20 agosto 1965

Por primera vez en la República Federal de Alemania se realiza un juicio contra su pasado sin que este tenga que ser tutelado por las potencias vencedoras de la contienda

Proceso a Auschwitz en Frankfort: Condenados ex dirigentes nazis por crímenes contra los judíos durante la Segunda Guerra Mundial

Hechos

En agosto de 1965 se hizo pública la sentencia a los ex directivos del campo de concentración de Auschwitz celebrado en Francfort (República Federal de Alemania).

Lecturas

En diciembre de 1961 es condenado a muerte Adolf Eichmann. 

Ha sido el primer juicio a ex dirigentes destacados nazis en el que los jueces han sido propios alemanes y no americanos, rusos o israelíes.

PRINCIPALES ACUSADOS

Richard_Baer  Richard Baer, último comandante de Auschwitz, detenido en 1960, falleció de enfermedad durante el proceso, fue comandante del campo entre mayo 1944 y febrero de 1945.

Robert_Mulka Robert Mulka, en mayo de 1942 fue adjunto de Rudolf Höss, el comandante de Auschwitz que más tiempo estuvo en el cargo y que fue ahorcado en 1947. Durante el juicio, Mulka negó todo conocimiento sobre el exterminio de judíos y gitanos, así como sobre las cámaras de gas, sin embargo la evidencia de compras de pesticidas y mantenimiento a los hornos crematorios firmadas por él fueron contundentes para demostrar su responsabilidad, ante lo cual guardó silencio. Fue condenado a 14 años de prisión.

wilhelm_Boger  Wilhelm Boger, en 1942, es incorporado a la Oficina Política del Campo de concentración de Auschwitz donde alcanzó el grado de SS Hauptscharführer. Bajo acusaciones de tortura y asesinato. Convicto por 144 asesinatos, la comisión de 10 asesinatos junto a otros perpetradores y complicidad en el homicidio de más de 1000 personas como parte de sus labores como miembro del staff de Auschwitz. Condenado a cadena perpetua

Karl_Hocker  Karl-Friedrich Höcker fue nombrado adjunto de Baer, en 1944, cuando acababa de ser nombrado Delegado en el Campo de concentración de Auschwitz I, por parte de la Oficina Central de Asuntos Económicos de la SS, según instrucción directa de su jefe directo, Oswald Pohl en Berlín. Höcker permaneció en Auschwitz hasta la evacuación, cuando fue transferido hacia el Campo de concentración de Dora-Mittelbau, junto a Baer. Fue imputado por haber colaborado con palizas a más de 1000 detenidos y sentenciado a 7 años de prisión.

El siguiente gran juicio a exnazis en Alemania será a Frank Stangl en diciembre de 1970. 

El Análisis

Alemania: ¿hipocresía o dignidad?

JF Lamata

Ha concluido en la República Federal Alemana el mayor proceso judicial jamás celebrado en suelo alemán contra antiguos miembros del aparato de exterminio nazi. Durante casi dos años, el juicio de Frankfurt ha expuesto ante la justicia, y ante la sociedad alemana, los horrores cometidos en Auschwitz. A diferencia de Nuremberg, donde fueron los aliados quienes sentaron en el banquillo a los jerarcas del Tercer Reich, en Frankfurt ha sido Alemania la que ha juzgado a los suyos. Podría parecer un gesto de dignidad, pero la sombra de la hipocresía también se cierne sobre este esfuerzo tardío.

Los nombres de los acusados —Robert Mulka, Wilhelm Boger, Karl-Friedrich Höcker— no ocupaban los titulares de la posguerra como lo hicieran Goering, Himmler o el propio comandante Rudolf Höss, ahorcado en 1947. Mulka fue condenado a 14 años por facilitar el funcionamiento de las cámaras de gas mientras lo negaba todo. Boger, torturador de la Oficina Política de Auschwitz, fue sentenciado a cadena perpetua tras probarse su implicación directa en más de un centenar de asesinatos. Höcker, más joven y técnicamente «logístico», recibió siete años. Richard Baer, último comandante del campo, murió durante el proceso. No se juzgó a ideólogos, sino a ejecutores. No a arquitectos del genocidio, sino a quienes apretaron los tornillos de la maquinaria.

El proceso ha sido necesario, sí, pero no sin paradojas. ¿Con qué autoridad moral puede una República donde tantos altos cargos administrativos, judiciales o diplomáticos fueron parte —o cómplices silenciosos— del Tercer Reich, juzgar ahora a unos subordinados? Muchos ciudadanos, e incluso políticos, que hoy defienden la justicia, ayer levantaron el brazo en saludo al Führer. Y sin embargo, aunque imperfecto, este juicio es también un acto de coraje: Alemania se mira al abismo de su pasado, y en lugar de mirar hacia otro lado, decide al menos interrogarse. Tarde, sí, pero nunca demasiado tarde si el objetivo es evitar que el horror vuelva a repetirse.

J. F. Lamata