26 abril 2022
Elon Musk (magnate de Tesla Motors) compra la red social TWITTER tras una operación relámpago
Hechos
- El 5 de abril de 2022 se hizo pública la compra del 9,2% de Twitter por parte del Sr. Elon Musk.
- El 26 de abril de 2022 se hacía público que el Sr. Elon Musk ya superaba más del 50% del capital de Twitter lo que le daba el control de la empresa.
09 Abril 2022
LAS TRIQUIÑUELAS Y PLANES DEL HOMBRE MÁS RICO DEL MUNDO PARA TOMAR TWITTER
EL 25 DE MARZO, ELON MUSK (50) LANZÓ los siguientes tuits: «La libertad de expresión es esencial para una democracia funcional. ¿Cree que Twitter se adhiere a este principio?» y «Las consecuencias de esta encuesta serán importantes. Por favor, vote con cuidado», advertía. En aquel momento, el hombre más rico del mundo decía la verdad. Sin embargo, también estaba saltándose la ley.
Cuando Musk planteó su pregunta en forma de sondeo ya era dueño de más del 5% del accionariado de Twitter. Concretamente, esta barrera se superó el 14 de marzo. En este sentido, la Comisión de Bolsa y Valores (SEC, según sus siglas en inglés) del Gobierno de EEUU dicta que todo aquel que se haga con más de un 5% de una empresa debe hacer pública su operación como máximo 10 días después.
El periodo de gracia de la SEC terminaba el día 24 de marzo. Sin embargo, cuando Musk lanzó su encuesta el día 25 (votaron más de 2 millones de personas y que ganó el «no» con un rotundo 70,4%) el periodo ya había expirado. Concretamente el fundador de Tesla esperó hasta el 4 de abril, un total de 21 días, para hacer pública su compra y cumplir con la ley.
Cuando se conoció la operación 11 días después del plazo máximo las acciones de Twitter subieron más de un 20% en Wall Street. Un incremento que, de haber cumplido con las regulaciones de la SEC, habría encarecido de forma millonaria la operación de Musk. En total, se hizo con el 9,2% de la empresa por 2.900 millones de dólares.
En el momento de lanzar su encuesta sobre la libertad de expresión, Musk se encontraba ya en conversaciones con el fundador de Twitter, Jack Dorsey, que aún cuenta con un 2,25% del accionariado y con su sustituto, el CEO, Parag Agrawal, al que hace tan solo cuatro meses Elon Musk comparó con Iosif Stalin en un meme para mostrar su descontento.
Musk se ha vendido a sí mismo, a través de su propia cuenta de Twitter, como la antítesis de Agrawal: como un acérrimo defensor de la libertad de expresión. Un derecho que siempre ha ejercido peligrosamente en esta red social.
Antes de esta compra, Musk ya se encontraba bajo el escrutinio de la SEC por presuntamente utilizar su cuenta de Twitter (80 millones de seguidores) para alterar el precio de las acciones de Tesla. También es un asiduo a la hora de señalar a periodistas críticos. Un comportamiento por el que ha sido reprendido y al que respondió chulesco: «Hola, ¿Conoces internet? Todo el mundo es acosado independientemente de su género, especialmente si dicen cosas falsas». Sin embargo, Musk ha ido más lejos en Twitter llegando a tildar de «pedófilo» a Vernon Unsworth, un espeleólogo que ayudó a liberar a los niños atrapados en una cueva de Tailandia. Cuando le afearon su conducta siguió en sus trece: «Te apuesto un dólar firmado a que es verdad».
Conductas por las que Musk nunca ha sufrido represalias por parte de Twitter, a diferencia de otros miles de usuarios. El caso más célebre es el del expresidente, Donald Trump, expulsado de por vida de la red social. Un veto que destacados miembros del partido republicano han empezado a pedirle al multimillonario que levante. Musk no se ha pronunciado.
Sin embargo, el empresario ha dejado constancia en su cuenta de que ha llegado para mandar. El martes se anunció que había obtenido un asiento en el Consejo de Administración. Ese mismo día anunció cambios como mano dura contra los bots de criptomonedas, que se resolverán problemas técnicos y la inclusión de un botón para editar tuits, sobre el que previamente había lanzado otra encuesta.
Un asunto sobre el que la cuenta oficial de Twitter ha aprovechado para lanzarle una puyita, «Sí, estamos trabajando en una función de editar tuits desde el año pasado y no, no hemos sacado la idea de una encuesta».
La respuesta refleja la intranquilidad que su desembarco ha provocado. Y no es única. «La lucha contra el discurso de odio y los trolls» es «más grande que cualquier miembro del consejo de administración», ha escrito un mando a sus empleados en una carta. «Nuestro consejo juega un papel asesor y de feedback importante en el servicio», ha señalado un portavoz en un comunicado. Pero, ha apostillado que «las operaciones del día a día y las decisiones las toman los gestores y los empleados de Twitter».
Mientras tanto, el fundador Jack Dorsey -que fue presionado por los accionistas para abandonar el timón- ha colocado al mismo nivel a Musk y al CEO. «Estoy muy contento de que Elon se una al consejo. Le importa mucho nuestro mundo y el papel de Twitter en el mismo. Parag y Elon lideran con el corazón y serán un equipo increíble», ha asegurado en tono conciliador.
El alcance del efecto Musk en Twitter está por ver. Sin embargo, lo que es seguro es que si el empresario quiere cambiar las cosas cuenta con el dinero suficiente. El 100% de las acciones de Twitter tan solo suponen un 20% de su fortuna personal. Mientras tanto, la multa que le llegará por saltarse la legislación durante la compra -previsiblemente de 100.000 dólares- corresponde a un 0,00003% de su patrimonio. En perspectiva: es como si un hogar español medio tuviera que pagar una multa de 10 euros.
.
SU GRAN ALTAVOZ Elon Musk tiene una estrategia de comunicación atípica. Rehúye de los medios tradicionales y usa su propia cuenta de Twitter como su herramienta predilecta para anunciar grandes novedades de Tesla y SpaceX.
28 Abril 2022
¿ES ELON MUSK EL LOBO FEROZ POR COMPRAR TWITTER?
SI EL MUY EXPERTO ANALISTA de los medios en la Columbia Journalism Review, Jon Allsop, no logra llegar a ninguna conclusión firme sobre la compra de Twitter por el hombre más rico y quizá más polémico del mundo, Elon Musk, es que la tarea es por ahora imposible. Hay demasiadas variables e incógnitas por delante, incluido el carácter caótico de Musk, pero las voces críticas han sido numerosas, y no sólo basadas en esa inestabilidad del personaje, sino en que se sabe bien que los multimillonarios suelen hacer coincidir sus negocios con los medios informativos que adquieren, y que el primer mercado de la empresa de Musk, Tesla, es China, con cuyas autoridades se lleva bien y donde la libertad de expresión es bastante inexistente.
Musk, que lo sabe, ha colocado la bandera de la defensa de la libertad de expresión a la cabeza de su interés por la red social. Y es significativo que haya dejado pinchado a la cabeza de su perfil de Twitter un tuit que escribió este martes: «Por ‘libertad de expresión’, quiero decir sencillamente la libertad que se adecúa a la ley. Estoy en contra de una censura que vaya mucho más allá de la ley. Si el pueblo quiere menos libertad de expresión, pedirá al Gobierno que apruebe leyes a tal efecto. Por ello, ir más allá de la ley va en contra de la voluntad del pueblo».
Es bastante sensato y correcto, y da la impresión de que lo que quiere Musk es que en Twitter se exprese todo libremente, salvo esos abusos -insultos, amenazas, difamación- que las leyes de cualquier democracia ya castigan. Pero claro, hay muchas circunstancias, desde lo de China hasta las varias acciones judiciales contra Tesla por prácticas racistas en la contratación de empleados, que matizan esa declaración de intenciones o alimentan las dudas sobre ellas.
Musk quería ayer ratificar su sentido del fair play tuiteando que la poco exitosa red social anti-Twitter de Donald Trump, Truth Social, se había colocado en primer puesto entre las apps más bajadas en Apple Store. Pero seguían las objeciones: Allsop recuerda que la intención de Musk de acabar con el anonimato o los seudónimos de muchas cuentas de su red puede ir en contra de la seguridad de quienes tienen motivos legítimos de sentirse amenazados si firman con su nombre.
En fin: las respiraciones se contienen ante esta nueva entrada de un súper rico en la comunicación -no olvidemos a Jeff Bezos en el Washington Post o a Mark Zuckerberg en Facebook/Meta- y en su impacto mundial. Por lo pronto, ayer caían con fuerza las acciones en Bolsa de Tesla…
Eso de respetar la ley sigue siendo una buena idea. Lo que hay que hacer es adaptar, y luego hacer respetar, las leyes a la nueva realidad de los gigantes tecnológicos.
29 Abril 2022
La libertad y las redes
El debate sobre los límites de la libertad en las redes sociales vuelve al primer plano tras la compra de Twitter por parte de Elon Musk, el hombre más rico del mundo, por 43.000 millones de dólares (unos 41.000 millones de euros). Musk afirma que su objetivo es restituir la libertad de expresión en la red social. En la misma semana, la Unión Europea ha acordado una Directiva de Servicios Digitales pionera en todo el mundo para regular la actividad digital y sanear un ecosistema mediático dominado por gigantes de Estados Unidos. Bruselas busca proteger a la ciudadanía de la manipulación de los algoritmos, el acoso de ejércitos de cuentas mercenarias y la desinformación que contamina el debate público. Entre las medidas que prevé figura la supresión rápida de contenidos ilegales. Las multas pueden llegar hasta el 6% de los ingresos globales para empresas como Amazon, Facebook o Google, aunque aspira a regular también proveedores de internet, compañías de registro de dominios o servicios de almacenamiento en la nube.
Musk se declara partidario de la “libertad de expresión absoluta”. Dos de los principales impulsores de la directiva, el ministro francés de Asuntos Digitales, Cédric O, y el responsable del Mercado Interior europeo, Thierry Breton, han advertido de que, en la UE, Twitter estará sujeto a la nueva ley, “con independencia de la ideología de su dueño” y que “tendrá que adaptarse a regulaciones que no existen en Estados Unidos”. También Human Rights Watch ha recordado a Musk que “la libertad de expresión no es un derecho absoluto, por lo que Twitter debe invertir en esfuerzos para mantener a sus usuarios más vulnerables seguros en la plataforma”. Equivale a decir que no existe una libertad de expresión absoluta que a la vez secuestre libertades de otros, por ejemplo, a través del acoso de una turba digital o de una campaña organizada de descrédito. Compañías como Twitter potencian unos contenidos frente a otros a través de reglas privadas que solo se cuestionan en ocasiones, como el veto a Donald Trump, en enero de 2021, cuando su campaña de desinformación masiva para revertir las elecciones derivó en el asalto al Congreso de EE UU. Las decisiones que permiten que se pueda volver a hacer ese uso de la plataforma no pueden depender de Musk, ni de un Gobierno, sino de una legislación que reconoce esta realidad y está diseñada para ello. Ha sido el comisario europeo Thierry Breton quien ha enfatizado que “la ley será muy clara, mucho más clara ahora en Europa que en Estados Unidos”, y con reglas sometidas al control democrático para decidir o no el destierro de un usuario de una plataforma.