1 septiembre 1979

La asesoría de Trevijano a Mecías ya fue escándalo en 1968 y 1976

Juan Goytisolo recuerda desde EL PAÍS los vínculos de García-Trevijano con la dictadura de Macías en Guinea causando su réplica

Hechos

El 1.09.1979 el diario EL PAÍS publicó una réplica de D. Antonio García-Trevijano a D. Francisco Macías.

08 Agosto 1979

"...La Constitución de Macías fue redactada por García Trevijano..."

Juan Goytisolo

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El «golpe fallido» de 1969 permitió desembarazarse a Macías de las últimas trabas constitucionales. El sistema pluripartidista, declaró, era contrario a la idiosincrasia y tradiciones del país, y anunció su sustitución por el PUN (Partido Unico Nacional), bautizado más tarde PUNT (Partido Unico Nacional de Trabajadores), para congraciarse con los países del campo «socialista». Paralelamente, el movimiento oficial Juventud en Marcha con Macías se convirtió en su principal instrumento de control. A partir de entonces, todos los ecuatoguineanos deben formar parte obligatoriamente de los mismos. Aunque la Constitución de 1968 permaneció en vigor hasta 1973, era desde 1969 letra muerta.

En 1971 un decreto presidencial castiga con penas de seis a doce años el delito de «insultos al presidente». La «conspiración» contra el mismo recibe la pena de muerte. Dada la gran imprecisión de ambas figuras delictivas, su ámbito afectaba o podía afectar a la totalidad de la población ecuatoguineana: el simple hecho de no agasajar a las personalidades oficiales o no comparecer a las manifestaciones organizadas por éstas equivale a mostrarse «descontento». Y, por orden expresa de Macías, los descontentos tienen que ser implacablemente eliminados.

En 1972, Macías fue nombrado «presidente vitalicio de la República de Guinea Ecuatorial», «general mayor de los ejércitos nacionales», «gran maestro de educación, hacienda y cultura», etcétera. La lista completa de sus títulos (46) llenaría una holandesa a doble espacio. Su denominación oficial pasa a ser la de «único milagro», y la de su progenitor, «su santo padre».

Coincidiendo con su enfrentamiento con la jerarquía eclesiástica, el Partido Unico divulgó masivamente el eslogan «No hay más dios que Macías». El catecismo del PUNT le compara al Mesías, jugando con la similitud de las dos palabras. La frase «Dios creó Guinea Ecuatorial gracias a Macías. Sin Macías, Guinea Ecuatorial no existiría» pasó a formar parte de los servicios religiosos católicos, so pena de expulsión o encarcelamiento de los sacerdotes recalcitrantes. El tercer congreso anual del PUNT aprobó en 1973 la nueva Constitución, redactada por García Trevijano, que -como la estaliniana de 1936- garantiza «la libertad y dignidad plenas del hombre», los derechos de reunión y asociación, las libertades de religión, prensa, conciencia, etcétera. En realidad, los poderes omnímodos de Macías salen reforzados y el artículo 63 le confiere el poder de nombrar y destituir jueces.

01 Septiembre 1979

Espejo de demócratas

Antonio García-Trevijano

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En los últimos días he leído sucesivamente en su periódico cinco referencias a mi persona, con motivo del derrocamiento de Francisco Macías, en Guinea Ecuatorial. A diferencia de la actitud de EL PAIS, en octubre de 1976, no sumándose a la campaña de difamación que sufrí en parte de la prensa, en esta ocasión su periódico se hace eco de la vieja difamación, sin un solo dato, documento o testimonio de solvencia, al afirmar, en su editorial de 7 de agosto, que «el socio y amigo del tirano, el abogado español García-Trevijano, pudo así presumir de liberal en los salones de la corte, mientras el presidente ahora derrocado asesinaba en masa».Sólo el encono pasional, unido a un mal gusto irremediable, pueden aparentemente explicar que un periódico que se llama independiente se exprese en semejantes términos. ¿«Socio» de Macías? ¿En qué? La parcialidad y mala fe de su editorial son tan obvias que no merecerían de mi parte una réplica si no fuera por la intencionalidad política que encierra. Jamás presumí de liberal, porque, en el sentido político del término, nunca lo he sido. Si ustedes desconocen la diferencia ideológica entre un liberal y un demócrata, no soy yo quien vaya a ilustrarles. Tampoco he podido presumir en los salones de la corte, porque, a diferencia del responsable de ese editorial, no los frecuento. Salvo que llame salones de la corte a los lugares donde me he reunido con quienes compartían, bajo la dictadura, el ideal de la democracia: cuartelillos de policía, cárcel de Carabanchel, Juzgados de Orden Público, reuniones clandestinas, Colegios de Abogados…

Por otra parte, su habitual colaborador, don Juan Goytisolo, me ha distinguido en cuatro ocasiones con tres falsedades, que rechazo, y una conclusión subjetiva, que respeto, pero no comparto.

Falsedades que rechazo: que aconsejé a Macías el pacto con Atanasio Ndongo; que redacté la constitución guineana de 1973; y que realicé una impresión de sellos de Guinea en Liechtenstein. Desafio al autor de estas falsas informaciones, y a usted como responsable del periódico que las acoge, a que las pruebe. Si no son capaces de ello, ninguno de ustedes merece la consideración de persona responsable.

La conclusión de considerar triste mi papel, y hundidas para siempre mis aspiraciones de liderazgo político, es sólo una cuestión de opinión. Es más triste la suerte de los que han renunciado a lo que fueron para devenir lo que son, que la de aquellos que no hemos abdicado de lo que fuimos, aun al precio que ustedes nos hacen pagar, para ser lo que se debe ser: personas de conciencia histórica, y no simples oportunistas. Además, no habiendo tenido aspiraciones personales de liderazgo, puedo seguir manteniendo la ambición de que un día triunfe en España la idea moderna del Estado democrático.

Cada cual tiene derecho a instalar su vida en el modus vivendi de su elección. No discuto, por tanto, la legitimidad de un escritor ex antifranquista para instalarse ahora, a través de EL PAIS, y desde una pretendida pureza intelectual, en la fobia de la coherencia democrática.

Al vivir en y de la negación de los que siguen creyendo en lo que antes fue la condición del escritor independiente, éste ya no afirma nada, salvo su propia renegación. Tiene que destruir todo lo que, a su pesar, admitir para hacerse la ilusión de que aún conserva una conciencia; pero nunca podrá evitar que esa nueva conciencia sea ya, indefectiblemente, una mala conciencia, es decir, una conciencia de mala fe. Al referirse a esta clase de conciencia decía Sartre que no se miente sobre lo que se ignora, ni cuando se propaga un error, ni cuando uno mismo se engaña. Pues bien, el señor Goytisolo, cuando escribe sobre Guinea, ignora, propaga errores, se engaña, y además, respecto al golpe de Estado de Atanasio Ndongo y a los sellos de Liechtenstein, miente.

Para que usted, señor director, lo sepa de una vez, y aunque esta verdad pueda desagradarle, afirmo que no he realizado un solo acto de apoyo a la dictadura de Macías y que no he recibido en concepto de honorarios profesionales, ni en cualquier otro concepto, beneficio económico alguno de ese pequeño país, que merecería mejor suerte y que, en todo caso, a tenor de lo publicado en su periódico, ustedes ni siquiera han intentado conocer.

04 Septiembre 1979

Goytisolo emplaza a Trevijano

Juan Goytisolo

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En su carta abierta del 1-IX-79, en respuesta a mis artículos sobre Guinea Ecuatorial, don Antonio García Trevijano escribe: «Su habitual colaborador, don Juan Goytisolo, me ha distinguido en cuatro ocasiones con tres falsedades: que aconsejé a Macías el pacto con Atanasio Ndongo; que redacté la Constitución guineana de 1973; y que realicé una impresión de sellos de Guinea, en Lieclitenstein. Desaflo al autor de estas falsas in,formaciones, y a usted como responsable del periódico que las recoge, a que las pruebe. Si no son capaces de ello, ninguno de ustedes merece la consideración de persona responsable.»Las tres «falsedades» a las que se refiere el señor García Trevijano figuran, no obstante, en el libro de Robert Klinteberg, Guinea Ecuatorial: Macias country,único periodista que pudo visitar aquel país en los dos meses que precedieron a la caída del dictador y cuyo conocimiento de la cuestión me parece innegable. Dicho libro fue publicado a fines de 1978 y sirvió de base a los informes de Amnesty Intemational sobre Guinea.

Si don Antonio García Trevijano se estima difamado, tiene el derecho y deber de responder a Klinteberg y demostrar sus «mentiras». Si así lo hace, me excusaré públicamente con él y tendré sumo gusto en reconocer que me he equivocado.