8 abril 1997

Denunció la existencia de un 'sindicato periodístico' en aparente referencia a la AEPI ('El Sindicato del Crímen') que lideran los diarios EL MUNDO y ABC y la emisora COPE

Felipe González califica al director de EL MUNDO, Pedro J. Ramírez de ‘canalla’ en una entrevista en TV3

Hechos

El 8.4.1997 el ex presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, D. Felipe González, concedió una entrevista al programa ‘Primer Pla’ del segundo canal autonómico catalán, de TV3 (Canal 33) en el que calificó de ‘canalla’ al periodista D. Pedro J. Ramírez.

Lecturas

El número uno del Partido Socialista aprovechó una entrevista en el programa Primer Pla del segundo canal autonómico catalán, Canal 33, para llamar «canalla» en repetidas ocasiones al director de EL MUNDO, D. Pedro J. Ramírez.

González, que vestía un traje gris marengo, camisa de rayas finas y corbata azul, sacó su aspecto circunspecto y a lo largo de la entrevista, la primera que concede a un medio televisivo español este año, atacó repetidamente a determinados medios de comunicación, entre los que sólo citó al diario EL MUNDO, por la actitud que han tomado frente a cuestiones como los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL) y la desclasificación de los papeles del CESID.

Tras ser preguntado sobre la información que publicó el domingo EL MUNDO sobre los GAL, González afirmó que «en toda sociedad democrática debe haber un porcentaje de canallas, hay que tolerarlos y convivir con ellos, y el señor que dirige EL MUNDO es uno de los canallas».

González afirmó que estos medios de comunicación, junto a otros sectores, desde hace tiempo vienen «actuando de forma cínica e irresponsable, pidiendo que no se presione a los jueces, cuando son ellos quienes los presionan cada día».

TORTA MEDIATICA

El ex presidente del Gobierno afirmó que no pretende «actuar contra esta torta mediática, porque estamos en una democracia, sino que debemos identificarlos, aunque el problema es que los políticos, a veces no nos atrevimos a decirlo».

El ex presidente del Gobierno acusó a algunos medios de influir en las decisiones de la Audiencia Nacional, y rechazó la misma acusación que hacen contra él: «Dicen que yo también la tengo, pero no lo pueden demostrar».

El secretario general del Partido Socialista aprovechó cuando habló de las presiones a los jueces para referirse a «un sindicato mediático, cuyo nombre es bien conocido en medios periodísticos y políticos».

Felipe González añadió que «del poder mediático no sólo depende la honra, sino que ahora también puede depender la libertad».

González aprovechó para especular sobre la posibilidad de que no sea el candidato del PSOE en las próximas elecciones generales. El líder socialista aseguró que no quiere concurrir a los próximos comicios legislativos encabezando la candidatura de su partido. Sin embargo, el número uno socialista admitió que quizá no podrá hacer lo que desea y se verá obligado a ser de nuevo el aspirante a la Presidencia del Gobierno.

En este sentido González afirmó: «Yo no quiero presentarme pero no puedo decir si lo haré, porque esto no depende sólo de lo que uno quiera».

«Ahora», prosiguió, «si me preguntan si quiero, la respuesta es que no», remachó el dirigente socialista.

El dirigente socialista afirmó que no se siente «salpicado» por el cierre del sumario sobre el secuestro de Segundo Marey, y atribuyó a «una estrategia de Rosa Aguilar y del grupo comunista (en referencia a la federación de izquierda)» la acusación que la dirigente de Izquierda Unida (IU) hizo contra él utilizando la misma palabra.

Respecto a las opiniones que defienden «pasar página» en las acciones de la lucha antiterrorista, indicó que «la instrumentalización ha sido un error. Se debe aclarar respetando las decisiones de los tribunales y sin hacer presiones, y algunos hacen pensar que no se quiere que los jueces decidan libremente».

Por otra parte, González afirmó que corresponde a los socialistas catalanes decidir si debe ser Pasqual Maragall o Joaquim Nadal el candidato en las próximas elecciones autonómicas, porque «esto no está en mi ámbito de responsabilidad».

PRESUNCION DE INOCENCIA.- «Yo no lo voy a decidir y si alguien intenta trasladarme esa responsabilidad se va a encontrar con la sorpresa de que no voy asumirla. Es una decisión que deben tomar los socialistas catalanes», afirmó.

Asimismo, González criticó con dureza a los que insinuaron que el etarra Fernando Elejalde fue víctima de torturas en dependencias policiales tras asesinar a Francisco Javier Gómez Elosegi, y aconsejó a la policía que no se agobie, porque «están amparados por el principio de legitimidad».

El dirigente socialista destacó que a las Fuerzas de Seguridad, Policía Nacional, Ertzaintza y Guardia Civil «se les paga para que en el menor tiempo posible saquen la mayor información de los detenidos. Esta es su obligación y el Estado tiene que apoyar (sus acciones) diciendo que actúan legítimamente».

A juicio del líder del PSOE, debe garantizarse a la policía la «presunción de inocencia, que sólo se plantea si hay un juicio».

El secretario general socialista aclaró que, contrariamente a los que recientemente dijo Jordi Pujol, ni él ni su partido son contrarios a que se ceda de una manera global el 30% del IRPF, aunque precisó que su rechazo se da «cuando se identifica de una manera simple capacidad normativa con corresponsabilidad fiscal».

APOYO 

En el repaso que González hizo ayer de los temas más candentes de la actualidad, no pudo pasar por alto el relativo al debate abierto en su partido ante el 34 Congreso Federal que tendrá lugar los días 20 al 22 del próximo mes de junio.

Sendas intervenciones del portavoz de Izquierda Socialista, Antonio Santesmases, y del diputado por Guipúzcoa y ex ministro Enrique Múgica sobre el papel preponderante que en el partido juega la adscripción a un territorio, en detrimento de la identificación con unas ideas, motivó una respuesta de González, interpretados por algunos asistentes, consultados por este diario, como una advertencia a los llamados barones.

El líder del PSOE admitió, tras escuchar a ambos, que el partido corre más riesgos «por un exceso de territorialización que por un exceso de diferenciación ideológica».

En la reunión y en la posterior conferencia de prensa, González se pronunció sobre otros asuntos, tales como estos:

Denuncia contra EEUU por la detención de Ferreiro.- El secretario general del PSOE criticó a quienes desde el Gobierno español ha calificado de «normal» el hecho de que el empresario español detenido en Miami, Javier Ferreiro, acusado de exportar ilegalmente bienes norteamericanos a Cuba, haya aparecido en una imagen con grilletes y cadenas. «Esto es», afirmó, «una humillación y una clara violación de los derechos humanos y, aunque los americanos sean nuestros amigos, hay que decirles que eso viola los derechos humanos porque es una humillación absolutamente innecesaria».

La credibilidad de la Hacienda Pública.- González criticó la «confusión» que el Gobierno se empeña en crear sobre la supuesta amnistía fiscal que en la etapa socialista se concedió a los implicados en el caso de las primas únicas. Consideró que el Ejecutivo lleva a cabo «una agresión absolutamente injustificada» contra el PSOE, pero dijo estar más preocupado por el hecho de que este asunto pueda «afectar a la credibilidad de la Hacienda Pública», en un momento como éste en el que «se va a iniciar la campaña de la renta».

Dispuesto a conciliarse con Aznar.- El secretario general del PSOE utilizó la ironía cuando se le preguntó si acudirá el próximo día 30 al acto de conciliación en el que se le pedirá que ratifique o niegue la supuesta acusación que hizo al PP de haber recibido 3.000 millones de pesetas de Televisa en la última campaña electoral. «Si va el señor Aznar», dijo sonriendo, «estaré encantado de darle la mano».

20 Abril 1997

Psicosis Gonsales

Pedro J. Ramírez

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Al segundo domingo después de perder las elecciones ya estaba anunciando en Linares que en cuestión de dos años -o sea en marzo del 98- estaría otra vez en el poder y con mayoría absoluta. Alguien que le ha visitado recientemente comenta que su determinación de volver a gobernar es obsesiva y que él mismo lo presenta como un «asunto de amor propio».

¿Cuáles han sido, sin embargo, durante estos catorce meses las aportaciones de Felipe González al debate nacional en tanto que líder del principal partido de oposición? Tras un largo periodo de sopor, sólo quebrado para intentar sembrar cizaña entre el Gobierno y la Corona, los dos asuntos que ya pasado el verano le desperezaron son los mismos que en realidad siguen concentrando toda su atención: la acción de la Justicia en relación a los GAL y la batalla mediática en torno a la televisión digital.

Dejando hablar a su subconsciente calificó en la Ser el rosario de asesinatos en el sur de Francia de «incidentes» y se indignó ante la tumba de Tomás y Valiente por el hecho de que Aznar y sus ministros no estuvieran dirigiendo los pasos del Tribunal Supremo en su manera de tratar a la cúpula de HB. Una y otra vez ha insistido en denunciar los riesgos de un supuesto gobierno de los jueces, sin apenas disimular su pretensión de volver a gobernar sobre los jueces. Cuando se ha producido la primera decisión importante en contra de sus intereses, ha empezado a echar humo por las orejas y ciego de furia les ha llamado «descerebrados», como quien da un puñetazo al tablero cuando siente que está perdiendo la partida.

El mismo día en que se enteró de la constitución de la plataforma pluralista en torno a Telefónica, él que había auspiciado su matrimonio excluyente con Prisa en Cablevisión, puso en marcha una personal cruzada para boicotear la iniciativa. Primero dijo -en clara alusión a la insignificante presencia testimonial de EL MUNDO- que había empresas que «no merecían» participar en el empeño y enseguida advirtió de que cuando estuviera en sus manos desmontaría el acuerdo. Su siguiente paso fue calumniar al PP, atribuyéndole el cobro de 3.500 millones de Televisa, tras el escudo de una reunión a puerta cerrada, deliberadamente filtrada a la prensa. Luego dio alas a la traición del 24 de diciembre y se convirtió en paladín de la iniciativa monopolística resultante: un socialista abogaba por el fútbol de pago y aplaudía el control simultáneo de la oferta (comprando todos los derechos de todos los equipos) y de la demanda (instalando en los hogares descodificadores inservibles para los demás operadores) por una sola empresa. Claro que esa empresa está en manos de personas honorables y no de un canalla como el director de EL MUNDO.

Muchos lectores, oyentes y amigos insisten en preguntarme por qué ni he emprendido acciones judiciales ni le he respondido en su mismo terreno, máxime cuando su toque de corneta ha ido seguido de la previsible secuela de groseros vituperios de sus acólitos. Al margen de que siempre he rechazado la existencia de delitos de opinión entre personas de notoriedad pública, sus últimas reacciones -¿le vieron u oyeron anteanoche, separando histriónicamente las sílabas para atribuir al Gobierno la «res-pon-sa-bi-li-dad» de lo acordado por los jueces?- confirman mi diagnóstico de que después de un largo e igualadísimo partido González empieza a percibir un desenlace desastroso para él y lanza ya las primeras patadas de la desesperación.

Tal y como refleja nuestro sondeo de hoy, el nuevo resultado no termina de subir todavía al marcador, pero eso hace aún más significativo y elocuente que el ex presidente pierda los nervios y sustituya los argumentos por insultos. Toda vez que no pudo impedir su llegada a La Moncloa con añagazas como la del gobierno de gestión, todo el afán de González es convertir la presidencia de Aznar en un breve paréntesis de apenas media legislatura. Para ello era necesario que al cabo de un año sufriera ya una erosión y un descrédito que dieran pie a ejercer presiones desestabilizadoras sobre Pujol. Esa dinámica que el PSOE creía haber desencadenado en los últimos meses del año pasado se frenó en seco a finales de enero y desde entonces todo lo que viene sucediendo no hace sino consolidar al Gobierno. Especialmente en el terreno económico, donde las grandes cifras de este primer cuatrimestre y el acuerdo sobre relaciones laborales son el augurio de una mayor prosperidad de las familias que de momento se traduce en términos de optimismo y confianza, pero dentro de unos meses tendrá su segura rentabilidad política.

Pero no es sólo por una cuestión de prospectiva electoral por lo que el que Aznar se consolide descompone a González. El y sus asesores se dan cuenta de que, aunque lo exiguo de su victoria ha impedido al PP introducir reformas estructurales como la privatización de RTVE o el cambio de sistema de elección del Poder Judicial, el mero paso del tiempo va a dar pie a un paulatino cambio de la correlación de fuerzas tanto en el frente judicial como en el mediático. Por eso González se concentra en uno y otro tratando de preservar un estado de cosas que se le escurre entre las manos como las partículas de un reloj de arena.

Algo quiere decir el hecho de que entre los contadísimos votos particulares de la Sala Tercera estuvieran su presidente y los dos magistrados de mayor notoriedad por sus cargos de designación política. Una vez que el Gobierno ha demostrado que no se chupa el dedo en estas lides, está claro que la tan anómala como aplastante hegemonía que el felipismo ejerce sobre las concesiones de radio y televisión privada tendrá su reequilibrio cuando llegue la hora de ampliar y renovar o no las licencias.

Cuanto más pierdan González y los suyos los papeles -del Cesid- y los modales, mayor tiene que ser la serenidad de quienes abogamos por el racionalismo frente a la superchería y por el estado de Derecho frente a la razón de Estado. Caer en la trampa de los exabruptos, las infamias personales y los maximalismos maniqueos no sólo degrada a cuantos entran al trapo, sino que objetivamente favorece a quienes tratan de diluir la corrupción en el tótum revolútum de la conspiración.

Téngase en cuenta que en España aún hay una mayoría sociológica de izquierdas y que tanto si se trata de un jornalero de buena fe como de un creativo tramposo y diletante, la inercia de las convicciones y la pereza de las conveniencias hacen muy incómodo aceptar que lo blanco es negro y lo negro blanco. Es decir, que el bueno de la película, el progresista encantador y dicharachero haya podido amparar los crímenes más horribles; y el malo oficial, el fascistilla seco y antipático, pueda resultar un gobernante honrado y eficaz, respetuoso de las leyes.

El problema número uno de las actuales generaciones de españoles es su dificultad de reconciliar la apariencia con la experiencia, el prejuicio con la realidad. No en vano me dicen los compañeros del área de espectáculos que la estrella emergente de la noche es una drag queen llamada Psicosis Gonsales, también conocida como la reina del insulto y la provocación. En el escenario parece una rubia despampanante. En el camerino te encuentras a un señor con treinta kilos de maquillaje encima. Estamos hablando de la misma historia. Lo de Psicosis encaja perfectamente. Y en cuanto a lo de Gonsales, hagamos caso a García Márquez que hablaba con conocimiento de causa.