12 marzo 1958

El Rey de Irán, Mohamed Reza Pahlevi, vuelve a repudiar a una esposa: rompe con Soraya Esfandiari, por ser esteril

Hechos

El 12 de marzo de 1958 se hizo público el fin del matrimonio de Mohamed Reza Pahlevi con Soraya Esfandiari.

Lecturas

En agosto de 1953 hubo un golpe de Estado en Irán. 

Por segunda vez en menos de diez años, el sha de Irán, Mohamed Reza Pahlevi opta por el divorcio.

En ambos casos, el motivo ha sido el mismo: la incapacidad de sus dos sucesivas esposas para darle un vástago con el que asegurar la continuidad de la dinastía gobernante en Irán.

La primera emperatriz repudiada fue la primera esposa de Mohamed Reza Pahlevi, la princesa egipcia Fawziyah, de la que el sha se divorció en 1948.

Ahora le ha tocado el turno a la bellísima Soraya Esfandiari, una refinada princesa de sangre griega con la que contrajo matrimonio en 1951.

En diciembre de 1959 se casará con Fara Diva. 

El Análisis

El Sha, el trono y los espejos del corazón

JF Lamata

Por segunda vez en su vida, el Sha de Irán, Mohamed Reza Pahlevi, firma un repudio que ya es más político que íntimo. Esta vez es Soraya Esfandiari Bakhtiari, su segunda esposa, quien abandona el Palacio de Golestán entre lágrimas y suspiros de la prensa internacional. El motivo oficial: su esterilidad, la imposibilidad de darle un heredero. El motivo real, comentan sin rubor los círculos cortesanos y los pasillos diplomáticos: el Sha quiere seguir escribiendo su novela rosa personal, al más puro estilo Rainiero de Mónaco, pero con aires de imperio persa.

El drama sentimental del monarca ocurre mientras en Irán se impulsa un ambicioso proceso de modernización. Las reformas del régimen están cambiando la faz del país: las mujeres obtienen más derechos, se educan, se incorporan lentamente a la vida pública. La monarquía, que antaño era símbolo de tradición, se presenta ahora como un motor de progreso. Pero el contraste es inevitable: el mismo rey que promueve avances para la mujer decide públicamente reemplazar a una esposa por no poder tener hijos, con el trono y la dinastía como excusa. Difícil no ver ahí una contradicción de fondo entre los valores modernos que se predican y las viejas formas de autoridad que aún se ejercen.

Con Soraya fuera del cuadro, todos se preguntan quién será la nueva reina. Pero más allá del nombre, el episodio revela algo más incómodo: el Sha parece buscar, más que una compañera de Estado, una figura decorativa que encaje con la imagen de un Irán moderno y brillante… o al menos brillante en los titulares. La historia juzgará si el país progresa de verdad, o si queda atrapado en la superficie de un cuento de hadas que, una y otra vez, termina en ruptura.

J. F. Lamata