30 enero 2000

Gala de los Goya 2000 – Pedro Almodóvar gana con ‘Todo sobre mi madre’ en dura pugna con ‘Solas’ de Benito Zambrano

Hechos

Fue noticia el 29 de enero de 2000.

Lecturas

LOS GANADORES DE LOS GOYA 2000

  • Película – ‘Todo sobre mi madre’ de D. Pedro Almodóvar.
  • Dirección – D. Pedro Almodóvar (Todo sobre mi madre)
  • Dirección Novel – D. Benito Zambrano por ‘Solas’.
  • Actor – D. Francisco Rabal por ‘Goya en Burdeos’.
  • Actriz – Dña. Cecilia Roth por ‘Todo sobre mi madre’.
  • Actor de Reparto – D. Juan Diego por ‘Paris Tombuctú.
  • Actriz de Reparto – Dña. María Galiana por ‘Solas’.
  • Actor Revelación – D. Carlos Álvarez por ‘Solas’.
  • Actriz Revelación – D. Ana Fernández por ‘Solas.
  • Guión Adaptado – D. Benito Zambrano por ‘Solas’.
  • Montaje – D. José Salcedo por ‘Todo Sobre mi madre’.
  • Fotografía – D. Vittrio Sotraro, por ‘Goya en Burdeos’.
  • Música Original – D. Alberto Iglesias por ‘Todo sobre mi madre’.
  • Dirección Artística – D. Pierre-Louis Thevenet por ‘Goya en Burdeos’.
  • Dirección de Producción – Dña. Esther García por ‘Todo sobre mi madre’.
  • Vestuario – D. Pedro Moreno por ‘Goya en Burdeos’.
  • Sonido – «Todo sobre mi madre».
  • Maquillaje / Peluquería – ‘Goya en Burdeos’.
  • Efectos Especiales – «Nadie conoce a nadie».
  • Corto de Animación – «Los girasoles».
  • Corto de Ficción – «Siete cafés por semana»:
  • Corto documental – Laila de Dña. Sílvia Munt.
  • Película de Animación – Goomer de Ricardo y Nacho.
  • Película Europea – La vida es bella de D. Roberto Benigni (Italia)
  • Película de Habla Hispana no española – La vida es silbar.
  • Premio Honorífico – D. Antonio Isasi-Isamendi.

LA DERROTA DE JOSÉ LUIS CUERDA: «HA HABIDO MANIPULACIÓN MEDIÁTICA».

Uno de los derrotados de la noche fue D. José Luis Cuerda. Su película ‘La Lengua de las Mariposas’, nominada para 13 goyas sólo logró una: la referida a ‘mejor adaptación de guión’ para el propio Sr. Cuerda y D. Rafael Azcona. Antes de la ceremonia el Sr. Cuerda había denunciado la manipulación mediática que suponía por parte de los medios de comunicación como una ceremonia polarizada entre ‘Todo sobre mi madre’ (nominada a 14, de las que se llevó 7)  y ‘Solas’ (nominada a 11 de las que se llevó 5), ninguneando su película.

CUMPLEAÑOS FELIZ PARA EL PRÍNCIPE FELIPE

El Príncipe Felipe se vio sorprendido cuando el Director de Cine D. Pedro Almodóvar animó a todos los presentes a cantarle el ‘cumpleaños feliz’ por coincidir la gala con el día del cumpleaños del príncipe de Asturias.

 

31 Enero 2000

Más o menos lo previsto

Ángel Fernández-Santos

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La arrolladora ola de reconocimiento internacional a la figura y el talento de Pedro Almodóvar, que se inició en mayo del año pasado en el festival de Cannes tras el estreno allí de Todo sobre mi madre y que ahora se prolonga imparable en las diversas antesalas de los oscars en Estados Unidos, no se interrumpió en su tierra, y esta vez el cineasta fue profeta en ella.Estaba en la lógica de las cosas que así ocurriese. Era más que previsible, era evidente que no podía ocurrir de otra manera. Almodóvar se ha convertido en uno de los hombres de cine más conocidos y reconocidos del mundo, y la gente de la Academia no podía negarle otra vez el pan y la sal a quien, además de hacer una hermosa película plenamente merecedora de los premios que anoche obtuvo, está haciendo por el cine español en su conjunto una tarea de ensanchamiento y elevación impagable.

Pero si el triunfo de Almodóvar en los dos goyas más relevantes y más codiciados fue lo que comprime el significado último de esta edición de los premios de la Academia, hay al lado de este acto de inteligencia colectiva de la gente del cine español otro gesto extraordinariamente lúcido de reconocimiento, el dedicado a la humilde y magnífica Solas, a su escritor y director Benito Zambrano y a sus interpretes, Ana Fernández, María Galiana y Carlos Álvarez. Lo que se premia en el trabajo de estos hasta hace poco desconocidos artistas es lo que su trabajo tiene de espléndida lección de talento, humildad y eficacia, ante la que los criterios de la producción del cine español, con frecuencia petulantes y confusos, deberían tomar lo que tiene de ejemplo a seguir.

Nunca suele faltar, en las crónicas dedicadas a los premios gremiales, un capítulo chusco dedicado a los disparates. Todos los goyas han tenido, a veces dignas de un clamoroso escándalo cómico, su inefable colección de tronchantes meteduras de pata. Pero los de este año van a ser una sorprendente excepción, aunque me temo que de esas que confirman la regla: de las decisiones colectivas proclamadas anoche no ha salido ninguna con olor a engendro, porque las películas y los trabajos personales seleccionados eran de tan alta calidad que se votase lo que se votase siempre se acertaba.

No hay medio de averiguarlo, ya que el voto de los académicos es secreto y sólo un notario mudo y sin memoria conoce el reparto numérico de preferencias, pero por los indicios con que cuento y otros coincidentes que me han llegado, la guinda de la tarta ha estado este año muy disputada, y las diferencias entre Solas, Cuando vuelvas a mi lado, La lengua de las mariposas y la ganadora Todo sobre mi madre parecen haber sido cortas. Las cuatro obras son (además de completamente dispares en su contenido y, lo que es más importante, en sus formas) cine excelente, hecho con la nobleza, el gran oficio y la solvencia que requiere ese cine completamente vivo que tiene público en todo el planeta. Cualquiera de estos filmes podía haberse alzado como el ganador de la noche sin que nadie pudiese objetar miopía o pasteleo académico. Esto, añadido al acto de justicia para con Almodóvar, hace que el verdadero ganador de los Goya de anoche sea el cine español, que en su festejo a sí mismo ha hecho posible que cuatro películas suyas, cada una con ideas y gracias más que suficientes para ser la primera, estén entre las mejores del cine del año no sólo en España, sino en todo el mundo.

Y la lucha de igual a igual no sólo tuvo su cuadrilátero en el apartado a la mejor película, sino que se multiplicó en los capítulos al mejor director, donde el cuarteto Almodóvar, Zambrano, Querejeta y Cuerda es de auténticos virtuosos; como también en los de los mejores intérpretes, tanto actrices como actores, pues el rasero impuesto, por Cecilia Roth, Ariadna Gil, Mercedes Sampietro y Carmen Maura, y por Francisco Rabal, Fernán-Gómez, Jordi Mollá y José María Pou, roza lo eminente.

31 Enero 2000

Comedia, pero honrada

Maruja Torres

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Desde el sofá de mi sala de estar, viendo la ceremonia de entrega de los premios Goya tal como la presenciaron la mayoría de los españoles, tengo que decir que a ver si TVE se entera de una vez de que queremos asistir a la entrada, con los vestidos y el glamour, y que esta tontería de tener que aguantar previamente reportajes enlatados, para que se luzca el presentador de Informe semanal, es algo que tenemos que pagar todos los contribuyentes. Y que no me resigno. Es terriblemente deprimente pasar de los anuncios -uno de ellos, de compresas para mujeres mayores aquejadas de incontinencia de pipí, y otro, de un mejunje que ayuda a los papás a no parecer canosos- a esa cosa con todos sentados y en trance de averiguar quiénes serán los profesionales del cine más envidiables de los próximos meses.La última ceremonia de entrega de los premios Goya, primera que se desarrolló en Barcelona, tuvo un tinte solemne, que ni siquiera el homenaje a Luis Buñuel, que puso a nuestro alcance al artista más gamberro que ha dado esta compungida tierra nuestra, pudo trastocar la deliberada voluntad de cinefilia sensible que tiñó todo el acto. Porque había, la verdad, como una voluntad de tristeza. Las canciones, que eran de patetismo, de soledad, de melancolía, cuando no con un punto de nueva canción algo trasnochado, obligaban, por su duración, a un recorrido por nuestro cine que nos mostraba que, francamente, nunca fuimos demasiado la hostia (salvo el fragmento de Isasi-Isasmendi: vaya marcha). Y así nos íbamos hundiendo en el sopor.

Los catalanes tenemos dos problemas: primero, el miedo a hacer el ridículo. Por eso solemos quedarnos cortos (y los que nos pasamos de rosca emigramos a Madrid). Dos, el complejo de ser una delegación del poder central, que nos hace mostrarnos apocados (y por eso, los que no somos apocados, emigramos a Madrid). Bueno, la ceremonia de entrega de los Goya de anoche tenía mucho de ambos componentes. Por miedo de que a Antonia San Juan se le subieran las pollas a la boca, la estupenda revelación de Todo sobre mi madre dispuso de un guión sintético, discreto, elegante -firmado por Jaime Figueras y Rosa Vergés, que además dirigió la ceremonia-, y, por miedo a pasarse en presencia del príncipe Felipe, no hubo ni un puñetero taco ni una salida de tono que, estoy segura, al propio Príncipe no le habría parecido mal. Pero eso no es culpa de los guionistas, bien al contrario; ni de la presentadora. Presiones de la mesocracia, imagino. Sólo Pedro Almodóvar se atrevió con el Príncipe al hablar de su cumpleaños. Pero la San Juan no dijo que su película preferida era El príncipe y la corista, como era la primera intención.

Digna y muy cinéfila fue la ceremonia de entrega, pero no arrancó emocionalmente hasta que, bien entrada la noche, aparecieron en el escenario los primeros premios para Todo sobre mi madre, que presagiaban, ¡por fin!, algo de justicia para el heterodoxo Almodóvar, que, en su silla, se iba consumiendo al ver cómo se desperdiciaba el ingenio de Antonia San Juan ante un público bastante helado, al que sólo pusieron de pie los veteranos: Paco Rabal, espléndido (en su Goya redundante por Goya), y, de nuevo, el homenaje a Luis Buñuel, en el magnífico fragmento de un no menos interesante documental, A propósito de Luis Buñuel, de Javier Rioyo y José Luis López Linares. Debo decir que el primero que se levantó a aplaudirles fue el príncipe Felipe. Que se sentaba al lado de Aitana Sánchez-Gijón, quien a su vez se levantó las tetas con ambas sus dos manos cuando pensó que nadie la miraba, pero TVE, que nunca enfoca a nadie, ahí la tenía, bien presente. Tiene Aitana extraña afición por sus tetas, y hace bien. Son espléndidas.

Del sobrio pero comedido guión que hizo de la ceremonia una especie de seria reflexión sobre nuestro cine (a la par que incomprensible para quien no lo haya mamado, película tras película), sólo hay que decir que es una pena que faltara un poco más de jolgorio. Pero de la retransmisión de TVE queda por declarar que esta prenda nunca ha visto que, en una ceremonia pareja (véase entrega de los oscars), un operador pierda minutos enfocando las manos del pianista o del guitarrista mientras deja que se pierda, en pantalla televisiva, la imagen de lo único que nos importa: el cine. Personalmente eché a faltar el encadenado entre el pasacalle de Lolita Sevilla en Bienvenido, Mr. Marshall, de Luis G. Berlanga, encadenado con el pasacalle de Ocaña por la Rambla en Ocaña, retrat intermitent, de Ventura Pons. Pero igual me lo perdí porque mi perro me pedía la cena. No sé, ustedes.

Menos mal que, arreglándolo todo, hubo un primer plano de Jordi Mollà masticando compulsivamente chicle, que me hizo pensar que, por fin, nuestro joven actor ha conseguido parecerse a Brad Pitt. Sólo que en 12 monos.