25 junio 1950
Los Estados Unidos, a través de la ONU, manda ayuda material al sur
Estalla la Guerra de Corea: El dictador comunista de Corea del Norte, Kim Il Sung, ordena la invasión de Corea del Sur
Hechos
El 26.06.1950 el primer ministro Kim Il Sung anunció que el ejército norcoreano iniciaba una lucha para «rechazar a los imperialistas norteamericanos de nuestra tierra».
Lecturas
El ataque de las tropas norcoreanas a Corea del Sur, el 25 de junio de 1950, fue considerado por Estados Unidos una nueva provocación de la Unión Soviética en el marco de la guerra fría. Aquel país reaccionó con el envío masivo de soldado a la zona.
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ESTADOS UNIDOS MANDA SOLDADOS A AYUDAR A COREA DEL SUR
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Tras la capitulación de Japón en la Segunda Guerra Mundial, tropas estadounidenses y soviéticas ocuparon Corea. En agosto de 1948 se fundó en el sur la República de Corea, de orientación pro-occidental, mientras que en el norte se proclamó, un mes más tarde, la República Popular Democrática de Corea, como dictadura comunista. Ese mismo año ambos estados iniciaron un rápido rearme militar.
El 25 de junio de 1950 tropas norcoreanas franquearon el paralelo 38, la frontera con Corea del Sur, y se adentraron hasta Seúl, la capital. Pocas horas después, la radio norcoreana difundía la noticia que se había declarado la guerra a Corea del Sur. En Estados Unidos cundió la alarma. El presidente Harry S. Truman consideró el ataque sorpresa una prueba de que el comunismo va a recurrir ahora al método de la invasión armada y la guerra. A instancias de Estados Unidos, que veía amenazada su posición en el Asia oriental, el Consejo de Seguridad condenó ese mismo día a Corea del Norte como fuerza agresora. La resolución fue posible porque el delegado soviético se abstuvo de asistir a la reunión, en protesta por la presencia de un representante de la China nacionalista (Taiwan).
El 27 de junio de 1950, después de que Core del Norte hiciera caso omiso a la invitación de las Naciones Unidas de retirarse, el Consejo de Seguridad decidió la formación de una fuerza de la ONU, bajo el mando de Estados Unidos, cuya misión consistiría en expulsar al agresor. Onde días después, el presidente Harry S. Truman nombró al general estadounidense Douglas MacArthur comandante en jefe de dicha fuerza. Corea del Norte continuó su avance, manteniendo todo el sur bajo su control militar hasta finales del mes de julio, cuando Truman reforzó notablemente las unidades de combate y ordenó la entrada en acción de tropas terrestres. Aun así, la contraofensiva de las fuerzas estadounidenses y de la ONU no triunfó hasta otoño. Sus unidades alcanzaron la línea de demarcación del paralelo 38 y siguieron avanzado hacia la frontera china. El 3 de noviembre de 1950 la Asamblea General de la ONU legitimó el mantenimiento de las acciones militares de sus tropas.
Cuando a principios de 1951 potentes unidades militares chinas mandadas por Mao Zedong obligaron a las tropas de Estados Unidos y la ONU a retroceder, el general MacArthur reclamó el bombardeo de la retaguardia china. En los meses siguientes se desarrolló una polémica entre MacArthur, apoyado por los republicanos, y el presidente demócrata.
Truman, que apostaba por la negociación destituyó a MacArthur el 11 de abril de 1951. Tres meses más tarde se inició el diálogo para el cese de las hostilidades, que habría de prolongarse por espacio de más de dos años. Durante dicho período continuaron los combates. El 27 de junio de 1953 las partes implicadas en la guerra firmaron finalmente una tregua sobre la base del statu quo. El paralelo 38 quedó confirmado como la frontera entre las dos Coreas. La partición de Corea estaba sellada.
27 Junio 1950
La capital de Corea ha sido rebasada por los atacantes y se teme un triunfo completo de los rojos dentro de unos días
La península de Corea es como una mano que se extiende desde el continente hacia el archipiélago nipón. Del puerto coreano de Fusan a la orilla opuesta, la distancia no es mucho mayor que de Madrid a Ávila. Se comprende que Corea, situada entre el Japón, China, Manchuria y la Rusia asiática, haya sido el escenario de rivalidades y luchas seculares. A fines del siglo XVI, cuando en España reinaba Felipe II, Corea fue invadida por 300 mil japoneses y defendida por tropas chinas. Tras 6 años de guerra devastadora, aquellos se retiraron, pero sin abandonar Fusan. En los sucesivos siglos, la influencia japonesa luchó con éxito contra la China y la Rusa hasta que en 1910 el imperio nipón se anexionó formalmente al país intervenido. 35 años hubo de durar la dominación japonesa hasta la derrota de Japón en el verano de 1945
Repetimos que Corea es una especie de puente entre el archipiélago nipón y el continente. La potencia que manda en Manchuria querrá apoderarse de Corea, camino hacia el Japón. Ya a principios de este siglo, Bezobrazov recomendaba a San Petesburgo la ocupación de Corea, proyecto que seguramente se habría realizado sin la derrota rusa en los campos de batalla de Manchuria. Al cabo de 47 años, Rusia (el régimen interior poco importa para la política internacional) intenta lo mismo mediante sus ‘quislings’ de la llamada República Democrática del pueblo Coreano, es decir, la Corea del Norte. Ha sido fácil prever que el imperialismo soviético no respetaría la frontera imaginaria que forma el paralelo 38, cuando al Sur de ella no hay sino la débil resistencia de una República verdaderamente democrática, pero poco desarrollada en el terreno militar. Mientra la República de Seúl preparaba elecciones generales, en las que por cierto ha sido derrotada la mayoría gubernamental, la república de Pyon-Yang preparaba una agresión armaa.
Para la ONU el Gobierno de Seul cuenta como el único legítimo de todo el país, pero como el organismo internacional no dispone de Ejército Propio y el veto de Rusia puede paralizar cualquier acción suya, quizá mañana mismo nos encontremos ante un hecho consumado: la huida del presidente Rhee y sus consejeros de Corea cuya capital ha sido ya ocupada y rebasada.
En cuanto a los Estados Unidos, ha decidido enviar armas, pero si éstas resultan insuficientes, no parece probable que arriesguen una Tercera Guerra Mundial para salvar a sus amigos coreanos.
El Análisis
Cinco años apenas han pasado desde que callaron las armas de la Segunda Guerra Mundial, y ya una nueva guerra ha estallado en Asia. El 25 de junio de 1950, las tropas norcoreanas de Kim Il Sung cruzaron el paralelo 38 e invadieron Corea del Sur, iniciando así el primer gran conflicto armado de la Guerra Fría. A simple vista, podría parecer un episodio más de los nacionalismos inconclusos tras la derrota de Japón, pero nadie se engaña: lo que está en juego en Corea no es sólo la soberanía de un país dividido, sino el equilibrio de un mundo partido en dos bloques irreconciliables. Kim Il Sung no ha dado este paso solo; resulta impensable que se haya lanzado a la conquista sin la aprobación, tácita o explícita, de Stalin en Moscú y Mao en Pekín.
La reacción internacional no se ha hecho esperar: el Consejo de Seguridad de la ONU —en ausencia de la delegación soviética— ha condenado a Corea del Norte como agresora, y ha autorizado una intervención militar en defensa de Corea del Sur. Al frente de las fuerzas internacionales estará el general Douglas MacArthur, bajo mandato del presidente Truman. Se avecina una guerra de dimensiones impredecibles, en la que el tablero coreano se convierte en escenario de una partida mayor: la pugna entre comunismo y democracia, entre Moscú y Washington. El mundo contiene la respiración, consciente de que este conflicto puede ser solo la primera erupción de un volcán geopolítico que amenaza con volver a arrastrar al planeta al abismo de una guerra global.
J. F. Lamata