podría decir que es muy fácil dar trigo…

– También habló de una «reforma tributaria que estimule la inversión y el ahorro».

– Técnicas para estimular el ahorro hay todas las que se quieran. Lo importante es tomar en consideración que el ahorro es beneficioso para la economía y desde hace unos años la caída del ahorro interno es un dato de extremada importancia. También es importante considerar positivo que se reinviertan los beneficios empresariales y aplicar una tributación diferente para esos casos que para aquellos en los que los beneficios se convierten en dividendos.

– En la base de la sociedad existe la impresión de que la banca no sólo no ayuda a combatir el fraude fiscal, sino que a menudo es cómplice del mismo con figuras como las primas únicas, las cesiones de crédito o las cuentas innominadas.

– La banca no colabora en absoluto con el fraude. Pero tenemos que distinguir entre lo que es el fraude fiscal y lo que es utilizar algunas figuras jurídicas no especialmente previstas por la legislación fiscal que permiten obtener a determinadas personas un menor coste tributario. La banca no es ni un policía, ni un recaudador, ni un funcionario del Ministerio de Hacienda. Somos entidades privadas, defendemos a nuestros clientes y esa defensa no tiene otros límites sino la normativa legal vigente. Si se nos quiere exigir más, tendrán que cambiar la normativa.

– ¿Episodios como el de Vandellós hace un año no le llevan a replantear su rotunda apuesta por la energía nuclear?

– Lo ocurrido en Vandellós pone de manifiesto el buen funcionamiento de una central que detecta un hipotético riesgo. Yo lo que digo es que no se puede plantear una política energética de futuro sin tomar en consideración la energía nuclear.

– En España eso significa…

– Lemoniz y Valdecaballeros.

– No me diga que usted sería partidario de poner en marcha Lemóniz…

– Una cosa es la conveniencia de una operación y otra su coste político. En él caso concreto de Valdecaballeros creo que los cientos de miles de millones invertidos deberían tener una respuesta en términos de funcionamiento. Además estoy seguro de que si se pusiera en marcha Valdecaballeros eso redundaría inmediatamente en beneficio de Extremadura. Lamentablemente una parte del edificio intelectual de mucha gente está construido sobre dogmas, entre otras razones porque el dogma proporciona tranquilidad y estabilidad. En un libro titulado «Héroes y Herejes» leí una vez que son los herejes quienes, peleando contra los dogmas, mueven la historia.

– O sea que le gustaría pasar más como «hereje» que como «héroe».

– A los herejes los solían condenar y se convertían en héroes. ¿Qué es un héroe? El que se deja condenar en defensa de sus ideas.

– ¿Cuando pidió «prudencia y no urgencia» en el proceso de construcción europea, estaba haciendo una objeción sólo al ritmo o replanteando también la cuestión de fondo?

– La gran contribución de Europa a la historia de la cultura es la diversidad y la tolerancia… Una tendencia excesiva a la homogeneización iría contra la experiencia europea a través de los siglos y contra la propia realidad presente. Caminar hacia un mercado único integrado es deseable. Otra cosa es crear superestructuras políticas que añadan controles sobre controles. No creo en los controles burocráticos. Me dan miedo…

– Eso es thatcherismo puro.

– No se si thatcherismo o schumpeterismo, pero recuerdo lo que contestó Raúl Gardini cuando le preguntaron por qué tenía empresas en varios países: «Porque no me fio de ningún Gobierno». Imagínese si yo dijera eso en España. Lo que temo es que frente a una realidad económica de circulación de bienes y personas que es transnacional se pretendan crear mecanismos de poder transnacionales para seguir controlando la realidad. Si ese es el objetivo de la creación de Europa, no dará resultado.

– Considerando cuáles han sido sus oportunidades reales, ¿qué balance haría del conjunto de la gestión económica de estos años? – Hacia dentro de España, el Gobierno socialista ha hecho cosas muy importantes con enorme valentía. La legitimación del papel social del empresario o la restauración del concepto de beneficios empresariales como motor dé la economía, son cosas que se consiguen desde el 82. También la desregulación de muchos mercados. Cosa distinta es lo que ha ocurrido hacia fuera. Hemos sido excesivamente alegres en el proceso de integración europea, sin darnos cuenta de que nuestra economía estaba muy atrasada y el nuestro era un mercado muy apetecible. Hemos sido un poco ingenuos porque no hemos jugado suficientemente nuestras bazas negociadoras. Para toda una generación Europa era la traducción concreta del concepto mismo de libertad. Caminar hacia Europa al precio que fuera era la consecuencia de ese fermento intelectual. Pero entre la aproximación intelectual y la praxis está el déficit comercial.

– Esa legitimación social del empresario de la que habla ha desembocado en un movimiento pendular y en la glorificación de todo tipo de especuladores… Ya veremos en que queda la imagen del capitalismo español.

– Sin duda. En esta época de crisis se demostrará quien es capaz de hacer un trabajo serio a largo plazo y quien buscaba hacer negocio a corto y ahora dice «adiós muy buenas».

– Usted ha sido el prototipo del triunfador fulgurante. ¿Será capaz de pasar a cumplir ese nuevo papel que ahora se requiere?

– Estamos en ello. Fíjese en lo que está sucediendo con la Corporación Industrial. Teníamos una estrategia de colocación en bolsa a nivel internacional y ahora estamos dando respuesta al nuevo escenario, retrasando la salida a Bolsa y buscando inversores directos y acuerdos de colaboración con otras empresas.

– Eso ha debido suponer una gran decepción…

– Hay que distinguir entre las percepciones sentimentales y la frialdad de las respuestas empresariales. En el mes de julio teníamos exceso de peticiones. Ya sabemos que los mercados se mueven por razones psicológicas y ahora nos han aconsejado paralizar la colocación durante un tiempo. Muy bien, lo haremos pero entre tanto no nos quedaremos quietos.

– ¿Le ha hecho perder mucho dinero como accionista de Banesto la bajada de la cotización en bolsa?

– No he perdido nada porque ni he vendido, ni pienso vender. Yo no estoy aquí para ocuparme de cómo va cada día la Bolsa, sino para aplicar una visión a largo plazo…

– Si los anteriores inquilinos de este despacho levantaran la cabeza, se caerían de la silla del susto al ver al Banesto usando técnicas de marketing directo como lo del Equipo Unico… Sí, de. la misma manera que cuando nosotros hemos levantado la cabeza, también nos hemos caído del asiento al enterarnos de algunas cosas del pasado… La banca se tiene que encaminar cada vez más hacia lo que es una empresa de servicios con su red de distribución. El Equipo Único está en la misma línea conceptual que los premios del BBV o iniciativas parecidas del Santander, sólo que a lo mejor es mucho más eficiente.

– ¿Qué va a pasar con la Fundación que preparaba Banesto?

– Parece bastante razonable que ahora nos concentremos en resolver los problemas de este nuevo escenario, aunque ello suponga retrasar la Fundación durante unos meses.

– ¿Cómo ve el liderazgo de José María Aznar al frente del Partido Popular?

– Está claro que tiene el apoyo de su organización. Veo que tiene una posición claramente consolidada. ¿Qué le gustaría que sucediera en él Congreso del PSOE? – Sería bueno que saliera un partido lo más cohesionado posible…

– ¿Aunque esa cohesión se produjera en torno a elementos tan antitéticos a sus ideas como los que representa el guerrismo? – Aún en ese caso. Las ideas y los programas deben ser capaces de imponerse por su propio valor de convicción, . no porque quienes estén en frente se autodestruyan.

– ¿Ha hablado alguna vez extensamente con Alfonso Guerra?

– Muy extensamente no.

– ¿Le gustaría hacerlo?

– El Vicepresidente del Gobierno es una persona lo suficientemente atractiva como para que claro que apetezca hablar extensamente con él.