La revista norteamericana TIME bautiza al youtuber español Rubén Doblas ‘ElRubius’ como «El conquistador online»

DOS JÓVENES de Almería se graban descojonándose de risa mientras se lanzan sobre unos lechones de unas semanas de vida y terminan matando por aplastamiento a 72 animales.

Un hombre se graba conduciendo por El Burgo de Osma a 200 kilómetros por hora con su hijo de cuatro años al lado, de pie junto a su asiento.

Un tipo se hace grabar por un amigo con una bicicleta robada de Bicimad, circula por el andén del metro, cae a las vías y el amigo sigue recogiendo la escena.

Yo no sé qué da más miedo a estas alturas de la película: que unos gilipuertas se graben haciendo el imbécil y lo difundan o que su imbecilidad congénita se convierta en un acontecimiento planetario. Dicho de otro modo: habrá que dilucidar si es más tonto el que le da al botón del rec o los que le damos al botón del play.

Los niños de ahora ya no quieren ser piratas, sino afamados youtubers. Las niñas de ahora ya no quieren ser princesas, sino virales. Y luego estamos los padres, que no les prestamos atención a los primeros ni a las segundas porque andamos contestando compulsivamente a los mensajes que nos llegan por WhatsApp.

Vivimos sentados sobre una picana hiperactiva. Corriendo en una rueda de hámster donde todo el mundo hace un vídeo, te escribe un blog, te manda un microrrelato, te envía un haiku en forma de tuit y se enfada si no le dices al momento que es la hostia de brillante.

En el incalculable Juan de Mairena de don Antonio Machado, el escritor sevillano señalaba lo siguiente: «Entre el hacer las cosas bien y el hacerlas mal hay un término medio, a veces aceptable, que consiste en no hacerlas».

Leo que un 70% de los jóvenes dice que se relaja viendo contenidos exclusivos de la red, que uno de cada tres chavales de entre 13 y 17 años ya prefiere una estrella online a una televisiva, que en 2014 se subieron más de dos millones de vídeos de gatos a Youtube y que estos vídeos tuvieron unas 26.000 millones de visitas. Uno no tiene nada en contra de los gatos, todo lo contrario (juro que una vez en el río Tajuña salvé dos), pero sí de las tonterías.

El otro día conocí a Rubén Doblas Gundersen, alias Elrubius, el youtuber español más famoso (3.000 millones de clics en sus vídeos; no es una errata). El chaval se hace grabar jugando a la videoconsola, simulando follarse a Pikachu y cosas así. En su cuenta de Twitter escribe: «Me ha hablado». Y hay 8.200 personas que retuitean la genialidad.

Parece que mucha parte de la gente lo tiene decidido: entre comer basura o darse el lujo de un buen asado, entre fast food o un plato elaborado, elige indefectiblemente lo primero.

«Él puede parecer un idiota y actuar como un idiota», advertía Groucho Marx. «Pero no se deje engañar. Es realmente un idiota».

Me suena el teléfono, me llega otro vídeo, le doy al play y veo a un tipo que se ha grabado comiéndose unas raciones militares de la Guerra de Corea (años 50). Galletas, cacao en polvo, mermelada, conservas.

Yo creo que es mucho más peligroso un idiota que un cabrón. El segundo descansa de vez en cuando. El primero no lo hace nunca. Y menos si tiene un móvil entre las manos.

Imagino a mi compañero Pedro Simón preocupado por la represalia que el youtuber al que entrevistó, Rubén Doblas, alias Elrubius, anunció ayer en tuit apocalíptico: «Bueno, pues hoy probablemente haga un video(sic) cagandome(sic) en la prensa, por que(sic) me la han vuelto a liar. Esta vez no me quedare(sic) callado».

Y miles jaleando al púber justiciero, cuya primera venganza se consumó contra la gramática. Se ve que no le ha gustado contemplar su reflejo en el PAPEL, pues un pez que nada en su elemento de plasma no resiste ya el contacto visual con la letra impresa. Y eso que Pedro le trata con deferencia paternal. Nada: la lobotómica compaña rubia echó el domingo llamando fascista al entrevistador. A mí también –aunque yo tengo ya costumbre, no diré vicio–, porque retuiteé la entrevista con esta coda: «urge limitar el sufragio universal». A cualquier alfabetizado por el plan antiguo se le hace evidente el carácter irónico de esa coda. Pero Twitter es el cementerio donde yacen la sutileza y la comprensión lectora, asesinadas a manos de furiosos catetos literalistas.

Rubén Doblas es un veinteañero avispado que domina el lenguaje de internet (oxímoron) y lo explota metódicamente en su beneficio. Ocurre que ese beneficio causa estragos en las entendederas de su grey, según atestigua el primer comentario a la entrevista en la web: «Siento que Rubén me representa más que cualquier político de España. A mí y a muchos jóvenes que queremos demostrar lo que valemos, y que sin embargo estamos pagando los platos rotos de otros». Este es el escalofrío que hiela la ironía. Esta intolerancia a la razón, expulsada de las redes como el gluten del pan de un celíaco. Esta hiperconciencia de los derechos, y no tanto de los deberes. Esta confusión entre democracia representativa y número de followers. Este exigir del periodismo lo que sólo dan los videojuegos. Yo creo que la vida, con su pedagógica manera de joder los sueños, terminará sacando a nuestros nenes de la virtualidad. Si no lo creyera, tendría que aceptar a Elrubius a la cabeza de la RAE en un par de décadas.

HA SIDO UNA SEMANA agridulce para Rubén Doblas (26), alias Elrubius, probablemente el youtuber más influyente de habla hispana. Hace unos días, el joven quiso compartir con sus seguidores una reflexión que llevaba semanas rondándole. Al parecer, últimamente recibía numerosos comentarios negativos en sus vídeos, los suscriptores se quejaban de que había «cambiado», o de que su «forma de ser» no era la misma. «Espero que entendáis que sois muchísimas personas suscritas a mi canal, más de 20 millones, y no puedo ‘satisfacer’ a todo el mundo». «Sé que a lo mejor sobreactúo demasiado en algunos vídeos, y que antes era más ‘natural’, y es algo que intento cambiar constantemente para seguir siendo yo mismo, pero es difícil tener la presión de tantas personas encima esperando ser entretenidos».

El Rubius madura y empieza a percibir las servidumbres que implica una fama como la suya, rayana en el fanatismo. Para compensar, el jueves la revista Time coronaba al joven malagueño con un amplio reportaje y una entrevista —la primera para un medio inglés— tituladas: «El conquistador online». «Sus 20.9 millones de suscriptores superan los de Beyoncé y Lady Gaga juntos», comenzaba el artículo, alabando el hecho de que, a pesar de los datos, Rubén es relativamente desconocido.

VACACIONES EN MADEIRA

Aunque no se sabe cuánto tiempo podrá mantener a raya la voracidad de sus seguidores. La curiosidad en torno a él cruzó hace pocas semanas la línea roja, provocando el enfurecimiento de la comunidad de youtubers. En septiembre, llegaba al mercado el primer número de una misteriosa revista digital llamada YouMag. Estaba enfocada a revelar las vidas personales de estas nuevas estrellas del rock, y en su portada aparecían unas fotos de Elrubius con su pareja de vacaciones en Madeira. La ira se desató en Internet. Por parte de Elrubius y de otros youtubers, debido a la invasión en su vida privada. Pero también por parte de las fangirls del joven hispano-noruego, que se dedicaron al acoso y derribo de la mujer que acompaña a Rubén cuando deja de ser Elrubius.

Se trata de una bella modelo madrileña de 23 años que ha trabajado para marcas como Mint & Rose y que también hace sus pinitos en la Red. Irina Isasia, con la que este suplemento se ha puesto en contacto aunque sin éxito, sí se manifestó en las redes, clamando por un poco de cordura en medio de la batalla campal: «Esta situación es tan ridícula, absurda, estrafalaria y grotesca que me asusta. Y no por los insultos, vituperios, humillaciones y amenazas de tortura y posterior muerte que recibo diariamente. No. Lo que me asusta es ver en lo que nos estamos convirtiendo».

La pareja lleva meses saliendo, aunque en las redes no habían dado demasiadas pistas, muy conscientes de que cualquier relación de Elrubius afecta especialmente a ese universo de seguidoras que confunden el mundo virtual con la realidad. Tras la aparición de las imágenes, el propio Rubén tomó la palabra para decir que estaba «molto feliz». «Algún día os lo iba a contar», aseguró, a la vez que calificaba de «enfermizo» el seguimiento de los paparazzi y la curiosidad sobre su vida privada.

Lo único que quería era proteger su romance: «Tenía miedo», reconoció en el mismo vídeo, «pensaba que las chicas se iban a volver como locas. Me ha sorprendido que todas estén apoyando la relación. Gracias. Algún día os presentaré a mi novia». El comentario obviaba a propósito las numerosas amenazas de muerte y los insultos que ha recibido su novia en las redes.

Ahora, muchos se preguntan si esa seriedad que algunos perciben en sus últimos vídeos tiene que ver con esta guerra por su vida privada. El (mal) acoso de los fans ha sido tradicionalmente el talón de Aquiles del joven youtuber, que reconoció en una entrevista con Risto Mejide que se pasó más de un año encerrado en casa para esquivar a la gente que le esperaba a las puertas de su urbanización. La fama empezaba a mostrar su peor cara.

Por cierto, no busquen en las redes el rastro de YouMag, no lo van a encontrar. Un grupo de hackers anónimos bautizados como Suicide Panters amenazó con sacar a la luz detalles de la vida privada del administrador de la revista, que habían obtenido a través de sus ordenadores. El hashtag #youmagmuerto se hizo viral. La publicación pidió disculpas y cerró para siempre.

Nadie se mete con Elrubius.