16 septiembre 2007

Colocado en el diario salmantino por Anson, el periodista abandonará el sector tras una etapa como tertuliano en el programa 'El Gato al Agua' del canal TDT INTERECONOMÍA TV

Julián Lago abandona la dirección de LA TRIBUNA DE SALAMANCA e inicia su retirada del mundo periodístico

Hechos

El 11.09.2007 D. Julián Lago publicó un artículo en LA TRIBUNA DE SALAMANCA con el que abandonaba la dirección de ese periódico.

Lecturas

11.09.2007:

HASTA LUEGO, SALAMANCA

Lago_Tribuna_SalamancaHace exactamente un año, en plenas Ferias de 2006, recibí la llamada de un amigo, Luis María Anson, que desde Salamanca me invitaba a que me acercaba a la ciudad del Tormes a los toros; amén de presentarme a un empresario, Mario Rodríguez Sánchez, editor de TRIBUNA DE SALAMANCA, dado el interés que éste había manifestado por conocerme en persona.

Así que la cita en Salamanca no resultó viable, porque en aquel momento yo me encontraba en la recta final de mi renovación en CANAL 9, de Valencia, cadena para la que trabajaba desde hacía cinco años con diversos programas. En Valencia, pues, estaba entonces residiendo y allí, hasta entonces, yo tenía mi vida montada. No era fácil para mí aquel traslado profesional, que, por otro lado, me sugestionaba como todo lo desconocido.

Solamente la tentación de aceptar el reto que me ofrecía, me hizo replantearme la situación. ¿Qué hacer? Al fin y a la postre, que un vallisoletano como yo retornara a las tierras de sus mayores estaba dentro de la lógica ancestral. Merced a la mediación de Anson, nos citamos en el restaurante La Dorada de Madrid en un agradable almuerzo, al que, asistieron, además del anfitrión, Mariano Rodríguez Sánchez, el referido maestro de periodistas, la hija del editor Daría Rodríguez y un quinto personaje, el doctor Juan Abarca, a quien en gran medida debo la vida. 

Su equipo de cardiología y cirugía cardiovascular del hospital Montepríncipe hicieron el milagro en situaciones de extrema severidad. No voy a entrar en detalles de cuanto aquellos médicos pusieron a contribución de mi salud con sus conocimientos y abnegación. Para ellos, mi agradecimiento. Desde entonces el doctor Abarca, que en sabiduría médica me recuerda mucho a un amigo de mi padre, el famoso doctor don Ismael Bañuelos, se ha preocupado por mí como si fuera un hijo suyo, presentándomse de madrugada en la UCI en algunos de los últimos episodios, velando siempre mi sueño, aconsejándome en cada instante.

Explico todo esto para deciros que, llegado un momento, hube de optar entre mi salud y mi profesión, y he optado por mi salud. De modo que el estrés, la tensión diaria de la actualidad y las dificultades de dar almar a un periódico, con cuyos latidos me he sentido identificado, fueron factores para decir adiós a la dirección que hace un año me brindó generosamente Mariano Rodríguez. O mejor dicho, hasta luego, porque la vida a veces te sitúa ante encrucijadas inesperadas. Yo nunca pensé, seamos sinceros, que fuera a acabar mis días en Salamanca. Lo natural era que regresara a Valencia para proseguir mi labor en la televisión de aquella comunidad o, en último caso, retornar a Madrid, donde ha transcurrido parte de mi tarea profesional.

Como aquel judío errante, he vivido y he muerto, en varias y distintas ciudades del mundo. Valladolid primero, Barcelona después, Madrid, Moscú, Madrid de nuevo, México DF, Madrid otra vez, Valencia y Salamanca. De ahí que no fuera fácil vaticinar que, entra tanta parada y fonda de vida y muerte, Salamanca fuera de mi ‘Estación término’ y lo es, miren por dónde. Llegué pues, buscando entre las brumas del Tormes la sombra evanescente del viejo Gil Robles y me encontré con una mujer excepcional que surgía como una luz de sus aguas. Una mujer creadora, luchadora y serrana también, la diseñadora Fely Campo, quien me ha enseñado, a través de sus ojos oceánicos y profundamente hermosos, a amar a esta tierra, sus campos, sus sierras, a sus gentes en definitiva.

Me siento, por tanto, samaltino consorte y de adopción, y me siento muy a gusto entre las personas que habitan en mi corazón partido pero lleno de energía bien administrada. Por eso os digo hasta dentro de un rato. Esta casa que es TRIBUNA DE SALAMANCA seguirá siendo mi casay a ella me asomaré periodicamente para ir relatando desde la libertad lo que pienso, lo que siento y lo que sueño. Sería muy pretencioso por mi parte hacer ningún parangón con Pablo Neruda, pero sí os puedo decir que, como él, yo también ‘Confieso que he vivido’. Mis memorias, algunos de cuyos capítulos han llegado desordenadamente hasta vosotros desde la ‘Carta ddel director’, están en el horno. Larga es mi experiencia y privilegio he sido al estar en el momento oportuno y en el lugar adecuado de nuestra historia reciente. Desde la pretransición para acá he sido testigo de un tiempo que no volverá y que, como no es mío, se lo debo a mis lectores a los que se lo entregaré. A ellos, a los lectores, mi máximo agradecimiento, y a los anunciantes, y a la empresa por la confianza otrogada, especialmente, a Mariano Rodríguez Sánchez, pero, sobre todo, mil gracias a quienes conmigo han remado contra viento y marea en este barco varado en tierras charras. A todos los periodistas, fotógrafos, corresponsales, colaboradores, columnistas, maquetistas, publicitarios y, sobre todo, a Chus, repito, mis mejores recuerdos, mi reconocimiento profesional y mi afecto personal, porque constituyen, sin duda, el mayor capital de esta empresa para la que entregué lo mejor de mí mismo. De corazón, suerte para todos y para quien me suceda en esta apasionante responsabilidad de sacar adelante todos los días el periódico, lo cual constituye todo un milagro.

No quisiera olvidarme de los hombres públicos que me abrieron sus puertas y me brindaron su amistad, correspondida, por supuesto, más allá de los diferendos ideológicos. Del alcalde Lanzarote, de Mañueco, de Isabel Jiménez, de Pablos, de Jesús Málaga, de Sánchez de Vega, de Melero, de Ana Navarro, de Carmen Juanes, de Salva Cruz, de Enrique Battaner, de Jaime González, de Díaz Mesonero, de Iñigo Domínguez, de Félix Carreras, de Antonio de Castro, de Oscar Sánchez Ledesma, de Juan Carlso López Pinto, de Alberto Estella, de este personaje de capa y espada que es Casimiro, a secas y de tantos cuya relación haría interminable mi cita de agradecimientos.

Os digo hasta luego, sin ningún poso acíbar en mi corazón. Porque en mi corazón no hay lugar nada más que para el amor que profeso a esta bendita tierra. ¿Qué haré de aquí en adelante? Vivir en Salamanca, que ya es un lujo. Como aquel presentador de televisión que hizo fortuna con una frase ya recurrente, os diré una cosa sobre mi futuro: no os contestaré ahora, lo haré después de la publicidad. Siempre después de la publicidad.

Con un abrazo y mi agradecimiento sentido y sincero, siempre vuestro

Julián Lago