28 febrero 2001

La venta de los terrenos de la Ciudad Deportiva del Real Madrid al Ayuntamiento, la clave del enfrentamiento

El presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, demanda a José María García (ONDA CERO) por acusarle de conductas ‘gansteriles’

Hechos

  • El 25.07.2002 el Juzgado de Primera Instancia número 74 de Madrid ha condenado al periodista deportivo D. José María García a indemnizar con 12.000 euros al presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, por intromisión ilegítima en su honor por sus declaraciones en su programa ‘SúperGarcía’ de ONDA CERO en febrero de ese mismo año.

Lecturas

Entre febrero y marzo del año 2001 el ayuntamiento de Madrid encabezado por D. José María Álvarez del Manzano firmó un acuerdo con el Club de Fútbol Real Madrid, que presidía D. Florentino Pérez,  por la venta de los terrenos de la Ciudad Deportiva del club blanco al Ayuntamiento de Madrid, que fue respaldada por todos los concejales madrileños del PP, PSOE e IU.

Desde el programa ‘SúperGarcía’ de ONDA CERO, conducido por D. José María García, el locutor y su colaborador, D. Juan Luis Galiacho, cargaron contra aquel acuerdo al que acusaron de corrupto. D. Florentino Pérez demandó al programa, a la cadena de radio y al Sr. García por considerar que el Sr. García había montado una campaña contra él.

En julio de 2002 D. José María García sería condenado por el uso de expresiones

EXPRESIONES

 Las expresiones consideradas injuriosas y vejatorias en la sentencia que acusó al Sr. García de ‘sobrepasar los límites de la libertad de expresión’.

‘Florentino Pérez no conoce la amistad’

‘Lo de Florentino Pérez en Madrid es delincuencia urbanística, una operación gangsteril’

‘Florentino Pérez no cree en sus amigos, traiciona al más pintado, es desleal absolutamente con todos’

‘Florentino Pérez, hombre de’dudosa moral’

‘Florentino Pérez utiliza a los suyos como moneda de cambio’.

La sentencia condenó al Sr. García a indemnizar con dos millones de pesetas (12.000 euros) al presidente del Real Madrid, en una victoria relativa, puesto que el Sr. Pérez había reclamado 50 millones.

29 Abril 2001

Ese juez insobornable…

Gaspar Rosety

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Las cosas no son buenas o malas en virtud de quien las hace sino en sí mismas. La operación que concluye con una ciudad deportiva para el Real Madrid y un extraordinario beneficio económico y social para la villa del Madrid no es mejor o peor porque los protagonistas sean Álvarez del Manzano, Ruiz Gallardón y Florentino Pérez. Es una acuerdo beneficioso para todos, llevado a cabo por una transparencia y publicidad dignas de elogio para los poderes públicos intervinientes y para el Real Madrid. Sólo una voz discordante, una sola vocecita, menguada, silenciada, acobardada, mentirosa e hipotecada, ha clamado contra el fichaje de Figo llamándolo ‘mercenario’, la misma vocecita que ha clamado contra las incorporaciones de Jorge Valdano y de Butragueño, la misma que clama contra la nueva ciudad deportiva porque no quiere que el Madrid elimine la deuda que han dejado sus amigos. Esa misma vocecita que antes decía que Mancebo donde luego dijo don Lorenzo y pasó de la censura a la felación. Y todo porque se pierden los contactos y con ellos el poder y el control del club, todo porque el nuevo presidente no se ha puesto de rodillas ante el primero fue Gruñón y luego un ejecutivo se convirtió en Mudito. La misma vocecita que lloraba la muerte de un amigo, un hermano (siempre se le mueren los hermanos) mientras su amigo próximo se enfrascaba en Gabana con una rubia de todo a 100 rellena de silicona en lugar de chorrear lágrimas por el pariente fallecido. Una sola vocecita repleta de indignidad llama a Florentino Pérez “personaje poco recomendable”. La vocecita se apaga en su miseria y como en la obra de García Márquez, ‘Crónica de una muerte anunciada, todos a su alrededor saben que está a punto de morir, pero nadie hace nada por evitarlo. Y la vocecita reniega hasta que el tiempo, ese juez insobornable que da y quita razones, termina por fundirlo en sus cenizas. Diez días en la nevera, quince en el congelador y una vejez con aire patibulario. Hay olor a cementerio.

Gaspar Rosety